La prepotencia del poder parece haberles robado la humanidad por no decir los ideales
Creen que el poder es eterno y es allí donde se equivocan. La verdad es que después de 15 años mandando no les debe pasar por la mente cómo sería no disfrutar de esas mieles. A estas alturas eso parece ser lo único que los mantiene unidos a pesar de los «cotos de beneficios» que cada uno posee. Dicen que son cuatro, o tres, o tal vez lleguen hasta cinco los grupos de poder y los unos le ponen piedras a los otros con el fin de «mermar» su influencia o dejarlo mal parados, pero nunca para aniquilarlo totalmente y menos en público. El asunto está en que antes había recursos para todos y básicamente había un líder único que ponía los puntos sobre las «íes» ante las ambiciones personales, ahora cada quien está por lo suyo.
Esto se ha hecho tan evidente que el propio Maduro, cada vez que puede, grita de manera desesperada exigiendo, pidiendo y casi casi que hasta «rogando» su reconocimiento… El capítulo Smolansky fue solo uno de los tantos donde «él, el elegido, el hijo dilecto, el sucesor del galáctico solicita: «reconózcanme» en un gesto desesperado que no pareciera ir dirigido a la oposición, sino básicamente a su gente que no parece estarle haciendo caso. Ese ¡cónchale vale reconóceme, no seas fu!, luce más bien como la queja de un hombre «que no se haya» cuando se encuentra solo frente a un espejo y que necesita repetirse varias veces «tú sí eres», «tú sí puedes» a manera de un inútil ejercicio de autoayuda. Ese es el tema, lo que algunos catalogarían como «el pecado original» de legitimidad. De allí hacia adelante todo ha sido «cuesta abajo en la rodada», y atención: «siempre se puede caer más profundo», respuesta que viene dada para quienes ingenuamente se preguntan: «¿hasta dónde vamos a llegar?».
Quebraron al país, esa es la realidad. Quince años que han podido colocarnos en la antesala del desarrollo se perdieron y hoy estamos en la cola de las peores estadísticas. Se rumbearon esos reales, pues. Están totalmente desconectados de una realidad que los abruma y la única respuesta que tienen es la represión y el miedo. La prepotencia del poder parece haberles robado la humanidad por no decir los ideales. Es por eso que no soportan las críticas. De allí que el «diálogo» es entendido como otro instrumento para la dominación. La prepotencia es pésima consejera en política. Lleva a subestimar al otro. Eso es lo que sucede, desde un poder que juran será eterno creen que los venezolanos podemos «tragarnos» cualquiera de sus estúpidas justificaciones desde la guerra económica, hasta los juegos de guerra del imperio, pasando por fiestas conspirativas con rancheras mexicanas de fondo y cuentos como los «supuestos vuelos desviados hacia Brasil» por el Mundial como argumento para rebatir el aislamiento en el que estamos sumidos por sus deudas. Aterricen el ego. Cable a tierra, el poder no es eterno.
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