|

La receta de Harvard para Venezuela: coalición democrática, tolerancia y paciencia

Posted on: agosto 6th, 2022 by Super Confirmado No Comments

 

 

El siglo XXI ha experimentado dos caminos convergentes contra la democracia, uno hacia el neodespotismo autoritario y otro hacia el neofascismo. Académicos de dos de las universidades más prestigiosas del mundo han abordado el tema.

 

 

En cuanto al primero, dos profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en 2018, publicaron su trabajo Cómo mueren las democracias[1] Para los autores, no todas las democracias han caído en la trampa que implica la abdicación de lideres democráticos de sus responsabilidades; ese abandono ha sido para algunas naciones un primer paso hacia el autoritarismo, en mi opinión hacia el neodespotismo.[2] En efecto, describen cómo Bélgica y Finlandia, al final de la década de los años treinta del siglo XX, lograron abortar el triunfo  inminente del autoritarismo-populista que amenazó sus democracias. La obra también nos enseña el ejemplo de Austria en 2016, en donde se logró excluir el extremismo que habría conducido a esa nación a la irremediable erosión de su democracia.[3] La fórmula europea que logró no solo la supervivencia de la democracia, sino su fortalecimiento, fue la coalición de partidos políticos y sus líderes, quienes, aun cuando adversarios ideológicos, hicieron causa común contra la intimidación a la democracia.

 

 

Desde el fin de la Guerra Fría la mayoría de las rupturas contra las democracias no han sido producto directo de golpes militares, más bien han transitado el camino de elecciones gubernamentales. Según los profesores de Harvard este es el caso no solo de Chávez en Venezuela, referido por la obra en innumerables ocasiones, también se afectó severamente el tránsito democrático con similar método en Georgia, Hungría, Nicaragua, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sri Lanka, Turquía y Ucrania.[4]

 

 

En cuanto al segundo camino, el académico Jason Stanley de la Universidad de Yale, en 2018 publicó su trabajo Cómo funciona el fascismo.[5] El estudio alerta en torno a graves síntomas contemporáneos sobre el avance del fascismo. Describe, entre otros ejemplos, al Sweden Democrats, un partido político neofascista, el más popular para entonces en Suecia; el partido político neo-fascista Alternativ Für Deutschland, para ese momento el tercero más fuerte de Alemania; en la India el fortalecimiento de Hindu Nationalist Bharatiya Janata, para la fecha de la publicación del libro de Stanley ese partido había obtenido algunos triunfos electorales de importancia, produciéndose desde entonces una significativa preocupación en torno a su política de exclusión del derecho a la ciudadanía basada en consideraciones religiosas;[6] también el Frente Nacional Francés de extrema derecha, el primer partido neofascista en obtener importantes triunfos electorales en Europa occidental.[7] De acuerdo con el autor el nacionalismo está en la esencia del fascismo, divide entre “ustedes y nosotros”, se opone a la visión cosmopolita, al individualismo, a la democracia liberal y son blancos directos de sus ataques los refugiados, el feminismo, los sindicatos, razas, religiones, las minorías sexuales, la educación libre que denuncian como una grave amenaza al fascismo, así para ellos escuelas y universidades deben ser pilar y soporte de la nación mítica que postulan.[8]

 

 

En mi opinión, ambos mecanismos carecen de genuina identidad ideológica, utilitariamente manipulan postulados según convenga a la toma y mantenimiento del poder; por esa razón podemos detectar experiencias históricas en las que paradójicamente se mezclan premisas populistas-autoritarias de izquierda con fascistas de ultraderecha, al final lo que les importa es el poder por el poder.

 

 

Cómo mueren las democracias enseña e indica la receta para salvar la democracia. Las reglas democráticas contenidas en nuestras constituciones escritas son vulnerables a las mismas patologías que han acabado con otras democracias o las han amenazado severamente. Tenemos que lograr el camino para resolver la polarización discriminatoria, ha de ser verdaderamente inclusivo, ha de extenderse a toda la diversidad de la sociedad democrática. Ciertamente, la obra aconseja una efectiva coalición que congregue grupos disímiles, incluso opuestos en muchos temas –partidos políticos, líderes, empresarios y organizaciones que compartan el anhelo democrático, para edificarla no solo entre amigos, más aún, entre adversarios que pongan a un lado temporalmente los desacuerdos para encontrar fundamentos morales y principios comunes que permitan restaurar la democracia.[9] Para el estudio, más allá de las reglas constitucionales escritas o formales, la democracia ha sobrevivido, por ejemplo en los Estados Unidos de América, debido a reglas fundamentales no escritas que operan en el escenario político, la tolerancia y la paciencia.[10] Un reciente ejemplo nos ilustra: el aval de 26 senadores republicanos al viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, así lo refirió el senador Dan Sullivan.[11]Las instituciones son más que reglas formales, incluyen entendimientos y acuerdos que generan conductas apropiadas para el funcionamiento real de las instituciones democráticas.

 

 

Los venezolanos debemos asumir nuestras responsabilidades pro democráticas y transitar la receta sugerida. Clamamos por una coalición que ponga de lado temporalmente nuestros desacuerdos. Ya tendremos espacio para legítimas batallas democráticas, hoy una alianza transitoria que supere los desacuerdos con tolerancia y paciencia entre los demócratas venezolanos es el camino.

 

 

[1] Steven Levitsky& Daniel Ziblatt, How Democracies Die, Crown Publishing Group, New York, 2018.

 

 

[2]Humberto Briceño León, Constituent assemblies in Venezuela: a pathway to despotism, VIII congreso internacional de derecho procesal constitucional, edición CEDEPCO-CIDEP Universidad Monteavila, 259, Caracas 2022.

 

 

[3]Steven Levitsky& Daniel Ziblatt, supra nota 1, en 26-32

 

 

[4]Id. at 5

 

[5]Jason Stanley, HowFascism Works, RandomHouse, New York, 2018.

 

[6]Id.en xi-xii

 

[7]Id.en 17

 

[8]Id.en 187, 106, 36.

 

[9]Steven Levitsky& Daniel Ziblatt, supra nota 1, en219-230

 

[10] Id. en212.

 

[11] Press, The New York Times, Michael D. Shear, “Over two dozen Republican senators laud the speaker’s Taiwan visit”, Aug. 2, 2022.

 

 EN

 

 

Separación o división de poderes. Estado sin Constitución

Posted on: agosto 24th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

A partir del siglo XVIII el principio de separación de poderes se asocia al pensamiento constitucional republicano. John Locke en 1689 fue probablemente el primer teórico sobre el  Estado en plantearlo en su Tratado sobre el gobierno civil.

 

 

 

Montesquieu en 1747 publicó su obra el “Espíritu de las leyes”, a él corresponde el mérito de  formular la clasificación de los órganos, sus formas de colaboración, funciones y la finalidad de la separación de poderes como una protección contra la tiranía y una garantía contra la omnipotencia del Estado.  Afirmó este pensador que “No habrá libertad si el poder de juzgar no está separado del de legislar y del ejecutivo”. Históricamente este principio se diseñó para contener el poder absoluto de los monarcas, para generar libertades y como un sistema de pesos y contrapesos para frenar el poder con el poder.

 

 

La doctrina constitucional contemporánea está de acuerdo con usar los términos “separación de poderes” para referirse a esa noción. Consistentemente llaman separación de poderes a ese principio, entre otros, Joseph Barthelemy, 1933; John Alder, 1989; Bernard Chantebout, 1991; y Bruce Ackerman, 1993.

 

 

 

Ackerman en su trabajo “We the people. Foundations” distingue para el constitucionalismo norteamericano entre separación y división de poderes. Separación de poderes es para Ackerman la que se enuncia para el poder nacional entre el Judicial, el Legislativo y el Ejecutivo y división de poderes la que se produce entre el de los estados miembros de la federación norteamericana en el nivel estadal y el que corresponde al poder nacional estatal. En ocasiones la doctrina constitucional de Europa continental describe el contenido básico de la doctrina de separación de poderes como una forma de división sin alterar sus elementos básicos.

 

 

 

Si aceptamos la distinción que Ackerman plantea, el  artículo 136 de Constitución venezolana recoge tanto la separación como la división de poderes. Contiene la separación al dividir el poder nacional en Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral y  formula la división al distribuirlo entre los órganos políticos  territoriales Municipal, Estadal y Nacional. Esa norma del constituyente uso el término “divide”  para establecer, sin alterar su contenido fundamental, el principio de separación de poderes entre Judicial, Legislativo y Ejecutivo.

 

 

 

Las repúblicas  desarrolladas de occidente  han plasmado en sus vidas político constitucionales los elementos primordiales de la doctrina de la separación de poderes, la han ampliado, reformulado, modificado y en ocasiones han criticado su rigidez. Sin haberse abandonado la esencia del principio las formas de colaboración y control entre los poderes se han ampliado y reformulado, así lo demuestra entre otros ejemplos la ampliación  de los poderes normativos y de iniciativa legislativa concurrentes a órganos no clásicamente legislativos, el incremento de los poderes discrecionales del Ejecutivo, el aumento significativo de los poderes de control para el juez de la constitucionalidad y legalidad de las actuaciones públicas.

 

 

 

Joel Mekhantar en 1997 sostuvo  que quienes denuncian la teoría de separación de poderes son quienes desean asegurar en nombre de principios ideológicos una absoluta eficacia política del Estado.  Para los marxistas el Estado debe conquistarse para imponer la dictadura del proletariado, el poder no puede estar separado en el seno del Estado, debe asegurarse  en una etapa de la historia una verdadera concentración del poder político para garantizar la dominación del proletariado. De este modo la ideología del socialismo del siglo XXI repudia la doctrina de la separación de poderes para la vida política constitucional lo que a su vez implica un rechazo  al pensamiento republicano.

 

 

 

Ese abandono a la separación de poderes y al pensamiento republicano  nos deja con un Estado sin Constitución.

 

 

www.humbertobriceno.com

@HBricenoLeon

|