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Años de oscurantismo informativo en Venezuela

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Años de oscurantismo informativo en Venezuela

Donde la desinformación es la regla las cosas no pueden marchar bien. Aquí los sistemas se comportan de manera impredecible, dejan a un lado cualquier análisis de tendencias y escenarios. El respeto por las ciencias se perdió, lo que dio paso a una seguidilla de individuos que casi esotéricamente gobiernan al país con mayor reservas de petróleo en el mundo, Venezuela, en una suerte de «como vaya viniendo, vamos viendo».

 

 

 
El rector de esta atolondrada manera de hacer política fue sin duda el finado Hugo Chávez, a quien se le atribuyen adjetivos como «supremo», «eterno» e «inmortal». En su oportunidad, entre coplas y populismo, pavimentó el camino para esa especie de ensayo y error de gobierno. Las políticas públicas se convirtieron en el resultado de acciones reactivas, dementes y erráticas, que oscilaban según los cambios de la Luna.

 

 

 
Pero parecería que sus seguidores, jefes del partido de gobierno, Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), hicieron bien la tarea al replicar no sólo sus ideas poco ortodoxas, sino, además, llevar al límite de la incredulidad al ciudadano promedio, que pasó del «No vale, yo no creo» a «Aquí puede pasar cualquier cosa» y más en un esquema de gobierno ajeno, atípico, desafinado.

 

 
Han sido años de oscurantismo informativo los que ha vivido Venezuela.Los medios, los pocos medios que quedan, están plagados de artimañas legales, jurídicas y políticas que los han llevado al colapso económico, por no agregarle ya el descalabro del país como sistema.

 

 

 

Hemos dejado a la suerte el futuro de Venezuela. A la buena de Dios, o a los designios de quien las autoridades crean. Las estadísticas, las matemáticas, la sociología, la ingeniería quedaron en un segundo plano para ver con total estupefacción cómo se transmitía en cadena nacional a un chamán haciendo un rito para que lloviera, en una dramática crisis de generación eléctrica más producto del desfalco a la nación por treinta mil millones de dólares que no se vieron y por la ineficiencia y la falta de mantenimiento del sistema eléctrico nacional que por las consecuencias del fenómeno climatológico El Niño, recurso obligado para el discurso revolucionario y cómplice.

 

 
Debemos ser francos. Es cómplice el que defiende aún a este sistema de gobierno. Tan culpable como los corruptos que, en nombre de una supuesta ideología, se robaron los sueños, la seguridad, la medicina y los alimentos de los venezolanos. Es cómplice el que acepta que en la crisis se utilice reiterada y groseramente la imagen de Chávez para reflotar un sentimiento que transmutó del amor popular al rencor y la decepción por tantos sueños rotos, por tanta mentira puesta en evidencia.

 

 
Nuestro deber es mostrar un país que lo tiene todo, a pesar a sus gobernantes. Un país que, aunque enfermo socialmente, tiene cura y puede apartar tanto a cómplices como a autores para dar paso a su reconstrucción a partir de un verdadero y genuino esfuerzo, no de barriles de petróleo ni de oro. En nuestro sacrificio estará el futuro, en nuestras manos y nuestro sudor. No dejemos el futuro a la suerte, ya vimos cuáles son las consecuencias de hacerlo.

 

 

Vladimir Kislinger
@leadpoz

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