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Constituyente: ¿quién dijo miedo?

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Constituyente: ¿quién dijo miedo?

¿Qué hacer frente a la propuesta realizada por Nicolás Maduro para convocar una Asamblea Nacional Constituyente? 1).- ¿Enfrentarla con palabras y discursos altisonantes que no conducen a nada? 2).- ¿Enfrentarla jurídicamente a sabiendas de que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia avalará todas y cada una de las decisiones que adoptará el ejecutivo nacional? 3).- ¿Enfrentarla políticamente, con decisiones y acciones que obliguen al CNE a realizar de manera transparente los tres procesos electorales que están estrechamente vinculados a la ANC y buscar la forma de ganar cada una de esas elecciones tal cual como se ganó la mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional en diciembre de 2015?.

 

 

 

Tal parece que algunas personas han olvidado que la propuesta de Nicolás Maduro para instalar una Asamblea Nacional Constituyente tiene que pasar obligatoriamente por tres procesos electorales: 1) un referendo consultivo, para aprobar o desaprobar las bases electorales que serán propuestas por la comisión designada por Maduro; 2) una elección directa, universal y secreta para escoger a los 500 miembros que supuestamente integrarán la ANC; y 3) un referendo aprobatorio para decidir si se aprueba o desaprueba la nueva Constitución que saldrá como consecuencia de las deliberaciones que habrán se llevarse a cabo en el seno de la ANC.

 

 

 

El pasado 23 de abril de 2017, Nicolás Maduro asomó, brevemente, la idea de una Asamblea Nacional Constituyente. Pero, como casi siempre ocurre, algunos sectores de oposición tomaron el anuncio de Maduro como una locura a la que no debía prestarse atención. Los líderes de la MUD no le dieron mayor importancia al tema y mantuvieron su agenda política como si nada hubiese pasado. Una semana después, el 1 de mayo, Maduro hizo el anuncio formal de que, efectivamente, La Asamblea Nacional Constituyente sería la apuesta formal del gobierno para tratar de destrancar el juego político y terminar de acabar con las aspiraciones opositoras de sacarlo del gobierno.

Nos guste o no, la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente realizada por Maduro se ha apoderado de los principales titulares, tanto nacionales como internacionales y compite de tú a tú, en centimetraje y segundos de Tv, con las protestas y manifestaciones que se desarrollan en todo el país. Maduro logró marcar la agenda política y lanzó la pelota al terreno de la oposición, cuya dirigencia todavía no termina de asimilar lo que está ocurriendo y por ende no ha podido armar una respuesta sólida, políticamente hablando, que le permita contrarrestar la propuesta del ex chofer del Metro de Caracas.

 

 

 

Ahora bien: podemos invertir horas y horas diciendo todas las cosas que se nos vengan a la mente sobre la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente realizada por Maduro. Eso es muy bueno para el auditorio. Y excelente para las redes sociales y los grupos de Whatsapp. Pero lo único cierto es que aquí hay problema político, que amerita una respuesta política, y por lo tanto, necesitamos poner sobre la mesa, lo antes posible, una propuesta política que le diga al país y al mundo que es lo que nosotros planteamos como alternativa a la ANC de Maduro.

 

 

 

Ojo: no estoy proponiendo enfriar la calle. Que nadie me mal interprete. Estoy convencido de que la calle tiene que seguir encendida. Hacer una propuesta política alternativa a la ANC no significa abandonar la calle. Al contrario, ahora es cuando debemos arreciar nuestra protesta. Pero, mientras la calle se mantiene activa, hay que entender que los problemas políticos se enfrentan con política. Eso quiere decir, simple y llanamente, que debemos producir una respuesta política alternativa al tema de la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro.

 

 

 

La respuesta política debe partir de un hecho que tenemos que asumir desde ya: el CNE no va a convocar elecciones de gobernadores para este año (se quedarán con los crespos hechos los candidatos que gastaron miles de millones de bolívares en vallas, pancartas, afiches y spots para las redes sociales). Maduro necesitaba una respuesta política para confrontar el planteamiento opositor que le exigía elecciones generales y adelanto de las presidenciales como solución a la crisis. La ANC es la carta bajo la manga.

 

 

 

No faltará quien pregunte: ¿Acaso no es ilegal e inconstitucional que no haya elecciones de gobernadores? Si. Lo es. ¿Y alguien cree que las “reptoras” se van a detener por eso? Otros dirán: ¿No es ilegal la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente por parte de Nicolás Maduro? Todo parece indicar que sí lo es, pero ¿desde cuándo le ha importado a Maduro respetar la legalidad y el imperio de la Ley?

 

 

 

Hay cosas que no nos gustan, pero no por eso dejan de ser ciertas. ¿Por qué todavía no hay cronograma electoral para los comicios de gobernadores? Sencillo: las rectoras del CNE nunca han pensado hacer esa elección. El gobierno tiene perfectamente claro algo que algunos dirigentes opositores no entienden: que las gobernaciones no importan cuando se trata de luchar por la revolución. Los revolucionarios le dan tan poca importancia a las gobernaciones que varios de sus mandatarios renunciaron a sus cargos para irse a Caracas a defender al gobierno nacional.

 

 

 

Maduro y sus 40 ladrones no están peleando por una gobernación. Están peleando por mantener viva la revolución. Esa es la razón por la cual el único proceso electoral que tienen en mente las 4 rectoras oficialistas del CNE a partir de este momento es la elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente. Nada más.

 

 

 

Maduro encontró un caramelo envenenado que pretende utilizar como arma letal contra la oposición: “¿La oposición quiere elecciones? Poder Constituyente, ¿Quiere paz? Poder Constituyente, ¿Quiere diálogo? Poder Constituyente. Convoco al pueblo a prepararse por una gran victoria constituyente”, dijo Maduro.

 

 

 

El ex chofer del Metro de Caracas dijo que la Constituyente que él quiere, será comunal, campesina, obrera. Propuso una ANC formada por 500 miembros elegidos por voto del pueblo, directo y secreto, aunque no aclaró si universal. Dijo que alrededor de la mitad será electa por la base de la clase obrera. Y agregó que los demás se elegirán en un sistema territorial, con carácter municipal, en las comunidades. También dijo que 250 miembros (50%) de la ANC serán personas electas en todo el país.

 

 

 

Los restantes 250 miembros de la ANC, según Maduro, serán electos consultando directamente a los llamados sectores sociales: obreros, campesinos, indígenas, juventudes, discapacitados, sexodiversos, etc. Maduro juramentó una comisión conformada por ministros y personalidades del oficialismo que presentará las bases del proceso.

 

 

 

¿Y mientras Maduro explica y ofrece detalles de lo que seguramente serán las bases de la convocatoria a una ANC, qué estamos haciendo nosotros los que militamos dentro de la oposición? ¿Qué haremos cuando Tibisay Lucena anuncie dentro de una semana o dos el cronograma electoral para la Asamblea Nacional Constituyente? ¿Qué haremos cuando la comisión presidida por Elías Jaua presente las bases electorales confeccionadas a la medida de las necesidades de Nicolás Maduro?

 

 

 

El Plan de Maduro está muy claro: 1) la ANC evitará que haya elecciones de gobernadores este año. 2) dejará sin argumentos a la oposición que tiene meses pidiendo una salida electoral y 3) acabará con la idea de unas elecciones generales o un adelanto de las elecciones presidenciales para 2017.

 

 

 

La estrategia madurista está diseñada para ganar tiempo: la última Asamblea Nacional Constituyente que se convocó en Venezuela, ocurrió hace 18 años con un proceso que se inició el 2 febrero de 1999 y culminó con la publicación de la Constitución en Gaceta Oficial el 24 de marzo de 2000. Es decir, más de un año. Si el proceso de la ANC propuesta por Maduro comienza principios de mayo de 2017, todo parece indicar que esto se alargaría, como mínimo, hasta agosto de 2017.

 

 

 

Si. Yo al igual que usted, también quiero que Nicolás Maduro se vaya del poder mañana mismo. Créame que es lo que más deseo. Pero como bien lo decía mi abuela Julia, allá en Barcelona, buenos deseos no preñan. La protesta de calle, masiva y contundente, puede hacer que este gobierno termine más pronto de lo que muchos creen. Pero mientras nosotros nos mantenemos en la calle, Maduro y las 4 reptoras del CNE pondrán en marcha su plan para hacer elecciones y escoger una Asamblea Nacional Constituyente que podría terminar de convertir a Venezuela en un país comunista.

 

 

Lo que propongo es que no dejemos la calle, pero que tampoco descuidemos lo que están haciendo en el CNE para meternos una nueva Constitución de contrabando que podría acabar con el sueño de 30 millones de venezolanos amantes de la democracia y la libertad. Maduro tiene balas. Pero no tiene votos. Eso ya quedó demostrado en diciembre de 2015. De manera que cualquier proceso electoral, incluso el de una Asamblea Nacional Constituyente, dirigido por 4 rectoras vendidas, debería conducir al gobierno a una derrota inevitable. Eso, claro está, si la oposición se prepara para enfrentar con éxito ese proceso.

 

 

 

Maduro dijo ayer que la idea de una ANC serviría para “sacarse el clavo de la derrota” por las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015. “Ellos (la oposición) sacaron esa mayoría circunstancial, siempre lo dije. Ahora tenemos la oportunidad con la Constituyente de volver a los caminos de la ‘victoria popular bolivariana chavista’. Esta es la hora. Nadie puede abstenerse de ir a votar”.

 

 

 

El ex chofer del Metro de Caracas está tan seguro y confiado de que la Asamblea Nacional Constituyente será un hecho, que ya tiene listos y preparados a los magistrados del TSJ para que limpien el camino de polvo y paja. “Yo me someteré a los designios del Tribunal Supremo de Justicia. Está abierto el debate”, expresó.

 

 

 

En política se puede correr y mascar chiclets. La protesta de calle ha servido para llamar la atención de la comunidad internacional y mostrarle al mundo el talante dictatorial y violador de los derechos humanos del régimen de Nicolás Maduro. No es descartable que la protesta de calle obligue a Maduro a renunciar y entregar el poder. Pero no podemos colocar todos los huevos en esa canasta. No se puede desatender un tema tan vital como el de una Asamblea Nacional Constituyente. Descuidar la convocatoria a una ANC nos podría salir muy caro.

 

 

 

Maduro tiene las balas. Pero nosotros tenemos los votos. La oposición venezolana tiene hoy día más votos que en 2015, cuando ganó la Asamblea Nacional. Maduro quiere usar la ANC para liquidar a la oposición, pero ¿quién dice que no puede ser al contrario? Una ANC con mayoría opositora también puede acabar con esta pseudo revolución. ¿Quién dijo miedo? Si Maduro quiere pelear en el terreno electoral hay que subirse a ese ring y caerle a trompadas.

 

 

Gustavo Azòcar Alcalà

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