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Venezuela: una epidemia de demencia

Posted on: septiembre 20th, 2014 by Super Confirmado No Comments

Las bacterias

 

No soy analista político ni me interesaría serlo. En el tiempo que vive Venezuela quien se atreva a señalar que analiza la “política” es un petulante, por no decir un chiflado.

 

En Venezuela no hay política que analizar porque en el país, secuestradas las instituciones por la dictadura, no hay política, hay en todo caso un circo demencial cuya función no cesa; todos los días nos muestran un nuevo y perturbado espectáculo.

 

Sí, padecemos una epidemia de demencia en la cual el virus inoculado, la sarna inmoral, la lepra cínica, la produjo el mismísimo chavismo. Nadie más.

 

Ellos son los microorganismos sociales enfermos de corrupción, nuevo riquismo y perversidad; los verdaderos y únicos causantes de la guerra bacteriológica que nos agobia.

 

Ellos son las bacterias.

Añorando a Cabrujas

 

En este pandemonio, todos estamos al borde de la locura. Nadie se salva y la única cura: la conciencia, también escasea.

 

(Por cierto, ni se les ocurra pensar que necesitamos más psiquiatras para sanear la peste, esos sí que están más locos que ninguno. No tienen remedio).

 

Necesitamos ciudadanos conscientes que no esperen lunáticamente que la perfección del tiempo de Dios se haga sobre nosotros, ciudadanos que luchen por reivindicar sus derechos, que protesten, que sientan el ramalazo de ver a su país arrasado por la demencia y deciden actuar.

 

En ese sentido, considero que Venezuela demanda menos insípidos analistas políticos y mucho más dramaturgos y poetas: cuánta falta hace Cabrujas y su colorida y lúcida sensibilidad, como antídoto.

 

Creo que tanta estupefacción y sobresalto nos tiene frígidos, sin capacidad de asombro; ya no sentimos, ya no padecemos, ya no interpretamos el punzante y desgarrador dolor que aqueja nuestro enorme corazón herido.

 

Estamos paralizados en el análisis, en las encuestas del análisis, en el diálogo del análisis, coño, es hora de sentir, de padecer, de gritar desde la desgarradura, desde el dolor, desde la rabia.

 

Hay que ser más venezolanos y menos autómatas a expensas de un estéril análisis redentor, hay que ver, oír, oler, notar que se nos despedaza la nación.

 

Hay que comenzar a mentarle la madre a los  maduristas que están arruinándonos. Sí, arruinándonos.

 

Al menos, yo lo haré.

 

La madre de Miguel Rodríguez Torres

 

No sé si la madre de Rodríguez Torres esté viva, si lo está espero que me disculpe por arremeter contra ella que no tiene ninguna culpa por los crímenes de su hijo, pero señora, como madre venezolana usted me entenderá: Miguel, su peligroso muchacho, uno de los principales portadores de la demencial peste chavista, merece una sonora mentada de madre por cínico; en cualquier país civilizado del mundo su hijo debería estar preso.

 

Es una verdad dolorosa, pero es una verdad jurídica, un hecho histórico.

 

Ni exagero ni especulo, me pronuncio sin miramiento: Miguel -el Quasimodo de la “paz”- asesinó por la espalda a varias decenas de venezolanos inocentes la madrugada del 4 de febrero de 1992, intentó asesinar a la ex Primera Dama Blanquita de Pérez y a sus hijas, entre las que se encontraba una con discapacidad.

 

Por la gravedad de su delito, por el acto terrorista y criminal que cometió, por los sesos humanos desparramados que causaron sus balas, el ex reo Rodríguez Torres debió purgar una condena de 30 años, es decir, todavía debería de estar preso.

 

Desde su liberación y circense llegada al poder, Miguel, el muchacho de la mentada señora Torres, no ha hecho sino perseguir, encarcelar, torturar y asesinar a jóvenes venezolanos, quienes, desde la hiriente tristeza de sus tumbas no pueden ni podrán mentarle la madre jamás.

 

Con mucha frustración y dolor, a mí me toca hacerlo por ellos.

 

 

El que se cansa pierde

 

La bacteria que ha producido no sólo demencia, sino algo peor: violencia, en Venezuela ha sido Hugo Chávez y sus células de terror. Muchos se han infectado por ella, como Lorent Saleh. No lo acuso tampoco lo justifico, él es solo una consecuencia errada del origen de la epidemia: el chavismo.

 

Que en su demente obsesión el terrorista, presidiario y asesino en serie Miguel Rodríguez Torres me acuse a mí (que no sé disparar) de violento y paramilitar -falta que me responsabilice de ser el causante de la guerra bacteriológica por mis artículos-, lo que busca es infectarme de su locura, es decir, de su chavismo.

 

No lo logrará. No soy ni seré chavista, ni su lepra demente, ni su violencia, me infectan. Tengo inmunidad. Mi única ráfaga son las palabras; mis municiones, las ideas y sueños de justicia y libertad.

 

El problema de Lorent fue dejarse infectar por la violencia y la violencia es chavista, esa es su arma “política” por ello en Venezuela no hay política.

 

Si queremos diferenciarnos del chavismo, si queremos cambiar a Venezuela y sacarla de la barbarie, de la demencia y de la violencia, debemos mantener una rigurosa disciplina humanista y no violenta.

 

Nuestra fuerza es la moral; la fuerza del chavismo: las balas. Los actos de hoy siembran la sociedad que seremos mañana. Es necesaria la conciencia crítica y la lucidez, no C-4 ni fusiles. Chávez y Rodríguez Torres son sembradores de balas y terror; nosotros somos sembradores de conciencia.

 

El que se cansa pierde, y la conciencia, el sueño de libertad y el amor por Venezuela ni se cansan ni pierden, sólo crecen.

 

La epidemia de demencia llegará a su fin sólo si un venezolano consciente y sensible, lúcido, la enfrenta, como anticuerpo.

 

No hay mucho que analizar, ese venezolano consciente, sensible, disciplinado y lúcido, no violento, está en ti.

 

Búscalo, siéntelo, muéstralo.

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

El peñero encallado de la MUD y sus piratas

Posted on: septiembre 13th, 2014 by Super Confirmado No Comments

Los paladines del naufragio

 

En orden de culpables, frente a un hipotético juicio histórico, el autor material y principal responsable de la ruina venezolana en el amanecer del siglo XXI es el sátrapa Hugo Chávez; en segundo lugar está el malandraje que lo acompañó en su proeza destructiva, con su amado heredero Nicolás Maduro a la cabeza; y por último, como cómplices indiscutibles, está esa generación de políticos venezolanos que nacieron entre la década de los 40 y los 50 -especialmente estos últimos como contemporáneos al militar golpista- que por incapacidad, ineptitud y conformismo no supo enfrentar con el rigor urgido los males que se avecinaban (su maestro fue Rafael Caldera).

 

Como buenos timoratos que son -claro, ellos frente al espejo se sienten dioses del Olimpo- siempre fueron de la estúpida idea de que en política “las cosas caen por su propio peso”; argumento que a todas luces es incierto, falacia que hoy pagamos muy caro.

 

Se equivocaron y su errático juicio, pero sobre todo su carencia de liderazgo, llevó al país a la deriva en la que nos encontramos.

 

Sin explicación alguna, después de fracaso tras fracaso político, se convirtieron en los “líderes” de la MUD, son los paladines de su naufragio.

 

La generación derrotada

 

Esa generación cómplice del ascenso de Chávez, fue derrotada, barrida y convertida en polvo cósmico por el asesino barinés.

 

A muchos no les quedó otro remedio que dedicarse a la pobretología (rama del espiritismo sociológico que se propone hacer de la pobreza un laberinto sin salida), a la docencia (¿qué enseñarán?), a la asesoría electorera (nunca ganaron una elección pero ellos sí saben de procesos electorales) y, los menos, a la actuación (fruncen el ceño, fijan la mirada en el vacío y cavilan desde sus artículos de opinión sobre la sexualidad de las piedras).

 

Más que políticos o analistas son pontífices.

 

No detuvieron el ascenso de Chávez, no lograron vencer al sátrapa en ninguna contienda política, son la generación derrotada, mas sin embargo, su obstinado endiosamiento los lleva a creer que tienen una solución “objetiva” para salir de la escandalosa crisis que nos aqueja y que en cierta medida ellos mismos causaron por su ineptitud.

 

No tienen idea de lo que dicen, ni la tendrán. Son los derrotados de la historia y lo seguirán siendo. Fueron ellos quienes hundieron el barco democrático en Venezuela dándole el timón a Chávez.

 

Por su pésimo consejo e ineficiente acción política el chavismo se consolidó en el poder. Si quieres que las cosas sigan igual: síguelos. Si deseas una salida histórica para la ruina: mándalos para el carajo.

Tú sabrás…

 

No oculto mi afecto por muchos de esos paladines de la deriva venezolana. Me emborracho con ellos, antagonizo, debato pendejadas, canto, declamo poesía, pero hasta ahí. Cuando se trata de hacer política o intercambiar ideas, de movilizar a la sociedad y a su juventud, de reivindicar derechos y de luchar por transformar a Venezuela, de erradicar este festín de muerte y corrupción que nos ha traído el chavismo, ni los escucho ni los sigo, son una calamidad.

 

Como generación, me resultan una curiosidad humana por su insensibilidad, desapego y liviandad. Nada les importa, sólo mirarse frente al espejo y solaparse entre ellos mismos.

 

En estos días, cuando en un errático pronunciamiento público otro más, un miembro de la generación perdida señalaba a otro de la misma generación como nuevo capitán del peñero encallado y destartalado de la MUD y los vi celebrar, aplaudir, encomiarse y felicitarse entre sí, ni me molesté ni me ofendí ni me indigné como mucha gente lo hizo, sentí compasión, muchísima compasión por ellos (y por Venezuela).

 

Son como borrachitos de playa que, en su ebriedad, juegan frenéticamente a ser los insignes pero temibles piratas del peñero encallado y destartalado de la MUD, que para su despecho se hunde en plena orilla de la nación.

 

No son chistosos ni siquiera patéticos, son trágicos. Se levantan sobre la proa de la embarcación destartalada y hundida, alzan su brazo izquierdo muy alto apuntando al firmamento, inflan su pecho para arrostrar el horizonte, gritan, levantan consignas memorables, fingen batallas inauditas, sin que el encallado peñero se mueva un ápice.

 

Ahí permanecen estériles, fantasiosos, inamovibles en la orilla de su propia nadería. Pese al trágico espectáculo nosotros tenemos que seguir.

 

Nuestro destino es la libertad.

 

Los estudiantes

 

Los únicos que fueron capaces de derrotar a Chávez en todos los escenarios (político, electoral, social, cultural, etc.), los que probablemente llevaron a la tumba al sátrapa embalsamado, fueron los estudiantes.

 

Para ellos la política es un hecho humano, causado por hombres y mujeres, no por molinos de viento ni por generación espontánea. La sueñan, la participan, la debaten y la luchan para transformarla y enaltecerla. Hacen política día a día no frente al espejo ni en mesas de diálogo, sino en las calles.

 

A ellos son los que debemos escuchar y seguir, ellos sí han sabido colocar al chavismo contra las cuerdas, clavarle un rodillazo en los testículos, doblegarlo y derrotarlo.

 

A diferencia de los paladines del naufragio quienes jamás dieron crédito al sátrapa y siempre fueron de la errada opinión de que caería por su propio peso, “sólo hay que darle tiempo para que se derrumbe” y que en la actualidad dicen lo mismo sobre Maduro: “caerá sólo, la crisis lo derribará”, los estudiantes han decidido enfrentar en todos los escenarios a la dictadura para liberarse. Sólo ellos saben cómo hacerlo y podrán lograrlo, ojalá no escuchen ni sigan a los perennes derrotados. Sería fatal.

 

No se les ve montándose sobre peñeros destartalados, no tienen tiempo. La cruda realidad les atañe. Harán pronto un nuevo y definitivo esfuerzo. Nuestro futuro depende de su éxito.

 

Apoyémoslos, podría ser el evento final.

 

¿Qué harás?

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

Chávez Nuestro que nos pudres cada día

Posted on: septiembre 7th, 2014 by Super Confirmado No Comments

El peor amigo del Hombre

 

A través de la historia, los tiempos y las eras, el peor enemigo del Hombre ha sido el hombre, sobre todo aquél que desde el poder se ha dedicado a perseguir y exterminar a los de su misma raza por causas -¿delirios?- políticas, étnicas, religiosas o ideológicas.

 

No ha habido catástrofe natural, terremoto o sequía que haya causado tanta mortandad y exterminio como las que se han causado los hombres entre sí.

 

Las pestes, la inmoralidad contagiosa, los accidentes, la represión, pero sobre todo las guerras han sido las causas de mayores lutos y sangre derramada en la humanidad, y todas han sido causadas por seres humanos, o mejor dicho, por quienes en su delirio de poder han dejado de serlo.

 

Para mí el chavismo, ese delirio, esa demencia que no cesa, nació con una guerra asesina el 4 de febrero de 1992, devino una inmoralidad contagiosa cuya pandemia de corrupción y cinismo se convirtió en una peste -la lepra chavista- y terminó siendo un delirante y represivo accidente histórico que ha causado mucha mortandad en Venezuela.

 

El chavismo es un enemigo del Hombre (venezolano).

 

En estos días, invadiendo peligrosos terrenos teológicos, una loca chavista -sin una camisa de fuerza que la contenga- convirtió al sátrapa en su Dios, le oró y pidió a los feligreses que oren con ella.

 

Yo me persigno.

 

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

 

Chávez Cristo o Anticristo ha traído hambre, enfermedad, accidentes y muerte, mucha muerte a Venezuela. Unos le oran porque necesitan de su dinero y de sus prebendas; otros lo repudiamos porque aspiramos cívicamente un país más consciente, más libre pensador, menos feligrés y más crítico.

 

El repudio no sólo es político, es moral e histórico, no repudiar esta locura otorga pérfidas concesiones al daño que el delirio chavista le ha causado y le sigue causando a Venezuela.

 

Habemos quienes no estamos dispuestos a callar, mucho menos a secundar esta peste por infames causas electoreras (más aún con tan pecaminoso Consejo Nacional Electoral). Nos negamos a ser feligreses de la idiotez.

 

Así seamos dos venezolanos los que alzamos la voz y repudiamos públicamente esta enfermiza farsa, sin demagogia ni oportunismo electorero, yo siempre seré uno de ellos. No me la calo y espero que tú tampoco.

 

En el nombre del Padre, de su Hijo que vino al mundo a mostrarnos que no somos esclavos de ningún Rey en la tierra, ni hambrientos cuerpos de carne y hueso sino seres espirituales, y en nombre del Espíritu Santo de Venezuela, coño, por lo que más quieras, mandemos para el carajo a estos locos, sin tapujos.

 

Que nuestra conciencia y fuerza moral nos libere de la demencia chavista y sus delirios de poder. Esta locura puede traer mucha más sangre.

 

El futuro depende de nosotros, seamos más de dos, seamos millones.

 

Epidemia de demencia

 

Un país con una dictadura tan estrambótica como la nuestra es difícil de encontrar. Nada es normal en la tierra de Simón Bolívar. Nada. Ni la religión, ni la política, ni los dioses, ni los santos, ni las plegarias, nada.

 

A la epidemia de ceguera política y corrupción se suma una singular epidemia de demencia teológica. El delirio chavista comienza a llevarnos a territorios insospechados no sólo de desabastecimiento, criminalidad, hambruna y muerte, sino de oscurantismo religioso.

 

Como las políticas públicas, la represión y la persecución han completado un escenario desolador de desastre y muerte, los oficiantes -sumos sacerdotes- del chavismo intentan arteramente convertir su chiste ideológico en una religión.

 

Su remedio es la oscuridad: “con hambre y desempleo con Chávez me resteo”. Son oscuros, muy oscuros.

 

Pero la sustitución religiosa no es sólo chavista, también encontramos al inmaculado Capriles que en vez de luchar como político por condiciones electorales justas o reivindicar la victoria popular que le hizo presidente invoca el tiempo perfecto de Dios para que salve a la política en Venezuela; pero ese es otro cuento, relevante para entender el despelote en el que andamos, pero otro cuento.

 

¿Por qué no dejarán a Dios tranquilo? ¿Por qué no se dedican a hacer lo que se espera de ellos como políticos?

 

Sencillo: porque no tienen idea de cómo hacerlo, hay mucha demencia y cobardía. Estamos ante una epidemia.

 

El Chávez Nuestro que nos pudre cada día

 

Los chavistas se autoproclaman revolucionarios, dicen incluso que son marxistas-leninistas, maoístas y hasta estalinistas, pero hacen de su comedia histórica un incesante opio para el pueblo.

 

¿Qué habría dicho Marx, Lenin o el Che Guevara de toda esta inclemente cursilería?

 

En su oscuridad espiritual, el chavismo ahora propone una carcajada teológica donde Chávez es Dios y su amado Maduro la bestia del Apocalipsis, su jinete.

 

Son la burla de las burlas, la peor de las vergüenzas. Su alma padece la lepra del delirio, son una llaga andante de cinismo.

 

Mientras tanto, entre oración y supersticiosa letanía, entre el Chávez Nuestro de los dementes y la espera del tiempo perfecto de Dios de los inmaculados, Venezuela se pudre y nos pudrimos todos con ella cada día.

 

Ya basta. Es hora del sacrilegio y la rebeldía civil, es tu hora.

 

Dejemos a Dios tranquilo.

 

El mejor amigo del Hombre

 

Así como el peor amigo del Hombre ha sido el hombre, también podemos señalar que éste ha sido su mejor amigo.

 

La lista de excepcionales amigos que ha tenido la humanidad es larga e incluye a un ejemplar hombre como Jesucristo, quien no empleó las armas ni causó mortandad como Hitler, Fidel o Chávez para imponer su Verdad.

 

En Venezuela hemos contado también con grandes amigos de la igualdad, de la fraternidad y de la libertad, es decir, de la república. Fueron luces rebeldes de su tiempo -Bolívar, Bello, Vargas, Gallegos o Betancourt, entre otros- y simbolizaron la poca o mucha cordura civilizatoria que hemos conquistado en nuestros mejores momentos. Para ellos el civismo republicano era la mejor vía de la justicia social y su única garantía.

 

En el fondo cada quien elige qué camino sigue: la imposición de un delirio esclavizador (el peor amigo) o la conciencia liberadora de los pueblos (el mejor amigo).

 

En el fondo uno elige ser amigo o enemigo del Hombre frente a la historia.

 

Estamos ante una encrucijada política no religiosa entre el delirante y medieval “Chávez Nuestro” que nos pudre o el renacimiento humanista de Venezuela.

 

Todas las vías políticas son válidas: la rebelión civil, la constituyente, incluso las parlamentarias. Pero la rebelión y la constituyente curan de raíz la epidemia, las parlamentarias sin condiciones electorales justas la empeoran y alargan.

 

Tú eliges qué tipo de amigo aspiras ser de Venezuela. Yo ya lo hice, ¿somos dos? Te aseguro que somos millones.

 

La rebelión humanista -y constituyente- nos libera.

 

Gustavo Tovar Arroyo

 

@tovarr

El dialogismo y sus babas

Posted on: agosto 30th, 2014 by Super Confirmado No Comments

A Sairam Rivas

 

Pienso en su secuestro

 

Estoy en París, hace algunos minutos estuve con Ingrid Betancourt en el jardín de Luxemburgo, me interesaba verle el rostro a su resistencia, conversar con su tenacidad, conocer su fe fuera de las picadas de mosquitos, del sudor, de la represión y de la tortura de la selva.

 

La vi y descubrí en su mirada el mismo dolor, la misma rabia impotente con que se resiste nuestro pueblo al terrorismo de estado y al secuestro en Venezuela.

 

El brillo en la reinventada sonrisa de Ingrid me hizo sentir esperanza en medio de tanta pena.

 

Venezuela, como lo fue Ingrid, es un país secuestrado por bandoleros de verde oliva que obedecen a los despiadados designios de Fidel Castro. Su ideología es el narcotráfico terrorista; su política, las cadenas y las balas; su diálogo, el secuestro.

 

Antes de verme conmovido a abrazar por horas a Ingrid y llorar con ella su selva, su vejación, antes de tocar sus heridas, que son las mías, que son las nuestras, que son las de los pueblos de Latinoamérica secuestrados por los fusiles del comunismo y los grilletes de la corrupción chavista, me despedí rápido de ella, quería escribir…, quería escribirte a ti joven venezolano.

 

Pienso en la virtuosa y aguerrida Sairam, pienso en su secuestro, pienso en el secuestro de Venezuela y sus cómplices.

Las babas del “profe”

A la histérica doña académica algunos la llaman “profesor”. Él prefiere que le digan “profe” es más chic y lo acerca más a sus codiciadas alumnas -a veces a algún alumno, lo sabemos, profe- que desea embaucar para, luego de un carnal chantaje calificatorio, poder montar su flacidez moral sobre esa piel tensa y tersa que morbosea, para desparramar su trastorno sobre ese bello pensamiento nuevo.

 

Al profe lo conocí en una de esas fumadas reuniones que realizaba el grupito de viejitos verdes del pensamiento venezolano en la colina mística de los sabelotodo.

 

Recuerdo que entré al recinto donde alucinaban sus entelequias las mulas sagradas de la política y las vacas cansadas de la intelligentsia venezolana y ubiqué de inmediato al profe, yacía arrellanado en un cómodo sillón victoriano, su borrachera diaria lo había vencido -otra vez-, de las comisuras de su agrietada boca corrían dos hilitos de acuosas lombrices, eran sus babas.

 

Estaba dormido, llevaba años dormido, se levantaba espasmódicamente para erradicar con gritos histéricos a los monstruos que habitan sus pesadillas.

 

Me sorprendió, no puedo ocultarlo, me sorprendió mucho: ¿es esto un intelectual en Venezuela? ¿A esa carcajada humana le delegamos el pensamiento crítico? Con razón Chávez los hizo polvo cósmico.

 

Pese a sus remedos, repeticiones, rebuscamientos y berrinches no le di mayor crédito, en él no había espíritu, en él no había nada, sólo adorno y pose, sólo sueño y baba, era un churrigueresco don nadie académico.

 

Lo más peculiar del profe era el carnaval de colores en su tinte de pelo, sí, el doño intelectual, el reflexivo sociólogo del miss Venezuela, el postizo contestatario de peluquería, tenía pintado los escasos rulitos que le quedaban para asemejarse al verdadero ícono de su generación: Osmel Sousa.

 

En mi vida jamás había visto algo más parecido a la estirada y plástica matrona, con su fino zapato coronándole la cabeza como tocado, de la película Brazil de Terry Gilliam que el profe.

 

Su nostalgia de congresista, de asesor caza bobos y de chillón acomodado y excéntrico de la cuarta república, lo impulsa, lo obliga a ser alguien, sea lo que sea, cualquier vaina, pero alguien. Y lo ha logrado: es el zar del show travesti en el bar del pensamiento universal en Venezuela.

 

Su banalidad, su espíritu acomodaticio y frívolo, su whisky como arma, su olímpico desprecio por los valores humanos y por la realidad venezolana, no le permiten ilustrar, sólo babea.

 

Lo curioso es que todavía existe aquél que enjuaga su ineptitud en sus babas.

 

El dialogismo feroz

 

Entre borracheras, soñolencia, morbosidad y voyerismo, sumido en su nube de incienso y salpicado de whisky y marihuana, completamente enajenado de la realidad, el profe piensa que el dialogismo es tan sólo una exquisita figura literaria. Hay que usarla.

 

Claro, en su afán de masturbarse frente al espejo, de amarse a sí mismo por sobre todas las cosas, el profe piensa que el diálogo es cosa de uno solo, no se da cuenta que mientras él se lo propone a sí mismo -y a sus babeados- fuera de los límites exteriores de su espejo están secuestrando, encarcelando, asesinando y desbaratando la vida de un pueblo. No hay diálogo en la realidad (que él desconoce), hay represión, extorsión, chantaje y asecho.

 

¿Quién dialoga entre rejas o encadenado, con un frío fusil posado en su frente?

 

El profe es feroz con su alumna Venezuela, chorrea babas de rabia contra quien no obedece sus vociferaciones, se jala los pocos rulitos teñidos que le quedan e insulta a diestra y siniestra para que el pueblo -alumno- se digne a remojarse en su saliva.

 

Aunque no acierta una, él es un profe, el profe, ¿cómo es posible que nadie le pare ni media bola? Se histeriza, le pondrá al pueblo rebelde cero uno.

 

Los alumnos, más bien, Venezuela está alertada, fue la generación del profe -y sus salpicadas babosadas- la que perdió la batalla histórica con el infame comandante Chávez, fue su generación la que no combatió con firmeza la peste ideológica, fue la generación de las histéricas doñas académicas en gran medida la responsable de la debacle.

 

¿Permitiremos que el profe siga pontificando sus babas?

 

¿Hasta cuando?

 

“Por mi raza hablará su espíritu”

 

Mucho del secuestro ideológico y político del que somos víctimas se debe a la vanidad del profe. Venezuela se enfermó no sólo por falta de valor y de principios, se apestó por falta de crítica sensata y visión, por falta de espíritu.

 

Le robo a Vasconcelos el lema que signa a la Universidad Autónoma de México (UNAM): “por mi raza hablará mi espíritu” para reivindicar la fuerza espiritual y moral que le ha impuesto la juventud al siglo XXI en Venezuela, en especial sus estudiantes.

 

Hemos renacido como nación gracias a ellos. Somos referencia mundial por su entrega y compromiso. No le hablan al espejo, le hablan a las calles de la historia. No se duermen, luchan. No permiten que nadie califique su valentía, arremeten con su fuerza y fe, con su convicción y esperanza, contra los tiranos. No babean, sudan.

 

No hay profe que pueda enseñarles en un pizarrón lo que significa la libertad porque llevan a la libertad en su corazón, late en su alma. Saben que no hay diálogo sin dignidad, saben que no hay diálogo si no liberan a los secuestrados, saben que no hay diálogo si no hay democracia y en Venezuela esa palabra está dormida.

 

Por su generación hablará su espíritu, ya no hay babas, hay sangre, sudor y lágrimas que reinventarán nuestra sonrisa cuando alcancemos nuestro sueño de libertad.

 

Nuestro sueño de justicia y libertad…

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

La lepra chavista

Posted on: agosto 23rd, 2014 by Super Confirmado No Comments

“Dios les dijo a Moisés y a Aarón:

Leproso es inmundo.

Y el sacerdote lo declarará inmundo:

en su cabeza tiene llaga”

Levítico 13, 44 (Sagrada Biblia)

 

La palabra de Dios

 

Como exhibe el epígrafe que empleé en esta entrega fue Dios quien se pronunció de manera tan hinchada y ofensiva respecto a los leprosos, no yo. No tengo la sabiduría del verdadero y único supremo Creador como para mandarme semejante dictamen. Él lo sabe y conoce todo, yo sólo sé que no sé nada y en Venezuela menos.

 

Soy un pecador y pese a que mi pensamiento, palabra, obra y omisión son bastante altaneros, no me aventuraría a llamar a nadie inmundo por leproso. Sólo el Todopoderoso tiene esa facultad.

 

Aunque…, pensándolo bien y haciendo un ligero ejercicio de conciencia: uno debe emular al Creador, uno tiene la obligación espiritual de proceder como Él, hay cierto tipo de lepra política e ideológica que, por su inmundicia moral, sí me atrevería a estigmatizar.

 

Siempre hay una primera vez, ésta es la mía.

 

La lepra chavista

 

La lepra es una enfermedad tan histórica como el hombre. Se menciona a este mal entre las diez plagas que causaron la debacle del Antiguo Egipto, existen esqueletos egipcios de hace cuatro mil años que conservan residuos de la peste.

En las sagradas escrituras judeocristianas se le concede a Dios un severo desprecio a quienes la padecían, los llamaba “inmundos” y se les estigmatizaba aislándolos de la sociedad para evitar males mayores: los leprosos eran obligados a andar con sus vestidos rasgados, con la cabeza rapada y vociferando: “¡Soy Inmundo!” ¡Soy Inmundo” (como deberían de andar hoy Diosdado Cabello, Cilia Flores, Jorge Rodríguez, entre muchos otros; en su caso no hace falta que lo vociferen, su lepra moral es notoria).

 

La lepra es una enfermedad infecciosa y puede ser muy contagiosa si los infectados no reciben el tratamiento adecuado. La produce la bacteria Mycobacterim leprae que tiene un efecto semejante al que Chávez tuvo en el tejido social y político venezolano: todo lo que toca lo ulcera y pudre.

 

Con la bacteria infecciosa Leprae Chávez la palabra “todo” realmente significa “todo” (lo ulcera y pudre): economía, justicia, cultura, instituciones públicas, derechos humanos, cárceles, moneda, educación y, peor que nada, el venezolano, todo.

 

El antídoto o vacuna contra este tipo de lepra -moral- chavista y contra sus ulcerosas consecuencias: infecciosa corrupción, contagioso cinismo, purulento nuevo riquismo y violación pandémica de la ley y de los derechos humanos, no se conoce.

 

La peste se ha convertido en una singular plaga histórica. Venezuela está infectada de su podredumbre y necesita cura.

 

De eso se trata esta entrega: identificar la peste, estigmatizarla y aislarla para salir de ella y sanar a Venezuela.

 

Estereotipo del apestado

 

La expresión: “Dime si eres chavista y te diré quién eres” es muy relevante para detectar con facilidad esta maligna infección en el alma del venezolano.

 

Cualquiera que a estas alturas todavía se atreva a decir que es “chavista” probablemente esté infectado. Sin embargo, hay que recalcar que no todos los chavistas lo están. Créanme existen los ingenuos.

 

Los que no se salvan, los que están apestados hasta las entrañas son los chavistas que, como bacterias leprosas, están adheridas -y trabajan- al tejido burocrático de esta inmunda dictadura, esos son los inmundos que con su perversidad pudren a Venezuela.

 

Se les reconoce fácil la lepra, no ocultan sus llagas: son corruptos, criminales, guapetones, nuevos ricos (alardean sin ningún estupor: relojes, vestimentas, lujos, aviones, yates, corbatas Louis Vuitton, ridículos zapatos Gucci); son cínicos, asesinos, violadores de derechos humanos, carceleros, flojos, improductivos, saqueadores del tesoro público, habladores de güevonadas socialistas y siempre pseudo revolucionarias. Pasean a sus perritos “Fifi” a cuestas, son los Kardashian o Hilton de la chabacanería. El estereotipo se reconoce a leguas: apestan.

 

Nadie se salva. Leprosos como Nicolás Maduro, Rafael Ramírez, Cilia Flores, Diosdado Cabello, Elías Jaua, Rodríguez Torres, Pedro Carreño, Jorge Rodríguez, ministros, jueces, el etcétera es larguísimo, son los más infecciosos portadores de la peste. Por cierto, como todo mal, la enfermedad se recicla y nutre entre sí.

 

A detrimento de lo que señalan dos apestados como Luis Vicente León y Oscar Schemel, el pueblo en su mayoría no está infectado de lepra chavista, sólo el lumpen criminal que vive de esta horrorosa peste la padece.

 

Son minoría, el primer protocolo es el diagnóstico: señalarles su peste e inmundicia.

 

Como la infinita sabiduría de Dios dictamina: hay que marcarles el estigma.

 

Las 10 plagas de Venezuela y su cura

 

Según el libro del Éxodo en el Antiguo Testamento fueron 10 las plagas de Egipto que acabaron con el esplendor de aquella civilización. Nosotros las padecemos todas: sangre; ranas (países del Alba); moscas (los Castro); animales silvestres (los enchufados); pestilencia (Miraflores); lepra (la chavista); granizos de fuego (los gargajos de Diosdado); langostas voladoras (los chinos y rusos); oscuridad (Derwick); y la muerte del primogénito (Hugo Chávez).

 

Pero padecemos además otras peores más difíciles de curar porque son morales: perversión, corrupción, cinismo, indolencia, bravuconería, etc.

La lepra chavista es muy visible en nuestro país, basta ver las desconsoladoras imágenes que están apareciendo en las redes sociales e internet en las que aparecen angustiados venezolanos haciendo largas colas para signar con su huella su humillación, mendingado papel higiénico o lambuceando gotas de leche, en ocasiones amarrados por los hilos de la barbarie, golpeándose entre sí, arañándose o jalándose de las greñas por un jabón, para entender lo apestados que estamos como sociedad.

 

Por otro lado, los niveles de mortandad que ha traído a Venezuela esta peste histórica chavista no tiene parangón en nuestra vida republicana. Hay que parar la leprosa peste.

 

Para algunos será políticamente incorrecto este artículo, pero es sin duda moralmente necesario. Si no estigmatizamos y aislamos la inmundicia que la peste chavista nos ha traído, como el Dios todopoderoso aconseja, las generaciones futuras serán víctimas de esta enfermedad y la Venezuela posible y anhelada jamás sanará.

 

Me tocó a mí lanzar el primer estigma, lo hago como buen devoto y lector de las Sagradas Escrituras. No dice alguno por ahí que el tiempo de Dios es perfecto, bueno hagámoslo perfecto nosotros mismos.

 

No dejemos que la lepra -moral- chavista nos pudra nuestra bella alma venezolana, ayudémonos unos a otros a salir radicalmente de la peste.

 

Gustavo Tovar Arroyo

Entre la humillación y la protesta: tú

Posted on: agosto 16th, 2014 by Super Confirmado No Comments

Heridas que sanan y grietas que se cierran
Dime tus propias políticas.”

Coldplay (Politik)

 

El decaimiento venezolano

 

De tanto dolor, de tanta tristeza y frustración, los venezolanos hemos renunciado a la clemencia. Vivimos ansiosos, eclipsados, aturdidos, con un hacha política en la mano.

 

La peste chavista nos ha envenenado el alma, estamos contagiados de malicia, somos un pueblo con llagas.

 

La única cura para sanar heridas y cicatrizar la grieta en nuestro corazón será alcanzar la libertad, liberarnos de la perversidad chavista.

 

No hay otra.

 

Sólo un santo puede permanecer inmune y expresarse con piedad y moderación en estos tiempos de laceración y tortura. Pero no somos santos ni pretendemos serlo, somos venezolanos a secas sufrimos, lloramos y vociferamos el decaimiento del país. No puede haber resignación ni silencio.

 

Hay que luchar.

 

Santos, cínicos o miedosos

 

Decía antes que sólo los santos podían expresarse con piedad y moderación en tiempos de laceración y tortura, fui inexacto, también se pronuncian así los cínicos.

 

¿Quién tiene inmunidad emocional ante esta debacle? Nadie, ni los chavistas.

 

Ver a esa plaga de perversión y corruptela que son Maduro, Cilia, Diosdado, Ramírez, Carreño, Ameliach, Vielma, Jorge Rodríguez, Rodríguez Torres, devorarse al país, arrasar todo a su paso, perseguir, encarcelar, torturar y asesinar a venezolanos como tú y como yo que sufren y vociferan su repudio, y tener la desfachatez de darles la mano y abrazarlos no es ejemplo de santidad, es algo peor, más rudimentario y bajo, es cinismo.

 

No protestar, así sea negándole el saludo a los verdugos de la patria, nos niega y humilla como venezolanos. Lacera la esencia libertaria que nos constituyó como nación independiente.

 

El problema de algunos de los líderes opositores que no protestan, es que no tienen la más remota idea de qué hacer contra la tiranía y cuando entienden que la única manera de reivindicar la dignidad del pueblo es protestando en la calle les da pánico, tienen miedo, prefieren humillarse una y otra vez hasta que el santo tiempo de Dios sea perfeccione.

 

Para ser la Venezuela aspirada no urgimos de santos, cínicos o miedosos: necesitamos venezolanos como tú dispuestos a levantar el hacha de la política sin clemencia para liberarnos del chavismo, que todo ha podrido.

 

Protesta, critica y niega a los autócratas y a los humillados, aíslalos hasta que se den cuenta que no es sólo su destino el que está en peligro, es el de Venezuela.

 

Cúrate, grita, lucha, ejerce tu poder: sé venezolano, sé tú.

 

El poder constituyente

 

Trotsky supo razonar con sencillez el cómo se forma una república. Al margen de su dialéctica revolucionaria y sus taras marxistas, el ruso acertó en señalar que la formación de una república dependía de la fuerza y convicción del “poder constituyente”, es decir, del pueblo, de la gente, de la sociedad, de nosotros, de mí y de ti.

 

Tú eres Venezuela, yo soy Venezuela, él y ella son Venezuela, nosotros somos Venezuela, mientras usemos nuestro poder para constituirla, Venezuela prevalecerá. Si nos humillamos y cedemos, morirá.

 

Las repúblicas no son invenciones abstractas ni idealizaciones teóricas, son realidades públicas creadas por ti y por mí, por nosotros. Los poderes públicos, es decir, el “poder constituido”: Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Consejo Nacional Electoral (CNE), Asamblea Nacional (AN) y Presidencia, son poderes constituidos por nuestra voluntad.

 

Si nosotros constituimos su poder, también se lo podemos disolver: rechazándolo, protestándolo, desconociéndolo.

 

No es nuevo en la historia de la humanidad el que los pueblos el poder constituyente se rebelen contra el poder constituido cuando éste lo usurpa y lo ejerce de manera despiadada, corrupta y tiránica.

 

Lo ideal en democracia es hacerlo a través del voto popular (fidedigno, transparente y limpio), pero cuando el poder constituido (ejecutivo, electoral, etc.) ha viciado las condiciones electorales para hacer del voto un acto fraudulento e ilegítimo, el poder constituyente, es decir, el pueblo, tú, yo, él, nosotros, tenemos que desobedecerlo y protestar, y en el último de los casos rebelarnos ocupando los poderes constituidos (la AN, la Fiscalía, Miraflores, el TSJ, gobernaciones y alcaldías) hasta que el cambio se realice. No hay opción, es nuestra obligación si no queremos ser un pueblo humillado.

 

Si se hace de manera masiva y total, si la protesta nacional del poder constituyente logra ocupar físicamente todos los poderes públicos, el cambio será irreversible.

 

Ese es el verdadero desafío hacia la libertad: organizar una ocupación nacional de todos los poderes usurpados.

 

Las condiciones electorales y la protesta

 

Primero Justicia sugiere que el acuerdo de la oposición debe de ser lograr la “unión” ante una humillantes y seguro fraudulentas elecciones parlamentarias. Voluntad Popular, por su parte, más ambicioso y visionario, propone unirnos para cambiar el sistema de raíz y llama a una Asamblea Nacional Constituyente, cuya elección también será fraudulenta.

 

Nadie habla de luchar o protestar “unidos” para alcanzar masiva y unánimemente unas condiciones electorales transparentes, justas, legítimas. Nadie. Antes de realizar unas humillantes elecciones parlamentarias o invocar una elecciones para una Constituyente, hay que exigir “unidos”, protestar “unidos”, para lograr una condiciones electorales justas.

 

Hemos escuchado que estamos ante una dictadura, que las elecciones son ilegítimas, que en cada elección se rompen los récords anteriores de abuso, parcialidad y fraude, pero inexplicablemente se le pide al poder constituyente, es decir, al pueblo herido, agrietado y frustrado de Venezuela, a ti y a mí, que nos dejemos humillar otra vez en otras elecciones pervertidas y fraudulentas.

 

¿Vamos a volver a decaer en una nueva y segura frustración? ¿Por qué no exigir “unidos” condiciones electorales justas, no mínima ni aceptables: justas, como deben de ser?

 

Esa es la lucha que hay que dar, la lucha que impondrá las bases reales de la democracia. Si la damos cambiaremos al país. Si la evitamos la devastación será aun peor. La peste chavista pervivirá.

 

Entre una nueva humillación electoral o una protesta permanente y masiva que reinvente al país estás tú. Decide qué Venezuela quieres ser: ¿la humillada o la libre? Las condiciones electorales justas son las bases de la reinvención. Se tienen que conquistar.

 

Dale corazón y alma a tu poder constituyente. Vocifera, lucha, organiza tu rabia, protesta, sé tu propia política, cúrate del chavismo, libérate de su malicia.

 

Sé Venezuela a secas sin santidad, sin cinismo ni miedo.

 

Sé tú.

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Venezuela heroica está en ti

Posted on: agosto 9th, 2014 by Super Confirmado No Comments

“¡Libertad!, ¡Libertad!,

cuánta sangre y cuántas lágrimas

se han vertido por tu causa…”

Eduardo Blanco

 

La gloria de nuestro bravo pueblo.

 

El debate psicológico de cada venezolano ha sido, es y será siempre entre la barbarie y la civilización. Tú y yo somos parte permanente de ese debate.

 

La gloria de nuestra bravo pueblo ha consistido en saberse liberar del yugo de la tiranía, respetando la ley y actuando con virtud y honor. Recalco: con virtud y honor, no agachándole la cabeza al tirano para que nos imponga sus cadenas, ni estrechándole la mano al vil egoísmo, mucho menos “dialogando” con su despotismo, todo lo contrario, gritándole con brío ¡muera la opresión!

 

Para liberarnos de cada una de las tiranías que hemos padecido a lo largo de nuestra historia hemos tenido que bregar y luchar con grandeza de espíritu y heroísmo. Nuestra literatura está repleta de ejemplos.

 

En esta entrega me haré eco de algunos de esos títulos para mostrar que sólo con bravura y heroicidad civilizadoras lograremos vencer al despotismo chavista.

 

La barbarie: devoradora de hombres

 

Rómulo Gallegos escenificó mejor que nadie este dilema venezolano entre la barbarie y la civilización en su inmortal Doña Bárbara. La devoradora de hombres, Doña Bárbara, había impuesto su tiranía en la región y Santos Luzardo decidió enfrentarla con virtud y honor, respetando la ley, pero en vista de que no le fue posible vencerla así, cambió de estrategia, usó su bravura y brío, levantó la voz y de ese modo bajó las cadenas y acabó con la opresión.

 

Ni diálogos ni circos, luchando en las calles de la llanura.

 

Lo que hay que distinguir de manera personal, tú y yo, cada quien en su intimidad, es si estamos ante una tiranía que nos lleva a la barbarie, si de algún modo el chavismo nos impone su vil egoísmo, su despotismo y su opresión, pero, sobre todo, si como venezolanos aspiramos a vivir civilizadamente en libertad.

 

Si es así, para quitarse las cadenas habrá que luchar.

 

La Venezuela heroica está en ti

 

Nunca ha sido fácil luchar contra una tiranía; no lo es tampoco en la actualidad.

 

Eduardo Blanco nos lo narra con romántica exactitud en su Venezuela Heroica. Cuánto se luchó, cuánta sangre se derramó y cuánto dolor se ha causado a la nación en nombre de la libertad y de la civilización. Centenares de batallas libradas por nuestros más insignes hombres para lograr que hoy nuestra nación tenga ese bello nombre que es Venezuela.

 

Eran venezolanos como tú y como yo, desconocidos de su tiempo, relámpagos de su momento histórico, incomprendidos en su furia, acusados de “radicales”, que decidieron enfrentarse a una tiranía y vencerla a como diese lugar.

 

No les importó ni el desprecio ni las etiquetas, lucharon, bregaron e impusieron la libertad. Del fondo de su ser emergió esa Venezuela heroica que hoy encumbra nuestro gentilicio, que hoy nos signa como nación.

 

Esa misma heroicidad la veo hoy en ti, siéntela, muéstrala, es hora de liberar y civilizar a la nación. Es tu tiempo, mi tiempo: nuestro tiempo.

 

Memorias de Un venezolano de la Decadencia (siglas MUD)

 

José Rafael Pocaterra nunca se habría imaginado que un apóstata del chavismo (como yo), le robaría su título para caracterizar no sólo a los tiranos de la época: el chavismo, sino además a los obsecuentes opositores que se le humillan y rinden.

 

Así como hay heroicidad en nuestra historia, lamentablemente también hay decadencia. Y si el período de Gómez representó una decadencia devastadora, el de Chávez lo representa aún más (por su perfidia y cinismo).

 

Los tiranos de ahora han hecho lo mismo que los de entonces: perseguir, encarcelar, arruinar y asesinar a aquellos que luchan por la libertad y la justicia; lo paradójico de esta época es que muchos de los supuestos opositores le dan la mano a la tiranía, peor aún, cometen el exabrupto de solidarizarse con ella y culpar a quienes han luchado heroicamente contra su barbarie.

 

En estos aciagos días de “diálogo” y negociación se han escrito varias memorias de venezolanos en decadencia. La Rotunda tuvo su memoria de la infamia; el Helicoide y Ramo Verde también la tendrán.

 

Puros hombres

 

Las cárceles venezolanas son pocilgas inhumanas, campos de concentración social y política. Las del chavismo son las peores que han existido en nuestra historia. Una desvergüenza de insensibilidad y cinismo.

 

En su novela Puros Hombres, que nos deja electrizados de principio a fin, Antonio Arraiz nos muestra lo más crudo de la barbarie venezolana a través de sus cárceles.

 

“Puros hombres” y “puras mujeres” serán aquellos que logren sobrellevar la represión, la cárcel y la tortura, y que además, con enorme fuerza espiritual y heroicidad, logren conquistar la libertad y civilizar de una vez por todas a Venezuela.

 

La brega será ardua y más compleja que antes porque en esta ocasión no nos alzaremos en armas ni guerrearemos con el enemigo, usaremos la fuerza bruta de las ideas, la tiranía de las leyes y la virtud y honor de la noviolencia.

 

Una Venezuela inédita, más civilizada, más humana y libre, más pura, nacerá si lo logramos.

 

Ese es el desafío de este siglo, tu desafío, mi desafío: nuestro desafío, como compatriotas fieles, nuestra fuerza debe ser la unión.

 

La rebelión popular de 1814

 

Cuando Juan Uslar escribió La rebelión popular de 1814 no tenía idea de que en el año 2014, doscientos años después de aquella heroica gesta libertadora, se iniciaría otra rebelión popular también guiada por la juventud insurrecta (los estudiantes) imponiéndose a los timoratos (los dialoguistas), a los mercaderes (los boliburgueses) y a los tiranos realistas (los chavistas).

 

La rebelión popular y la Independencia fueron posibles en 1814 debido al infatigable ímpetu de los jóvenes y al coraje de los héroes de entonces. En el amanecer del siglo XXI, el eterno retorno de la historia impone otro reto entre la tiranía y la libertad, un nuevo desafío entre la barbarie y la civilización. Sólo lograremos vencer si domina entre nosotros el ímpetu y el coraje de los héroes que llevamos dentro.

 

Tenemos literatura e historia, tenemos próceres, tenemos la gloria del bravo pueblo, tenemos al pobre en su choza que libertad pidió, tenemos a los estudiantes y a los presos políticos que gritan con brío ¡muera la opresión!, te tenemos a ti y a mí que además llevamos orgullosos a la Venezuela heroica en nuestro corazón.

¡Viva Venezuela y su libertad!

 

 

 Gustavo Tovar Arroyo

 @tovarr

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El chavismo o el bar de la “Guerra de las Galaxias”

Posted on: agosto 2nd, 2014 by Super Confirmado No Comments

Con un puñal en la boca

 

La política en Venezuela se ha convertido en una jungla, hay que transitarla con un puñal -de principios- en la boca si no queremos ser devorados por sus caníbales o sorprendidos por hienas o chacales.

 

El gran desafío de las nuevas generaciones es humanizar esa jungla política y, en alguna fecha no muy lejana, intentar civilizar a los energúmenos que están en el poder y frenar su imposición de la barbarie.

 

Estamos lejos de lograrlo. La dictadura está repleta de animales raros, de monstruosas quimeras y especímenes fabulosos que se han tatuado en la jeta la palabra “chavismo” como símbolo de canibalismo y depredación.

 

Iris Varela, Cilia flores, Pedro Carreño, Hugo Carvajal (por educación, las quimeras primero, los especímenes después) son algunos de los sórdidos ejemplos que impuso el canibalismo chavista a la política de Venezuela.

 

Uno no puede acercarles la mano para darles una limosna -moral- o un pedazo de pan -cultural- porque te la muerden y arrancan.

 

Tienen hambre, mucha hambre.

 

El arte como paréntesis y los huesos de la civilización

 

Permítanme la apertura de un paréntesis. En Venezuela se necesitan los paréntesis para sobrevivir al canibalismo y la barbarie, para recuperar el aire. El arte siempre es el mejor paréntesis. Este artículo es en sí un paréntesis al caos que padecemos.

 

Hace poco, en medio de la asfixia venezolana, decidí escaparme a Pietrasanta, Italia, a la exposición Lapidarium de mi amigo el artista mexicano Gustavo Aceves. Ahí me tope con muchos artistas, entre ellos con Alfonso Cuarón con quien discutí intensamente sobre estética y chavismo.

 

¿Por qué será que en todas las exposiciones de Aceves los pintores, cineastas, poetas, filósofos, músicos y dramaturgos terminan a gritos? ¿Será que con el arte algo se rompe y nace y que a partir del contacto con lo sublime uno siente la necesidad de gritar?

 

La obra de Aceves en general y Lapidarium en particular es un grito que fascina y estremece. Nadie sale ileso ante su estética, todos salimos agitados y admirados.

 

En Lapidarium, la dulzura y la lágrima se anudan en nuestra mirada ante ese naufragio de la civilización que representan los gigantescos y descuartizados caballos ubicados dentro de iglesias (blasfemándolas con su belleza), en plazas públicas y a las orillas de la playa (embelleciéndolas con su pánico).

 

Aceves logra hacernos comprender lo desgarrador que es el desprecio y la discriminación humanas a través de caballos descuartizados que son esquelas, que son lápidas, que son los huesos de una civilización devorada por el canibalismo político.

 

Aceves con su estética nos hace más consciente de los resultados de la depredación humana. Y cuando uno piensa en depredación moral y física instantáneamente uno piensa en el chavismo.

 

La rechoncha y su revolucionario perrito “Fifí”

 

El arte ennoblece y cura, por eso en Venezuela mientras el chavismo prevalezca no habrá nunca nobleza ni cura.

 

La lepra chavista arrasó con todo vestigio de belleza en Venezuela. Se ha prohibido la sensibilidad o la expresión creativa. Han impuesto lo feo y su sucedáneo: lo más feo. Todo se ha vulgarizado. Hacemos largas colas para abastecernos de chabacanería. Nos enumeran en las filas del hambre para tatuarnos la ordinariez.

 

No hay belleza en el chavismo, hay una regordeta cursilería y mucha ridiculez: ¿han visto las patéticas fotos de la rechoncha hija de Chávez regodeándonos su socialismo a través de su revolucionario perrito “Fifí”?

 

Es algo indescriptible por cínico y burdo. Tanta desfachatez, tanta cursilería embrutece y deteriora. Frente a lo sublime y al arte, el chavismo impuso su pestilencia y afeó con la sangre derramada de los venezolanos nuestra cultura.

 

Convirtió la política en un arte despreciable de hienas y chacales.

 

Alfonso Cuarón y la “detestable estética” chavista

 

Alfonso Cuarón fue quien me advirtió sobre este fenómeno. Recuerdo mi irritación con Alfonso porque me señaló que para él lo más patético del chavismo, lo que más abominaba, era su “detestable estética” de burdos militares a un tiempo matones y bufones.

 

“¿Sólo su ‘detestable estética’ es lo que abominas -le increpé irritado- de esos carajos, esos miserables han devastado al país, han encarcelado, torturado y asesinado a la juventud venezolana, han prostituido todas las bases morales de la nación y a ti lo que más te molesta es su ‘detestable estética’? No jodas, Alfonso, te habrás ganado un Oscar, pero de verdad no jodas, deja de gravitar”.

 

Recientemente, cuando vi la postal del militar chavista emperifollado ridículamente como matón de circo o bufón de guerra comprendí la envergadura y relevancia de las palabras de Cuarón y le concedí la razón a su juicio estético: el chavismo no representaba tan sólo otra dictadura feroz y asesina como tantas otras que hemos sufrido en América Latina, esto es algo peor y más grotesco, esto es un exabrupto de vulgaridad y cursilería salpicado por la sangre de venezolanos inocentes.

 

Sólo la sensibilidad fina de un excepcional artista como Cuarón podría captar la sutileza de ese revelador, pero atroz, detalle.

 

La “detestable estética” del chavismo está signada ante la historia universal de la infamia por la ferocidad y la ridiculez, por su desbordado nuevo riquismo y su depredación caníbal que todo devora.

 

El chavismo es un militar estrambótico y cursi, engalanado con medallas de papel y plástico, que pasea a su perrito “Fifí” después de haber asesinado a un joven venezolano que gritaba “libertad” en la calle.

 

El bar de la “Guerra de las Galaxias”

 

La estética detestable del chavismo encuentra pocos símiles en el mundo cinematográfico. El que mejor la figura acaso sea aquella inolvidable imagen del bar de la “Guerra de las Galaxias”: su comicidad malandra, sus quimeras, sus especímenes, sus Iris Varela, sus Pedro Carreño, sus Hugo Carvajal, sus militares emperifollados en una apoteosis del ridículo, las regordetas socialistas cargando a sus revolucionarios perritos “Fifí”, todos monstruosamente unidos en un deposito de narcotráfico, corrupción, extorsión y pillaje.

 

Lo triste es que en Venezuela ese bar monstruoso y singular no es una ficción cinematográfica ni un sofisticamiento estético, sino una cruda y sangrienta realidad.

 

Hay pocos paréntesis para el arte en esta asfixia que genera el chavismo, pero hay mucha sensibilidad y fuerza creativa para imponer la estética de la libertad y su grito.

 

Esa sensibilidad y fuerza creativa la representan los jóvenes y los estudiantes. Su desafío es imponer la civilización a la barbarie.

 

El puñal -de principios- está en su boca, la estética cambia. Son artistas de una sociedad que fascina y estremece porque crea libertad.

 

Su obra de arte será Venezuela.

 

@tovarr

Falacias de un Capriles extraviado

Posted on: julio 27th, 2014 by Super Confirmado No Comments

“Se perdía en divagaciones desconcertantes y en circunloquios plagados de contrasentidos, dando la impresión de que las ideas corrieran por entre los escombros de su cerebro como sombras locas, buscándose y evitándose al mismo tiempo.”

Rómulo Gallegos

 

La reflexionar como condena

 

En Venezuela reflexionar se ha vuelto una condena. Nuestra insoportable levedad de ser venezolanos nos impide el debate crítico, pese a que el debate, la confrontación de argumentos ensancha nuestra interpretación de las cosas y afina nuestras conclusiones.

 

La conciencia crítica y el debate nos desmarca del oscurantismo borrego de los muduristas. Debatamos, seamos críticos. No seamos nunca maduristas.

 

De cualquier modo seré cuidadoso y sensible en esta larguísima entrega, no quiero herir sentimientos. Hablaré sobre Henrique Capriles quien por merecer mi respeto, merece también mi crítica.

 

La desmembramiento nacional lo exige.

 

El buen Henrique…

 

En su momento Capriles se ganó a pulso el reconocimiento y liderazgo nacional, logró restaurar la esperanza desvanecida del venezolano y movilizar al país en una admirable carrera presidencial que marcó un antes y un después en el modo de hacer política, ante toda adversidad, en América Latina.

 

Logró persuadirnos y convencernos, logró enaltecernos y movilizarnos para luego de lograr su difícil objetivo desvanecerse y extraviarse inesperadamente en un laberinto de falacias que le han valido toda suerte de descalificaciones y epítetos y acaso una irreversible pérdida de liderazgo: difícilmente se volverá a confiar en él, es voto perdido.

 

El buen Henrique se ahogó en la orilla.

 

La falacia trepadora

 

Una falacia es un argumento falso que aparenta ser verdadero para inducir a engaño. La política venezolana es abundante en ellas: simulaciones, descaros, engaños y medias verdades son la hiedra trepadora que abarca nuestro discurso.

 

No es nuevo. Chávez las utilizó y perfeccionó hasta el paroxismo. Entre perorata y arenga cambió el sentido de las palabras y pervirtió las realidades: todo era una falacia, una corrupta y perversa falacia.

 

Nadie se salva, ni tú ni yo, nadie. Yo, por ejemplo, que no sé disparar soy un conspirador. Chávez, que asesinó a centenares de venezolanos, dicen que es la reencarnación de Cristo.

 

Pienso que Capriles, desorientado como quedó después del fraude electoral -esa irreparable deuda moral e histórica que tiene con el pueblo venezolano y que no está dispuesto a pagar- y su inexplicable inutilidad como líder para hacerla efectiva se dejó hechizar por las falacias y las usa sin medida.

 

Una tras otra, sus falacias profundizan su extravío.

 

La falacia democrática

 

¿Alguien en su sano juicio se imagina a Rómulo Betancourt dialogando con Pedro Estrada o Pérez Jiménez después de haberlos llamado corruptos, ilegítimos, criminales, ladrones, Al Capones o toripollos? No, verdad. Yo tampoco.

 

Sin cometer el desplante de comparar tipos o niveles de dictadura, no es el objetivo de esta entrega, podríamos debatir en cualquier espacio que la dictadura chavista ha sido más dura y perjudicial para Venezuela que la dictadura perezjimenista.

 

En ambas, las libertades políticas han sido negadas, se ha perseguido, torturado y asesinado a miembros de la oposición. La dictadura chavista ha perseguido a todos los sectores sociales: iglesia, medios de comunicación, empresarios, sindicatos, artistas y políticos; nadie que le hubiese significado disidencia se salvó. El perezjimenismo se afincó especialmente en los políticos.

 

En la dictadura madurista los derechos sociales, económicos y judiciales de los venezolanos están a expensas de los antojos de los jefazos de la nomenklatura, las instituciones y poderes públicos responden escandalosamente al régimen y no hay espacio social que la peste chavista no haya suprimido. En el perezjimenismo ni fue tan grave ni fue tan despelotada la persecución, de hecho el sector económico y social vivieron tiempos boyantes y los poderes públicos, al menos la justicia, no estaba tan parcializada.

 

Sin embargo, Capriles insiste en la falacia de señalar que Venezuela no estamos en una dictadura sino que padecemos tan sólo un mal gobierno, que con la fuerza electoral apoyada por “millones de votos” la erradicaremos. A diferencia de Betancourt, Capriles le da la mano, se sienta a dialogar y hasta recibe órdenes de quien le robo las elecciones.

 

Por otro lado, ofrece una desconcertante falacia señalando que en esta “democracia” única en su género no se gana una elección por la mayoría, así sea de un voto o cientos de miles de votos, en esta “democracia” con un mal gobierno hace falta ganar por millones de votos para que se efectiva la victoria.

 

¿Qué?

 

Uno lo escucha y no sabe si reírse o llorar. Pide además que ese millón de votos sea contabilizado por un Consejo Nación Electoral (CNE) que él mismo ha llamado fraudulento, corrupto y ventajoso para el régimen.

 

Muy falaz.

 

La falacia electorera

 

Capriles en sus desconcertantes divagaciones, sin explicación ni justificación, después de señalar que el CNE está secuestrado por el régimen, que no es confiable, que los procesos electorales están viciados, que él fue víctima de un fraude electoral, que el régimen le robó las elecciones presidenciales, después de mostrar con eficacia las pruebas del fraude, de acudir a cuanto tribunal existe en el planeta para probar la veracidad de sus afirmaciones, de señalar que el chavismo es abusivo en cada evento electoral, que usa obscena y criminalmente los recursos del Estado para beneficiar a los candidatos de la dictadura, que se vale de toda suerte de artimañas para “entubar” el voto presionando a través a los votantes a través de asaltos comerciales, dádivas o improvisados planes sociales, coaccionando a los empleados públicos y un largo etcétera de ilegalidades fraudulentas (fíjense que ni siquiera toco el tema del fraude electrónico, que también existe), apunta la falacia electorera de que la única forma de salir de esta barbarie es por la vía de los votos, que como dije antes contará ese sistema cuasi africano de elección, inaceptable en ningún país de mundo, manejado por el corrupto CNE (la dictadura) y concluye con la perla de que no obstante lo anterior la victoria tienen que ser por millones de votos, no uno, no cien mil, como en todas partes, millones.

 

Uno se pregunta: ¿no se dará cuenta de la falacia que dice?, ¿a quién aspirará engañar?, ¿será que sólo busca engañarse a sí mismo?

 

La falacia del inmaculado

 

Henrique Capriles es un buen hombre, ni quien lo dude. Su vocación como servidor público no sólo es loable, es admirable. Su dedicación es sincera e infatigable. Podría ser un extraordinario voluntario de la Cruz Roja o un misionero de alguna congregación mariana (¿las Misioneras de la Caridad en Calcuta?), podría ser gobernador, alcalde, diputado, ministro, pero no creo que tenga el temple ni el rigor para ser Presidente y enfrentar a los criminales que dirigen la dictadura. No pudo liderar una justa y obligatoria protesta popular cuando le robaron las elecciones, no puede hoy que se burlan de su diálogo y de “debilidad”, no podrá mañana contra el afianzamiento del narcoestado. Se burlarán de él, lo sacarán del poder en una semana.

 

Señaló como buen misionero -dándose golpes de pecho- que él no defendió su victoria electoral porque no quiso arriesgar vidas humanas, usando la falacia del inmaculado.

 

Uno se pregunta: ¿qué haría como Presidente si los cubanos, los colombianos, los gringos o los guyaneses nos invadieran? ¿También recularía? ¿No defendería a la patria? ¿No arriesgaría vidas humanas?

 

Su falacia del inmaculado es un contrasentido nacionalista que demuestra una peligrosa flaqueza de carácter que nos tiene hoy a la deriva.

 

Pregunto: Si no pudo reivindicar una victoria electoral, si no puede exigir condiciones democráticas limpias, ¿cómo podrá defender a la nación ante situaciones más delicadas.

 

Un país no necesita inmaculados para que lo defiendan, necesita hombres de estado. Además, si no ha logrado poner en orden a la MUD, ¿cómo carajo va a poner en orden al país?

 

Difícil, muy difícil.

 

La falacia de las falacias

 

Henrique dice -se jacta- en señalar que nadie como él conoce a Venezuela porque ha visitado barrios, caseríos, recónditas pobladas rurales y demás arrabales. Esta es la falacia de las falacias.

 

Para conocer a un país hace falta mucho más que eso. Hace falta conocer su historia, su literatura, sus cantos, su poesía, hace falta amar a una venezolana, tener un hijo o muchos hijos, entender el himno (sobre todo aquello de la “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”), seguir el furioso y visionario ejemplo de los padres de la patria, comprender a los fundadores de la democracia (Betancourt, por ejemplo), visitar universidades y liceos, dialogar por igual con todos los sectores sociales sin complejos, militares y civiles, los productivos y los improductivos, los emprendedores y los empleados, ser parte de ellos, soñar con ellos. No sólo un sector, todos los sectores.

 

Para “conocer” a un país hay que sentirlo, vibrar con él, no sólo prestar loable asistencia a los más necesitados (que hay que hacerlo), para “conocer” a un país hay que ser parte de su conciencia, entender sus ritos y su cultura, soñar en grande y luchar por esos sueños, no recular, no acobardarse, encarar con virtud y honor, no falacia, las dificultades, sobre todo cuando se trate de reivindicar libertades y derechos del pueblo.

 

Recomendaría al buen Henrique para que conociera mejor a Venezuela y dejase el extravío en el que anda que leyera -imagino que no lo ha hecho por su conducta- Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, que intente ser menos “Santos” y más Luzardo para que Mr. Danger Diosdado Capone no se lo coma vivo, que imponga con coraje la civilización a la barbarie, que no se justifique ni se escude entre falacias, que reconozca su error y luche como lo han hecho los más admirables y apreciables venezolanos de nuestra historia: gritando con brío muera la opresión, como compatriotas fieles porque la fuerza es la unión.

 

Si el buen Henrique conociera como dice a Venezuela, sabría, que el venezolano sea humilde o ilustre, de barrio o de universidad, es crítico y no soporta, no respeta, no sigue a los humillados…

 

 @tovarr

La cárcel de Leopoldo y tu libertad

Posted on: julio 19th, 2014 by Super Confirmado No Comments

El escupitajo heredado de Hugo Chávez

 

Hugo Chávez siempre nos despreció y maltrató como pueblo. En su primer arrebato político la madrugada del 4 de febrero mató -por la espalda- a centenares de venezolanos inocentes. Así comenzó su historia: escupiéndonos sus balas asesinas.

 

Resistimos sus embates de todas las maneras posibles. Lo resistimos a él y a la pandilla de asesinos que lo acompañaron. La resistencia fue la palabra clave.

 

Creo que el sátrapa se equivocó al menospreciar la capacidad de resistencia del venezolano y en especial la de sus estudiantes. No contaba con la voluntad de la juventud, para él esa indómita voluntad era desconocida.

 

Los estudiantes lo arrostraron, desafiaron y vencieron, más aún, lo embalsamaron sin disparar una bala, resistiendo y desenmascarando su cinismo. La historia los encumbró.

 

Sin embargo, despiadado como era, el desprecio de Chávez por Venezuela lo obligó a hacernos su última y más perversa maldad: heredarnos a su amado gargajo Nicolás Maduro como memoria penosa de su saliva.

 

La vergüenza nacional no debía cesar, debía exacerbarse. Así nos embadurnó sus babas, ¿lo huelen?, ¿lo sienten? Se escurre entre nosotros.

 

Nicolás, el primer damo de Chávez, obediente como siempre fue a los designios de su muy amado, ha exacerbado el perverso libreto político del chavismo: persigue, hiere, encarcela, tortura, sodomiza y asesina a la resistencia; su estupidez no da para más.

 

Mucha de la disidencia opositora se acobardó y se rindió olvidando las mejores estrofas del himno nacional, agacharon la cabeza para ofrecérselo al yugo opresor, le dieron la mano al cinismo, dialogaron con él, negociaron.

 

Otros no: los perseverantes estudiantes (la fuerza venezolana del presente y del futuro), María Corina Machado, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Enzo Scarano y Leopoldo López, entre muchos otros han dado un paso al frente para elevar la dignidad nacional.

 

Y lo han logrado, enfrentado todas las reciedumbres del poder, lo han logrado. Somos muchos los que agradecemos y enaltecemos su valor.

 

Imagínense qué seríamos hoy sin su coraje, sin su temeridad: unas despojos humanos, unos nauseabundos humillados como Henry Falcón.

 

El heroísmo sembrador

 

Venezuela requería de cierta bravura y heroísmo. Un rigor humano que resaltase nuestra fuerza espiritual como nación, nuestra capacidad de resistencia y nuestro ímpetu. Necesitábamos, urgíamos, un ejemplo que desbordase lo ordinario. Un animal de galaxia.

 

Los estudiantes, María Corina, Ledezma, Ceballos, Scarano y López lo han representando.

 

 

En ese orden de ideas, necesito detenerme en esta entrega para enaltecer el histórico esfuerzo que Leopoldo López está materializando. Nos quedamos admirados y sordos ante él. Por un lado nos inspira y anima, por el otro mantiene vivo el ardor de nuestra indignación y rabia. Una rabia que se organiza estratégicamente para luchar sin temor contra la tiranía.}

 

El inhumano martirio carcelario al que está siendo sometido Leopoldo López (ni Chávez, quien asesinó a centenares de venezolanos fue tratado así), la crueldad sin límites con que se le está torturando y la perversidad de todo el aparato dictatorial ejercida contra él no tiene parangón en la historia reciente latinoamericana.

 

Se han roto todos los tratados de derechos humanos con su injusta detención, y todavía la oposición aliada al régimen habla paja.

 

Leopoldo López no ha cometido ningún crimen, ha dignificado con su martirio la moral venezolana y nuestro denodado valor como pueblo. Con su sacrificado ejemplo, dejamos de ser unos acobardados y humillados perdedores de elecciones (además comprobadamente fraudulentas), para librar una batalla más virtuosa y digna: rescatar el brío que le dio vida y gloria al bravo pueblo de Venezuela.

 

Hacía falta, estaba resquebrajada nuestra moral.

 

Leopoldo López es el pionero encumbrado de la resistencia nacional, el ícono de una libertad que no se doblega, que enfrenta y vence todas las dificultades. Se ha agigantado y nos ha agigantado. Su heroísmo es sembrador, como fue el de Gandhi, Luther King, Havel o Mandela. Gústele a quien le guste, es la realidad. De ese tamaño es su virtud.

 

 

Su proeza es una siembra de resistencia y valor humano, un ejemplo que borrará las fronteras circulares de la historia de Venezuela y de América Latina. Ya las rebasó.

 

¿Estás tú luchando por ti?

 

La dictadura ha hecho lo indecible por hacer capitular a Leopoldo, como lo logró con otros. No ha podido. Se ha impuesto su temple y su robustez espiritual.

 

El insensato y aberrante juicio del que es víctima; el inexcusable aislamiento personal -tomando en cuenta que el juicio es un “mal chiste” como el de Ramón José Medina, que López no cometió ningún delito, que no ha sido procesado y mucho menos sentenciado, el aislamiento es sólo la peor forma de tortura psicológica posible-, las infrahumanas condiciones carcelarias y las sórdidas excusas que ofrece la dictadura (y sus socios de la “unidad”), buscan quebrarlo mental y moralmente, doblegar su fuerza y su fe, pero no lo han conseguido ni lo conseguirán.

 

Leopoldo López se sacrificó consciente de que su gesto más que político era moral y que ese tipo de gestos morales son los únicos que logran transformar la historia de un país.

 

Su hazaña personal es de la dimensión de su sueño inquebrantable por una mejor Venezuela. Saldremos pronto de esto y él seguramente liderará a la nación en su tránsito del retraso y la miseria al desarrollo y la prosperidad.

 

No nos rendimos, mucho menos nos rinden, hay un camino trazado de moral y fortaleza que seguir. Mientras nuestro aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio tendremos fuerza suficiente para luchar por la libertad.

 

Estamos en eso y la verdad lo que nos sobra es pulmón y aire. El escupitajo de Chávez no nos venció, mucho menos lo hará su gargajo heredado, Nicolás.

La resistencia ha sido y será la palabra clave. El que se cansa pierde y nosotros estamos más inflados de aliento que nunca…

 

Venezuela lo vale, Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y los estudiantes están luchando por tu libertad.

¿Estás tú luchando por ti?

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

 

 

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