1. Causas y perspectivas de la rebelión
Las violentas protestas populares contra un gran número de gobiernos latinoamericanos requieren respuestas a tres preguntas esenciales: 1. ¿Cuál es la causa de las sublevaciones? 2. ¿Las sublevaciones van a producir avances progresistas o mayores autoritarismos represivos? 3. ¿Qué conclusiones tácticas y estratégicas se derivan de la rebelión de la juventud, de las masas y de las clases medias? Adelantamos las respuestas.
1. La causa global de las rebeliones radica en la disfuncionalidad de la democracia burguesa y la economía capitalista, para resolver los grandes problemas del Siglo 21. La civilización capitalista fue hecha para el siglo 19 y no sirve ya para el presente. Es obsoleta. La causa hemisférica de las insubordinaciones es la «ley de gravitación política» o «Ley del Péndulo político» –la gobernanza neoliberal versus gobernanza socialdemócrata– que rige el destino latinoamericano.
2. Rebeliones populares por sí solo no pueden cambiar dicha ley y, por tanto, no lograrán transformar la situación estructural de los pueblos, aunque algunos avances tácticos en algunos países son posibles.
3. Gobernanza neoliberal y gobernanza socialdemócrata son sistemas de dominación globales, que ajustan sus parámetros de operación regionales y nacionales con cierta flexibilidad, dentro de la ley del péndulo. Para América Latina esto significa, que la configuración neoliberal «Grupo de Lima» se ha debilitada temporalmente. Mientras este conglomerado se reagrupa, la socialdemocracia criolla derrotada trata de reforzarse desde puntos de apoyo en el Cono Sur y Norteamérica. A nivel subcontinental, ambas tendencias están coyunturalmente equilibradas.
La 4ta Transformación de América Latina
En este conflicto entre los dos modelos de dominación del sistema, las fuerzas progresistas que anhelan una verdadera transformación duradera en la Patria Grande, deben cooperar con el polo socialdemócrata de la ecuación, porque es el mal menor. Pero, al mismo tiempo, todo sujeto auténtico de transformación orientará su praxis en el hecho objetivo de la Ley del Péndulo. Y, por coherencia moral y política, contribuirá en la medida de sus posibilidades a la construcción de una alternativa sistémica transcapitalista, post-oligárquica y post-monroeista, cuyos elementos centrales serían la ecología, la democracia real, el fin de la desigualdad socio económica y un sentido de vivir trascendental, no oscurantista. Bajo este imperativo es posible, que en la 4ta Transformación mexicana se encuentren valiosas lecciones para esta alternativa sistémica.
La Ley del Péndulo latinoamericano
La explicación más sencilla y pedagógica de la multiforme rebelión es el movimiento del péndulo simple. Dicho movimiento se refiere a una masa suspendida de un punto o eje horizontal, que se desplaza sobre una trayectoria circular con un comportamiento periódico hacia ambos lados de su punto de equilibrio. El movimiento es causado por factores físicos como la fuerza gravitacional o la elasticidad.
En la política latinoamericana el péndulo oscila periódicamente entre dos formas de gobierno y dominación: la gobernanza oligárquica y la gobernanza socialdemócrata (reformista). En términos históricos, el conflicto entre conservadores y liberales. El centro de gravitación, del cual depende «la masa suspendida» América Latina, es el Imperio. El infame inventor de la Doctrina Monroe, John Quincy Adams, evocó ya en 1823 esa relación de dependencia, cuando discurrió sobre los efectos de la «ley de gravitación política» en el hemisferio.
Fidel ante el péndulo
Parafraseando la célebre formulación de Fidel, «Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada» (1961), podemos precisar el efecto de la Ley del Péndulo sobre la praxis política de los pueblos. En este hemisferio, «Dentro de la ley, todo; contra su lógica binaria de gobernanza, nada». Los pueblos actúan, en buen romance, en una cárcel capitalista-oligárquica-imperial, cuyos dos grados de libertad son gobiernos «conservadores» y «liberales». A veces hay rebeliones. Su amplitud y forma varía, desde la pacífica Unidad Popular de Salvador Allende hasta la revolución armada del Frente Sandinista de Nicaragua. Pero, el único escape exitoso y defendido exitosamente por seis décadas –a un enorme costo humano– fue «la Revolución de los Humildes» (Fidel dixit), que rompió la lógica del péndulo y creó un modo de producción no-capitalista autonómico. Actualmente, Trump pretende demostrar, que la Ley sigue en vigencia, tratando de destruir criminalmente a la Revolución Cubana y salvarse del impeachment. Por suerte, no logrará ninguno de los dos objetivos.
Perón ante el péndulo
Aunque la Ley es determinista, en ciertas situaciones de poder se aplica con un margen de flexibilidad. Como no es posible sentarse sobre las bayonetas, es necesario alternar la macana oligárquica con la zanahoria socialdemócrata. Al fin y al cabo, no se arriesga nada. Los poderes de facto siguen en pie, independientemente de los resultados electorales. Cuando es necesario, se desestabiliza a los reformistas o se los quita por la fuerza. Mientras tanto son útiles para reparar la economía, destruida por los delincuentes neoliberales. Un caso ilustrativo es Argentina. Con la estela de destrucción económica que deja Macri es legítima la pregunta: ¿Qué misión histórica pueden cumplir el backroom operator (Bloomberg) Alberto Fernández y el «peronismo transversalizado» de Cristina Kirchner en la Casa Rosada, cuando la Ley del Péndulo anula la razón de hacer política transformadora en la Patria Grande y la sustituye por la administración temporal del caos? Con promesas electorales de progreso, que no pueden cumplirse en esta democracia circense burguesa, con crecimiento económico negativo, pegado a los amos de LA CITY y la pampa húmeda, y con la descerebrada capital porteña sólidamente en manos de la derecha, ¿quo vadis gobierno?
Cinco oscilaciones del péndulo
Cinco movimientos del péndulo se han registrado en los últimos ochenta años. El primero fue el desarrollismo de los años treinta, con los generales Lázaro Cárdenas en México y Getulio Vargas en Brasil. Después, inspirados por el keynesianismo militar europeo, la demagogia de F. D. Roosevelt –Good Neighbor policy, Four Freedoms Speech, New Deal– y los favorables términos de intercambio de postguerra, varios líderes latinoamericanos avanzaron el desarrollismo socialdemócrata corporativo, como Perón, Vargas y Árbenz. Al chocar su experimento con los intereses clasistas de la oligarquía y de Big Brother, Washington puso un sangriento fin al proyecto. A mediados de los cincuenta, el Estado de Seguridad Nacional (NSS) inauguró la fase de dominación post desarrollista. Tres décadas después de iniciar la matanza, Washington se convenció, que la limpieza hemisférica había aniquilado de raíz a los mejores cuadros dirigentes y organizaciones populares de la Patria Grande y, en consecuencia, permitió el regreso de algunos regímenes moderadamente progresistas, bajo tutela.
Así inició la segunda fase del desarrollismo socialdemócrata, liderado por Hugo Chávez, Lula y Kirchner. Beneficiados por altos precios de las materias primas, esta vez los gobiernos socialdemócratas se pudieron sostener unos quince años, hasta que el termidor regresó y los sustituyó –en la cuarta oscilación– por los Macri, Bolsonaro, Moreno, Piñeda et al. Pero, los trogloditas neoliberales ejecutaron tan mal el oficio, que los pueblos se levantaron valientemente. En el Uruguay, la ineficiencia de un Frente Amplio sin Mujica; en Bolivia, la arrogancia del equipo de Evo y en Venezuela, la ineptitud total de la dictadura Maduro-Cabello, complementan el panorama actual. La correlación de fuerzas revelada en esas últimas confrontaciones hace temer, que la próxima (5ta) gobernanza latinoamericana podría inclinarse nuevamente hacia el lado oligárquica-represivo.
Chile y Ecuador
Las sublevaciones tri-sectorales latinoamericanas son una combinación de factores endógenos y de la revolución de color, con variada importancia de lo interno y lo externo. En Chile, por ejemplo, resultan esencialmente de la cínica y prepotente permanencia del pinochetismo en las superestructuras y élites del país –no han exhumado todavía a su Generalísimo Franco– la exclusión social y económica inevitable para las masas y clases medias del capitalismo neoliberal, y la ausencia de una perspectiva de futuro y un sentido de vida (trascendencia) para la juventud. El pinochetismo vivo afloró rápidamente, cuando Piñera calificó las manifestaciones como «guerra» de un enemigo poderoso, implacable, bien organizado, mientras la soldadeska chilena, además de matar a veinte civiles –en Hong Kong, en meses de violencia, no hay ni un muerto– movilizó ya a sus reservistas. No hay que hacerse ilusiones: la oligarquía chilena volverá a matar como lo hizo en 1973 y como lo ha hecho durante toda su historia. Y la Fuerza Armada chilena es tan oligárquicamente asesina, como la de Argentina. De hecho, la única Fuerza Armada democrática en América Latina es la del Ecuador –https://orfilavalentini.com/esp/item/36/el-pensamiento-militar-latinoame… lo que explica, porque los militares no mataron para salvar a Moreno. Y que, casi seguro, en un acuerdo con los gringos impondrán un sustituto.
Bolivia
En Bolivia fue la arrogancia del poder del equipo de Evo, que les hizo cometer serios errores, como la pérdida de las cuatro alcaldías más importantes del país en 2015 (La Paz, Santa Cruz, El Alto, Cochabamba); la frívola derrota del referendo constitucional en 2016; la incomprensión de la nueva clase media urbana, resultado de su exitoso modelo económico y la imperdonable torpeza en la interrupción del conteo de votos. Todos esos errores permitieron a la oligarquía, la ultraderecha, la ultraizquierda, al separatismo, al sectarismo indigenista y a la contrarrevolución de color, acumular y desatar la fuerza callejera mostrada en las protestas postelectorales. La situación regresa, esencialmente, a la bipolaridad nacional de los primeros años de Evo, sin salida fácil para el desarrollismo socialdemócrata.
¿Qué hacer?
El reaccionario golpista general brasileño Hamilton Mourao, vicepresidente de Bolsonaro, dice, que las protestas en el país modelo del neoliberalismo, Chile, sirven para que la región se preocupe de sus sectores más vulnerables: «Tenemos que tomar medidas para que la productividad crezca, pero debemos estar pendientes de los problemas sociales que tienen todos nuestros países». No basta ser «liberales y estatistas; tenemos que ir al centro». Mourao invoca la flexibilidad de la Ley del Péndulo, porque en este momento no hay condiciones para establecer dictaduras militares abiertas. Recordemos, que después del triunfo electoral de Allende, Kissinger y Nixon necesitaron tres años para construir el golpe de Estado del pinochetismo. Por esa flexibilidad pragmática de los amos, puede haber algunos avances tácticos temporales de la socialdemocracia en algunos países. El problema estructural de la Ley del Péndulo, sin embargo, no lo puede resolver ninguna de las dos fuerzas políticas del sistema.
Sólo la actuación consciente de los pueblos y de los líderes éticos puede crear la nueva civilización, que anhela la humanidad.
Heinz Dieterich aporrea.org