Pasan los días y en un mes y tres semanas la oposición venezolana eligirá al candidato de unidad que deberá enfrentarse a finales de diciembre del año próximo al candidato oficialista que, “por ahora”, es el actual presidente, Nicolás Maduro.
Y señalo el “por ahora”, no solo porque es un dicho emblemático que dejó para la historia el fundador del partido o movimiento que desde febrero de 1998 controla con mano de hierro el poder en Venezuela (el difunto teniente coronel, Hugo Chávez), sino porque casi año y medio es demasiado tiempo para que el candidato de un movimiento cívico-militar (o militar-cívico) como el PSUV y su brazo armado, puedan mantenerse firmes, inquebrantables e impertérritos esperando que su jefe los llame a votar o a defender un triunfo que, sin duda alguna, será fraudulento porque todos las encuestas lo dan perdedor con más de 80 puntos.
En cuanto a la oposición democrática, creo que no hay una sola opinión dentro o fuera del país que no comparta la idea o estrategia de escoger en unas “Primarias” donde participen todas las organizaciones que deseen medirse, al candidato que se enfrentaría con Maduro, ahora con el apoyo de todos los partidos que participen, al abrigo de las divisiones y de la pluralidad de opciones que, al fraccionarse, logran que la carta del oficialismo sea la ganadora, anque obtenta menos votos, frente a una oposición mayoritaria pero dividida.
Quiere decir que, en diciembre del 2024, serán dos los candidatos a demostrar que cuentan con el voto de las mayorías nacionales: uno del gobierno y otro de la oposición.
Pero la experiencia de las “Primarias” ha proporcionado otros beneficios o ganancias para la oposición, pues viniendo de un colapso o fracaso como el del gobierno Interino (o “Interinato”), que se pensó comportaba las piezas y jugadas para poner fin a la dictadura castrochavista que para 2019 contaba 20 años en el poder -y como era de esperarse tuvo el apoyo de más del 70 por ciento de los venezolanos y fue respaldado y reconocido por 50 países de la Comunidad Internacional-pero disuelto a comienzos del año en curso por la Asamblea Nacional constitucional y legítima, al no lograr los objetivos propuestos al país, pasando a inscribirse en la ya larga lista de frustraciones y fiascos con que la oposición viene desde la primera rebelión en firme que se le hizo a la dictadura, la explosión popular del 11 del abril del 2002, haciendo un tanto “o mucho” como aquel Sísifo del mito griego, condenando por los dioses a subir una cuesta con una enorme piedra sobre los hombros para dejarla caer al llegar a la cumbre, regresarse a buscarla, volverla a subir y dejarla caer de nuevo .
Pues bien, las “Primarías” planteadas en un clima de pavorosa incertitumbre luego de la caída del “Interinato”, en una atmósfera de pesimismo que se pensó se instalaría por años, prendió como una débil lucecita, como un cocuyo o luciérnaga que fue incendiando el país, abrasándolo de un extremo a otro y hoy lo tienen de nuevo en la calle y ganado para un esfuerzo que, sin apartarse de los principios de la Constitución, puede obligar a Maduro a entregar el poder porque lo decide una mayoría de votos y sin acarrearle a los venezolanos más violencia, ni desesperanza.
Sin detenernos a averiguar quiénes son y de dónde salieron los estrategas que convencieron al gobierno y a la oposición para darle curso a la propuesta, si debemos subrayar que los disensos surgidos en el curso de su implementación, como la discusión si debían hacerse de acuerdo a Ley Electoral vigente, y por tanto, conducidas y realizadas por el CNE que es la máxima autoridad para entenderse con el tema electoral en el país, pues luego de un breve forcejeo que fuera la oposición con un organismo ya constituido, la Comisión Electoral Nacional, CEN, presidida por el abogado, Jesús María Casal y diez miembros propuestos por los partidos, los que han tomado la responsabilidad para que el 22 de octubre próximo se designe el candidato único que se medirá con Maduro.
Quiero subrayar antes de pasar a formular las críticas y bemoles que percibo en la campaña, que el clima en general es bueno, que los partidos y candidatos postulados pasan de 15 y que salvo los empellones típicos de esta clase de eventos, las cosas marchan bien.
Debemos resaltar también -y esto es de la mayor importancia- la movilización popular que día a día rodea a los candidatos y sus partidos, los cuales, no hay un solo rincón donde no hayan encontrado apoyo, si no para sus candidaturas, si para las “Primarias”, que asumen como la batalla imposible que la dictadura gane legalmente y de demostración de que Venezuela es de los venezolanos y de su democracia.
Una sorpresa excitante en este contexto ha resultado la candidatura de María Corina Machado, Presidenta del Partido “Vente Venezuela”, y la cual puede ostentar aún la etiqueta de líder política nacida y formada en las últimas generaciones, pues con una pasantía de apenas 6 años en la organización “SUMATE” que fundada en el 2004, le hizo un seguimiento sistémico a la plataforma electrónica con que la empresa Smartmatic estrenó en Venezuela una dictadura electoral basada en el fraude, pudo ya para el 2010 retirarse de lo puramente técnico del tema eleccionario, y fundar un partido político, “Vente Venezuela” que palpita hoy en todos los pueblos y ciudades de Venezuela.
Fueron 14 años de vida política que le permitió recorrer y conocer todo el territorio nacional y sus gentes, mientras se vio involacrada en todos los hitos de la política nacional e internacional, como la muerte de Chávez y su sucesión por Maduro en el primer semestre del 2013, acompañar a Henrique Capiles en su negativa a aceptar el fraude con que el nuevo dictador alegó haberle ganado las elecciones del 15 de abril, liderar junto con Leopoldo López y Antonio Ledezma la rebelión conocida como “La Salida”, estar en la primera linea de combate cuando la oposición ganó por mayoría absoluta la Asamblea Nacional el 6 de diciembre del 2015, y no haberse escondido ni escabullido de todas las batallas que se llevaron a cabo por la libertad de Venezuela desde el 2016, hasta el 2022 cuando pareció (después del fracaso del Interinato), que todo había llegado a su fin.
De modo que, no puede puede provocar extrañeza, ni confusiones, encontrar hoy que María Corina Machado encabeza las encuestas para las “Primarias” con puntajes del 50, 60, 70 que la colocan con unas preferencias entre las mayorias que ya resulta imposible de alcanzar.
Para corroborarlo, nada como acompañarla por los pueblos de Venezuela, sea personalmente, o siguiéndola por las redes sociales, por las coberturas de medios audiovisuales o impresos o los comentarios que surgen en cualquier esquina sobre este huracán que ya se siente cambiando la política, la historia y el rumbo que tomará el país el país.
Es es el fenómeno que está paralizando, no de miedo, sino de pánico a Maduro, y a su segundo al mando, Cabello y los incita a urdir cualquier ilegalidad para que María Corina no esté ni en las “Primarias”, ni en las presidenciales.
Y aunque cueste creerlo, buscando aliados y encontrándolos entre líderes y partidos, que saben no tendrían ningún chance para seguir adelante con sus proyectos, si María Corina es la contendiente con la que tendrían que vérselas en las máquinas o mesas de conteo el 22 de octubre próximo en que los votantes decidirán quién será su candidato para conducir el país.
Menudo atajo que seguro sacará a mucho segundón de la política, o lo integrará al bando del perdedor Maduro, mientras Venezuela respalda esta líder sin tacha en su ya larga carrera política y decidida a darle a Venezuela otra cara, otro rumbo, otro destino.
Manuel Malaver