Advertencia: Propuesta esperanzadora

Posted on: septiembre 14th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Desde hace varios años, mi amigo, el profesor Werner Corrales, ha venido trabajando con un grupo de profesionales que siguen apostando a Venezuela. Se han dedicado a escuchar las opiniones de los sectores que estarían involucrados en la reconstrucción del país; con el rigor científico y metodológico que una gesta como esta requiere. El diagnóstico de la situación actual está hecho. Y los pasos para edificar el país que todos queremos, están claramente definidos. Pero, el tiempo apremia. El grupo del profesor Corrales sabe que el régimen entierra con saña sus gérmenes comunistas, infectando a Venezuela con una ideología perversa y miserable que está destruyendo todo. El comunismo avanza y los intentos de las oposiciones por detenerlo han sido fallidos o, hábilmente desmontados por el régimen criminal que nos gobierna.

 

 

 

El caos actual debe una parte de su éxito a los desaciertos de los políticos que alguna vez gozaron de liderazgo; pero que –consciente o inconscientemente- permitieron el avance de este experimento neo comunista. La complicidad también ha aportado elementos clave. A este régimen dictatorial le han favorecido las ansías de poder y el ego de los líderes opositores. Tal vez, por eso, en un comunicado preñado de buenas intenciones, como decimos coloquialmente, dirigido a políticos venezolanos – el cual copio a continuación-  el profesor Corrales, junto con un grupo de destacadas personalidades, les hacen un llamado a esos políticos que no han comprendido que, mientras no prevalezca la unión sobre los egos, el comunismo en Venezuela no tendrá vuelta atrás.

 

 

 

A LOS LÍDERES POLÍTICOS VENEZOLANOS

 

 

Venezuela atraviesa la crisis más aguda de su historia, calificada por órganos internacionales como una Emergencia Humanitaria Compleja que se expresa en el desmoronamiento de la economía y las estructuras estatales; el hambre, el colapso sanitario y el éxodo de la población. Negarla o ignorarla ha sido la conducta que siguen los criminales que la han originado y han convertido al Estado en una base del delito organizado y el terrorismo internacional. Criminales de cuello blanco o de uniforme militar que están enquistados en lo alto del poder político venezolano, quienes pretenden convencer al mundo de que nuestro trance resulta de una guerra económica del “Imperio”, mientras se mofan de quienes huyen de un país en ruinas.

 

 

 

Si quedaran dudas respecto a la magnitud sin precedentes conocidos de ese éxodo masivo, basta con observar como la prensa internacional ha registrado de forma insistente la dramática situación de hambre, miseria y carencias de toda especie que obliga diariamente a millares de venezolanos, a escapar hacia un futuro incierto pero que suponen mejor que lo que lo que deben soportar en su país. Sí, nos lo muestran desde fuera la prensa internacional y los organismos de derechos humanos porque la Dictadura controla los medios venezolanos, no quiere que se sepa que con esos hermanos se nos va la patria, que el país se desangra todos los días con los miles de compatriotas que huyen de él.

 

 

 

Tenemos conciencia y lo decimos con claridad: la crisis actual es un paso más hacia la instauración de una dictadura comunista en Venezuela. Un proyecto que emplea las carencias éticas de los altos dirigentes del gobierno, para hacer realidad unos designios políticos manejados desde Cuba. Sobre este proyecto de dominación totalitaria, que oculta sus intenciones en la inmoralidad y el cinismo de la mafia gobernante, llamamos la atención de todos los venezolanos para que hagan suya la urgencia de cerrarle el paso.

 

 

 

Registramos con real angustia la fragmentación de la oposición. Es una situación que hiere el entendimiento, crea incertidumbre y desesperanza y afecta gravemente la eficacia de la resistencia que opone la mayoría de los venezolanos.

 

 

 

Nos dirigimos a esos líderes que han conducido con sacrificio y entrega a la oposición venezolana, que han luchado y asumido riesgos, que han enfrentado una persecución brutal con muchas víctimas mortales en el camino y con presos políticos sometidos a torturas y tratos infamantes. Que han debido en muchos casos exiliarse para escapar del acoso de los esbirros judiciales y militares del régimen.

 

 

 

A esos líderes políticos los llamamos a unirse alrededor de un programa de acciones que frustre lo que de otra forma pudiera convertirse en la confiscación total de la democracia venezolana. Los ciudadanos les reclamamos concentrarse en la lucha por liberar a Venezuela sin perder de vista que no es posible confiar en la negociación con un gobierno de delincuentes, salvo si el tema a discutir es su salida del Poder. Los instamos a dejar de lado todo cálculo acerca de las ventajas que unos podrían sacar sobre otros cuando se recupere la democracia. Que no cometan el error de confiar demasiado en sí mismos y muy poco en los demás, que entiendan que lo que se exige de sus partidos es una unión férrea concentrada en desarmar la estrategia dictatorial.

 

 

 

Se lo pedimos con angustia movidos por la urgencia, por el drama de las mayorías. Sin esa unión no será posible vencer la tiranía porque el Poder ha sido penetrado en todos los niveles y en todos los ambientes, configurándose una situación que sólo una unión así podrá superar. Con la unión y una estrategia de lucha aceptada y seguida por todos, podremos dar inicio a la solución de este drama: salir de la dictadura y hacer elecciones libres. El sector político está obligado a respaldar un gran movimiento nacional de resistencia. Pero desde esa unión. Fuera de ella será imposible recuperar a nuestro país.

 

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1

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La secta del poder

Posted on: septiembre 6th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

¿El pueblo le tiene miedo a Maduro o, por el contrario, Nicolás le tiene miedo “a su pueblo”? Es la pregunta inevitable que me formulo, luego de escuchar las declaraciones de la Embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, quien dijo que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega y, el de Venezuela, Nicolás Maduro, viven con miedo a su propio pueblo. Fue incluso enfática al exigirle a la comunidad internacional mayor atención a lo que sucede en Nicaragua, a riesgo de que ese país centroamericano termine como Venezuela. Para la embajadora Haley “Daniel Ortega y Nicolás Maduro están cortados con la misma tijera. Ambos son alumnos de la misma ideología fallida. Y ambos son dictadores que viven con miedo a su propio pueblo”.Sí, en algo tiene Haley razón: Ortega y Maduro son miembros devotos de la misma secta ideológica y fieles practicantes de sus principios. De eso, no tenemos dudas. Pero, ¿de verdad ustedes creen que Nicolás o Daniel le temen al pueblo, hambriento, disminuido, golpeado, perseguido y sometido que está aplastado bajo el peso de sus tiranías? ¿Acaso la dictadura venezolana no ha logrado infligir el suficiente dolor, miedo y miseria como para que este régimen despótico gobierne a sus anchas? ¿Creen que un mandatario con miedo a su pueblo decretaría unas medidas económicas como las que está aplicando y que, contrario a lo que debería esperarse de unas acciones para sanear la economía, han terminado de propulsar la hiperinflación y el quiebre de nuestro país?

 

 

 

Son otros tiempos. En Venezuela no se produce una implosión social porque el régimen dictatorial encontró el antídoto contra la democracia y el Estado de Derecho y, a pesar de que el antídoto está en etapa experimental, los resultados son prometedores. Sobran las pruebas. Logramos un nuevo récord hiperinflacionario: los precios subieron 223,1% en agosto… Se prevé que la inflación llegará a cuatro millones por ciento. Se profundizará la grave crisis de pobreza a niveles nunca vistos y pese a que tendremos más huida y estampida de venezolanos, sin rumbo definido, Nicolás se empotra en el poder regocijándose de sus logros.

 

 

 

¿Le tiene miedo Nicolás a los venezolanos que seguimos en el país? No lo creo. Porque sus actuaciones, no son más que las acciones de un tirano apoyado por sus secuaces, convencidos de que tienen al país bajo su absoluto control. Este régimen opresor acumuló, además, lo que les permite su permanencia en el poder: muchos cómplices oportunistas que escogieron lo que para ellos reporta mayores ganancias. Y ahora son parte de esa nueva casta con acceso ilimitado a los beneficios VIP que la dictadura ofrece como recompensa a quienes son leales. Una coima mucho más generosa y multimillonaria que los Clap y los bonos de la Patria; pero, coima al fin, con la que la sociedad de cómplices enjuaga los conatos de arrepentimiento, remordimiento o culpa. Unos nuevos requisitos son exigidos a quienes facilitan la permanencia de Nicolás en el cargo: poca moral y mucha hipocresía. Hay que aparentar que, desde las trincheras opositoras, se lucha contra el tirano; cuando, a escondidas, en la intimidad de sus acuerdos, ocurre todo lo contrario.

 

 

 

Y mientras el país se vacía de venezolanos, de talentos, de recursos y de esperanzas, nuestros países vecinos se reúnen alarmados ante un éxodo sin precedente, como todo lo que en los últimos 20 años viene ocurriendo en nuestra tierra. Con o sin Maduro, Venezuela representa mucho para el concierto de países vecinos. Sin embargo, siento que a la declaración de Quito le faltó contundencia, y que se quedó tan sólo en un exhorto más. Maduro nuevamente se burla; “¿cuál crisis migratoria?”. Porque, según él, es al revés: son los peruanos o los colombianos los que quieren venirse a vivir a este nuevo paraíso llamado Venezuela. Y la dictadura sigue su sangriento paso frente a los imperturbables ojos de la comunidad internacional. Los líderes en su texto exhortan al Gobierno nacional para que tome de manera “urgente y prioritaria” las medidas necesarias para la provisión oportuna de documentos de identidad y de viaje de los venezolanos; pero, no le exigieron a Nicolás, por ejemplo, elecciones libres o su carta de renuncia al cargo, valiéndose de la cantidad de delitos que pudieran hacerlo acreedor de un juicio en el Tribunal de La Haya.

 

 

 

Caemos de nuevo en esa vasta sociedad de cómplices, la cual está compuesta por la élite de la clase dominante de la misma sociedad; que, para conservar su estatus, enceguece ante las atrocidades del poder, tanto en dictaduras como en pseudo democracias. Es complicidad a cambio de beneficios. Los integrantes de toda sociedad de cómplices, por lo general, se hacen llamar neutrales, y actúan con total indiferencia, frente a las reiteradas violaciones del Estado de Derecho y las ilegalidades cometidas por los que detentan el poder. Sus miembros son recompensados por los regímenes despóticos, y lo único que se les exige es quedarse callados. Incluso, la sociedad de cómplices llega a apoyar al régimen dictatorial con argumentos moralmente cuestionables. Renuncian a la integridad, a los principios y a los valores. Claudican ante el poder y se entregan, desmedidos, engolosinados y rebosantes, al disfrute de las ganancias que obtienen.

 

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1

Venezuela′s communist club

Posted on: agosto 31st, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

En mayo de este año, antes de las elecciones que el régimen organizó para legitimar a Nicolás como Presidente de Venezuela, escribí un artículo que titulé La Patria del Carnet. En él alertaba que, más temprano que tarde, el Carnet de la Patria sería el único documento válido en Venezuela. Abría ese escrito diciendo: “¿Cuánto falta para que el Carnet de la Patria sea el documento obligatorio en Venezuela? Obligatorio para salir del país. Obligatorio para gestionar el pasaporte. Obligatorio a la hora de ir a los Registros o Notarías. Obligatorio y único documento requerido para cobrar las pensiones en los bancos. Exigido como identificación por los policías y guardias que se apostan en las alcabalas.  Solicitado junto con la tarjeta de débito a la hora de pagar nuestras compras. ¿Cuánto falta para que reemplace a nuestra cédula de identidad?”.

 

 

 

Cuando escucho a alguien decir “en el Banavih me pidieron el Carnet de la Patria para darme la solvencia que necesito para liberar la hipoteca que tengo con el banco” y observo la cara de asombro de quien lo comenta; cuando Nicolás insiste que, de la gasolina subsidiada sólo se beneficiarán quienes tengan el Carnet de la Patria, y veo a más de uno sacando las cuentas de cuántos millones se les irán llenando el tanque del carro si no tienen ese documento; cuando a los viejitos les condicionan el pago de la pensión y el bono, al registro de sus datos en el Sistema de la Patria; cuando oigo otras amenazas más en las que el documento revolucionario será obligatorio; entonces, con mucha tristeza compruebo que, en un plazo muy corto, el régimen avanzó hacia el fortalecimiento de su sistema comunista. Este modelo inédito que les comienza a dar resultados. Y, por supuesto, el Carnet de la Patria es, obligatoriamente, un paso importante que les permite consolidar sus objetivos y, a nosotros, ponernos a pensar si formaremos parte, o no, de la membresía del novedoso Venezuela′s Communist Club.

 

 

 

¡La venganza del comunismo! El régimen no ha dado puntada sin hilo. Venezuela ha sido el tubo de ensayo donde los comunistas del mundo mezclan lo mejor de su doctrina para volver a la vida un sistema de dominación prescrito y repulsivo. Como insistía la semana pasada, encontraron el ingrediente que le faltaba a la fórmula para que, esta vez, no fallara. Y Venezuela es su prueba piloto. Es la revancha de los comunistas derrocados en otros tiempos. Tiempos en los que no existían las criptomonedas, ni se hacía tanto dinero gracias al narcolavado. Por eso, celebran cada cuerpo que languidece ante la falta de comida o medicinas. Porque la pobreza incrementa su poder. Dominar es mucho más fácil cuando las dos únicas opciones que ofrece el opresor son obedecer o morir. “El comunismo te quiebra las rodillas para que tengas que darle las gracias por las muletas”, una frase contundente con la que cerraba mi programa de radio.

 

 

 

 

El pueblo venezolano huye. Los venezolanos huyen. Quieren librarse de la pobreza y de su amargura. Huyen de la maldad, del dolor y los gritos. Huyen de los golpes de la vida en dictadura. Huyen de la calle, del sufrimiento, de su tristeza. Huyen de un país rudo, desconocido, injusto…huyen.

 

 

 

Huyen, aunque Nicolás diga lo contrario e intente desmontar la realidad con su plan “Vuelta a la Patria”, una vulgar propaganda salida de los laboratorios del neo Goebbels criollo. La malicia, me susurra al oído: “¿cuánto les habrán pagado a esos venezolanos que recogieron en Perú para traerlos de regreso a Venezuela? Seguro les dieron su apartamento de Misión Vivienda, una caja Clap, algunos bonos y hasta un lingotico de oro. ¿Cuánto crees tú, Mingo? Porque a mí, malicia al fin, me huele a teatro”. Inevitable no pensar de esa manera, porque la realidad desborda el cerco propagandístico del régimen.

 

 

 

El cataclismo que generó la batería de anuncios que soltó Nicolás durante agosto, es planificado, premeditado, es una cucharada rebosante de comunismo que nos empujaron a todos los venezolanos. El régimen asesta nuevos golpes a las rodillas para doblegar la moral de quienes nos negamos a aceptar sus muletas. Porque Nicolás y sus secuaces saben que los responsables de la hiperinflación no son ni los comerciantes ni los empresarios. Sin embargo, gracias a sus medidas, arreciará la toma de fábricas y el cierre de empresas. Se abona el terreno para arremeter contra la propiedad privada. Es destruir lo que queda del aparato productivo. Y eso, por supuesto, afianza a Maduro en el poder. Mientras todo este proyecto avanza, la Vice “P” Delcy Rodríguez nos pide a los venezolanos que no pensemos más en el dólar. Que solo hablemos del Petro. Y, sin embargo, en la Asamblea Nacional Constituyente afirman que el nuevo salario se adaptará a los cambios del dólar paralelo.

 

 

 

Venezuela sufre una neodictadura. Necesario es comprenderlo. Somos víctimas de un experimento cultural / social sin precedentes en la historia contemporánea de la humanidad; incluso, fuera de cualquier fanatismo ideológico. Hoy tenemos una cita con nuestra historia para deslastrarnos de esta pesadilla, “arrancada de la vida misma”, que saltó de las psiquis de un grupo de comunistas psicópatas con mucho deseo de venganza.

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1
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Hecho el pendejo

Posted on: agosto 25th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Iniciaré estas líneas pidiéndoles que enumeren una sola cosa que a Maduro le haya salido mal desde que asumió la presidencia. ¿En qué ha fallado Nicolás? ¿Qué parte de su plan no ha salido como esperaba o no ha cristalizado en los tiempos establecidos? Lejos de debilitarse, Maduro y sus secuaces avanzan a grandes zancadas hacia la consolidación del nuevo modelo comunista -uno reinventado, repotenciado o reloaded- para el que nuestro amado y golpeado país ha servido de prueba piloto.

 

 

 

Desde antes de los anuncios del pasado 17 de agosto, me he dado a la tarea de desgranar minuciosamente la estrategia del régimen, intentando encontrar las razones de su éxito. Porque, aunque a muchos no les guste escucharlo, este desgobierno ha sido exitoso.

 

 

 

Y pienso que ese, quizá, ha sido nuestro mayor error: no hemos querido reconocer que estamos frente a un enemigo muy astuto, al que hemos subestimado. Llevamos casi dos décadas creyendo que los “errores” –deliberados- que comente, la miseria que ha generado y las muertes que ha causado, son razones suficientemente convincentes que lo conducirán hacia el fin de sus días de opresión. Hemos creído que son los detonantes que provocarán el ansiado estallido social “porque esta situación, ahora sí es verdad, que no la aguanta nadie”. Y no es así. No será así. No lograremos cambiar el modelo, ni sacar a quienes tienen la responsabilidad de aplicarlo, hasta que no cambiemos el paradigma y dejemos de pensar que “Maduro es un bruto, que no sabe lo que hace”. Lamento contradecir a muchos: Nicolás sí sabe lo que hace, y está rodeado por unos cómplices, cohesionados e indolentes, dispuestos a llevar este sistema hasta sus últimas consecuencias.

 

 

 

Todo lo que ha hecho el régimen durante estos años le ha servido para arraigarse en el poder. No importa si está al margen de la justicia. No le interesan las acusaciones, ni las amenazas, ni las sanciones internacionales. Este régimen ha tenido suficiente tiempo gobernando como para edificar su fortaleza. Transformar a Venezuela en su bunker impenetrable, con suficientes riquezas y recursos como para vivir -ellos, los de la élite en el poder y sus encubridores- por 20 o 30 años más. Lo han logrado porque su Plan de la Patria, es el Manifiesto Comunista rediseñado, actualizado y mejorado, y lo han venido aplicando como una “fórmula mágica” que comienza a dar los resultados esperados.

 

 

 

Para salir de este régimen tenemos que dejar de subestimarlo. Entender que han tenido los recursos y el tiempo para poner a las mentes más brillantes -y fieles devotos del modelo comunista- a estudiar las causas que provocaron el derrumbe de la Unión Soviética; por ejemplo. Tenemos que dejar de decir que el modelo comunista fracasó en todos los países donde intentó imponerse. Tenemos que ver a Venezuela como una experiencia sin precedentes históricos, porque hemos sido la prueba piloto de una fórmula nueva diseñada por los fanáticos de Stanlin, Franco, Hitler, Hussein o Fidel, quienes han analizado minuciosamente los errores y debilidades que cometieron sus ídolos, para generar este modelo nuevo, en etapa experimental en nuestro país, y cuyos resultados, imagino, deben tenerlos muy complacidos.

 

 

 

Dejemos de decir “es que nadie hace nada” y comencemos a preguntarnos “¿qué puedo hacer yo para cambiar esta situación?”. Dejemos de pensar que la salida es un golpe militar, que no ocurrirá nunca; o que la solución será la intervención internacional –un procedimiento que tiene sus tiempos y pasos que cumplir. Comencemos a entender que Venezuela ha sido el tubo de ensayo de investigadores comunistas de las mejores universidades rusas, españolas, chinas e iraníes, dispuestos a no fallar esta vez en la fórmula. Insisto: el régimen ha tenido el tiempo, los recursos y el apoyo para lograr su cometido. Son 20 años, queridos amigos, generando pobreza, provocando el éxodo de nuestra gente talentosa, sembrando el miedo, la miseria, la destrucción y las muertes que se necesitan para afianzar el modelo. ¿Las medidas anunciadas el 17 de agosto? Maduro tiene razón: es su fórmula mágica, con la que hace una nueva razia contra el capitalismo, encarcela a más inocentes, ahuyenta a un nuevo grupo de venezolanos del país y expande su control a través del incremento de la pobreza.

 

 

 

En algún momento llegué a considerar que Nicolás era lo suficientemente escaso de cualidades como para darle continuidad al desastre iniciado por el difunto expresidente intergaláctico. Y no ha sido así: Maduro, hecho el pendejo, ha llevado al país con éxito al hundimiento y aislamiento que todo modelo comunista pretende. Amparado en el Petro –ese cripto invento virtual por el que nadie da ni medio- pero que le brinda el respaldo económico que no tuvo en su momento la Unión Soviética. Y protegido, además, por una sociedad de cómplices, a la que el régimen le descubrió el precio y es la que le ha dado las bases para edificar este sistema en etapa experimental que, si triunfa, será nuestro único producto de exportación.

 

José Domingo Blanco 

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¡Quién dijo miedo!

Posted on: agosto 17th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

La sentencia del Tribunal Supremo Legítimo, pero en el exilio, es clara: “Se condena a Nicolás Maduro a 18 años y tres meses de prisión por corrupción en el caso Odebrecht. Debe pagar multa de $25 millones por corrupción propia y reintegrar al Estado venezolano $35 mil millones por legitimación de capitales”. En otras palabras, los magistrados del TSJ hicieron su trabajo, el trabajo que les corresponde y, desde Colombia, declararon a Nicolás culpable de los delitos por los cuales estaba siendo juzgado.

 

 

 

Una vez más, en una situación inusual en nuestro país, y en medio de debates y posiciones divididas, esta decisión del TSJ Legítimo, pero en el exilio, abre opciones para las que solo bastaría la tenacidad y valentía de quien o quienes decidan acatar la sentencia y poner tras las rejas al responsable de tanta miseria y muerte; con la esperanza de que, después de él, comiencen los juicios de cada uno de sus cómplices, sean del bando que sean.

 

 

 

La sociedad venezolana debe estar percibiendo en este momento que las autoridades y dirigentes políticos que no están en el país, hablan con ferocidad y sin miedo a las represalias de un régimen que sabe cómo callar a sus enemigos. Pero, muchos de los que están aquí, los que hacen vida en el territorio nacional, como algunos de nuestros diputados de la Asamblea Nacional electos por mandato popular, permanecen callados ante la dictadura, sumisos, bajando la cerviz, “encarriladitos” como le gusta decir a Nicolás.

 

 

 

Hoy, muchos celebran la decisión del TSJ Legítimo porque tiene implicaciones que deberían favorecer el restablecimiento del orden constitucional. Otros, por el contrario, se burlan de la sentencia pensando que es muy fácil condenar, “desde la comodidad del exilio”, a quien controla todas las instituciones que deberían acatar el dictamen. No quiero entrar en ese debate. Sin embargo, la institución que está en el exterior está actuando. Ahora es el turno de la AN. Es el momento de escuchar a los diputados declarándose en sesión permanente y evacuando más pruebas condenatorias, desde sus respectivas comisiones, contra cada uno de los integrantes del régimen responsables de la ruina del país. Mientras escribo estas líneas, lo único que sabemos de la Asamblea Nacional, la que elegimos todos los venezolanos, es que se va de vacaciones. Y al irse de vacaciones, desatiende las decisiones del TSJ en el exilio, que ellos eligieron y juramentaron. ¿Alguien puede explicarme la razón por la que, en un momento crucial como este, los diputados deciden tomarse un receso?

 

 

 

En días pasados, mi estimada amiga, la magistrada emérita Blanca Rosa Mármol de León señalaba las tres ocasiones en las que la AN había incumplido con su deber constitucional al no cubrir la vacante presidencial: ante la doble nacionalidad de Nicolás; una vez declarado el Abandono del Cargo y después de autorizar el enjuiciamiento del presidente. En palabras de la doctora Mármol, la Asamblea Nacional “no está ejerciendo su potestad, ni respondiendo a la representación ciudadana que ostenta, fallándole a la ciudadanía”.

 

 

 

Según me explicó Blanca Rosa, “en el caso de la doble ciudadanía de quien detenta la presidencia – porque Venezuela no tiene Presidente actualmente- cuando se planteó, la AN no quiso enfrentarlo. Distorsionó el asunto, nombró una comisión, se propuso recabar pruebas. Llevó las cosas al punto de que interviniera la inefable Sala Constitucional del TSJ para ′saldar′ el asunto con una de sus ′Decisiones′ obedientes al régimen”.

 

 

 

“En el caso del Abandono del Cargo –continúa-  vía abstrusa que escogieron para, presuntamente, remover a Maduro del cargo, prefiriéndola a la línea recta, que es la más corta representada por la primera opción, dijeron que había abandono de funciones; y después de ello, al día siguiente, luego de declarar en pleno al presidente en Abandono del Cargo, se fueron a visitar el Hospital Vargas, sin seguir el procedimiento establecido en el artículo 233 de la Constitución Nacional. ¡Cómo si no estuviera pasando nada! Y Maduro se burlaba desde el TSJ de Dos Pilitas cuando presentaba su Memoria y Cuenta. En realidad, se burlaba de todos nosotros, de quienes le dimos la representación a los diputados. Por eso siempre me pregunto, ¿en nombre de quién actúan?”.

 

 

 

Por último, la doctora Mármol de León me aclara que, en la tercera oportunidad, cuando el TSJ Legítimo encuentra méritos para el enjuiciamiento de Maduro y la Asamblea lo autoriza, “vemos que, de nuevo, no se sigue el procedimiento constitucional, evadiendo la ejecución de la sentencia y enviándosela a la Consultoría Jurídica de la AN. Como si pudiera ésta revisar una decisión del TSJ Legítimo, última instancia legal y constitucional, única en el caso del enjuiciamiento del presidente”.

 

 

 

Coincido con ella cuando dice que nuestros diputados de la Asamblea Nacional, al momento de designar a los magistrados legítimos que están hoy en el exilio, les preguntaron si sabían que podían ir presos por el solo hecho de su designación. Una pregunta que ellos también debieron hacerse cuando decidieron ser candidatos a diputados en Venezuela, en la actual, la que está sometida por un régimen capaz de todo por conservar su poder.

 

 

 

Quienes ostentan cargos públicos, de elección popular, en un país como el nuestro, no pueden sentir miedo. Los magistrados en el exilio ya hicieron parte de su trabajo. Ahora es el turno de quienes tampoco pueden sentir miedo y deben acatar la decisión.

 

 

José Domingo Blanco

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Drones y dronas

Posted on: agosto 11th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

Calificaré al pasado sábado –el día del supuesto “magnicidio”- como un día tragicómico. Uno más de los muchos que este régimen ha aportado para la posteridad y que le darán ese toque de humor –negro y amargo- a la historia venezolana que se contará en las décadas futuras. Esa historia verídica que a las generaciones de venezolanos de los años venideros les costará creer porque se asemeja más a los cuentos propios del imaginario popular, como en un su momento lo fue el de La Sayona. Este nuevo intento de magnicidio, muy probablemente, ocupará un grueso capítulo junto con los otros intentos, incluido el más jocoso, el que protagonizó Marleni Olivo cuando, desesperada por contactar a Nicolás, le lanzó un mango con su número telefónico; con tan mala suerte que tuvo excelente puntería e impactó en la cabeza del mandatario. Aunque, a ese episodio protagonizado por la señora Olivo, lo catalogaría de “manguicidio” más que magnicidio; a pesar de que, para los efectos de quienes rodean a Maduro, tuvo la misma intención: asesinar al Heredero de la Revolución.

 

 

 

Lo cierto del caso es que, el sábado pasado no sólo propició chistes y memes, sino también sirvió para desatar de nuevo la ira implacable del régimen. Y, aprovechando el estallido del dron -o de una drona o de bombona de gas o de fuegos artificiales o de cualquier cosa porque la verdad, esa que se obtiene luego de investigaciones policiales científicas serias, nunca la sabremos- arrancó esa especie de OLP; pero, contra quienes ellos consideran sus enemigos y, a la postre, estuvieron detrás del “atentado terrorista”.

 

 

 

Venezuela es, en estos momentos, un territorio intermedio entre lo fantástico y lo real donde, a veces, la auténtica ficción se vuelve posible. Tenemos que afrontar con la cabeza fresca y el alma despejada, ese terrorífico azar de nuestras calles. ¡Siempre surge una trama subyacente!  Y, a mi juicio, en este momento, una suma de situaciones fortuitas está favoreciendo de nuevo a Nicolás y al fortalecimiento de su régimen aniquilador. Como he dicho en anteriores oportunidades, cuando no hay salida democrática, sobreviene la violencia. Una violencia que sólo favorece al régimen, que es el que la clama; porque, la sociedad civil ha demostrado que la rechaza. Por eso, es menester que surja una nueva dirigencia opositora que, haciendo equipo con todos los grupos democráticos, logre plantarse firme y hablarle claro al régimen. Necesitamos con carácter de urgencia, una nueva dirigencia opositora blindada contra las tentaciones propias del poder y motivada hacia la construcción de ciudadanía, que es la que propicia la vida democrática.

 

 

 

Todos los magnicidios, los inventados por Chávez y Maduro, son patrones de conducta propios de los dictadores. Ambos, Chávez y Maduro, fueron modelados por su maestro, Fidel Castro. Estas prácticas se han ido perfeccionado con los tiempos, porque su objetivo es la represión y provocar miedo. Dos componentes indispensables en las tiranías. Ambos elementos, el miedo y la represión, han sido siempre capítulos de un plan perverso que logra atemorizar a la población. Y cuando lo que abundan son las especulaciones sin certidumbres, el autócrata logra imponer su dictadura.

 

 

 

En los sistemas totalitarios, otra de las víctimas es la libertad de expresión. Es uno de los primeros derechos que se viola y secuestra. Y en Venezuela, ese principio se cumple sin excepción. Para poder “montar la olla” que el régimen necesitaba para iniciar su cacería de detractores o “incómodos para la revolución” ese día del “magnicidio”, once colegas fueron detenidos y obligados a borrar el material que grabaron durante “el atentado terrorista” contra Nicolás. Tengo que reconocer el coraje y el brillante accionar de los medios de comunicación independientes y sus periodistas que, pese a la dictadura, lograron acceder a la información, en un intento por defender lo que para Alexis de Tocqueville hacía posible la democracia: la libertad de expresión.

 

 

 

Sin embargo, el régimen no escatima a la hora de brindarnos distracciones y obligarnos a desviar la mirada de lo verdaderamente importante. En un nuevo intento para apartarnos de lo sustantivo que nos acontece, el desgobierno prepara con uno de sus próceres preferidos, Herman Escarrá, toda una campaña propagandística para dar a conocer los artículos de la nueva Carta Magna, que prepara de manera soterrada la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente. Y, así, entretenernos hasta las elecciones de diciembre, con las que, una vez más, pretenderá seducir a un significativo número de partidos que, en teoría, le hacen oposición; pero que, al final, no son más que piezas del ajedrez, con las cuales el régimen juega astutamente, para disfrazar de democracia un sistema que, desde todos los ángulos que se analiza, no lo es.

 

 

 

Y así, a casi una semana de los hechos ocurridos el pasado sábado en la Avenida Bolívar -aún no esclarecidos como debe ser- las declaraciones de Nicolás y sus cómplices terminan de echar por tierra la nueva tesis del magnicidio. El espectáculo del que fuimos testigos tiene una sola lectura, frustrante y difícil de reconocer para muchos: la dictadura de Maduro se atornilla, con más dosis de terror, abusos y atropellos.

 

 

José Domingo Blanco

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Secuaces,

Posted on: agosto 3rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

Según la Real Academia de la Lengua Española, un cómplice es una “persona que, sin ser autora de un delito o una falta, coopera a su ejecución con actos anteriores o simultáneos”. Por supuesto, cuando utilizamos el término cómplice, inmediatamente, y por lo general, pensamos en los integrantes de una banda criminal, con autores intelectuales y materiales del delito que se cometa. Pero, ¿acaso no es también un cómplice aquel que, de espaldas a los intereses de la colectividad, de la sociedad o del país entero, respalda encubiertamente las intenciones dictatoriales, opresivas y tiránicas del régimen y lo ayuda a mantenerse en el poder?

 

 

 

Esta práctica, por demás, despreciable, no es nueva. Cada régimen dictatorial que ha padecido Venezuela, ha logrado su permanencia en el mando y control del país, gracias a la sociedad de cómplices que oxigena, negocia y respalda -abiertamente o no- al autócrata de turno. Las recompensas para esa complicidad, supongo, deben ser lo suficiente generosas. Y, por supuesto, los valores y la ética de los secuaces, fácilmente doblegables. Sólo me basta recordar la desdichada frase que me espetó un conocido diputado de la oposición cuando le pregunté por qué insistía en ocupar una curul: “Mingo ¿a quién no le gusta el poder?”. Esto también lo sabe el régimen. El poder seduce. Y el que lo ostenta, con tal de no perderlo, lo negocia y lo retiene, a como dé lugar, involucrando a todos los que sean necesarios para mantenerlo. ¿Cuánto vale una conciencia? ¿Jugosas comisiones, concesiones, negocios o bonos de PDVSA? Sí, probablemente, esas sean algunas de las tarifas del régimen para premiar a sus encubridores.

 

 

 

Así es como se mantiene Nicolás rigiendo el destino de nuestra nación: gracias a la sociedad de cómplices que le construye la guarida donde está a salvo de las amenazas de destituciones o remociones del cargo, y hasta de los juicios ante los que tendría que comparecer. Hace pocos días, me encontré con mi respetado y apreciado amigo, el doctor José Vicente Haro. Luego de los saludos de rigor, nuestra conversación desembocó en el tema en el que caemos todos los venezolanos: ¿cómo es posible que, en Venezuela, en las condiciones en las que se encuentra, no se haya producido una implosión? Las razones son varias; pero, hubo una en la que ambos coincidimos. Venezuela no ha estallado gracias a la sociedad de cómplices que pacta con el régimen y hace posible su estadía en el poder.

 

 

 

La sociedad de cómplices, como refirió en un artículo Armando Martini Pietri, fue una definición que acuñó el escritor César Zumeta –un perseguido político de Guzmán Blanco, Cipriano Castro y Joaquín Crespo- para explicar cómo y por qué los grandes caudillos y dictadores se mantienen gobernando un país. Según Martini Pietri, la sociedad de cómplices estaba compuesta por la élite de la sociedad que, para conservar su estatus, volteaba la cara para no ver las atrocidades que se cometían en las dictaduras: una especie de complicidad a cambio de “beneficios”. ¿Dos códigos clave que maneja la sociedad de cómplices? Neutralidad e indiferencia. Y en la Venezuela del Siglo XXI me atrevo a agregar una tercera: hipocresía. Una dosis muy alta de hipocresía que les permite aparecer en los medios de comunicación y redes sociales, con un discurso con el que quieren hacernos creer -a quienes vivimos en el país, y sorteamos sus miserias- que están luchando contra este régimen, cuando en realidad, están oxigenándolo y aplanándole el camino hacia la perpetuidad.

 

 

 

Ese día que nos vimos, el doctor Haro recordó una experiencia que tuvo, en 1995, cuando era un joven de apenas 19 años y la institución para la que trabajaba le encomendó entrevistar a Luis Villalba Villalba, hermano del dirigente político Jóvito Villalba. Luis Villalba, fue un periodista que vivió la época de Juan Vicente Gómez y una víctima de las torturas que, como preso político, recibió en La Rotunda. “Le pregunté -contó Haro- cómo había sido posible que una dictadura durara tantos años. Me respondió que las dictaduras siempre han tenido cómplices que los ayudan a mantenerse en el poder: a miembros de la élite política, económica y militar del país; abarcando, incluso, a miembros de la sociedad civil como académicos, universitarios, latifundistas, intelectuales, terratenientes, medios de comunicación, la iglesia…”.

 

 

 

Luego de veinte años, ¿por qué el chavismo/madurismo sigue gobernando si es más que evidente el inmenso daño que le ha causado a Venezuela? La pregunta -quizá basados en la respuesta que, en su momento, le diera a José Vicente Haro Luis Villalba- debamos hacérsela a la sociedad de cómplices, de esas élites que hacen vida en el país, con la esperanza de que, en una especie de acto de contrición, decidan hacer lo correcto y anteponer a Venezuela, antes que su ambición al poder y a los beneficios que –poseerlo o estar cerca de él- puedan representar.

 

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1

Nicolás, el “sin cero”

Posted on: julio 28th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

En Venezuela no tiene cabida el aburrimiento. De eso, de mantenernos entretenidos, se encarga el régimen que no pierde un segundo para suministrarnos, permanentemente, material suficiente para que pasemos horas transitando del asombro a la indignación, y de la indignación a los debates acalorados.

 

 

¡Nuestra nueva diversión! En eso invertimos los venezolanos una buena cantidad de horas al día. Es nuestro nuevo deporte nacional: discutir las ocurrencias de Nicolás y sus secuaces, para poder idear la mejor manera de no sucumbir ante ellas. ¿Un país aburrido? Difícilmente. Venezuela, hoy, es una gran aventura. Y salir ileso es la mejor recompensa.

 

 

Les aseguro que tenía pensado escribir sobre otro tema que también amerita que le pongamos atención, pero la velocidad de los acontecimientos va dejándolo rezagado. El asunto es que para no perder la costumbre –masoquismo o tortura, dicen mis amigos que también podría llamarse eso– vi la cadena de Maduro del miércoles 25 de julio. La que hizo el día del cumpleaños de Caracas. De pronto, en medio de la reunión que estaba desarrollándose, dijo: “Voy a pedir cadena nacional porque haré unos importantes anuncios”. ¡¿Cómo no sentir curiosidad si cada vez que Nicolás dice una frase como esa, los efectos colaterales de sus medidas, hacen que de nuevo entremos en el juego por la sobrevivencia?!

 

 

 

El bolívar soberano que, sin haber visto la luz ya ha pasado por varias transformaciones, fue la médula de su anuncio. Por decreto, y para combatir la corrupción que se ha generado con la venta del efectivo, le añadió dos ceros más –de los tres que pensaban quitarle– a nuestro futuro cono monetario. Cinco ceros menos: no seis como sugerían algunos economistas que debían quitarle, pero tampoco los tres que desde algunos meses decían las propagandas que tendría de menos nuestra moneda.

 

 

 

Nicolás –insisto, no lo subestimemos, está haciendo todo a la perfección para dejarnos en la más completa ruina y ser él el único y verdadero “bolívar” soberano– mueve magistralmente su pieza en este ajedrez a punto de jaque mate en el que se ha vuelto Venezuela. Para no levantar sospechas, y seguir atribuyéndoles a los demás la responsabilidad de lo que ocurre aquí, insistió en que la medida frenará este nuevo negocio fraudulento de las mafias que negocian los billetes y ganan hasta el triple vendiéndolos porque, al igual que muchos de los bienes esenciales, también escasea.

 

 

 

No, ya no más, insiste él: con cinco ceros menos el bolívar que, en 2008, el difunto apellidó Fuerte, se elevará a otro nivel, levitará entre lo mundano y lo divino, para derrotar a una hiperinflación inédita en el país que mata de hambre a cada vez más venezolanos. Porque solo bastaría revisar las cifras que maneja Encovi para entender que las medidas de Nicolás y sus secuaces –sin olvidar nunca, la maldad con la que también actuó su predecesor– han transformado a Venezuela en un país donde la pobreza es el único recurso que tenemos de sobra en este momento para exportar.

 

 

Nicolás está convencido de que con la eliminación de los cinco ceros se solucionarán muchos de los serios problemas económicos que tiene la nación. No, por favor, pareciera suplicar entre líneas Maduro. No lo mal interpretemos: no se trata de improvisación y falta de seriedad el hecho de que ya no sea el 4 de agosto, sino el 20 del mismo mes, cuando el bolívar pasará a llamarse soberano y entrará en circulación– aunque, una vez más, nada hace suponer que en esta ocasión sí será verdad.

 

 

 

La medida de Nicolás no será efectiva para lo que, según él, está concebida. Por el contrario, será efectista: algo así como un acto de prestidigitación. Una ilusión óptica que por arte de magia quizá tan solo por uno o dos meses –el tiempo que, calculo, durará el efecto de la eliminación de los cinco ceros– hará que la opinión pública nacional e internacional no se escandalice, por ejemplo, con el monto de la canasta básica familiar. Porque, gracias a las astutas medidas de Nicolás y sus secuaces, si la de junio superó los 600 millones de bolívares, a partir del 20 de agosto, ya el Cendas no podrá alarmarnos cuando anuncie los nuevos montos de las canastas. La hiperinflación habrá desaparecido: ¡Eureka, milagro económico! La canasta de julio, tal vez incluso la de agosto, como mucho llegará al millón. Ilusión óptica que, mientras ocurre, no será capaz de frenar la devaluación del nuevo cono monetario que, aún sin haber entrado en circulación, no cubrirá el incremento acelerado de precios, que seguirá su ritmo devastador sin detenerse en cuántos ceros menos tiene nuestra moneda.

 

 

Así que Maduro demuestra una vez más que es el auténtico, el verdadero liberador, el sincero. Sus medidas forman parte de un nuevo capítulo de su alocado proyecto de aniquilación de Venezuela, que busca el quiebre y empobrecimiento total de nuestro país… Es su epopeya socialista, él solo, aislado, con el poder total. O como lo resume la colega, @angelicadudier en su tuit: “Si te soy ′sin cero′, esta vaina se jodió”.

 

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1

 mingoblancotv

Maduro quiere a Dios en el gabinete

Posted on: julio 13th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Hay una premisa que he escuchado mucho en los últimos días: “la energía eléctrica más costosa es la que no se tiene”. Y para validar esta afirmación solo bastaría preguntarle a los empresarios, industriales y comerciantes en cuánto cuantifican sus pérdidas cada vez que ocurre una interrupción abrupta del servicio.

 

 

 

Más allá de lo que se deja de producir, fabricar o vender, lo cierto es que el progreso de una nación también se mide en la cantidad de kilovatios/hora que se generan en las plantas; energía que debería ser suficiente, distribuida de manera estable, ininterrumpida y continua, como para cubrir eficientemente la demanda de los sectores que ponen en marcha a un país.

 

 

 

Tampoco podemos olvidarnos del sector residencial, al que pertenecemos todos. Nosotros, los ciudadanos comunes no hemos estado exentos de las interrupciones inesperadas del servicio eléctrico; aunque, debo reconocer que, en Caracas, las horas en penumbras, son significativamente inferiores, comparadas con las que padecen los habitantes del interior de Venezuela. El estado Zulia, por ejemplo, no ha dejado de ser noticia por los apagones de más de 15 horas al que lo someten; una situación inaudita para esa importante región del país que fue, además, hacia finales del siglo XIX, una de las primeras en tener energía eléctrica.

 

 

 

El asunto es que Venezuela retrocede en el túnel del tiempo, luego de haber disfrutado, en algún momento, los primeros lugares de todo lo que pudiese significar progreso. De hecho, nuestro país, también hacia finales del siglo XIX, fue el segundo en Latinoamérica, después de Estados Unidos, en instalar una planta hidroeléctrica. Éramos pioneros. Nos gustaba encabezar los rankings, esos que llenan de orgullo y no de vergüenza, como los que lideramos en la actualidad. Nuestra nación estaba bien encaminada en materia de energía porque teníamos – ¿o tenemos? – los recursos primarios que se necesitan para producir electricidad. Y la electricidad, definitivamente, facilita el progreso y la calidad de vida.

 

 

 

El jueves 12 de julio tuve el privilegio de moderar el Foro “Hágase la Luz: Soluciones Privadas al Problema Eléctrico”, organizado por la Cámara de Comercio, Industria y Servicio de Caracas, en alianza con Consecomercio y Cedice Libertad. Y me satisfizo ver que, a pesar del empeño del régimen por conculcar todos nuestros derechos y destruir nuestra calidad de vida, existe un grupo de venezolanos dispuestos a revertirle los planes perversos. Empresarios y profesionales que se reinventan a diario para no bajar las santamarías y perder lo que les ha tomado décadas construir. Profesionales que, al igual que nosotros, sortean los obstáculos para ofrecernos alternativas que nos ayuden a paliar los problemas eléctricos; por cierto, problemas generados por la ineficiencia del Estado en mantener, planificar y prever la demanda energética del país, y no estar, como ahora, viviendo entre racionamientos porque agotaron y destruyeron la capacidad de las plantas.

 

 

 

Los ponentes del foro fueron el ingeniero Eduardo Páez Pumar, académico, de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, quien fue el encargado de realizar el diagnóstico del Sistema Eléctrico Nacional y exponer su estado actual. Le siguió el ingeniero Felipe Capozzolo, segundo vicepresidente y miembro del Comité Ejecutivo de Consecomercio quien expuso la situación de los comerciantes ante las fallas del servicio eléctrico, y fue enfático al reconocer que “sin electricidad no hay riquezas”. Capozzolo también abordó el tema de las tarifas señalando, luego de comparar el costo del kilovatio/hora en Venezuela con el de otras naciones que, en nuestro país, ese monto se acerca a cero. Es decir, no se cobra como debería cobrarse para mantener la industria y realizar las inversiones que se necesitan para no quedarnos a oscuras.

 

 

 

El último expositor fue el ingeniero Juan Carlos Rodríguez, especializado en el tema de energía de respaldo, quien insistió en la necesidad de reinstitucionalizar y profesionalizar a la empresa eléctrica; pero, advirtiendo que, para que eso ocurra, se necesita la participación indispensable del sector privado. A su juicio, Venezuela es un país rico en recursos, y con los recursos que se necesitan para la generación de electricidad; sin embargo, las políticas erradas, la falta de inversión y la ausencia de planificación, nos han llevado a una mega crisis energética, para la que el Estado –a mi modo de ver, demostrando una vez más su incapacidad para resolver el problema- no tiene previstas soluciones inmediatas. Y este aspecto queda en evidencia cuando, ante las repetidas fallas del servicio eléctrico en el Zulia, la solución del régimen y sus adláteres, es “decretar” –obligar, preferiría llamarlo yo- que los comercios e industrias resuelvan sus problemas instalando plantas eléctricas, sin ofrecer el apoyo que se requiere para hacer esas inversiones que, en la mayoría de los casos, son en dólares o ameritan un financiamiento.

 

 

 

El interés del público que asistió al evento quedó evidenciado con cada una de las preguntas y comentarios que les hicieron a los ponentes. Pero, lo que más me satisfizo fue ratificar que los venezolanos que seguimos en el país, no estamos de brazos cruzados esperando que las soluciones a nuestros problemas caigan del cielo. Dios ya lo hizo cuando creó el cielo y la tierra y, según describe el Génesis, todo estaba cubierto por las tinieblas. “Dijo Dios: Sea la luz. Y la luz se hizo”. Espero que el régimen entienda que, en materia de milagros, Dios tiene la última palabra y no será posible expropiarlo.

 

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1
Instagram: mingoblancotv

Cuota extraordinaria

Posted on: junio 29th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

Desde siempre, cada vez que asistía a las reuniones de condominio, salía con la impresión de que, al final, éstas terminaban siendo una representación micro de lo que ocurría a nivel macro en Venezuela. Cinco o cuatro vecinos, por lo general, los mismos de siempre, dispuestos a escuchar a la Junta de Condominio -a la que todos critican; pero, con la que nadie colabora. Si no es fácil poner de acuerdo a los copropietarios o inquilinos de un edificio, imagínense lo que podemos esperar para el país. Y eso no ha variado mucho, a pesar de los tiempos que corren -en los que debemos ser mucho más proactivos, comprometidos y solidarios.

 

 

 

Por eso, para mí, las reuniones de condominio son el mejor ejemplo de cómo nos comportamos los venezolanos cuando se requiere nuestra presencia para resolver problemas o situaciones complicadas que ameritan consenso: somos evasivos, tenemos excusas y esperamos que “alguien haga algo”, porque somos fanáticos de la frase: “la verdad es que no entiendo por qué aquí nadie hace nada”; una postura muy crítica que jamás pone en riesgo la comodidad de quien la expresa. No es que “aquí nadie hace nada”. No es que “nadie reacciona”. Es “qué estoy haciendo yo para cambiar esta situación y aportar soluciones”.

 

 

 

Sin embargo, la hiperinflación ha hecho que la frecuencia en las convocatorias de la junta de condominio haya aumentado; y la participación de copropietarios e inquilinos, esté superando el quórum. Sin duda alguna, el Whatsapp ha jugado un papel fundamental porque con el grupo Vecinos, podemos enterarnos –muy rápidamente- del problema, sus consecuencias, el costo de resolverlo, la cortísima vigencia del presupuesto y cuánto aumentará si no lo aprobamos de inmediato.

 

 

 

Así se vive en hiperinflación: como si estuviésemos participando en una carrera. Buscando el mejor precio porque de un proveedor a otro, la variación puede ser significativa y, de un día para otro, lo estaremos pagando mucho más caro.

 

 

 

Los edificios que ya tienen sus añitos están viviendo el drama propio de las personas de edad que requieren un poco más de cuidados, remedios y atenciones. A los inmuebles, por el desgaste propio del uso, también les salen sus achaques. En este momento, cuando los ingresos de las familias no están alcanzando ni para cubrir la canasta alimentaria, los imprevistos o gastos extras generan una crisis presupuestaria. Y es allí cuando renegamos y nos lamentamos de que la vida útil de las cosas no sea infinita. Por eso, cuando en el grupo Vecinos, la Junta informa sobre un nuevo problema, la reacción inmediata es apretamos el bolsillo.

 

 

 

Los repuestos de ascensores, el motor de las puertas eléctricas, el pago de los camiones cisternas, la reparación de las filtraciones, las rupturas de las tuberías de aguas negras, la impermeabilización de la azotea, sustituir las lámparas dañadas, comprar bombillos para iluminar las áreas comunes, los detergentes para que la conserje limpie y hasta las bolsas negras para depositar los desechos alcanzan hoy unas cifras astronómicas, que solo pueden ser costeados con el aporte de cuotas extras.

 

 

 

Otra palabra que he escuchado mucho en estos tiempos hiperinflacionarios que corren es “jerarquizar”, que no es otra cosa que decidir qué se reparará primero y qué, de lo que también está dañado, aguanta “un poquito más”. Haciendo malabarismos para evitar que el edificio o la casa o el carro se vuelvan el cacharrito o el cascarón que siempre evitamos tener, porque antes, el “mantenimiento preventivo” era una palabra que podía incluirse con frecuencia en el presupuesto familiar o empresarial.

 

 

 

Suena el timbre del grupo Vecinos y la palabra “Urgente” precede a “Reunión”. ¡Se quemó la “brequera” de la bomba de agua! Escribe, acompañando con emojis de angustia, la presidente de la junta. Las fluctuaciones de voltaje y la falta del “vital líquido” provocaron este nuevo problemón. Qué si ya se pidieron los presupuestos: tres diferentes para ver cuál es el mejor. Qué si nos tardamos, nos aumentan. Que el repuesto es genérico, hecho en China; pero, aguanta y es más barato. Qué si no los instalamos rápido, no podrán poner el agua; pero, que para poder poner el agua primero debemos contratar una cisterna… Dejo de leer, respiro hondo, tomo de nuevo el teléfono y escribo: “¿ya saben de cuántos millones es la cuota extraordinaria?”

 

 

José Domingo Blanco

@mingo_1
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