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Contra Polar y los bachaqueros

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Contra Polar y los bachaqueros

Es evidente que el afán destructivo contra la empresa Polar es una maniobra del gobierno para tratar de liquidar lo que considera el bastión más importante del capitalismo.

 

 

Esa tarea le ha sido muy difícil de concretar por razones conocidas: el oficialismo sabe que esta empresa forma parte del acervo patrimonial de los venezolanos. Todos tenemos que ver con Polar, con sus productos, sus servicios, con la calidad y seguridad de su oferta. He visto los transportes de Polar cruzar ríos en chalanas, atravesar caminos ruinosos y polvorientos para llegar hasta los últimos rincones del país donde a la gente le falla todo, la luz, el agua, la policía, pero sabe que puede contar con Polar que siempre llega con sus productos hasta sus bodeguitas más remotas.

 

 

Esto lo viven los venezolanos y lo sabe también el gobierno, al cual le es muy difícil desprestigiar a la empresa que inventó y distribuye la harina PAN, que es nuestro pan. Puedo narrar que en una ocasión, hace algún tiempo, un grupo de sociólogos y antropólogos que compartíamos investigaciones a lo largo de todo el país, hicimos una apuesta: “Quien encontrase un puesto de venta de alimentos en el territorio donde no hubiese productos de Polar, sería el ganador de una gran cena”. Ni qué decir que el concurso quedó desierto.

 

 

Surge aquí la gran interrogante, ¿cómo es entonces que el gobierno, que cada vez está más solo, confrontando una desesperada carencia de argumentos legítimos para sostener el respaldo popular, incapaz de resolver un desabastecimiento de alimentos sin precedentes durante el siglo anterior y lo que va de este, decide emprender y ejecutar inmisericordemente una guerra contra Polar, contra sus plantas, contra los empleos y sobre todo contra los únicos productos seguros que llegan a la mesa de los venezolanos? Me pregunto, ¿cómo ocurre esto, mientras la defensa de este baluarte de nuestra economía y de nuestra existencia es asumida prácticamente en solitario solo por sus gerentes, trabajadores y por sus dueños?

 

 

Siento que es mi deber ciudadano afirmar categóricamente que la defensa de Polar debe asumirse como una responsabilidad de la sociedad venezolana y de los consumidores, que son todos los venezolanos, de los partidos políticos que creen en la democracia, porque es una batalla mortal y sin treguas cuyo objetivo final es extender el dominios y el poder sin límites del Estado patrimonialista-propietario-totalitario que tiene acorralado y contra la pared a todo el país.

 

 

La derrota de Polar sería la derrota de la democracia porque ello le aseguraría al gobierno comunista su mejor presa: una organización modelo de un capitalismo humanista, creativa y eficiente productora de bienes y servicios que respeta al consumidor, promueve y activa programas de responsabilidad social, con comunidades y con sus trabajadores. Al respecto, ¿cómo pueden los comunistas del gobierno o los teóricos de Podemos de España que operan aquí como mercenarios, demostrar que el dueño de Polar “se enriquece explotando a los trabajadores”, tal como pregonan las derrotadas cartillas marxistas?

 

 

Es hora ya de asumir las grandes verdades. Toda la campaña dirigida a destruir Polar y la personificación en su dueño de los ataques es un episodio crucial de la guerra contra la libertad. Hoy debemos preguntarnos ¿qué ganó Venezuela, qué beneficios obtuvieron las familias venezolanas después del encarnizado proceso de estatización de las empresas productoras de alimentos?, ¿qué pasó con los hatos: Bolívar, El Frío, El Milagro y cientos más, con los centrales azucareros, con los productores de arroz y de aceite comestible?, ¿cómo están los productores de carne y leche?, ¿sus productos están accesibles en los mercados?, ¿pueden las madres de familia estar seguras de obtener la leche imprescindible para sus hijos lactantes?, ¿pueden contar con que tendrán las proteínas para sus adolescentes?, ¿los trabajadores en las comunidades y barrios se sentarán a la mesa y disfrutarán en paz de una cena que satisfaga sus necesidades nutricionales que les permita volver a su trabajo, a sus estudios, al deporte, con toda la fuerza que necesitan y en las mejores condiciones de salud?

 

 

Saquemos cuentas, cuánto  se gasta en mantenimiento de empresas estatizadas: Harina Juana, Lácteos los Andes, Agropatria, Sidor, aceite Diana, Fama de América, centrales azucareros, entre otras muchas otras tomadas por el Estado y hoy destruidas.

 

 

Hoy estamos viviendo una tragedia. El gobierno ataca sin distinción, colocándolos en un mismo plano, a los “bachaqueros” y a la Polar. Destruye la actividad económica interna como una especie de Atila, por donde pasa no crece la hierba, completamente incapaz de hacer algo distinto a dilapidar los recursos del petróleo importando los alimentos que podemos producir aquí en Venezuela.

 

 

¿Qué faltará para que hagamos conciencia de que la guerra contra Polar no es un problema de Polar, sino un problema del país, de las familias y, sobre todo, un hito clave en la supervivencia de la democracia y de nuestras libertades?

 

 

isaper@gmail.com

@isapereirap

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