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Caracas cumpleañera

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Caracas cumpleañera

Caracas tiene buen lejos. Basta contemplarla desde el mirador de la Cota Mil, Valle Arriba o cualquiera de las barriadas para disfrutar de la belleza, el verdor y la obsesión por la modernidad. El Ávila, el paisaje más apreciado, impide cualquier imperfección en el retrato; sin embargo, de tanto verlo la ciudad ha dejado de verse a sí misma. De cerca, la capital luce descuidada, parece una mujer abandonada, a la que pocos entienden y muchos critican.

 

“La primera pobreza que se hizo patente en Caracas fue la ausencia del hábito de cultivar belleza. Fue la primera baja. Y por belleza también podemos entender recato, decencia. Todo lo demás llegó por añadidura. Allí pudo haber comenzado nuestro fin: este pobre país con petróleo terminó por respetar sólo el dinero. Es el único elemento de éxito que sabe reconocer”, escribió recientemente Héctor Torres, autor del libro de crónicas Caracas muerde. José Luis Avila, El nacional, 25 de julio 2013.

 

Cómo la copa de un árbol

Cuando se quiere elogiar la excelencia de algo o de alguien decimos ” Es como la copa de un árbol”. Lo son muchos poetas, arquitectos y escritores, cantidad de músicos, buenos amigos, hermosas ciudades, bellos libros. ¿Qué es lo primero que un visitante contempla en esta ciudad malquerida y maltratada como es Caracas en la cual por milagro nací de nuevo hace medio siglo? Ajeno a las tragedias que vivimos diariamente los caraqueños, el turista lo primero que percibe en la ciudad es su luz, la misma que iluminó a Manuel Cabré,a los poetas que la han enamorado y a los músicos que la han cantado.

 

Al levantar la mirada y contemplar El Ávila se va descendiendo hacia lo que es mi deporte favorito en las colas por las calles de Caracas: ojear la copa de sus árboles de los que no conozco en totalidad su familia pero sí, cómo no, su desarrollo, según pasan los días, los meses y los años. Los he visto nacer, crecer, arropar con su sombra a los peatones en tiempos de calores que son pocos. Los he visto florecer y dejar la alfombra de sus hojas verdi azul y verdi roja, por todas partes.

 

He contemplado con placer sus copas que van tejiendo a capricho sus redes de hojas .Los he visto vestidos y desnudos, mustios y reverdecidos, apretados en sus raíces por el cemento, cortados y maltratados por los constructores. Los he visto llorar, porque los árboles también lloran en Caracas.

 

Sorprende su heroísmo, su terquedad para sobrevivir y hay qué ver cómo se entrelazan en varias avenidas. Si los han contemplado a la entrada del Parque Nacional Avila, entre el distribuidor Altamira de la Avenida Boyacá hasta el puesto Guarda Parque de Sabas Nieves, tendrán que respirar fuerte y sentir una emoción indescriptible. No miren al suelo, no miren hacia sus zapatos de marca, miren hacia arriba, hacia el cielo y entenderán lo que les estoy escribiendo. No hay nada más hermoso que la copa de un árbol. Y como la copa de un árbol, es, por ejemplo Beethoven.

 

Podar y talar

“Y es que en Caracas, no existe gestión del arbolado urbano. Lo que se hace son acciones asistencialistas. Es decir, hay una necesidad de podar y talar. Esta situación ha originado por una parte vandalismo contra los árboles por parte de los vecinos (los talan, los secan con aceite, los queman,etc) . Son talas irracionales, podas radicales sin justificación y ausencia de tratamiento fitosanitario.” Esta situación fue la que originó el nacimiento hace más de 3 años del blog del Grupo Ecológico San Pedro el cual buscaba inicialmente “denunciar esta situación de ecocidio”.

 

Pero la experiencia acumulada, les ha mostrado otra cara del drama” Y ahí están, luchando a pulmón lleno para que se respete la vida de estos seres vivos que nos dan energía. En ello andan Yrama Capote y su grupo. Lo árboles tienen en Caracas mucha gente que los ama y los defiende pero no deja de existir el reconcomio de quienes quieren figurar, más que actuar con pasión por esta hermosa misión que nos favorece a todos los caraqueños.

 

Fracturada, dividida, machucada, la ciudad no deja de tener amantes que la defienden y yo soy una de ellas. Los apasionados sostienen que en esta ciudad ya no se puede vivir, pero no hay otra opción que tomarla o dejarla. Todos los días hay foros conversaciones, congresos, conferencias sobre la ciudad que deseamos. Hasta hoy que sepamos , el gobierno no ha construido nuevas vías, no ha estudiado el caos de las colas, no ha emprendido una campaña verdadera para organizar a los motorizados, mantiene un cementerio de metrobuses que no arregla , según ellos, por falta de repuestos.

 

Los caraqueños gastamos lo mejor de las horas recreacionales en colas para todo. El día de parada funcionó y se canceló. Las leyes de tránsito no se cumplen y la seguridad nos obliga a encerrarnos temprano en nuestras casas. A pesar de todo, a la Caracas sin aceras o aceras ocupadas por motos y carros la amamos, porque sin lugar a dudas, por un rayo de sol , una copa de un árbol y una copa de buen vino, hemos aprendido que el masoquismo, es ya una virtud.

 

Feliz cumpleaños mi Caracas de amor y de dolor.

 

Por Hariahé Pabón

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