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El armageddon fiscal

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El armageddon fiscal

Venezuela ha llegado a un final catastrófico, el desequilibrio fiscal no tiene solución en el actual marco político; en otras palabras, el ingreso petrolero en divisas no es suficiente para pagar la demanda por liquidez internacional, tanto de PDVSA como del gobierno y otras empresas públicas, sin entrar en un proceso de reestructuración, incluido un régimen de dieta y austeridad fiscal. El régimen ha colapsado, es hora de recoger los vidrios y contabilizar costos.

 

El colapso por irresponsabilidad del gobierno

En condiciones de libre mercado cambiario, con la moneda totalmente convertible, ese fenómeno no sería importante porque los flujos privados proveen al mercado de la divisa demandada, pero el gobierno de Chávez/Maduro quiso que el mercado de divisas fuera restringido a solo las provenientes del petróleo, el resto fue restringido de participar, es la esencia del control de cambio. Este control de cambio ha quebrado al sector privado (agenda política del gobierno) y tiene al sector público en una crisis financiera dado un volumen de deuda que lo tiene al borde de un default.

 

Los problemas económicos de Venezuela no son nuevos ni desconocidos, un insostenible déficit fiscal, y una severa crisis -de largo plazo- en la balanza de pagos por escasez de divisas, vino por efecto de una renta petrolera “negativa” y una expansión insostenible del gasto público, para presentarlo de manera más simple. Más preciso, esa insostenibilidad fiscal se genera de una combinación de un gasto público que crece con mayor velocidad que el ingreso (fiscal), por caída en los ingresos fiscales e imposibilidad de colocación -por elevado riesgo- de deuda en los mercados internacionales, una muy conocida tenaza fiscal.

 

Sin dólares para pagar e importar: la crisis financiera

La crisis de balanza de pagos –escasez de reservas, o liquidez internacional- viene por caída sostenida de reservas, teniendo la misma fuente causal de la caída en el ingreso fiscal; es decir, de contracción de la renta del petróleo, sobrendeudamiento y expansión del gasto público. En este caso, la severidad de la crisis financiera y su correspondiente contraparte en la economía real por descapitalización, desinversión, deterioro y pérdida de derechos de propiedad, es la fuente de un colosal riesgo porque los petrodólares, los que alimentan las reservas internacionales (98%) no alcanzan para el servicio de las obligaciones del gobierno de su deuda externa, ni para cancelar las obligaciones en moneda dura de PDVSA, así como de otros pasivos, cuentas por pagar, deudas a asociados, a contratistas y proveedores.

 

Acotemos que el circuito fiscal de la renta del petróleo –en teoría- genera los dólares que se venden al BCV para obtener los bolívares que se pagan al fisco por contribución fiscal petrolera; a saber, dividendos, regalías e impuestos. Ello implica que si PDVSA ha dejado de venderle los petrodólares al BCV en los volúmenes requeridos, como es el caso, tuvo que recurrir al endeudamiento en el BCV para “financiar” el pago de su contribución fiscal en bolívares, constituyendo una especie de by pass monetario que monetiza el déficit fiscal construido entre la caída de la renta del petróleo y la expansión fiscal; al mismo tiempo que se produce una acelerada caída en las reservas internacionales. Así tenemos el circuito financiero de la tormenta perfecta de la inflación y la escasez, y desde luego el riesgoso debilitamiento de la capacidad de pagos del gobierno y PDVSA se sus pasivos en moneda dura.

 

Si se paga la deuda no hay arepas, o viceversa

En esas astringente situación financiera, el mercado de divisas no registra el volumen necesario para satisfacer su demanda de dólares, inclusive bajo el actual esquema de severa contracción económica, para cubrir las importaciones tanto del sector privado como público, siendo la demanda por divisas del Estado/Gobierno aún mayor, en virtud del crecimiento mastodóntico del Estado como empresario y dueño de empresas descapitalizadas por la irracionalidad de su administración. Ese circuito financiero conforma la matriz de la costosa corrupción del régimen que destruye capital aceleradamente; la descapitalización y estado de ruina de la CVG – aluminio, hierro, oro- sectores mineros y metalúrgicos en franca decadencia económica y organizacional.

 

El Estado/Gobierno ha intervenido la economía hasta los extremos, su demanda de dólares es incontrolable, dado que no está gobernada por reglas naturales del mercado. A ello se agrega un sistema ineficiente para adquirir divisas que ha sustituido al mercado natural cambiario de divisas natural en cualquier economía. Una especie de cachicorrinco cambiario constituido por dos grandes fiascos, SICAD I y II, mecanismos de racionamiento (y no de subastas) dado el astringente volumen de divisas disponibles realmente disponibles para servir la economía. Ambos SICAD han sido mamparas financieras para esconder la devaluación del bolívar, lo que sabemos indica un grotesco empequeñecimiento de la economía nacional, incluso el sector petrolero, y que eleva el impacto del servicio de la deuda externa sobre la economía nacional. El gobierno hace piruetas matemáticas y cambiarias para no develar esa enorme distorsión

 

Devaluación en cadena e irresponsabilidad fiscal

El control de cambio se mantiene, la moneda se ha maxi devaluado, y ha dejado a cambio, solo costos, los cuales se potencian por la persistencia del propio control de cambio, lo que evita que al mercado de divisas fluyan solo los ya menguados petrodólares. La renta petrolera, dada las condiciones financieras y económicas que prevalecen en PDVSA y en la industria petrolera nacional, por rezago en las inversiones, descapitalización y severo endeudamiento ha inducido una continua caída de la producción de petróleo. La gestión del “aprendiz de brujo” que administra la economía nacional ha generado allí un flujo de caja negativo; es decir, una renta del petróleo cuyas divisas por exportación no pagan las obligaciones financieras y económicas de la industria petrolera nacional, totalmente bajo el control de PDVSA, incluidos los proyectos y empresas con participación privada internacional.

 

En esa relación las cuentas por pagar de PDVSA han crecido continuamente hasta niveles que han comprometido seriamente las finanzas de la industria petrolera nacional. Llegando inclusive al punto en el cual PDVSA ha tenido que endeudarse y entregar la gestión de esos proyectos a sus asociados para que estos capitalicen el 60% correspondiente a la participación de PDVSA en esos proyectos, que esta no ha cumplido, dado la enorme presión fiscal que se impuso sobre la renta petrolera para pagar no solo los esquemas redistributivos –gasto social- sino los convenios petroleros con China, Petrocaribe, Cuba, Bielorrusia, Irán y ALBA. PDVSA vende a esos clientes –socios políticos- a grandes descuentos, con largo y lesivo financiamiento, incluido la “subvención financiera” a Cuba en petróleo y efectivo a cambio de los “intangibles” en servicios, policía, administración pública, servicios médicos y otros esquemas de intervención política.

 

Los fondos fantasmas del gobierno

A manera de ejemplo para medir el derroche y la subvención a Cuba en este concepto, sin que se sepan los contravalores a los cuales se obtiene esos servicios ni el precio del barril de petróleo que los “paga”. . Se conoce por evidencia internacional, por ejemplo, que los servicios médicos que Cuba canjea por petróleo se corresponden a una relación de 4-6 veces los que facturan organismos multilaterales que ofrecen servicios médicos en países en desarrollo.

 

Aunque el gobierno insiste que dispone de centenas de miles de millones de dólares “guardaditos”, en declaraciones del Jefe del Gabinete Económico y que antes que crear seguridad alguna sobre las finanzas del sector público, crean mayor incertidumbre, particularmente en torno a la capacidad de pagos tanto del fisco como de PDVSA. La razón es muy sencilla, el dinero y el capital no se guardan, se ahorran, se gastan o se invierten, y los mercados en atención a esa lógica exigen balances demostrativos de esos saldos, esos balances no aparecen por ningún lado. Por supuesto que es una enorme mentira, la muestra está en los mercados, no hay dólares para las necesidades más naturales, además, tanto el gobierno como PDVSA tienen más de dos años sin recurrir al mercado internacional de capitales para colocar y “refrescar” los saldos de la deuda documentada, fenómeno además perjudicial, que impacta los precios de los bonos colocados en los mercados.

 

La administración de la política económica, desde el BCV y Min Finanzas es caótica, incoherente e inconsistente con la fragilidad financiera del gobierno, y de ella solo se divisa la erupción de un indetenible proceso hiperinflacionario, las variaciones intermensuales en los precios son cercanas al 100%, que refleja que el enorme déficit fiscal generado por la expansión del gasto público y la caída del ingreso fiscal petrolero se financia monetariamente desde el BCV; un déficit fiscal que estimamos en 24% en términos del PIB. El gobierno ha apelado al expediente forajido y fallido de esconder la data monetaria (base monetaria) y fiscal, así como los precios, en un intento por desnaturalizar el proceso de información que contienen los indicadores económicos. Un esfuerzo inútil de los burócratas de turno en el BCV y Min Finanzas, porque el costo de la vida no entra por los ojos y los oídos sino por la “boca del estómago”, no se puede esconder.

 

La ruta del colapso fiscal y de balanza de pagos

El impacto combinado por la expansión del gasto fiscal medido en bolívares nominales, como lo refleja la demanda de dinero del gobierno, y la caída del ingreso fiscal petrolero han creado una situación fiscal insostenible, y un entorno político inestable, en virtud que la ilusión monetaria creada por la caída descomunal del poder de compra del bolívar, han fundado condiciones fiscales extremas que nos atrevemos de llamar como Armagedón fiscal, dado que la insostenibilidad fiscal amenaza seriamente con la capacidad de honrar los pasivos tanto de PDVSA como del fisco. De hecho la deuda interna ha sido masiva y colosalmente licuada, pero ello no crea espacio para la cubrir la demanda del gobierno y el PDVSA por divisas, dólares con los cuales servir, no solo la deuda documentada en bonos y al portador, sino el conjunto de pasivos que PDVSA mantiene con sus acreedores, asociados, contratistas y los cuales crecen en la medida que PDVSA reduce su capacidad de pago.

 

Y todo ello, pese a que los diagnósticos que se hacen recurrentemente y que no lo desmenuzan, en parte por la heterodoxia de un mensaje que ha sido arropado por la naturaleza redistributiva del régimen seguido de una expansión de los precios del petróleo en los últimos diez años, y un colosal endeudamiento público que ha triplicado su relación al PIB. Ambos fenómenos financieros y monetarios, la expansión de los precios del petróleo y el endeudamiento público (incluida PDVSA) promovieron una expansión del Estado/gobierno que ha alcanza a un crecimiento del 120% respecto de su volumen y dimensión a principios del 2000 y que hoy sabemos es insustentable inclusive a 100 dólares el barril, por una sencilla razón, el precio de realización y su impacto en la cande PDVSA no rinde los dólares que el país demanda.

 

La formula: el gasto público se comió la gallina de los huevos de oro

 

De esta manera, el gasto público se dobla en ese periodo y el Estado asume el control de los sectores, as rentable de la economía, a lo ancho del subsuelo y del espacio electromagnético. El Estado y sector público hoy posee el 65% de los activos económicos, dejando al sector privado servicios, manufactura y financieros que alcanzan la diferencia. Hay que acotar otro “curioso” fenómeno producido por la expansión del sector estatal o publico inducido -feedback- que representa una caída del PIB petrolero a la mitad de lo que marcaba en el 2000, en ese particular el lugar de reducir la dependencia de la renta del petróleo, la incrementa y al ritmo de la expansión de gasto público,

 

Hay que destacar que la reducción del producto petrolero en la economía como un todo es consecuencia directa de una prolongada caída de la inversión en el sector petrolero –nacional y asociados- y que ha alcanzado serios niveles de descapitalización, inducida por la estrategia petrolera de expandir la renta en función de los precios del petróleo para permitir el financiamiento de la expansión fiscal acotada al principio de esta nota reduciendo la inversión y compensando el gap entre la renta del petróleo y la expansión fiscal por vía de un endeudamiento púbico (adicional a PDFVSA) que en 8 años supero el 80% del PIB.

 

El otro factor que coadyuva la caída del PIB petrolero respecto del producto bruto nacional es la distorsión de precios inducida por unos precios relativos –tasa de cambio- pervertidos por una sobre valoración del bolívar representativo por el poder de compra en el mercado internacional, pero insostenible debido a un desequilibrio cambiario que se desnuda con las crisis fiscal y de balanza de pagos iniciada en el 2012 al develarse un flujo de caja negativo en la renta del petróleo, creado en parte por la imposibilidad de financiarlo a través del endeudamiento externo.

 

Por Alexander Guerrero

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