Miami, la capital antiglobalista que atrae inmigantes de Sur y Norteamérica

Posted on: agosto 14th, 2022 by Super Confirmado No Comments

 

Chile, Argentina y ahora Colombia, son los países Suramericanos que encabezan la nueva estampida de inmigrantes hacia los Estados Unidos.

 

 

Los comportamientos de los últimos meses, sin embargo, -si bien conservan las mismas razones que llevaron a los venezolanos a casi despoblar su país al extremo de colocarse segundo tras de Siria en la más grande despoblación del mundo moderno (nueve millones de nacionales)- se diferencian en cuanto a las clases clases sociales que toman ahora el camino del olvido y la nostalgia y el status de vida que aspiran procurarse en la patria del capitalismo, la democracia y la economía competitiva.

 

 

Ni que decir tiene que la nueva ola migratoria está encabezada por colombianos, que desde hace cuatro meses -y en cuanto las encuestas dieron como probable ganador en las elecciones presidenciales a Gustavo Petro- desplazaron a los primeros de aquellos días, a los chilenos, que a su vez habían mandado al segundo a los venezolanos.

 

 

Sin embargo, es poco probable que los colombianos pasen dos o tres semanas liderando el ranking de recién llegados, según se agiganta la crisis argentina, al parecer condenada a una hiperinflación tipo chavista o madurista (grave o más grave).

 

 

Pero pase lo que pase con la crisis argentina, que se aplaque o incendie la pradera, están prevenidos al bate (como se dice en el béisbol) los brasileños, con sus elecciones presidenciales para el próximo dos de octubre y en las cuales, el izquierdista, socialista y fundador de “El Foro de Sao Paulo”, Lula da Silva, supera al presidente y candidato conservador que aspira a la reelección, Jair Bolsonaro, por 15 puntos que se creen imposibles de igualar o superar, por lo que se presume que el tercer presidente del “Socialismo del Siglo XXI” en ascender al poder durante esta año estaría a la vuelta de la esquina.

 

 

Y aquí si tendríamos una tercera ola inmigratoria cercana al Apocalipsis, porque partiría del segundo país más poblado del continente y el primero de Suramérica, convirtiendo al resto de transpoblaciones precedentes en cosa de niños.

 

 

De modo que, la tan temida conquista de los países del patio trasero por la codicia del imperialismo yanqui, se estaría llevando a cabo de forma pacífica y sin disparar un tiro, y por decisión de los candidatos a ser conquistados, quienes, decepcionados porque la invasión o colonización angloamericana nunca se ejecutó, pues han decidido realizarla por su propio esfuerzo y voluntad.

 

 

Y aquí cabría resaltar un detalle que no es de poca monta y oportunidad y es que la inmigración o transpoblación de Sudamérica hacia el Norte, no se está sucediendo a los Estados Unidos, sino al Estado de Florida, y a su ciudad más importante, Miami, que desde hace ya muchas décadas se conoce como la ciudad capital del subcontinente iberoamericano.

 

 

Entre otras cosas, porque comparte una geografía y un clima igual, o muy parecidos, al de nuestros países, se habla tanto o más español que inglés, se come más arepa y tortilla que hamburguesa o hot dogs y la salsa y otros ritmos latinos hace ya tiempo que desplazaron al blue y al rock and roll.

 

 

Pero ahora concurren otras identidades que son de insoslayable trascendencia y oportunidad no subrayar, como son el alineamiento de la mayoría de los inmigrantes que vienen de Suramérica con la democracia liberal y capitalista que, a su vez, coincide con las políticas que las autoridades de Florida, y en particular, el gobernador, Ron DeSantis, practican como militantes del Partido Republicano y de su ala más radical, la que lidera, Donald Trump.

 

 

A este respecto, nada más justo que destacar el rol fuera de la tradición conocida y sufrida, de acercamiento y empatía del gobernador DeSantis con la comunidad hispánica, a cuyos miembros -y en particular a los que huyen de las dictaduras marxistas y de los populismos globalistas-, ofrece toda clase de apoyos, coberturas y respaldos, de modo que se sientan en el Estado nacional de Florida, como en sus propios países.

 

 

Una Miami, que también guarda y hace sentir los valores de la civilización occidental y cristiana, donde se respeta la familia natural, la pareja heterosexual y la salvaguarda en colegios y high school de practicas que alejan a los niños de aberraciones no compatibles con su salud física, mental y moral.

 

 

Todo lo cual ha convertido a Florida y a Miami en un imán de inmensa atracción para estadounidenses antiglobalistas, sean demócratas o republicanos, que huyen de Estados donde reinan los partidarios del abortismo, de la ideología de género, el feminazismo y el ateismo.

 

 

En otras palabras que, no solo una inmigración del Sur fluye hacia Florida y Miami, sino también una del Norte y es de nativos norteamericanos que con sus familias están dejando zonas, regiones y ciudades donde vivieron toda su vida para granjearse otra zona de seguridad y confort.

 

 

Según registra, “Asociation Realtor”, una revista especializada en el tema, los norteamericanos que están comprando en este momento propiedades, casas y apartamentos en Miami, vienen de Washington, Texas, Virginia, Georgia, California, Nueva York, Carolina del Norte, Illinois, Ohio y Michigan, justamente las capitales y ciudades que más se vieron envueltos en los disturbios “progres” del año pasado y cuyos electores votaron mayoritariamente por los candidatos a gobernadores del Partido Demócrata.

 

 

“Miami se ha transformado como pocas ciudades lo han hecho” escribe, Juan Carlos Tobón, CEO de “Tobon Gruop”, empresa especializada en la industria de Bienes Raíces en Florida. “Pasó de ser una ciudad turística y puerta de entrada de América Latina, a una verdadera ciudad global. Se está convirtiendo en el mayor hub financiero de Estados Unidos. Atrae grandes inversiones por sus bajos impuestos, tiene buena conectividad aérea y marítima, y el sector inmobiliario de la ciudad ha experimentado durante 10 años consecutivos apreciación del valor”.

 

 

Es también, se podría agregar, el refugio de una América dividida de Sur a Norte por una ideología, el globalismo, nacida en UE, pero que tiene como blanco fundamental a los Estados Unidos de Norteamerica, que es el buque insignia de la cultura occidendal y cristiana, el centro de la democracia, el capitalismo y el estado de derechos mundiales y sin cuya caída es imposible que las huestes de George Soros y Klaus Schwab, avancen en ninguna dirección.

 

 

Ya una mayoría de estados norteamericanos cayó bajo su patrocinio en las últimas elecciones presidenciales y el globalista, Joe Biden, tomó su dirección, ya repúblicas democráticas latinoamericanas caen más y más bajo su influencia y el objetivo es que el continente donde nació la democracia y la libertad sea en pocos años el propulsor del “Nuevo Orden Mundial”.

 

 

Y adiós democracia, adiós libertad, adiós estados de derecho, adios derechos humanos y elecciones para que cada país elija sus gobiernos, porque surgirá un mundo sin fronteras y un único gobierno global que podría ser la ONU o cualquier otro que decidan los siete o diez amos del planeta que residen, precisamente, en Norteamérica.

Manuel Malaver

@MMalaverM 

Petro ¿socialismo o el primer gobierno globalista de la región?

Posted on: junio 26th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

No le costará a Gustavo Petro mucho tiempo ni trabajo convertir a Colombia en la nueva joya de la corona del “Socialismo de Siglo XXI” pues tiene en su frontera norte a los promotores y fundadores del experimento y en la sur a un aventajado discípulo que, aunque ha conocido tropiezos para su establecimiento, pronto podría cumplir el sueño de Chávez de la instauración de una “Gran Colombia Bolivariana y Socialista”.

 

 

Y así, se habrá dado otro paso -yo diría que gigante- en el ensayo nacido de la primera reunión del “Foro de Sao Paulo” a mediados de los 90, de postular a la América del Sur como la nueva tierra de promisión para la restauración del socialismo marxista que se había desplomado con la caída del Muro de Berlín y el colapso del Imperio Soviético.

 

 

Propuesta que no quería decir otra cosa de que se imponía un cambio de táctica y estrategia para la conquista del poder y establecer un modelo de socialismo que resultara un híbrido del sistema capitalista y el socialismo proletario, de las instituciones democráticas y burguesas con las que la práctica revolucionara fueran generando y estructurando.

 

 

El intento de golpe de Estado en Venezuela el 4 de febrero de 1992 comandado por un militar de bajo graduación, antiimperialista y marxista, el teniente coronel Hugo Chávez, se prestó idealmente para dar los primeros pasos en lo que podríamos llamar las pruebas iniciales de laboratorio para analizar “in vitro” el proyecto, pues si el golpe de Estado de Chávez fracasó, le permitió lograr una contundente pegada popular desde la cárcel y prepararse para lograr la libertad y continuar acercándose al poder en la calle.

Ya conocemos que los primeros contactos del “Foro de Sao Paulo” con Chávez no fueron antes del golpe de Estado del 4 de febrero del 92 y que solo cuando el teniente coronel no pudo en una nueva intentona golpista el 27 de noviembre del mismo año, a comienzos del 93, agentes fidelistas de larga data como los venezolanos Luis Miquilena, José Vicente Rangel y Manuel Quijada, se acercaron  a ofrecerle el apoyo del socialismo cubano y su jefe, Fidel Castro y a convencerlo de que la vía en Venezuela no era “militar sino civil, pacifista y electoral, creando un partido que se organizara para participar en el sistema democrático y constitucional venezolano y llegara al poder a través de unas elecciones presidenciales.

 

 

También conocemos que Chávez ofreció alguna resistencia porque había conocido y aceptado la tesis del politólogo nacionalista y populista argentino, Norberto Ceresole, quien en un folleto: “Caudillo, Pueblo, Ejército” exponía la estrategia de llegar al poder por la fuerza y luego gobernar como un caudillo que se ganara el apoyo popular al estilo Mussolini, Perón o Velazco Alvarado.

 

 

Pero la tesis ceresoliana no se mantuvo cuando al acercamiento de Fidel Castro se unió el de las Farc y otros grupos guerrilleros colombianos que significan apoyo militar y recursos financieros del narcotráfico y así, el 6 de diciembre de 1998, Chávez resultó electo presidente de la República de Venezuela.

 

 

Para al año siguiente empieza el plan de expansión hacia el sur y la primera víctima, desde luego, es Colombia, país que mantenía una guerra civil con las fuerzas marxistas de las Farc, el ELN y los carteles de la droga y parecía que en 1999 era ya un fruto maduro para continuar con la restauración del socialismo en la región y el renacer del sueño de una Gran Colombia Bolivariana y Socialista.

 

 

Sería inexcusable no recordar que “la primera ofensiva del chavismo” contra cualquier país fue contra Colombia y que la primera medida del recién nombrado canciller “revolucionario”, José Vicente Rangel, fue prohibir el libre tránsito por territorio venezolano de camiones de carga colombianos autorizados para circular, según un acuerdo logrado en el marco de la “Comunidad Andina de Naciones,” CAN.

 

 

Más tarde el  gobierno de Venezuela se declaró “neutral” en la guerra civil entre el gobierno colombiano y las Farc y Chávez llegó a proclamar que Venezuela “no limitaba” en su frontera occidental con la “república de Colombia” sino con “las Farc”.

 

 

Pero más grave en el contexto de la confrontación resultaría ser la intromisión descarada del chavismo en las conversaciones para lograr un “Acuerdo de Paz” llevadas a cabo entre altos dirigentes de las Farc y representantes del gobierno de Andrés Pastrana en la región del Caguán.

 

 

Ilegalidades que fueron denunciadas después del fracaso de las negociaciones por un nuevo presidente colombiano, electo en los comicios de mayo del 2002, el antioqueño Álvaro Uribe, quien se planteó, rápidamente, que derrotar a las Farc era también derrotar la intromisión descarada de Chávez en la política interna colombiana.

 

Puede decirse que la historia de las relaciones entre los dos países a partir del ascenso de Uribe al poder fue el drama de la guerra de Chávez, las Farc, el ELN y los carteles de droga contra la democracia colombiana y que si Uribe triunfó fue porque unió al pueblo colombiano con el ejército y, de conjunto, derrotaron a las Farc, sacaron de juego a sus más importantes comandantes, liberaron más de 500 de los 3.000 rehenes que tenían los irregulares en las selvas y se les incautó un poderoso equipamiento de armas que, en el curso de esta fase final de la guerra, no dejó de llegarles desde Venezuela y enviada de puño y letra del entonces “Comandante en Jefe” de la República Bolivariana de Venezuela: Hugo Chávez.

 

 

Quiere decir que Uribe pudo cumplir sus dos períodos en la presidencia en mayo del 2010 confiado que había derrotado a las Farc, a los carteles de la droga y a Chávez si no deja como su heredero en la presidencia a su ministro de la Defensa y principal ejecutor de sus políticas antinsurgencia, Juan Manuel Santos, quién, al otro día de ganar la presidencia, llamó a las Farc a negociar la paz y bajo el auspicio del gobierno cubano y del venezolano, firmó un Acuerdo donde se reconocía a las Farc como la vencedora en la cruel y espantosa guerra que acababa de terminar, les donaba a sus “comandantes” una recompensación en metálico de millones de dólares por aceptar “pacificarse”, una representación en el Congreso de 30 diputados sin tener que medirse en las urnas y las sujetaba a una llamada “justicia transicional” ante la cual debían dar cuentas por los innúmeros “Crímenes de Lesa Humanidad” que habían cometido durante 50 años.

 

 

Desde luego que, los únicos compromisos del “Acuerdo” que se han cumplido son los que convienen a las Farc, a los narcotraficantes y demás subversivos y de aquí la inserción del narco socialismo en la vida civil y ciudadana colombiana, aprovechando tales ventajas para ganar la presidencia de la República en unas elecciones que se realizaron hace una semana.

 

 

Por supuesto que la incógnita más importante a despejar en el desarrollo de estos acontecimientos, son las razones que llevaron a Santos (militante de vieja data del Partido Liberal, ministro de dos gobiernos y miembro de una familia, los Santos, con una firme representación en el conservadurismo colombiano) a dar el paso de desmarcarse de la tradición democrática de su familia, los partidos tradicionales y del país, para convertirse en un agente de la subversión nacional e internacional y ser una causa decisiva en el ascenso de Gustavo Petro al poder.

 

 

Una primera tesis  habla de que Santos era un agente de la revolución cubana y de los hermanos Castro desde una visita que realizó a La Habana a comienzos de los 90 y  donde lo afiliaron a un trabajo de inteligencia cuya misión básica era facilitar el ascenso de las Farc al poder.

 

 

La segunda tesis -a la cual doy más credibilidad- es que Santos fue captado en un momento de su trabajo como ministro de Gaviria, Pastrana o Uribe, por las tendencias globalistas que desde multilaterales como la ONU, la UE y el “Foro de Davos” impulsan corporaciones y ONG ligadas al “Crimen Trasnacional Organizado”, donde se inscriben superpoderes como la “Open Society Fundación”, la “Rockeller Fundación”, fondos como el “Black Rock y “Vanguard”, familias como los Rothschild y trust como los que agrupan a las “Big Tech” y las “Big Farm, las cuales sostienen que el orden mundial es inoperante, que los grandes problemas y crisis mundiales se acumulan sin soluciones a la vista y habría que pensar en una estructura global sin estados nacionales, democracias, partidos, fronteras ni microgobiernos que no ven más allá de los intereses de sus miembros y países.

 

 

Está también el problema de una sociedad con conflictos derivados del no reconocimiento a los derechos de minorías que no se asumen en su apariencia física y quisieran asumir el sexo a que los inclina su psicología (la ideología de generación), o romper el nudo de la familia natural para hacerla más amplia y definir el aborto de seres humanos ya engendrados como un derecho y no como un delito.

 

 

Todo tipo de parejas podrían haber según el globalismos, y de uniones y de convivencias. Cambios, transformaciones que podrían ser más fáciles de resolver  en un mundo sin fronteras y un solo gobierno y una agenda como la elaborada en el “Foro de Davos” hace dos años, conocida como la Agenda 30-30 y de la cual se piensa saldrá un “Nuevo Orden Mundial”.

 

 

Desde luego que una Colombia sin democracia, Estado, partidos ni caudillos es muy importante en lo que también se llama el “Nuevo Reseteo” del mundo, ya que con la legalización de la enorme producción de cocaína que se ha multiplicado por 4 desde que comenzó el “Acuerdo de Paz”, mejoraría exponencialmente sus ingresos, mientras le permitiría a empresas como las de George Soros acumular un inmenso poder económico que superaría al de las petroleras y al de las tecnológicas y a Juan Manuel Santos emerger como una suerte de virrey de la Aldea Global.

 

 

Entre tanto, el presidente electo, Gustavo Petro, piensa en los planes para adelantar su trabajo que a lo mejor tiene poco o nada que ver con socialistas cavernarios como Maduro, Ortega y Díaz Canel y mucho con esta nueva visión de ver el mundo donde los problemas políticos, económicos y sociales ya no son tan importantes y si estar alerta y participar en guerras que como las de Ucranía y Rusia tratan de darle otra forma al mundo.

 

 

Manuel Malaver

La Lista de los 25

Posted on: abril 17th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

No es no haya otro tema más importante de que escribir, como digamos el hundimiento del buque insignia de la Armada rusa por patriotas ucranianos frente a las costas de Mariupol la tarde del martes, o el cambio después de 431 años del escudo de Caracas por el dictador Maduro, o el tiroteo ocurrido en el Metro de Nueva York la mañana del jueves con un saldo de 16 heridos, pero ignorar las llamadas de dentro y fuera del país de amigos y seguidores presionándome para que leyera y diera mi opinión sobre la “Lista de los 25” resultó imposible.

 

 

De modo que ok, busqué la lista, la petición que la preside y después de rumiarla por unas cuantas horas decidí dedicarle estas lineas que, no son un libelo, ni un reproche, ni una condena, sino otro agregado a la preocupación que viene persiguiéndome desde comienzos del año pasado y que no es otra que ver como más y más opositores venezolanos con más de 20 años en el oficio comienzan a tirar la toalla y a moverse -o a desmoverse-en la idea de que la batalla por la restauración de la democracia está perdida y lo mejor es llegar a una suerte de acuerdo o “encompinchamiento” con la dictadura socialista para que gobierne hasta que Dios se apiade de nosotros y nos permita cohabitar con el “modelo”.

 

 

Y es que,  no es otro el fundamento, la idea base, de creer que si se le escribe una carta al presidente norteamericano, Joe Biden, para que le quite o anule “las sanciones”  que vienen aplicándole al dictador las administraciones demócratas y republicanas desde que se hizo evidente que era un mandamás fuera de ley, el demócrata y primer magistrado la primera democracia del mundo, los iba a complacer.

 

 

 

Porque, un detalle que olvidaron “los abajos firmantes” de la “Lista…” es que ni una sola de esas sanciones fueron aprobadas durante su mandato, sino que comenzaron durante los dos períodos de Barack Omaba, continuaron con Donald Trump y es posible que se hubieran traducido en una acción militar de fuerza contra Maduro si el republicano repite para la presidencia.

 

 

Extremo al que nunca llegará Biden que más bien ha aplacado la retórica contra el exlíder autobusero y sabe que en su administración y en el Partido Demócrata hay grupos partidiarios de negociar y aprobar un “Acuerdo” macro con el dictador, pero jamás quitándole las sanciones a cambio de nada, sin que de muestras de que rectifica en la aplicación de políticas atroces como encarcelar opositores y perseguirlos hasta expulsarlos del país, de que insista en expoliar la economía, o se vanaglorie de firmar acuerdos de “Defensa Mutua” con países enemigos de los EEUU y la democracia mundial como la Rusia de Wladimir Putin.

 

 

Porque otro elemento de política que ignoran los “abajos firmantes” de la “Lista de los 25”, es que las “sanciones” no son medidas de presión, o de persuación, o de disuación que se aprueban en el Senado o la Presidencia contra un gobierno que, digamos, se está portando mal, no, son en sentido estricto, los sucédaneos o sustitutos de las invasiones de antes, de las que hicieron se contra Bisoph en Grenada, Noriega en Panamá y Saddan Hussein en Irak, y que actualmente podrían considerarse “excesivas” para la comunidad internacional y costosas y peligrosas para los países que las promueven y ejecutan.

 

 

En otras palabras, que al hablar de sanciones en la política de hoy, se habla de una guerra convencional instrumentada por otros medios y que si es cierto no producen finales tan rápidos y expeditos, si horadan la resistencia de quienes asaltan el poder ejecutivo de los gobiernos para fundar dinastías.

 

 

Si queremos informarnos del papel que juegan las sanciones en las confrontaciones de hoy, no tenemos si no que voltear y ver como se le están aplicando al terrorista Putin, cómo empiezan debelitándolo al restarle todo apoyo comercial, financiero y tecnológico con miras a minarle, primero, sus fuerzas armadas  y después buscando una reacción del pueblo ruso contra el terrorista si insiste en llevarlos a una guerra insensata.

 

 

En cuanto a las sanciones que desde Omaba le aplican los norteamericanos a Maduro, hay que aclarar que no son la causa de la devastación a que han llevado los socialistas al país y que, muy al contrario, si no se le hubieran aplicado, la destrucción de Venezuela sería peor.

 

 

A este respecto, quiero aclararle a los “abajo firmantes” de la “Lista de los 25”, que antes de la destrucción de Venezuela, el socialismo perpetró la de Cuba, y siguió con de la URSS, Europa del Este, China, y Corea del Norte, que es el troquel donde se estructuran satrapías  como la de Venezuela y que no hacen otra cosa que ardides para mantenerse en el poder e ir promoviendo réplicas que actuarían para perservar el modelo si el original tuviera tropiezos.

 

 

Lo cual no sucedería en Venezuela si los “abajo firmantes” de la “Lista de los 25” convencieran a Biden de quitarle las sanciones a Maduro, pues su régimen, tal como hicieron Raúl Castro y Diez Canel con Omaba cuando firmaron el famoso “Acuerdo” del 2016,  no haría otra cosa que seguir matando al pueblo de hambre, y desvastando la economía , mientras fortalece las fuerzas armadas y cuerpos represivos para continuar sometiendo al pueblo a una opresión que en poco se diferencia de la esclavitud.

 

 

En definitiva, que yo más bien le aconsejaría a los “abajo firmantes” de la “Lista de los 25”, enviarle una carta a Maduro donde se le exija que empiece liberando a los presos políticos, devolviéndole el status de legalidad a los partidos políticos democráticos que les ha arrebatado para entregárselo a unos maduristas disfrazados de “disidentes” y convocando unas elecciones generales para que este mismo año y con un CNE independiente, libre y honesto, el país elija a sus gobernantes legítimos.

 

 

Al otro día se encontrarían los socialistas,  y los “abajo firmantes” de la “Lista de los 25”, que Biden le ha levantado las sanciones a Maduro.

 

 

Manuel Malabar

Dostoyevski y la pérdida de la salud mental de Rusia

Posted on: abril 10th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Fue Fedor Dostoyevski el novelista que, en su gigantesca obra (y sobre todo en sus tres novelas fundamentales: “Crimen y Castigo”, “Los Hermanos Karamazov” y “Demonios”), advirtió que la influencia en Rusia de la filosofía de la Ilustración -y su producto más acabado, “la Revolución Francesa”- despeñarían al país de los Zares por un conjunto de traumas cuyo resultado final sería la introducción de un sistema totalitario, comunista y ateo.

 

 

Una profecía que, no obstante los 166 años que nos separan de su aparición en la novela donde la formuló por primera vez (“Crimen y Castigo”) es obligado mencionar cada vez que Rusia, Europa y  América aparecen empeñados en hacerla realidad.

 

 

Hoy, cuando los ejércitos de Wladimir Putin cumplen mes y medio de ocupación violenta de la República de Ucrania, no hemos encontrado todavía artículos y ensayos sobre la premonición  de Dostoyevski, pero el filósofo francés, André Glucksmann, le dirigió un largo ensayo a los meses de sucederse el atentado contra las “Torres Gemelas” de Nueva York el 11 de septiembre del 2001 (“Dostoyevski en Manhattan”. Grupo Santillana de Ediciones. Madrid. 2002), Albert Camus hurgó en su novela “Demonios” (1871) en el tuétano de sus protagonistas ( Verjovenski, Stravogin , Chigalev, Kirilov y otros) en “El Hombre Rebelde” (Aguilar. México. 1959) y Andre Gide al comentar su visita a la Rusia Soviética a comienzos de los 20 dijo que le “parecía estar leyendo una novela de Dostoyevsky.

 

 

Como no dudo que hubiera vuelto a comentar si resucitado se tropezara de repente con camarógrafos, entrevistadores  y gente  de a pie en las calles de Kiev, Jarkow o Mariúpol, los cuales, sin saber de quien se trataba, le hubieran enseñado sus heridas para recordarle que la profecía de Dostoyevski seguía cumpliéndose.

A ver, traigamos a escena a  Putin y a Raskolnikov, tan parecidos y compactos en eso de pensar y actuar como “superhombres”, porque decidieron que son superiores, el primero porque comanda el tercer ejército del planeta y el segundo porque “intelectualmente”  decidió que es un sujeto por encima del resto de los humanos y puede darse el lujo de matar a hachazos a una anciana usurera porque la considera “un piojo”.

 

 

La ejecución de un crimen o de miles, millones  de crímenes por una razón de supremacía, como fue Dostoyevsky el primer en reconocer y describir, 30 años antes que Nietzsche y prepararnos para  lo que veríamos en su más destacada proyección cuando Hitler publicó “Mein Kampf” y luego su pavoroso intento de hacerla realidad durante la II Guerra Mundial.

 

 

Pero esperen, que apenas estamos entrando en el glosario de asesinos que anticipó Dostoyevsky en “Crimen y Castigo” y “Demonios”, y entre los cuales, se había referido a otros en  “Los Hermanos Karamazov” (1879), trama de las más violentas y corrosivas que jamás he leido  y donde tres vástagos de un padre borracho, vil, inescrupuloso y sin límites en la comisión de delitos, es ultimado por uno los tres Karamazov, Iván, quien resulta ser un intelectual escéptico, cínico y ateo cuya consigna de vida es la frase: “Si Dios no existe, todo está permitido”.

 

 

Pero estamos hablando de desquiciados mentales individuales y no colectivos, como son los que aparecen en “Demonios”, una reseña casí periodística de los  miembros de una secta o partido político que se trasladan a un pueblo de provincia a ejecutar toda suerte de fechorías, para empezar y avanzar en la creación de una organización para el terror y donde no haya escrúpulos ni prejuicios para llevar a cabo los delitos más sofisticados, ni vulgares.

 

 

Se ha dicho, no sin razón, que en “Demonios” Dostoyevski hace de presentador en la historia del partido Bolchevique y que en sus páginas ya se pueden reconocer a Lenin, Stalin, Beria, Yagoda, Yezgov, Voroshilov y tantos militantes y criminales de uno de las estructuras  del horror mejor dotadas de la historia.

 

 

Aunque sin un ejército con tecnología de punta como el que sigue hoy a Putin en la destrucción de Ucrania, ni una organización global donde los recursos que le proporcionan al invasor la venta de gas y petróleo a Alemania y otros seis países de la Unión Europea, son las “razones” para que quienes cuentan con las armas y los hombres para detener las masacres, hayan tomado la vía más larga para lograrlo, como son las sanciones a la economía de Putín y el envío de armas a una resistencia ucraniana que cada día se percibe más agotada y exhausta.

 

 

Entre tanto, una pavorosa recesión económica bulle entre los males que traen en sus bagajes los invasores de la profecía de Dostoyevski, y ya no es solo la UE y EEUU quienes crujen por un futuro de hiperinflación, desabastecimiento y desempleo, sino que África, América Latina y parte de Asia, que no están involucradas en el conflicto, temen por unos años frente a una suerte de “Tercera Guerra Mundial” de nuevo cuño y que no precisa que estén en el blanco de un enemigo que  se vanagloria de tener bombas nucleares, sino solo  hacer parte de la clientela de los países beligerantes para sentir que se les mueve el piso de su indiferencia y neutralidad.

 

 

Una crisis global lanzada por un país del cual difícilmente se puede decir que hace parte de la civilización occidental (ni de ninguna otra),  porque,  cuando Europa y EEUU  hicieron el gigantesco esfuerzo de llevar adelante la revolución industrial durante los siglos XVIII y XIX , Rusi se mantuvo con una aristocracia y una religión que vivían de una servidumbre entre esclava y campesina y al momento de romper con siglos de atraso cuando se derrumbó el Zarismo durante su catastrófica derrota en la Primera Guerra Mundial, no optó por el capitalismo y la democracia, como propuso el presidente Woodrow Wilson de los Estados Unidos, sino por una revolución exportada de Europa y fundada por los alemanes, Marx y Engels, filósofos del comunismo ateo y contrario a la modernidad que la mantuvo por 70 años con un sistema ecómico y político cercano a la esclavitud del Mundo Antiguo.

 

Atraso, represión, miseria y anacronía de la cual pareció desprenderse Rusia y una suerte de mini imperio que dirigía, la URSS, por decisión del pueblo y sus satélites que destruyeron el comunismo y optaron por la democracia y el capitalismo, pero otra vez una búsqueda de la civilización fallida, porque los comunistas desmantelaron la trama socialista pero no abandonaron el estado, y desde la nueva estructura de poder, montaron grupos económicos corruptos, mafias criminales, pandillas de estafadores que son los que este momento sostienen la satrapía de Vladimir Putin.

 

 

Quien ha regresado al parecer a reclamar su imperio, al que el pueblo destruyó en 1990 y pretendió desaparecer para siempre, pero el dictadorzuelo quiere reinstaurar, usando como arma estratégica las materias primas que Europa más necesita como son el gas y el petróleo y una amenaza de guerra nuclear, con bombas que no salieron de laboratorios rusos sino de tecnologías y el uranio enriquecido contrabandeados del mundo occidental.

 

 

En definitiva que, una ironía tan desmesurada que esa si creo no hubiera salido de una imaginación desbordada y sin límites como la Dostoyevski.

 

Manuel Malaver

A un mes del intento de Putin de ocupar a Ucrania

Posted on: marzo 27th, 2022 by Super Confirmado No Comments

 

 

Me cuento entre los millones que creyeron que bastaría una semana, -o a lo sumo dos,- para que el ejército ruso ocupara a Ucrania y luego de un “tratado” que la reanexara al primer imperio “oficializado” en el “Siglo XXI”, partiera en dos la historia que nos prometía un mundo globalizado, pacífico y avanzando hacia la inteligencia artificial y la interconexión inalámbrica y digital.

 

 

El dictador Putin y la pandilla de políticos y militares que lo secundan decidieron, por el contrario, retrotraernos al Siglo XX, o quizá al XIX, a los tiempos en que, como en rapiña de buitres carroñeros, potencias, semipotencias o casi potencias inundaban de sangre la tierra para repartírsela entre príncipes, reyes y emperadores.

 

Pero sin pensarlo ni esperarlo llegamos a las dos últimas guerras mundiales, la Primera y Segunda, en las cuales la carnicería y la sangre derramada llegaron a tales volúmenes y niveles que los sobrevivientes, por primera vez en la historia, concluyeron en un planeta de paz, unión y fraternidad de la que derivara una suerte de gobierno mundial, la ONU (Organización de Naciones Unidas)  que funcionara como un foro donde se conocieran, discutieran y resolvieran los conflictos antes de empezar.

 

 

Y así ha sucedido algunas veces, menos cuando los involucrados en los choques forman parte del llamado Consejo de Seguridad de la ONU, que es la cúpula de los países ganadores de la II Guerra Mundial (EEUU, Rusia, Francia e Inglaterra y China que fue agregada posteriormente) y hacerse guerras o hacérsela a otros, sin que el resto de los países integrantes de la organización (unos 190) pueda evitarlo.

 

Esa es la situación de Ucrania. Invadido desde hace un mes por un país que es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, igualmente sin posibilidad de recibir una ayuda militar efectiva por parte de Unión Europea, ni de la OTAN (multilaterales de las cuales no hace parte) y, por tanto, obligada a hacer frente sola y con la única fuerza de su Ejército y sus 40 millones de habitantes, a una potencia bárbara, aislada desde hace décadas al ordenamiento jurídico internacional, que envía a terroristas a envenenar opositores en otros países, que ya hizo guerras de tierra arrasada contra Georgia y Chechenia, que es convicta de destruir con un bombardeo a la ciudad siria de Alepo, y ahora pretende imponer su báculo imperial y expansionista anexando y destruyendo a Ucrania.

 

 

Y todo mientras un comercio abundante y fluido con países clave de la UE, como Alemania, al cual suministra el 80 por ciento de su consumo de petróleo y gas, sin contar que maderas, oro, artículos de ornamentos y de útiles para vivienda y fábricas ruedan a lo largo y ancho de miembros de ONU y la UE que deben aceptar de brazos cruzados la pretensión de reducir a polvo la resistencia de uno de los países de la Europa y Asia modernos.

 

Criminalidad que ya dura un mes y sin que se vean señales de que los ejércitos de Putin puedan regresar a casa a preparar nuevas agresiones contra naciones soberanas que no le merecen confianza ni simpatía y se vea animado a recrear aquel imperio que pretendieron hacer Lenin y Stalin con los resultados de todos conocidos.

 

 

Porque a diferencia de lo que esperamos muchos, el pueblo ucraniano sin el apoyo militar de los EEUU, de la Unión Europea, ni la OTAN, ha enfrentado a Putin y sus ejércitos y no una guerra relámpago, ni de una, dos o tres semanas, sino de cuatro tiene a los invasores realmente comprometidos con el miedo que de resultar una guerra larga, termine defenestrando al gobierno del dictador eslavo y su pandilla de militares y civiles y no al del presidente Volodomir Zilensky y su pueblo.

 

 

Milagros se le han visto hacer a los ucranianos en estas semanas en ciudades como Mariúpol, Odessa, Zaporiyia, Jarkov y Kiev, sujetas al hostigando de bombardeos y ataques terrestres noches y días, pero sin que hasta ahora pueda decirse que alguna de ellas haya sido tomada por los invasores rusos.

 

 

Han provocado la muerte, eso sí, de casi 3 mil de sus defensores y la búsqueda de refugio de 3 millones de ucranianos hacia los países vecinos (Polonia, Moldavia, Rumanía y la República Checa) sin contar los invaluables daños a la infraestructura física, pero la Ucrania, la heroica Ucrania sigue ahí, de pie y sin síntomas de que en ningún momento dejará el campo de batalla.

 

 

Del otro lado, un ejército ruso que pierde velocidad y eficacia en sus ataques, con bajas que se acercan a los 2000 soldados, la pérdida de equipos aéreos, terrestres y marítimos que ya producen atascos en algunos espacios del frente, en tanto el abastecimiento en alimentos, combustible y falta de repuestos es cada día más dramático.

 

 

En definitiva que, frente a la perspectiva de una guerra a mediano o largo plazo, Rusia puede verse en pocas semanas paralizada por las sanciones de la UE, Estados Unidos y otros países de América, Asia y África en una grave crisis de desabastecimiento alimentario, sin acceso a los mercados financieros internacionales, con millones de rusos huyendo del país, fábricas y fincas abandonadas y más y más gente protestando y exigiendo el fin de la guerra y del gobierno del dictador Putin.

 

Una auténtica victoria para el pueblo ucraniano que, no obstante, tendrá que enfrentar y resolver su crónica crisis interna postsoviética, que ya se alarga por dos décadas y que alcanza problemas políticos, sociales, económicos y de gobernabilidad.

 

 

Entre otros, la normalidad en sus relaciones con tres millones de rusos que habitan la región del Donbás, que aspiran a ser reconocidos como una república independiente y con facultades para tomar el destino con relación a su Madre Patria, Rusia, que decidan sus habitantes.

 

 

En lo que toca a Europa, a EEUU y al conjunto del Mundo Occidental, el choque entre Ucrania y el país que pretende rediseñarle su destino, Rusia, es evidente que introduce cambios en la Agenda del “Nuevo Orden Mundial” que ya desde la ONU y el Foro de Davos, se daba como el nuevo formato o reseteo que debía tomar el planeta, transformando conceptos tradicionales como la relación de la pareja humana, la naturaleza de la familia, la ideología de género y una actitud más abierta o permisiva con relación al aborto.

 

 

En definitiva, un avance o retroceso que el tiempo dirá su racionalidad, porque en lo que toca a la naturaleza humana, es difícil que se le tome como un “conejillo de India” de laboratorio.

 

 

Manuel Malaver

Putin, un dictador tras la restauración del imperio de Zares

Posted on: marzo 6th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

Al hurgar en la carrera política de Vladimir Putin nos encontramos que, durante los primeros años de su carrera, no pasó de ser un funcionario medio del KGB y el resto un agente activo que trabajó ardorosamente en la caída del comunismo hasta llegar  a ser uno  de los hombres de confianza del hoy casi olvidado presidente, Boris Yelsin.

 

 

Fueron tiempos de caos, anarquía, disolvencia y desestabilización cercanas a un Apocalipsis, como quizá solo se habían vivido en Alemania después de la derrota del Nazismo, pero que, sorpresivamente, no tomaron la vía de las matanzas, de los pogroms, de los ajustes de cuentas y persecuciones típicos de tales terremotos, sino más bien el forcejeo entre facciones políticas civilizadas que convinieron en desmontar el Imperio Soviético y la URSS y sustituirlos por la experiencia política y económica que hacía furor en los 90: la democracia constitucional y de economía capitalista y de mercado abierto.

 

Hubo, por supuesto, una Primavera, y una activísima ola de acuerdos entre los satélites que se desencajaban de la órbita soviética y los países líderes de la “Guerra Fría” del lado democrático que los patrocinaban, como podían ser Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña, cuyos estados de ánimos era de euforia, ya que la unidad había destruido en paz “un muro” que, por lo menos una vez, (durante la crisis de los cohetes en Cuba en 1962)  tuvo al planeta al borde de la extinción total.

 

 

Del otro lado, del lado exsoviético, también se respiraba euforia y todas las apuestas se hacían a que la vasta tierra rusa liberada del comunismo y del totalitarismo, emprendería la vía de la democracia constitucional y el capitalismo del mercado para que otra vez se situara en el exclusivo y privilegiado club de las “potencias mundiales”.

Pero si hasta un filósofo de la historia norteamericano, de origen japonés, Francis Fukuyama,  escribió un ensayo con un título que haría época, “El fin de la historia”, prediciendo que el fin del “Imperio Soviético” era el triunfo definitivo y total del capitalismo democrático y de mercado y no había sino que esperar la tierra prometida en la Biblia donde solo se derramaba “leche y miel”.

 

 

Lo cual resultó, no en  una profecía, sino en otra utopía. Porque al poco tiempo de instalarse la “democracia capitalista” en la exUnión Soviética empezó un orden de conflictos que, no se referían a las oposiciones políticas restauradoras que pudieran apelar a recursos armados para boicotear el “nuevo orden”, sino a la incapacidad de la burocracia para acoger y adaptarse a la cultura capitalista para hacerla “impracticable”, llevarla hasta la gente con lo peor de sus efectos y resultados y entonces abrirle paso a una corrupción que no se conocía desde los días más empobrecedores y envilecidos de los Zares.

 

Rusia, entonces, y el pueblo ruso en consecuencia, en manos de un presidente dipsómano como Boris Yelsin y una cleptocracia que era la misma que había cometido las atrocidades del comunismo, no podía sentir ninguna ganancia con los cambios y poco a poco se fue filtrando la idea de que “con los comunistas se vivía mejor”.

 

 

Particular mención tendría que hacer a la aparición de “las ultra corruptas mafias rusas” y que se originaron en la riqueza que cayó en manos de particulares y hombre públicos involucrados en el proceso de la privatización de las empresas del estado que, formalmente eran vendidas a precios irrisorios pero en la práctica por sus costos reales que iban a parar a manos de funcionarios como fueron los casos de Lukoil y Gazprom.

 

 

Tendría que hacer referencia también a como las conquistas que se le lograron con el nuevo régimen, como pudieron ser la libertad de expresión y las elecciones generales libres, independientes y auditables para nombrar la nueva maquinaria gubernamental fueron corrompiéndose, hasta convertir el proceso que llevó a una antigua autocracia que había durado 500 años, pasando otros  70 en manos de otra autocracia de comunistas utópicos, en una farsa, en una democracia y un capitalismo de pandilleros que, lógicamente, perdieron el apoyo con que empezaron a construirse en las mayorías populares.

 

 

Pero en el horizonte esperaba un hombre, un caudillo autoritario, un exfuncionario medio de  la KGB que se había plegado, primero, a las huestes de Gorbachov y después de Yelsin para derrocar el comunismo y había participado en todos los avatares para sustituir la URSS en una nueva Rusia, hasta que Yelsin lo propuso para sucederlo en el poder en 1998, que había mirado y observado y evidentemente que ascendió al poder con la idea de regresar a otra Rusia, que no era la postcomunista, ni la comunista.

 

 

Vladimir Putin, un ruso más bien callado, tranquilo, apaciguador que no hizo nada por mejorar la situación económica y social que siguió deteriorándose, apareciendo a veces en conflictos regionales como el sirio y buscando clientes para sus industrias de guerras que empezaron a recomponerse, lo cual explica su cercanía con los gobiernos de izquierda de América Latina, y con gobiernos y movimientos fundamentalistas como los islámicos.

 

 

Pero Putin no es socialista, ni capitalista, ni populista. Es más bien partidario de un modelo nacionalista que patrocine una economía patrimonial, donde el Estado se reserve la última palabra sobre la propiedad privada pero sin perjudicar ni intervenir a los particulares.

 

Una economía patrimonial, diría Richard Pipes, quien en un texto magistral, “Propiedad y Libertad”, usa el término para explicar por qué la “libertad” nació en Inglaterra y por qué nunca ancló en términos occidentales en Rusia.

 

 

Y cayendo en esta posible nostalgia de Putin por los viejos Zares habría que explicarse por qué su primera aparición en la escena internacional es por un problema territorial con un país exsoviético, Ucrania, último espacio o estación con los países de Occidente que Stalin se había anexado después de la “Segunda Guerra Mundial” y se había perdido en los 90 con la caída del “Imperio Soviético”.

 

 

Ucrania, el país donde nació Rusia, pues vio pasar aquellos escandinavos, los Rus, que fundarían la gran potencia de Asia central, pero también a las tropas napoleónicas y hitlerianas que la invadieron y también para los que se atrevan a hacerlo si el país es parte de la OTAN y es el único país de tierras planas y clima cálido con el cual se nutre de trigo al otrora gigante comunista.

 

 

Un país multiétnico en el cual hay tres millones de rusos en la región de Dombás, y que es un pretexto que Putin está utilizando, como a los rusos de Abjasia y de Osetia del Sur, para declararle la guerra a Georgia en 2008, cuando al igual que Ucrania, manifestó su decisión de pedir su ingreso en la OTAN.

 

 

Ya la invasión de Ucrania por Rusia lleva 10 días, y por los resultados solo se siente un choque que si Putin pensaba podía ser una “guerra relámpago” se cuenta como una guerra de posiciones donde los rusos no terminan de imponerse ni los ucranianos de expulsarlos.

 

 

La salida entonces que surge en el horizonte es una negociación donde los rusos tratarán de imponer la salida del actual presidente Zelenski y los ucranianos de dar garantías de no exigir su ingreso en la OTAN.

 

 

Pero más allá de estos resultados, la esfera de los acontecimientos internacionales toma un nuevo giro con una potencia nuclear planteando sus exigencias al mundo democrático y liberal y el mundo democrático y liberal discutiendo si se los da o mantiene el forcejeo con el heredero de los Zares.

Manuel Malaver

Ucrania, Putin y el “Socialismo del siglo XXI”

Posted on: febrero 27th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Salvo la invasión de Ucrania iniciada por el Ejército ruso que comanda Vladimir Putin hace cinco días, no puede decirse que haya en el mundo otro movimiento político moviéndose en la dirección de tomar el poder político  por medios “no pacíficos”, tal cual estila el “Socialismo del Siglo XXI” en América Latina  y en España, según las evidencias que nos llueven a diario de la Península.

 

 

Por “medios no pacíficos” no nos referimos exclusivamente a “invasiones”, “golpes de estado”, “insurrecciones”, “explosiones sociales”, etc,  sino al uso de normativas electorales pautadas en constituciones que permiten el uso amañado de reglas con las cuales se engaña a partidos que pueden estar en el poder o en la oposición.

 

Ejemplos: la lucha que en este momento se lleva acabo en la calles de Kiev para imponerles a los ucranianos una ocupación ordenada desde el Kremlin y las elecciones presidenciales celebradas hace año y medio en EEUU y de las cuales se han aportado pruebas para demostrar que Joe Biden las ganó fraudulentamente, aunque desde hace aproximadamente 22 años en Venezuela el socialismo fundado por Hugo Chávez gana elecciones escandalosamente fraudulentas y en Nicaragua, Ecuador y Bolivia se realizan con las mismas artimañas pero sin que hayan fuerzas que las objete e inhabilite.

 

 

Me explico: no es que en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia no surgieran partidos, líderes e instituciones que salieran a denunciar a los delincuentes después de cada elección fraudulenta, que incluso fueran a instancias internacionales pruebas en mano de demostrarlo, pero sin que sus denuncias y protestas generaran un solo desplazado del poder.

De todas maneras, se considera un triunfo para la democracia constitucional y de estado de derecho que las fuerzas residuales que sobrevivieron a la caída del Muro de Berlín y al colapso del Imperio Soviético, renunciaran a la toma del poder por la fuerza, fuera por guerra de guerillas, golpes de Estado o insurrecciones populares y aún sin perder del todo sus antiguos hábitos engañosos y fraudulentos, se convencieran que solo por la vía pacífica, electoral y constitucional se podían establecer gobiernos legítimos, electivos y alternativos.

 

 

Es cierto que, los tiempos más próximos al postsovietismo no fueron precisamente un período de “paz celestial” y que la disolución de la ex Yugoeslavia generó las llamadas “Guerras Balcánicas”, así como el fin de la URSS encendió entre sus satélites transcaucásicos guerras por razones de límites y rapiña de recursos, pero así y todo el “fin de la Guerra Fría” y los acuerdos entre todas las potencias mundiales, no tardaron en finiquitarlas.

 

Siguieron otros incidentes, como fue el desafío que lanzaron los grupos fundamentalistas islámicos a la civilización democrática, capitalista, occidental y cristiana para desaparecerla del mapa, o los enfrentamientos que surgieron entre gobiernos y países musulmanes durante la llamada “Primavera Árabe”, pero  que tampoco duraron más de un trienio y en conjunto dejaron la sensación de que el mundo, terminada la “Guerra Fría”, entraba en un siglo XXI quizá de sana y permanente paz.

 

 

Y ello fue, sin duda, la causa de que cuando a finales del siglo XX, un militar venezolano de baja graduación, el teniente coronel, Hugo Chávez -quien había fracasado a comienzos de los 90 en un golpe de estado contra un gobierno democrático-, fundara un partido civil y participara y ganara la presidencia en 1998 en unas elecciones democráticas, el militar, no solo fuera aplaudido y celebrado por la comunidad internacional, sino que pasó a ser  el ejemplo de la oveja descarriada que vuelve al redil.

 

 

Chávez continuó demostrándolo cuando desde la presidencia convocó una constituyente y redactó una nueva constitución donde se mantenían los principios básicos de una democracia constitucional como son: 1) La independencia de los poderes 2) Prescripción y defensa de los derechos humanos y las garantías individuales. 3) Gobierno electivo y alternativo cada cinco años. Y 4) Soberanía nacional y no injerencia en los asuntos internos de otros países.

 

 

Pero eso fue en la letra, en el papel, en el espíritu, porque en los hechos, en los terribles e implacables hechos, Chávez, con la fuerza del poder Ejecutivo y a punta de las ventajas que le cedía la constitución como el monopolio del uso de las armas (Fuerzas Armadas, Guardia Nacional, Policías de orden público, Cuerpos de Seguridad y Orden Público y unidades paramilares) fue imponiendo un sistema ultranacionalista, ultrapopulista y ultraestatista que sin que, hubiera dudas, devino en un sistema socialista.

 

 

No digamos que esto sucedió en un día, en un mes, en un año, y de un tajo, no, el hombre se tomó su tiempo, y no pocas veces retrocedió e hizo rectificaciones, pero en un quinquenio, 2005 o 2006, no solo había impuesto el socialismo en Venezuela sino que lo patrocinó en países donde las condiciones lo permitían y así para 2010, ya Argentina, Brasil, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, por supuesto, con la ya cincuentenaria e inspiradora, Cuba, creó una nueva variante del socialismo que se llamó: “Socialismo del Siglo XXI”.

 

 

Un experimento que tenía entre sus aliados a los “Socialismos del Siglo XX”, a los ahora socialismos híbridos de China y Rusia, de los cuales copiaban la doctrina pero no los métodos, porque siempre conquistarían el poder por la vía del voto, respetando los derechos humanos y la independencia de poderes, con presidentes electivos y alternativos y haciendo valer la ley y la paz antes que la violencia y el derramamiento de sangre.

 

Eso sí, China y Rusia, los viejos socialismos, eran sus aliados internacionales fundamentales y de ellos se proveían de armas, equipos, créditos, tecnología electrónica y aereoespacial y en el estilo de respeto a leyes y tratados de organismos multilaterales de las que todos eran socios e integrantes.

 

 

Era y sigue siendo la franquicia que Chávez bautizó como “Socialismo del Siglo XXI”, que copia el contenido pero no los métodos del “Socialismo del Socialismo del XX”, pero que para quienes lo sufren, sigue siendo “el mismo musiú con diferente cachimbo”, un refrán venezolano.

 

 

Una epifanía, un estado de retórica idilíca que lo acaba de romper Vladimir Putin, presidente de Rusia, con la invasión de Ucrania, una nación libre y soberanía cuyas fronteras fueron violadas la noche del jueves por 200.000 soldados rusos que pocas horas después habían asesinado 137 soldados ucranianos.

 

 

En otras palabras que, Putin, por la decisión de las autoridades de Ucrania de pedir ingreso en la OTAN, ha reaccionado como Stalin o Hitler hace 82 años durante  la Segunda Guerra Mundial, arrasando naciones y masacrando cientos de miles de sus ciudadanos porque sus gobiernos no cumplian su voluntad.

 

 

Y que fue una atrocidad que la comunidad internacional y la sociedad de todos los países pensaban borradas del mundo moderno pero que Putin y sus pocos aliados han recordado que no, que está muy viva.

 

 

Entre esos aliados está Maduro, cuyo gobierno ya publicó un comunicado solidaridándose con el dictador ruso y la gran pregunta para los venezolanos y los latinoamericanos es: ¿Se quita la careta el “Socialismo del Siglo XXI” y tenemos que enfrentarlo como se enfrentó el “Socialismo del Siglo XX” hasta verlo caer como un castillo de naipes y sin disparar un tiro.

 

 

Esta noche, en el momento de escribir estas lineas, se lucha hombre a hombre en las calles de Kiev y en toda Ucraina y si la lucha se extiende mundialmente contra el neototalitarismo no dudamos que los enemigos de la libertad y la democracia tendrán su segunda derrota en poco más de medio siglo.

 

 

Manuel Malaver

El estado forajido de Maduro es invitado a negociar

Posted on: febrero 20th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

En la útima  semana el estado forajido de Maduro fue protagonista o partícipe en tres escándalos que en los países cuya vida se norma por constituciones, códigos y reglamentos civilizados tardan años y hasta siglos en ocurrir:

 

 

El primero fue la denuncia de que un operador turístico, Rafael Olivares, designado por Maduro en 2016 como miembro del Consejo Nacional de Economia en calidad de representante del “Motor Turistico” y después autorizado por la ministra de Turismo, Marlenys Contreras de Cabello, para operar en la Gran Sabana  -famosa por sus parques, fauna, flora y paisajista de especial belleza y fragilidad-, había celebrado su cumpleaños en un tepuy, el Kusari, que son formaciones  geológicas casi únicas en el planeta y solo deben ser objeto de estudios, investigaciones y observaciones de naturalistas y exploradores.

 

 

Pues el funcionario madurista, Rafael Oliveros, también conocido como “Rafaelito”, decidió que el Kusari podía ser el apropiado para celebrar su 50 cumpleaños y después de cursar una amplia invitación a más de 20 amigotes (algunos de los cuales venían del exterior) se reunieron, primero, en el Campamento Canaima, que es un hotel del Parque Canaima dado en concesión a “Rafaelito” y desde ahí iniciaron la travesía hacia el tepuy, que contó con 14 viajes en helicóptero, puesto que había que trasladar, a parte de los invitados, carpas, baños portátiles, pistas y demás enseres que se requieren para darle “ambiente” a la fiesta.

 

 

Que no la hubo, porque los viajes de hora y media, la altura del tepuy de casi 2000 metros, el viento, la llovizna y los extraños sonidos que corrían en la noche de un territorio poblado de toda clase de misterios,  lo que hizo fue reportar una ronda de viajeros en smoking y trajes largos comprados en tiendas de París y Nueva York, dando vueltas en redondo o corriendo de una carpa a otra donde un equipo de sonido que hacía de improvisada discoteca trasmitía: “!Cumpleaños feliz, cumpleaños Rafaelito, cumpleaños feliz”

 

 

Cristina Burelli, antropóloga especialista en biodiversidad y presidenta de la ONG, SOS Orinoco” nos dio su versión de la tragedia ocurrida en el tepuy Kusari en pocas frases: “Ahí no vuelve a crecer más nada. La vegetación que existe en la cima de los tepuyes es sumamente frágil, porque son suelos muy pobres, muy antiguos, de cuatro mil millones de la Era Precámbrica, y cada tepuy se ha ido moldeando a través de esos años y son como una isla biodiversa, cada una es única, la vegetación que hay en la cima de esos tepuyes es única…Toda la vegetación única que hay en el tepuy ya desapareció y no vuelverá a crecer”.

 

 

En otras palabras que, no hay espacio, ni aliento, ni rabia sufiente para sentir y denunciar tan terrible tragedia ecológica sino hubiera sido por que en Caracas y sus alrededores, la mañana que siguió a las noticias que venían de la Gran Sabana, fueron apagadas por el tiroteo de una batalla campal sucedida a media hora de la capital, en las alturas de la población de Tejerias, entre dos megabandas de delincuentes y cuerpos policiales.

 

 

Y la batalla tiene unos orígenes que es inexcusable no contar, como fue el plan de Chávez de buscar en los barrios de Caracas infestados de delincuentes y forajidos aquellos que podían ser captados por la revolución y luego dotarlos de armas, ideología y organización para que pudieran controlar a los criminales y malandros irreductibles de los barrios y si no cedían, bueno, ya se sabía que hacer con ellos.

 

 

También había que haberlas con los habitantes de los barrios reacios a “cuadrarse” con la revolución y preferían seguir militando en los partidos democráticos o mantenerse como independientes.

 

 

Y nacieron así las “Zonas de Paz”, que eran barrios donde los revolucionarios entraban y salían con toda confianza y los delincuentes visitaban los edificios y oficinas donde operaban los altos funcionarios publicos donde se reunían y brindaban con ellos.

 

 

El problema fue que con el tiempo la revolución y sus funcionarios también se fue volviendo forajida, malandra y ya los aliados de los barrios no comenzaron a ser tan útiles, necesarios y un día estalló una guerra entre delincuentes superarmados y cuerpos políciales que tenían que ir a buscarlos a sus guaridas y ya sabemos lo difícil que es ganar ese tipo de guerras.

 

 

El caso es que, no solo Caracas, sino otras ciudades del interior y territorios que a veces alcazan la mitad de los Estados, se lo comparten estas megabandas y cuerpos políciles o del Ejército y Venezuela ya no es más un estado formal, sino un país donde existen varios estados en lo que antes fue un solo Estado.

 

 

Como tampoco hay seguridad de que lado operan los que en un momento dicen que forman parte de la FAN, del Sebín, la Dgicim o la CICPC, como lo acaba de demostrar la noticia que llegó el jueves de Miami, dada por el juez de la causa que se le sigue al empresario colombiano, Alex Saab, por cuya libertad ha peleado la dictadura de Maduro desde hace un año y siete meses, cuando fue detenido en Cabo Verde el 12 de junio del 2020 por ser un empresario que recoría el mundo buscando comida para los venezolanos hambrientos, cuando en realidad desde el 2018 trabajaba como un agente y confidente de la DEA-

 

 

En otras palabras que, el retrato de un estado forajido y fallido cuya existencia la región, la DEA, EEUU, la ONU y la UE deberían estar echando el resto para ver como enfrentarlo para quitarselo al pueblo venezolano de encima, pero no, me acaba de llegar un comunicado de una reunión celebrada por EEUU, la UE y otros 19 países donde urgen a que el gobierno y la oposición a “retomar el diálogo iniciado en México con miras a restaurar la democracia en el país sudamericano”.

 

 

Y me pregunto: ¿Cómo puede ser posible que 20 países de la Comunidad Internacional, y la OEA, y la ONU y la EU y los EEUU piensen que el país cuyo gobierno permite lo del tepuy Kusari, donde se realiza una guerra entre bandas de civiles armados y cuerpos policiales y no sabe quienes son sus agentes de inteligencia, es confiable para ningun tipo de diálogo, de negociación, y de que máximo en el “2024” se “le pueda imponer unas elecciones legislativas y presidenciales credibles, inclusivas y transparentes”?

 

 

También hablaron de “revisar las políticas de sanciones si se registran avances considerables en el marco de las negociaciones”.

 

 

Y si esas son las expectativas, creo que Maduro sí irá a México pero no negociar sino a bypasear, simular, maquillar y por esa vía ver si llega hasta el 2030.

 

Manuel Malaver

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Charles Brewer-Carías

Posted on: febrero 13th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

Días para recordar a Charles Brever-Carías, una legenda venezolana viva, aunque no siempre exaltada y celebrada, a menos que se le incendie su biblioteca con 5.000 documentos originales o sucedan aberraciones como la depredación del Tepuy Kusari por unos vándalos que decidieron festejar un cumpleaños hollando su tierra sagrada.

 

 

Imagino a Charles sorprendido por las noticias, buscando más información sobre tan absurdos e inexpicables eventos, pero al final regresando al acopio de mapas, fotografías, documentos, ilustraciones y dibujos que debe reclasificar y reordenar para salvar los materiales recuperables del incendio.

 

 

Es un hombre de trabajo, un científico que concibe la vida como un llamado a la observación, al rastreo de donde fluye el mandato de  lo que debe anotarse en los cuadernos, en las libretas, para ser amenizado, examinado e integrado a ese eterno interrogatorio que decidirá si es un hallazgo útil para el hombre y su vida.

 

 

Un artista, en definitiva, pero que no trabaja con las manos, con las palabras, con los pies, sino con esa mirada con la que reune la colección de objetos que ofrecen los tepuyes, las simas de la Gran Sabana y el quehacer de pueblos de existencia viejísima y especíalisma que sin Charles estuviera definitivamente perdida.

 

 

 

Hace aproximadamente dos años, un día de febrero del 2020, ví a Charles en el bautizo de un libro de su autoría, “Ye,Kwana: Simbología de la Cestería”, editado por “Juan Carlos Maldonado. Art Collección” y fue ocasión para que intercambiáramos ideas sobre sus planes de darle más salida editorial a tantos tesoros que había recogido en un sus 50 y tantos años de exploraciones, descubrimientos y definiciones de nuevos ejemplares de la flora y fauna de Venezuela.

 

 

Como siempre lo encontré lúcido en sus 80 y tantos años, amistoso, práctico, soñador, invitándome a que no nos perdiéramos los pasos, porque nos quedaba mucho por hacer. “Ahora” insistió “es que nos queda trabajo por hacer”.

 

 

Y esa misma noche volcado sobre las 475 páginas de “Ye,kwana. Símbolo de la Cestería”, fue cuando comprendí el sentido exacto de las palabras de Charles, pues estaba ahí expuesto e interpretado, a través de la cestería, la cosmovisión de estos antepasados y contemporáneos  nuestros, Ye,kwana emparentados con la etnia  Pemón, cuya cultura y humanidad han quedado reafirmadas en tantos sucesos de la vida contemporánea venezolana.

 

 

Cientos de pemones expulsados de sus tierras de Canaima por buscadores de oro, decenas muertos o heridos, otros fugitivos hacia Brasil, pero vivos y de pie  en la que es la batalla más dura que han librado desde que los conquistadores quisieron expulsarlos de sus tierras y para siempre.

 

 

Pero la ganarán, la están ganando, cruzando la raya de la inmensa frontera venezolano-brasileña que es de ellos, por más que intrusos  se la quiera convertir en tierra de hambrientos, fugitvos y muertos.

 

 

Aprovecharía para hablar de otro libro que en mi opinión es el fundamental en la ya copiosa bibliografía de Charles, escrito con la colaboración de Marek Audy, fotografías de Richard Bouda, Karen Brewer, Javier Mesa, Jaroslav Stankovic y Bronislav Smida, mapas de Darko Baksic, Robert Brewer, Alejandro Chumaceiro y Federico Mayoral, un in quarto con el nombre de “Entrañas del Mundo Perdidos”.

 

 

Sin que me quede duda, una de las obras fundamentales de la unión de papel, letras y fotografías realizada en Venezuela y en el mundo y para contarnos como el explorador y naturalista venezolano, Charles Brewer-Carías, anduvo por los mundos que anticiparon Julio Verne y Sir Arthur Conan Doyle y se encontró con sus habitantes, habló con ellos, descubrió sus habitat, remontó sus cimas y bajó a sus simas, se bañó en sus ríos y caminó por sus gredales, dejando escrito, graficado y autenticado el espacio más realista que conozco de las entrañas de Venezuela.

 

 

Un sesgo de nuestro aliento vital que puede desaparecer, que está a riesgo de regresar “al mundo perdido” en que lo percibió Conan Doyle, si el esfuerzo de Charles Brewer-Carías no lo rescata y comparte con los hombres y mujeres que deben ahora integrarlos a sus vivencias más íntimas y presentes.

 

 

Y es que, donde hay acciones no cónsonas con la biorrítmica, no hay pureza, refrescura, inocencia, vida que salga de las entrañas de la tierra, y sea aire y viento para que la tierra respirr y sea el planeta más privilegiado de todo el Universo.

 

 

Ya lo vivieron los venezolanos, colombianos y brasileños que habitaron las novelas de José Eustacio Rivera, Rómulo Gallegos y Samuel Darío Maldonado, asfixiados por buscadores de sarrapia, balatá y oro y ahora propiciadores de una actividad turística cuyos clientes  en los días y las noches no verán el sol, la luna y las estrellas sino el humo de seres humanos alienados y desgarrados.

 

 

Vivimos una crisis que cimbra al planeta de punta a punta y de costado a costado, y América y Venezuela no escapan de la misma, pero es responsabilidad de los entrepeneurs que han trabajado por que el país no fuera más un conglomerado que sabía poco de sus origenes y mucho menos de la naturaleza del territorio de habitaba, insistan en no rendirse y continúen su trabajo como el primer día.

 

 

Entre tantos, yo inscribo a Charles Brewer-Carías, el naturalista que hace lo imposible por rescatar los huellas que le dejó el incendio de su biblioteca porque dice que las lleva en la cabeza, en la mente, y lo que se lleva en la cabeza, en la mente, no se pierde.

 

 

También está pensando en nuevas expediciones, sin duda que para revisitar el Sarisariñama, el Macizo de Chimantá y Santa María de Erebato, el pueblo donde el misionero Daniel de Barandiarán lo llevó en 1963 a conocer a los Ye,kwana.

 

 

1963-2022. 59 años. Y todas las entrañas de un mundo por descubrir

 

 Manuel Malaver

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Chávez y los civiles que destruyeron a Venezuela

Posted on: febrero 6th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Contrario a otras fechas históricas del país, el 4 de febrero de 1992 no se pierde entre las brumas de la memoria sino que cada día duele más como una herida que nunca se cierra, ni deja de sangrar.

 

 

Sin embargo, puede asegurarse que la madrugada en que despertó a Venezuela con un ruido brusco de tanques a las puertas de Miraflores, el 95 por ciento de los ciudadanos no sospechaba su existencia, el 80 lo rechazó de plano y el 50 no sabía que era un golpe de militar.

 

 

Estado de confianza, quietud e inocencia que eran la causa de haber vivido durante 34 años en un sistema político, económico y social que eran sentidos y hoy son recordados -y hasta añorados-como la única Era de paz, bienestar y modernidad decantados en la historia de Venezuela.

 

 

Los mismos chavistas,-los golpistas fracasados que a los pocos meses de estar en la cárcel ya eran un fenómeno político en ascenso nacional e internacional-, se encargaron de descifrar las causas de su éxito atacándolo de “puntofijista” y “partidocrático” y puede afirmarse que este fue la única de sus acusaciones en que acertaron, pues, en efecto, si Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba no sellan en diciembre de 1957 el “Pacto de Punto Fijo” en Nueva York y, si, en correspondencia, el sistema político que se constituyó resultó una democracia tripartidista (Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática), sustituida al año de estar en el poder por una bipartidista, AD y Copei, por la salida de URD de Jóvito Villalba del “Pacto…”, la historia de la restauración democrática el 23 de enero de 1958 se habría  contado en meses.

 

 

Fue por eso que, cuando Chávez ganó las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998 e instauró su gobierno el 2 de febrero del año siguiente, se cuidó que el sistema político híbrido de dictadura con democracia y socialismo con capitalismo con el cual avasallaría al país durante 13 años, resultara férreamente unipartidista, de un solo partido y sin “otro pacto” que no fuera con los gobiernos, partidos y líderes extranjeros que corrieron a ofrecerle apoyo.

 

 

Pero eso en cuanto al sistema de gobierno, porque en lo referente al origen del “4 de febrero de 1992”, podemos afirmar que fue de su propia, íntegra y entera inspiración, y que muy parcial y casualmente “otros factores” tuvieron noticias, fueron consultados y participaron en el recorrido que del 83 al 92 lo llevó a fraguar y luego a perpetrar la asonada.

 

 

A este respecto, aprovechamos de hacer una breve referencia a la obra del sociólogo y amigo -ingratamente fallecido-, Alberto Garrido, quien sostiene que Chávez fue al brazo armado de una conspiración marxista capitaneada desde Mérida por el excomandante guerrillero de los sesenta y excomunista, Douglas Bravo y su partido “Tercer Camino”, secundado por un hermano de Chávez, Adán, y líderes políticos de izquierda como Alfredo Maneiro  Pablo Medina y Alí Rodríguez, pero Chávez jamás admitió tales comanditas y tanto Bravo, como Maneiro (en conversaciones personales con este cronista) se expresaron con un rechazo muy acentuado del “comandante eterno” y solo admitieron a verlo encontrado en unas pocas y no felices reuniones.

 

 

En cuanto a Pablo Medina, quien sí admite conocerlo y discutido con el teniente coronel en varías ocasiones, lo hace sin precisiones. En cambio sí administra datos creíbles de sus reuniones y contactos con el segundo al mando de la conspiración, el teniente coronel, Francisco Arias Cárdenas.

 

 

Pero la prueba más contundente de que Chávez no era un agente de la izquierda marxista, una apuesta de las sectas exguerrilleras derrotadas en los 60 y refugiadas en la Universidad de Mérida, es que no invitó civiles ni partidos a participar en la intentona del 4 de febrero, que la gesta fue de carácter estrictamente militar y que los partidos y líderes no uniformados que se asomaron fue por invitación de Arias o inspiración propia, tal es el caso de Alí Rodríguez y Pablo Medina.

 

 

De modo que cuando el golpe fracasa, según muchos jefes del Movimiento Bolívariano Revolucionario-200 (Ronald Blanco La Cruz y Rojas Suárez, entre otros) “por la cobardía de Chávez”, el jefe de la intentona se encuentra en los primeros días que pasa preso en la cárcel de Yare “abandonado”, “dando explicaciones” y sin duda preocupado de perder el liderazgo del partido militar que tanto le ha había costado fundar, organizar y conducir.

 

 

Es el momento que aprovechan los civiles para acercársele y enrolarlo en otras ideas, y tres muy importantes son Manuel Quijada, Luis Miquilena y José Vicente Rangel.

 

 

Por estos tres “profetas” Chávez conoce las influencias que le serán decisivas para la creación de un movimiento político original, más cerca de  crear una geopolítica latinoamericana, populista y militarista que le llega vía el ensayo del filósofo político argentino Norberto Ceresole, que le aporta Quijada. Miquelena lo convence de sacudirse la polilla política cuartelaria y fundar un partido político civil para que participe en las elecciones presidenciales que se celebrarán en el 93 y el 98. Y Rangel le ofrece el apoyo de los grandes medios impresos y audiovisuales de la época, donde él colabora y terminan siendo muchos más: Televén, Venevisión, El Universal, El Nacional y Ultimas Noticias.

 

 

De modo que, el chavismo, tal como lo conocemos a raíz del 4 de febrero, hasta la muerte del “comandante” el 5 de marzo del 2013, es la obra de su fundador, el teniente coronel, Hugo Chávez Frías y de tres políticos civiles: Manuel Quijada, Luís Miquilena y José Vicente Rangel.

 

 

Bien está que, no se puede dejar de resaltar el papel principalísimo de su creador y fundador, pero sin el refuerzo de aquellos “viejos zorros” de la sociedad civil venezolana, no habría llegado lejos.

 

 

Chávez, en efecto,  lleva al “MBR-200” transformado ahora en “Movimiento V República”, al poder y después tiene la audacia de unirse al jefe de las Farc, Manuel Marulanda y al presidente de Cuba, Fidel Castro, para dilapidar la renta petrolera venezolana, convirtiéndolo en un movimiento continental que le da un nuevo giro a la historia.

 

 

Aquí me toca insistir en que el chavismo no salió de los laboratorios del “Foro de Sao Paulo”, ni esta plataforma le aportó el marco teórico para proyectarse con un golpe de Estado aunque fracasara, pero abonando el terreno para llegar al poder a través de unas elecciones, mutilar la democracia y sustituirla por un régimen populista, presidencialista, militarista y autoritario, para luego lanzarse a una cruzada por el socialismo que aun sigue dando que hacer en América, Europa y el mundo.

 

 

Todo lo contrario, el “Foro de Sao Paulo” fue abrevando en la praxis y la audacia del “presidente eterno” para formular una teoría de rescate del en vías de desaparecer marxismo-leninismo stalinista y castrista, para reconstruirlo en la amenaza que hoy tiene en trance casi  agónico a la mayoría de las democracias socialdemocráticas y liberales de los dos continentes, que ya no dudan en calificarlo como uno de los grandes bloques de la política mundial.

 

 

En otras palabras que, aquel golpe de Estado que irrumpió en Venezuela hace 30 años, por más que fue rotundamente derrotado, que no pasaba de ser otra sargentada en una región de sargentadas, por más que las costuras de la improvisación y la ausencia de un mando coherente y experimentado se le veía por los cuatro costados, sí nació con una enorme vocación histórica, que no tardó en alcanzar una profundidad mundial y que hoy pareciera estar muy lejos de desaparecer.

 

 

Y todo salió de la audacia de este teniente coronel, con una escasa formación política e ideológica, ágrafo, pero que sabía exactamente lo que se proponía y una vez que lo obtenía lo empujaba hacia las etapas subsiguientes.

 

 

Por ahora la destrucción de su país, Venezuela, la ha logrado de una forma casi perfecta, así como arrastrar a América Latina a un bochinche donde lo único que encandila es el mando implacable de jefecillos crueles e ignorantes y la amenaza de que su extensión llegue en poco tiempo a las únicas  democracias liberales que quedan en la región: Brasil y Colombia.

 

 

Manuel Malaver