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Antonio José Monagas: Hacia una teoría de empresa

Posted on: enero 14th, 2025 by Super Confirmado No Comments

Desde que el ingeniero norteamericano, Frederick Taylor, a finales del siglo XIX, propuso organizar el trabajo empresarial ordenando el funcionamiento de la producción y métodos que comprometían la realización de las tareas correspondientes, el mundo de la administración de empresas adquirió un nuevo significado. Un significado que superaba lo anteriormente aducido como criterios capaces de regular la administración empresarial, elaborados para regular el capitalismo avivado por la revolución industrial acaecida a principios del siglo XX.

El apremio por actualizar procedimientos técnicos que optimizaran el manejo de recursos materiales, humanos y financieros a fin de hacer eficaz el manejo de variables relacionadas con tiempo, ganancia y productividad, tuvo numerosas discordancias.

Inconvenientes éstos que afectaron el enfoque que la teoría económica intentaba invocar a manera de inducir criterios funcionales que agilizaran procesos de producción acorde con el desempeño que comenzaba a reflejar la industrialización, adentrada la segunda revolución industrial del siglo XX.

Orígenes del problema

El problema que derivó del “pesado” manejo de recursos materiales, humanos y financieros, afectó la concepción de empresa que para entonces se disponía. Era un concepto de empresa que exaltaba el provecho del capital invertido, por encima del talento de la mano de obra empleada. El concepto fue cuestionado por administradores empresariales pues su aplicación incidió en las crisis económicas y políticas que trastocaron el avance de la organización del trabajo de la referida época. No tanto por lo que su noción comprometía. Pero sí, por lo que su consideración teorética y fáctica buscaba exhortar.

Si bien sus insuficiencias teóricas no implicaron la degradación de lo que estudiosos de la economía y de la administración de operaciones de sistemas de producción habían advertido para finales de la tercera década del siglo XX, tampoco sus efectos sirvieron para contrarrestar las tendencias que venían inoculándose en el pensamiento de quienes se atrevían a formalizar empresas. Indistintamente del sistema político imperante en el lugar donde las mismas se erigían. De todos modos, las empresas surcaron los parajes del mundo toda vez que las necesidades industriales y comerciales, mercantiles y productivas, financieras y administrativas, cundían el planeta, vestidas como criterios de los paradigmas de desarrollo económico y social azuzados para entonces.

No obstante, los problemas que las insuficiencias conceptuales empezaron a generar, se incrementaban. Mientras que a su alrededor se daban otros esfuerzos dirigidos a paliar, mediante meros remiendos, unos más frágiles que otros, las precariedades que comenzaban a notarse. Aún así, dichos parches sirvieron más que las respuestas provenientes del análisis teorético. Fungieron como simples reacomodos que presumieron servir como soluciones.

Impedimentos teóricos

La teoría administrativa no consiguió diferenciar los problemas que se habían forjado. O no terminó de comprender el impacto que, sobre el devenir empresarial, atestaron aquellos problemas de índole conceptual. Sobre todo, al momento de asentir el orden administrativo visto de cara a las contingencias surgidas de errores incrustados en contextos específicos de métodos cualitativos y cuantitativos empleados para calificar el impacto de actividades relacionadas con los ámbitos de producción.

Era la oportunidad para que la organización científica del trabajo, diera con la solución a problemas de naturaleza político-laboral, de seguridad social y razón jurídica que venían debatiéndose en medio de un campo minado de presunciones imposibles de borrar de manera inmediata. Estos problemas permitieron que otros se acumularan. Se somatizaron tanto, que llegaron a confundirse con estamentos e instancias de contundente legalidad y una “aparente y perfecta funcionalidad”.

Así comenzó a desfigurarse la noción de empresa que, aunque caduca, dominaba el correspondiente ambiente productivo-industrial. Particularmente, en sociedades dominadas por el subdesarrollo económico y la inestabilidad política.

América latina, fue escenario preferido de esas inconveniencias. De manera que, en el fragor de esas dos instancias de extremada magnitud: ambiente de producción y subdesarrollo, las razones sociales que podían haber contribuido a disipar o minimizar algo de tan vapuleada realidad, se volvieron causas de serias crisis. Incluso, crisis con la fuerza suficiente para deformar cualquier propuesta empeñada en resolver los avatares propios de dicha situación.

Algunas deducciones

Las “empresas” así concebidas que, en el contexto de tales realidades iban naciendo, brotaron con el sólo propósito de lucrar al propietario para lo cual el engaño y la mentira se convirtieron en criterios mercantilistas con el único fin de captar clientes que se prestaran a la usura practicada.

Sobre todo, empresas de carácter unipersonal, bipersonal o de reducido tamaño, tendieron a desfigurar la economía. Para alcanzar tan vil propósito, encarecieron los productos sin compasión alguna. Sin ética ninguna. Sin sentido de una “ganancia moderada y proporcional”. Fue así, como en medio de dicha situación, surgió el buhonerismo. Y más luego, los “bachaqueros”.

Todavía, la teoría administrativista actual entiende a estas posturas como expresiones de emprendimiento sin considerar las equivocaciones encubiertas del susodicho planteamiento.

Esos remedos de empresas, siguen desconociendo el carácter humano, político, cultural, cognitivo, gerencial, financiero y de liderazgo. Además, lo que refiere al tema de atención al cliente.

En conclusión

Así que lejos de concebirse la empresa como un sistema de producción, cuya puesta en marcha resalta la concepción y administración de las operaciones que implican la actividad empresarial, la empresa insiste en verse como la concertación de intereses que tienen en la especulación la vía expedita mediante la cual engrosa las ganancias sin medir sus consecuencias. Mientras comerciantes anclados en el subdesarrollo, pretendan abusar de las ventajas del negocio que llevan, jamás entenderán la velocidad que viene alcanzado el mundo.  Por tanto, su obtuso pensamiento, aviva el atraso socioeconómico y sociopolítico que, la obcecación en estos personajes, causa al desarrollo económico y social

Al margen de toda consideración y condición apalancada en la moralidad, la ética y la ciudadanía. Esta disertación, busca algún modo cierto de estructurar canales de estudio que puedan conducir hacia una teoría de empresa.

Antonio José Monagas

 

El relojero que supo hacer frente a la vida

Posted on: diciembre 23rd, 2024 by Super Confirmado No Comments

Generalmente, anda con dos o tres relojes en sus antebrazos. Revisa las funciones de cada uno luego de repararlos. Es la forma más segura de comprobar las exigencias de los relojes. Su perseverancia por hacer el mejor trabajo posible, no sólo la considera un deber de vida.

En el fondo, busca enaltecer la figura de su padre quien fue su gran maestro y mejor compañero de aventuras propias del buen relojero. Aunque al mismo tiempo, busca destacar las virtudes de la solidaridad, la abnegación y sentirse relojero competente y diligente.

Recalca siempre, quien estas líneas refieren con afecto y respeto, Don Lenín Calderón Amaya, lo mucho que estima el rendimiento del tiempo toda vez que el tiempo le permite emular a su recordado maestro. Aunque también, le brinda las oportunidades necesarias para aprender todo lo que la vida exige antes de disfrutar del sueño eterno.

Los senderos recorridos

Atento hacia dónde dirigir sus pasos, este destacado relojero apuesta a lograr las metas que están al final de cada programa diario trazado. De cada travesía. De cada recorrido.

Sin importarle los desafíos que perturban el camino, enfoca su visión según sus capacidades vayan orientándolo. Quizás fue la razón que lo indujo a tener al deporte como filosofía de vida. Tan relevante razón, lo ha motivado a convertirse en un constructor de puentes. O especialista de puentes edificados sobre los ríos que pasa. Más aún, cuando en cada evento deportivo de caminata a los cuales es invitado, reconoce en ello la oportunidad que lo llevaría a despejar las  incógnitas alineadas a lo largo y ancho de cada situación penumbrosa que asoma la naturaleza.

Estas líneas dejarían de tener el sentido que la animaron, de obviar el significado del tiempo que tiene un relojero entregado a tan particular y fundamental ocupación. La vida de tan apreciado personaje transcurre en torno a lo que aprendió jugando al amparo de su maestro y pedagogo autodidacta que fue su padre. Así que el tiempo para el relojero de esta historia de vida, discurre distinto de cualquiera que nada o poco conoce de las intimidades del reloj.

La vida de relojero, contexto de una historia

La dinámica de vida que envuelve su vida, gira al igual que las manecillas del reloj. Indistintamente de si el reloj es producto de nuevas tecnologías, la condición de relojero lo pasea por un mundo que no se compadece de los trances del tiempo. Más, al reconocer que los trancos del tiempo no siempre son cronológicos.

A veces provienen del alma de cada quien. Otros, siguen el atajo que conduce a objetivos más inmediatos. Por cuanto los trancos del tiempo son la senda que delinean el camino de la vida y que un buen relojero sabe descifrar. Así como igual, sabe interpretar que el tiempo no tiene el ritmo que marca cada coyuntura vivenciada. Es distinto.

El contenido de Eclesiastés, (Capítulo 3; Versículo 1-2) pareciera haber sido descrito por un relojero pues no hay una mejor descripción del tiempo que las referidas con las siguientes palabras: “Todo tiene su momento, hay un momento bajo el Cielo para cada actividad (…)”

No hay quién mejor comprenda las honduras del tiempo que un relojero. Es el único, con la preparación idónea para hurgar los confines del tiempo. Saber manejarse, de modo condescendiente, con el travieso carácter del tiempo, le otorga al relojero la capacidad para respetar las incontinencias del tiempo cuando adelanta o retrasa sus manecillas. Y que es, el incomprensible lenguaje del tiempo. Lenguaje ajeno a quien no es relojero ya que quien sí lo es, conoce los caprichos, picardías y temeridades del tiempo.

Con cierta razón, el relojero es quien más podría acercarse a traducir los juegos del tiempo. O quien mejor reconoce la razón de la Sagrada Biblia cuando en el libro de Daniel Cap. 2; 21) refiere que es Dios quien “muda los tiempos y las edades”.

Persistencia y paciencia, valores de relojero

Estas reflexiones valen a propósito de exaltar la capacidad del relojero como quien sabe entender el arte de medir la vida. Y que seguramente, no es fácil. Razón suficiente para pensar que son pocos los que en este mundo pueden advertir que los días no son iguales. Cada uno es diferente de los demás. Pero también, porque pueden darse cuenta que una hora es distinta de las otras pues cada hora tiene su propia personalidad. Es particular. Y que no es otra que la personalidad que el tiempo le dispensa.

Por eso, durante el curso del tiempo, cada hora se distingue de las otras. Y tan distintivo conocimiento, forma parte de los secretos del relojero. Y tan curiosos secretos, bien que los sabe.

Sólo el talento del mago puede ver lo que esconde el tiempo. Y si el mago es relojero, con mayor razón. Por eso, llega a conocer la personalidad de las horas. Y no sólo, su individualidad, Mucho más que eso. Conoce su lenguaje, pues las horas hablan con el relojero para contarle lo que han observado de las demás.

Tan curioso diálogo debe ser profundamente enigmático. Sin embargo, es lo que hace al relojero, maestro del tiempo. Del tiempo y su maquinaria.

A modo de epílogo

Finalmente cabe agregar que, estas líneas no tendrían sentido alguno, sin tener despejada la duda que puede asaltar a quien da al relojero su tiempo para que sea quien lo sistematice según los criterios asumidos como quien es un “educador del tiempo”. Es decir, el relojero.

Así que no podría dejarse la pregunta abandonada en los rincones del tiempo sobre si es que ¿los relojes hablan entre sí? Y acuerdan ¿cómo el ser humano debe vivir o morir haciendo que tan trascendental evento sea regulado por los excesos o abusos que las circunstancias preparan para vengarse del autoritario paso del tiempo?

El relojero de esta historia, Don Lenín Calderón Amaya, quizás podría explicar tan misteriosa hipótesis. No hay duda, de que el reloj es lo único que anuncia el tiempo que dispone la vida para hacer del tiempo lo que mejor pueda hacer el ser humano en vida. Es como si mirando el reloj, el tiempo corre más pausadamente brindándole más tiempo a la vida. Podría  asentirse, que fue lo vivido por Don Lenín, el relojero que supo hacer frente a la vida.

Antonio José Monagas

El Relojero: Una historia sobre el valor del tiempoas

 

 

Antonio José Monagas: La redondez del cuadrado

Posted on: diciembre 18th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Tanto como se ha especulado sobre la “cuadratura del círculo”, podría pensarse en la cabida dialéctica de algún argumento válido tener algún sentido en la brevedad de este espacio. Así se animaría la posibilidad de debatir en torno a lo paradójico de esquematizar mentalmente la presunta “redondez del cuadrado”. Aunque la intención implícita de la disertación, podría desembocar en algún tema que trate las rarezas que han contagiado al mundo en lo que va de siglo XXI.

Podría comenzar esta disertación, provocada por la censura que las realidades incitan. Tal como lo pinta cada embrollo en el que se ve inmersa la ciudadanía ante cuanto zaperoco protagoniza.

Un propósito elocuente

No obstante, los problemas que caben en este espacio de conversación imaginaria con quien pueda pensar lo mismo, invita pues a potenciar la creatividad a partir de la cual es posible la construcción de ideas que podrían ser fuente de inspiración. Para explorar, por ejemplo, las bases de realidades que han comenzado a exigir estrategias que apuesten a la corrección de tantos errores humanos cometidos. Muchos, sólo por causa del afán del ser humano en saciar el hambre provocado por retorcidas avaricias. Entre las cuales, destaca la del poder visto como mecanismo de posesión y posición.

Sin embargo, tan escabroso tema pudiera ser confuso considerando las variables que ocupan el terreno en el que se asienta la espistemología que bien sustenta temáticas de esta índole. Así podría cualquier interesado en montarse en el vehículo de la deontología o de la axiología. Pero en dirección a cuestionar los tantos desparpajos que se encuentran al recorrer el trazado que corresponde al destino particular de cada quien. Tanto como sea posible. Y para lo cual, debe aprovecharse de la resistencia intelectual que puede disponerse para entonces llegar a la meta en buen tiempo.

El desafío planteado por la redondez

Uno de los contratiempos que estropearían la travesía, se relaciona con la primera urgencia capaz de detener la marcha del vehículo. He ahí el desafío planteado al ir tras la redondez del cuadrado.

La situación empeoraría, si acaso esa urgencia (la redondez) se sobrepone a las exigencias que suelen disfrazarse de circunstancias para así engañar a quienes no advierten el camuflaje de las exigencias (el cuadrado). Precisamente, con la intención de confundir al sujeto más irreverente o por atrevido que sea, con el manido cuento de mal poner todo el ambiente que rodea la situación. (la confusión como estrategia).

Por eso, la situación en la cual el sujeto permanece algún momento, incluso por razones fuera del control propio, luce dibujada, como el paroxismo de la banalidad (el engaño como elemento de la estrategia).

Y es ahí, cuando las urgencias se arrojan contra la voluntad del sujeto impidiéndole actuar según el sano y debido juicio que bien debe lucir quien deje atraparse por la situación. O porque se halla incurso en el problema. Es el mismo problema que cunde las realidades en las que sobreviven la impotencia y la debilidad. Pero que estas al actuar en complicidad con la soberbia, el egoísmo y la envidia, pierden el poder necesario, además capaz de convertir lo obtuso y la conformidad de dejar que el miedo abata la consciencia, en perspicacia, astucia e inteligencia. Es ahí cuando el sujeto cae en la trampa de la situación. (la redondez lo insume en sus infinitas marañas tejidas en la obesidad de su forma concéntrica).

Disputa entre formas geométricas

Es el problema que traba cualquier esfuerzo en dar con la solución de las infinitas ecuaciones que son representativas de cuantos enredos o avatares surgen de cualquier solitaria esquina u oscuro rincón.

Es el pretexto narrativo para hablar de la exigencia que plantea el problema de resolver la cuadratura del círculo.

O como esta disertación refiere al aludir a la “redondez del cuadrado” como temática de ingreso al problema humano de enfrentar la incertidumbre escondida bajo formas imprevisibles.

Al cierre

Aunque las arriba comentadas alusiones, son situaciones que sólo caben en la imaginación de quien así las dibuje con el lápiz del pensamiento, cuestión sencilla de construir, son ejemplos de las dificultades que, por igual, son capaces de someter a cualquiera a la pesadilla de arrinconar la sagacidad y la habilidad que provee la inteligencia en conjunto con la bonhomía, a la indolencia de la autoridad caracterizada por la pérfida ofuscación.

O porque lleva a actuar al sujeto involucrado en el problema, de manera desenfrenada y ausente de la resiliencia, ante cada dificultad vivencial que lo atemoriza inhibiéndolo de las capacidades y potencialidades que residen en la creatividad humana.

De ahí que esta disertación, al intentar tender la invitación de viajar entre constructos imaginarios, adoptó la idea de intitular: la redondez del cuadrado.

 

Antonio José Monagas

 

Antonio José Monagas: Tribulaciones de la Administración Educacional

Posted on: diciembre 9th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Existe una falta de adecuación entre la teoría y la praxis ocupada en discernir razones ante los problemas que afectan los procesos administrativos que acusa todo centro de educación. Ello, indistintamente de la realidad que conjugan las situación-problemas que caracterizan tan complicados escenarios. En cualquier categoría. Sea de educación inicial, básica, diversificada, técnica o universitaria.

Los problemas que derivan del susodicho proceso administrativo educacional, son profundamente exigentes. Y muchas veces, su complejidad no da entrada a improvisaciones. O a consideraciones ambiguas. O sin fundamentos.

Implicaciones conceptuales

Ello no sólo sucede por la naturaleza de sus implicaciones académicas. O por la esencia de los problemas que marcan la pedagogía, la didáctica o la epistemología de las ciencias educativas. Incluso, por causa de inconvenientes de índole político-partidista. O de identidad o expresión de género, de conducta, de discriminación o prejuicios motivados por la edad, rasgos del biotipo y capacidad intelectual del alumno, entre otras contrariedades.

Si bien la diferencia que alude al manejo de criterios y postulados que signan la formación académica de profesores, los mismos consustanciados con las vivencias propias del campo educacional, tal consideración es opuesta a las experiencias demarcadas por las correspondientes realidades, entonces la inquietud que plantea la comprensión de todo ello debió avivar la necesidad de trazar algunos apuntes en la dirección pautada por las complicadas situaciones que padece la administración educacional. Más aún, en la totalidad de los niveles educativos.

 

Más allá de un concepto

De ahí que esta disertación busca abocarse a tratar algunos aprietos que vive el proceso de administración educacional en medio de cualquier realidad. Sea local, regional, nacional e internacional. En principio, vale asegurar un concepto de lo que trata la administración educacional. Podría definirse como “el ámbito funcional responsable de ordenar las realidades sujetas a la intervención de conocimientos con injerencias teórico-metodológicas en el ejercicio administrativo de procesos educacionales. Los mismos, dirigidos a velar por debida interacción entre agentes de la socialización, actores de la docencia y estamentos representativos de recursos posibilitan la enseñanza-aprendizaje ocupada en mejorar la gestión educativa en todas sus manifestaciones”.

De los compromisos que activan la organización educativa, surge la necesidad de discernir la intervención dada entre disciplinas cognitivas e intereses. Especialmente, de intereses que pulsan las necesidades a partir de las cuales dimanan las estructuras y entidades multidimensionales que fungen de razones para jerarquizar la aplicación de medidas de control, supervisión, coordinación, planificación, de adecuación y de participación de aquellas complejidades que saben imprimirle eficiencia, eficacia y excelencia a los factores que hacen factible y aseguran las responsabilidades de la educación.

De la organización

Por eso, la administración escolar debe atender los valores que fundamentan la educación en toda su extensión real. Tanto, como atender y entender los desafíos que enfrenta la organización desde el enfoque que permite el estudio de la incertidumbre. Por cuanto, al aguzar la perspicacia y la suspicacia, el administrador educacional se adueña de la capacidad que la teoría de organización ha de permitirle a fin de justificar las decisiones a tomar con base en los dos escenarios que, con mayor incidencia demandan la atención de la administración educacional.

Bien el que se construye en la organización de los conocimientos que fundamentan la formación académica necesaria del estudiante. Por otra parte, la que se instituye en la organización que compete al plantel directivo, habida cuenta de su responsabilidad en la configuración de la respectiva burocracia institucional.

Porque si bien la organización de conocimientos reclama de modo continuo, principios y reglas que redundan en la representación o interpretación de ideas, teorías y prácticas cónsonas con las disciplinas del saber, asimismo ocurre con la organización de los cuadros de dirección institucional. Particularmente, toda vez que sus decisiones inciden directamente en la concepción pedagógica y didáctica del proceso enseñanza-aprendizaje correspondiente a la organización de los conocimientos que se imparten.

Desavenencias que instigan aprietos

Y como conocidas son las fracturas que afectan las realidades educativas a nivel general, la administración educacional transita por sumos aprietos que dificultan sus objetivos. Es un problema de amplia y difusa naturaleza al cual la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes-Venezuela, enfrenta mediante la formación de profesores preparados como administradores educacionales a nivel de postgrado.

Sin embargo, los esfuerzos de formación y concienciación siguen distando del foco situacional del cual emergen los múltiples problemas que agravan los correspondientes procesos educacionales. Dicho problema, afecta a medio mundo.

Edgar Morin, reconocido filósofo y sociólogo francés, refiere tan cruda situación, manifestando la incidencia de secuelas que, al hacer mella en la educación, inducen una “(…) terrible desunión en la relación naturaleza/cultura, animalidad/humanidad (…)” que sigue desarreglando la esencia de la educación en términos de lo que concierne a los problemas derivados de la carencia o reveses que padece la administración educacional.

En consecuencia

En consecuencia, la administración de la educación, adquiere hoy día una trascendencia capital. Particularmente, por lo que comprometen los propósitos que su gestión contrae ante las competencias que urgen a la adecuación educativa de cara a las nuevas realidades al exigir otras rutas de desarrollo, Expeditas, en el mayor rango de sus trayectorias.

Los problemas de la educación no sólo habrán de reducirse lidiando con los tiempos que emplea la consecución de proyectos y programas. Más, cuando rebosan en la reiteración estéril de conocimientos superados por las realidades. La máquina de la educación debe reemplazar algunos de sus dinamos y rodamientos que traban mecanismos colaterales propios de su funcionamiento.

Y sin duda, la administración educacional está valiéndose de su condición funcional para revertir las secuelas de los distintos ahogos que asfixian la respiración de la educación. Fue esta la razón para considerar como tema de disertación, la necesidad de comentar la causalidad que incita algunas tribulaciones de la Administración Educacional

 

Antonio José Monagas

Antonio José Monagas:Una lección de perseverancia

Posted on: diciembre 2nd, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Todo lo que el ser humano alcanza, resulta de lo que en su pensamiento discurre. Más, cuando confiado en la razón, el pensamiento procesa toda información interpretada y apegada a la honestidad y al detalle que resalta cada resultado aportado a través de cada idea encausada. Es ahí cuando el pensamiento se alía con la exactitud del propósito y la perseverancia. Tanto, como sucede cuando ante la necesidad de soportar una creencia, se motiva la conciencia para comedir el alcance de las implicaciones que derivan del pensamiento.

En ese justo instante, es cuando el pensamiento se viste de la fuerza necesaria para enrumbar las decisiones por el mejor camino posible. Es cuando la razón se hace del poder suficiente y necesario para determinar con cuáles instrumentos de embate es más probable vencer los rigores de la incertidumbre.

Una historia puntualizada

La ciudad andina de San Cristóbal, sirvió de escenario para que Arianna Isabel Monagas Boada comenzara a aproximarse a momentos que le valieron mejorar el contenido y calidad de los pensamientos que luego decidieron las rutas profesionales que debían corresponderse con su formación de Comunicadora Social. Sus pensamientos fueron esculpiendo en su mente, la manera de cómo resolver las distintas cuestiones que la vida adelante le motivarían.

Su modo de discernir entre los avatares que pretendían ganar la competencia en la que su participación como persona-competidora mostraba su interés en crecer intelectual y profesionalmente, le permitió hallar las respuestas que fueron cautivando su atención. Fue así como luego de pasearse por parajes que comprometían entrañables objetivos de vida, consiguió el sendero que la llevó a la ciudad argentina de Córdoba. Ahí, continuó descubriendo esquemas intelectuales que la condujeron a la Universidad Nacional de Córdoba.

Aquella universidad que, en 1918, fue referente del cambio de los sistemas académicos que distintas instituciones de educación superior, regadas por el subcontinente suramericano y contagiadas por el éter de la pedagogía europea, aprovecharon para perfilar la funcionalidad administrativa que las mantenía sometidas a modalidades académicas un tanto medievales.

El fuero autonómico que aquella universidad cordobesa demostró y argumentó, fijaron las libertades académicas que le valieron a otras universidades el fortalecimiento de nuevos modelos liberadores y críticos que estructuraron formas y expresiones propias de centros de investigación y formación universitaria acorde con las nuevas realidades de entonces.

El parangón que pautó el pensamiento periodístico

Igualmente, como sucedió con universidades contemplativas y carismáticas repartidas por América Latina, ocurrió con el pensamiento de la licenciada Monagas Boada, ya curtida de periodismo real y preciso. Fue así como se vio incentivada para solicitar su ingreso a la universidad cordobesa en el postgrado de Comunicación, Cultura y Sociedad de la Facultad de Ciencias Sociales el cual concluyó con aventajada posición académica.

Su decisión de continuar formándose de cara a las exigencias de las nuevas realidades, al darse cuenta de las ideas que acuciaban sus nuevas determinaciones, dejaron ver su audacia, intrepideces y valores a los que su calidad de pensamiento la habían llevado.

La periodista Arianna Isabel Monagas Boada, egresada inicialmente de la Universidad de Los Andes, Núcleo: Pedro Rincón Gutiérrez, situado al oeste de San Cristóbal, comenzaba a hacer que su intelectualidad se compaginara con las demandas de un periodismo asido a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. De un periodismo que, en la actualidad, se construye sobre la valentía y sentido crítico y democrático de quienes formalizan sus contenidos, para impulsar ciudadanía consciente y activa.

En síntesis

En síntesis, este repaso por la historia de vida de una periodista intelectualmente aguda, hace ver que cuando se piensa crítica y reflexivamente, está no sólo coadyuvando al desarrollo cultural, político y social del mundo en el cual suscriben sus decisiones y actuaciones. Sino también, porque las entregas periodísticas, dirigidas a medios masivos ubicados a lo largo y ancho del planeta, valen como impulsadores capaces de acuciar la concienciación y motivación de hombres y mujeres que aportan sus capacidades y potencialidades en beneficio de estructurar un juicio válido. Es decir, un conocimiento que asiente las decisiones que apuestan por la mejor conducción política, social, comunicacional y cultural del mundo.

Y para eso, es indispensable estar consciente de la existencia de los problemas que traban el desarrollo de los pueblos. Para lo cual, quienes así actúan deben esforzarse en hallar las respuestas apropiadas a instancia de la situación analizada.

Por eso la historia de vida acá contada de la periodista venezolana-argentina Arianna Isabel Monagas Boada quien ha transitado con dignidad, abnegación y dedicación por el universo periodístico, se convierte en hermoso ejemplo de vida profesional e intelectual. Porque en verdad esta historia de vida, representa una lección de perseverancia.

 

Antonio José Monagas

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad, y no compromete la línea editorial de Confirmado.com.ve

 

 

 

 

Antonio José Monagas: La escuela y la antiescuela

Posted on: noviembre 25th, 2024 by Super Confirmado No Comments

La escuela y la antiescuela. Dos conceptos en pugna, dada las contradicciones que entrañan. Pero igualmente, son conceptos que son reveladores de una infortunada visión de la educación. Más aún, en tiempos en que la dinámica social, en complicidad con la dinámica política, cuando en conjunto salpican el pundonor de leyes que exaltan la moralidad, el civismo y la convivencia ciudadana en todos sus sentidos y manifestaciones. Precisamente, en el fragor de tan insidiosas contrariedades, el concepto de “escuela” tristemente se ve atropellado. Al extremo que el de “antiescuela” pareciera haberlo rebasado dada sus contrariadas repercusiones.

Un concepto de “escuela”

En principio, habrá que perseguir un concepto de “escuela” cuya pertinencia orgánica y funcional, lo sitúe en medio de las contingencias provocadas por los acontecimientos marcados por los más recientes tiempos, que están por superar los límites de la cuarta década del siglo XXI.

Desde que la pregunta ¿para qué se enseña?, comenzó a dificultar el propósito que detenta la escuela cuando intenta plegar su misión de educar a los ámbitos propios de cada realidad donde la institución plantea suscribir su proyecto de educación, el concepto de “escuela” pareciera haber renacido del monolítico sistema educativo que había regido procesos enseñanza-aprendizaje correspondientes con el vetusto modelo escolar que rigió el mundo occidental hasta entrado el siglo XX.

Actualmente se habla de una escuela dirigida a formar ciudadanos para la tecnología, la ciencia, la música, el deporte, la industria, el agro, la religión, la paz, el ambiente, la democracia, la cultura, entre otros ámbitos que visten el traje de las realidades actuales.

Ante un ensayo de interpretación

Y aunque la pregunta arriba planteada podría contestarse sin que la respuesta se vea atada a condiciones formalizadas por la incidencia de la escuela que logró posicionarse adentrados los años 70(s), aproximadamente, el problema de una interpretación adecuada no perturbó el propósito originario. Por tanto, es posible que la contestación que mejor resulte ajustada a las exigencias del sistema educativo actual, termine plegada al concepto de escuela regido por necesidades escolares supeditadas, en buena forma, a intereses del mercado. Incluso, sujetas a determinaciones del poder.

En el siglo XXI, no cabe la idea de una escuela simplemente ejecutora de procesos escuetamente administrativistas y fríamente tecnificados. O sea, donde la enseñanza obedecía a los criterios unívocos que disponía el maestro en función de una visión cognitiva determinística y única.

De manera que antes de caer en la trampa de la dialéctica a partir de la cual se debatió el vetusto paradigma positivista, el concepto de “escuela” que mejor podría adaptarse a las demandas capitalizadas por las nuevas teorías del conocimiento que revolucionaron el ejercicio de disciplinas científicas, tecnológicas, artísticas y humanísticas, propende a apuntar sus fuerzas en la dirección que enrumbó la praxis política y económica que lideró el discurrir de las sociedades, en el entretanto del siglo XXI.

En esa línea epistemológica, la “escuela”actual se concibe como una institución educativa co-responsable moral, ética, política y socialmente elaborada para convertir el aula en escenario de formación y socialización lo cual insta la convivencia como expresión de autonomía, libertad y dignidad humana. Indistintamente del modelo de organización adoptado el cual, además, tiene la capacidad no sólo para potenciar los objetivos educativos pensados. Sino también, para derruirlos o deformarlos frente al esfuerzo realizado ante el diseño pretendido.

Un concepto de “antiescuela”

Por su parte, el concepto de “antiescuela” responde a la dislocación cultural, moral y ética que ha venido ocurriendo a consecuencia de la separación de la relación escuela-sociedad. O de la disociación del vínculo educación-desarrollo humano. La fisura que significa este problema y que se da entre “la formalidad educativa y la informalidad educacional”, al final, devienen en las obstrucciones que atentan contra la condición circunspecta o sistémica de la educación.

Esta situación termina desmereciendo la importancia de la educación en su formalización. Así que la educación, luego de todo eso, ve dificultada sus intenciones de enaltecer sus vitales procesos enseñanza-aprendizaje. En consecuencia, padece de gruesas injerencias y robustas complicaciones que anulan sus energías tendentes a evitar la conflictividad y agravación de la moralidad y declive de la ética que, como graves crisis, está suscitándose en perjuicio de la significación de la familia entendida como eje funcional y primordial de la sociedad.

Otras implicaciones

Cabe pues procurar otras consideraciones que sitúen la “antiescuela” en el terreno de las realidades más inmediatas a los acontecimientos que vienen determinando las embrolladas tendencias actuales. Aunque existen posturas que reivindican a la “antiescuela” como razón (inversa) del universo educacional. Por eso, esta disertación refería en su prolegómeno que la concepción de “antiescuela” complementa el concepto de “escuela” toda vez que coexisten ciertas posturas dirigidas a recalcarla como el espacio interdisciplinario presto a repensar y reflexionar las prácticas usuales que sigue la “escuela” en términos de sus correspondencias propósitos.

Es ahí cuando se escucha decir que la nueva pedagogía promueve la “antiescuela”. Ello, a fin de animar procesos educativos que permitan un aprendizaje incitado por los dictados del mercado de consumo imperante y del mercado sociopolítico dominante. Inclusive, de la violencia que habla desde las calles. Además, sumida en la oscuridad o anegada del hambre de la indigencia. Así como de la insolencia y osadía protagonizada por inescrupulosos, turbulentos e impúdicos. Sin embargo, esa misma “antiescuela” sigue específicos patrones de instrucción por cuanto terminan formando antivalores.

Algunas inferencias

Vale agregar que la “antiescuela” representa el lugar de formación de disidentes y desertores de la “escuela formal” pues la misma “moldea” disconformes, insolentes, haraganes o delincuentes en potencia. Problema este que, infaliblemente, pone en duda la eficacia de la que presume la formalidad educacional.

En la “antiescuela” pese a las contradicciones que asoman sus esquemas de enseñanza, se aprende más que lo que la “escuela” enseña pues enseña viviendo, infringiendo (en lo posible) todo lo que represente justicia, verdad, honestidad e igualdad.

Al final no puede negarse que al igual que la “escuela”, la “antiescuela” obedece a procesos que siguen criterios de enseñanza-aprendizaje que semejan los que orientan la esencia de la “escuela”. Sólo que aquella le imprime sentido y congruencia a la informalidad e improvisación educativa.   Es decir, en la “antiescuela” dichos criterios se aplican al revés.

La presencia de la denominada “antiescuela”, vista como modelo de instrucción, revela la anomia social cuya incidencia podría explicar la reacción posmoderna a la retórica que encubre los postulados de una presuntuosa “Ilustración”, tal como es referida por los planes de desarrollo. Además, es advertida por la deplorable e infortunada distancia existente entre la escuela y la antiescuela.

Antonio José Monagas: El discurso (político) de la igualdad

Posted on: noviembre 4th, 2024 by Super Confirmado No Comments

No es fácil construir un concepto de “igualdad” que pueda lucir asequible y contundente. Sobre todo, comprensible desde el contexto de la política. La igualdad es el fundamento de los derechos y puntal de la libertad. Incluso, de la fraternidad. Además, vinculada a la democracia, al ideal de ciudadanía, al respeto. Así, como a tantos valores morales y políticos.

Quizás por la abstracción que pauta su definición donde cabe cualquier tipo de injusticia, se ha prestado para confundir a muchos. Particularmente, a quienes nutren su discurso político con tan complicado concepto. Tan cierto es este problema que se ha engrosado con el devenir de los tiempos, que su significación ha venido viéndose desplazada por el discurso expuesto por ideologías que exaltan el liberalismo social, el socialismo democrático o el republicanismo, entre otras.

Sin embargo, las ideas que pululan alrededor de ciertos criterios políticos que buscan sustentar la manida “justicia distributiva”, podrían resucitar el concepto de igualdad. Especialmente, por cuanto la “igualdad” se entiende como el valor que anima la justicia distributiva. Especialmente, toda vez que su sentido político apunta a realzar el significado e importancia de lo que comprende el “reparto de las cargas” y los “beneficios sociales” a partir de los cuales busca compensarse el aporte de cada individuo en el desarrollo social y económico que toda sociedad encara. Por ahí van los tiros que podrían remozar el concepto de “igualdad’. Esta vez, ajustado a las intemperancias que se cometen en el curso de la dinámica de la política, de la economía y de la sociedad

Conflictos potenciales

Aún así, la conducción de esta situación, analizada desde el entendido de los problemas que se deparan al calor de los procesos políticos, sociales y económicos que surgen naturalmente de la cotidianidad de toda sociedad, se dificulta día a día. No sólo por la intervención de factores que tienden a desfigurar la viabilidad que, en teoría, busca el ejercicio de la política. Desde luego, indistintamente del carácter político que esquematiza su praxis. También, por la disparidad que infunde el choque fáctico entre el ejercicio de la política y los paradigmas que rigen la movilidad social.

De hecho, el profesor de Ética en la Universidad de Barcelona-España, habla de que la preeminencia de la justicia distributiva se inspira en una paradoja. La misma refiere que: “mientras que la democracia promete igualdad ciudadana, el mercado desiguala considerablemente los recursos materiales”. Y es ahí donde se avivan las diferencias y las desigualdades entre los ciudadanos.

El miedo en medio de la igualdad

Justo el miedo determina el lugar donde, entre los criterios de la política, comienza a confundirse la libertad con aspiraciones de desarrollo personal. Es ahí donde luce obvio el miedo cuando se incita la igualdad toda vez que su insuficiente comprensión propende a inducir el recelo que dicho problema potencia. Tanto política, como económica y socialmente.

No obstante, esa incoherencia, ha dado lugar al término “igualitarismo” a manera de contrastar lo que desde el fondo de tal situación emerge. Y de lo cual, la política de nuevo cuño, (entiéndase los nuevos esquemas de autoritarismo, disfrazados de socialistas emergentes) se valen para introducir como parte de prácticas impositivas, excusas y pretextos que bien se amoldan a discursos desde los cuales se condenan prácticas usuales del mercado. Así, como la reivindicación (disimulada) de políticas de derechos humanos. Todo lo cual, complica los esfuerzos que apuntan a rescatar el ejercicio de la igualdad como valor político.

En conclusión

En el marco de incongruencias así asomadas al amparo de discursos que rayan con el populismo, se enquista el miedo que inhibe los esfuerzos por continuar abonando luchas políticas en la dirección de evitar continúen cometiéndose errores de tan caótica magnitud.

No será fácil que en nombre de tan aludido y prometido “igualitarismo”, pueda formularse una relación que logre juntar los ideales de igualdad y libertad en una ecuación política. De lo contrario, seguirá viéndose contradictorio que, a pesar de lo reiterativo de la promesa de valorar la igualdad en términos de una justa y debida proporción a los efectos de su aplicabilidad, habida cuenta de la diferencia entre “igualdad de resultados e igualdad de oportunidades y condiciones”, el problema que dicha confrontación provoca, seguirá trazando el perfil de las siguientes realidades políticas. Indistintamente de cualquier situación que se precie de “democrática”.

Pero a pesar de las diferencias que de su comprensión hayan podido derivarse, es conveniente precisar un nuevo concepto de “igualdad”. Por supuesto, a los fines de establecer procedimientos que se distancian del problema que crean los desmanes conceptuales y operativos al momento de descubrir o descifrar lo que oculta el discurso (político) de la “igualdad”

 

Antonio José Monagas

 

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Quimera de “derechos infinitos”.

Posted on: octubre 28th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Son cuantiosas, casi incontables, las razones que, a la luz de la tercera década del siglo XXI, han desencadenado problemas poco imaginados. Particularmente, problemas de naturaleza política, social, cultural y económica. Y aunque no todos tienen el mismo grado de incidencia ante el descalabro que padece la sociedad, provocan caos por igual.

El caso es que, a pesar de los estragos creados, son causa de los desarreglos que han favorecido las distintas crisis político-sociales por las que el mundo se ha desorganizado tanto.

El problema en concreto

La opinión que en las siguientes líneas procurará disertarse, no obedece a una línea ideológica en lo específico que, en lo propio, busca exacerbar alteraciones del orden social -supuestamente reivindicado- por presunciones de educación, dignidad y valores.

Quizás, este razonamiento, pudo inspirarse en la necesidad marcada a través de la inmanencia que ha venido sustentándose a través del desarrollo del planeta. Dicha razón, afianzada sobre el grueso de las disciplinas que -en buena parte- han alcanzado sus avances y progresos debido a las implicaciones propias de sus estructuras cognitivas, procesos y comportamientos. Muchas, alineadas con valores que, históricamente, lograron superar las limitaciones del oscurantismo toda vez que pretendieron sembrar paradigmas o esquemas de crecimiento sesgados por ideales retrógrados y puritanos.

Sin embargo, este criterio acá expuesto toma fuerza en la significación que sostiene la educación y la ciudadanía. De ahí que la disertación presente, se intitula: La quimera de derechos “infinitos” por cuanto en la educación y en la ciudadanía el concepto de “derechos” adquiere una importancia que luce conciliada con el sentido que ilustra el concepto de “política”.

Breve epistemología de los derechos

A decir de la teoría política, todos los seres humanos tienen derechos previos a la formación de la sociedad. Derechos estos reconocidos y garantizados por el Estado. Al punto que son conocidos como “derechos del ciudadano”. Podría decirse que esta consideración es la primera ley política que motiva a entender la relación que se da entre política, educación y ciudadanía.

La segunda ley política que de la misma consideración deriva, refiere la obligación que tiene el ejercicio de la política para honrar la actitud humana desde la perspectiva de los deberes que comprometen los derechos del Hombre en casi todas sus acepciones y compromisos. Estos, se hinchan de sentido, cuando se hallan ante las contrariedades que tienen lugar en el plano de las realidades más próximas a los avatares que avivan conflictos en el contexto de la diversidad de intereses que cimientan la praxis política.

En medio de la diversidad de intereses que alojan estos derechos, especialmente si califican como razones en el contexto en que se activa el individuo con base en las libertades que puede disfrutar, no sólo adquiere sentido dialéctico el concepto de política sobre el cual se valida la actuación del ser humano. Igualmente, en virtud de los intereses y necesidades que lo movilizan entre las diatribas y exaltaciones que configuran la naturaleza política. Particularmente cuando estimula las motivaciones en las que basa sus decisiones para avanzar o frenar.

Los derechos como expresiones de libertad

Acá es donde los “derechos” se crecen toda vez que implican el grado de libertad que induce al individuo a acometer su proyecto de vida en el contexto de la dignidad, la verdad y la justicia.

Precisamente, es lo que no pareciera comprenderse o aceptarse. Ya que en el fondo de las distintas situaciones que acompañan todo acto que justifique la potestad que provee al Hombre la disposición de actuar conforme al derecho posible o necesario de realizar su propuesta, se advierte un molesto conflicto entre el sentido y propósito ético, incluso moral, que supone la “justicia”, y el carácter enrevesado que las circunstancias logran desvirtuarla, amañarla o desfigurarla.

En conclusión

Esa tentación de actuar según pueda ser provocación de necedades, impertinencias o desmanes de quienes, mediante el poder o la violencia, pretenden disponer de las circunstancias para deformar los derechos de otros a instancia de los suyos propios, pareciera estar imponiéndose como criterio político-social para moldear las realidades a gustos individuales a fin de erigir lo que a todas luces está notándose: Un nuevo (des)orden mundial.

Tan grotesca arbitrariedad, la han llamado “derechos infinitos”. Es decir, las aludidas limitaciones a los derechos fundamentales. Así logra ha logrado afirmarse que el ejercicio de los derechos humanos de cada quien, tendría los límites que el otro, de modo pendenciero, establezca.

Ello sería posible, en un todo de acuerdo con las estupideces y sandeces que, en grosera gana y de modo egoísta, define quien se arroga mayor poder. Indistintamente de las consecuencias que sus majaderías arrojen. Es ahí cuando se habla de: Quimera de “derechos infinitos”.

 

Antonio José Monagas

Realidades mal entendidas y peor definidas

Posted on: octubre 14th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

 

Atender las realidades sobre las cuales se depara la “estratificación social” como fundamento sociológico, político y económico, aunque también cultural, de la sociedad, ha sido razón para argumentar o equivocar decisiones que afectan el comportamiento social en tantos aspectos como es posible. Problemas caracterizados desde la perspectiva sociopolítica o socioeconómica, han recaído sobre poblaciones partiendo de lo que considera tan vital concepto.

Problemas como la desigualdad social, o el debate que política y económicamente se ha establecido para justificar decisiones gubernamentales, arrancan del concepto mal comprendido de «estratificación social». Sobre todo, cuando el proceso de elaboración y toma de decisiones se establece con base en narrativas especulativas y denigrantes toda vez que se apoyan en lo que coloquialmente se ha señalado como clase baja, clase media y clase alta.

Interpretación factible

Aunque para los efectos de lo que esta disertación pudiera denotar, se tiene el problema que de su precaria interpretación pudiera emerger. O que las actuales dinámicas de la economía y de la política, pueden provocar. Más aún, cuando su categorización se ve permanentemente conmocionada por problemas que condenaron variables como el ingreso o la posición de status. Sin embargo, esta situación ha sido esclarecida luego de distintas crisis que afectaron la sociedad en su generalidad. Especialmente, en el ámbito de países subdesarrollados o también llamados periféricos.

El hecho de comprender la estratificación social como la forma de dividir los estamentos de la sociedad a partir de lo que son sus fortalezas y debilidades, induce a que su consideración pueda dar cuenta de lo que una clase social puede representar o conjurar al verla desde lo que son sus oportunidades para ajustarse a las condiciones o exigencias que se tengan en un momento de su desarrollo o decaimiento.

De igual forma, las amenazas que alrededor de ellas pueden ocurrir, pueden servir para medir sus capacidades y potencialidades. Asimismo, para asumir la tarea de reivindicarse de cara a lo que configura cualquier amenaza que sobre las mismas pueden recaer.

En conclusión…

Esta capacidad para afrontar y enfrentar dichas coyunturas, lejos de todo cuestionamiento, constituye una clara demostración de que existe una jerarquía social, tanto como una desigualdad social bastante estructurada. Y en tal ámbito de condiciones, se hace posible posicionar las clases sociales en función de lo que implica relaciones no jerárquicas entre ellas. Y esto, al mismo tiempo, es una evidente lectura sobre otros problemas que, de dicha diferenciación social, pueden derivarse.

Más, si a ello se suma la distancia que se establece entre estratos ubicados en distintos entornos físico-geográficos, estaría hablándose de estratos agrarios y urbanos. Sin embargo, esta categorización de no ser su concepción debidamente asentida para determinaciones sociopolíticas y socioeconómicas, no lejos de insidiosas realidades, pues aviva problemas que muchas veces terminan ahondándose y convirtiéndose en conflictos de severas proporciones.

Y para mal de muchos, esta diferenciación no fue siempre vista por la pluma de ideólogos como Marx luego que sus consideraciones se plegaron a criterios que poco comprendieron que el mundo cambiaría con el paso de los años. Aunque a juicio de Max Weber, la comprensión del problema social, apostando a lo que definió como “estratificación social”, fue algo rígido ya que su postura pareció haberse arreglado al considerar una estructura de la sociedad marcadamente inflexible. En todo caso, el problema de su lectura sigue abatiendo realidades. Es la situación que deviene de realidades mal entendidas y peor definidas.

 

Antonio José Monagas

Valiente epopeya de “dignidad” 

Posted on: octubre 8th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

La dignidad es un concepto casi inexpugnable. Luce difícil definirlo pues su significado implica valores que comprometen tradiciones, sentimientos y actitudes. Al menos, podría asegurarse que la palabra “dignidad”, exalta libertad entendida como uno de los máximos ideales que glorifican la vida humana. Esto deja ver las implicaciones políticas de tan honroso término, “dignidad”. Más, cuando se relaciona con las condiciones que asume cada quien de cómo vivir su vida. O, por lo contrario, que cada quien ajuste su vida a las condiciones dictadas por gobernantes opresores. Incluso, concordándola en virtud de la congruencia, la identidad, la autonomía y los derechos humanos que cada quien considere propios, adecuados o justificados.

La “dignidad” en su complejidad epistemológica

En un sentido más cercano al curso de la epistemología, podría reconocerse que la dignidad se halla profundamente vinculada a valores que fundamentan la vida humana. Principalmente, desde la honestidad, solidaridad, responsabilidad y sinceridad.  Es ahí cuando se ven personas que al sentirse o creerse superior a otros por algún poder político sobrevenido ocasionalmente, se arrogan alguna cuota de potestad para humillar, ofender, maltratar y menospreciar a quienes suponen subordinados o inferiores según el trazado de conveniencias e intereses políticos, sociales o económicos asumidos como determinantes de la ideología dominante en la coyuntura situacional.

Fue seguramente lo que animó al notable físico alemán, Albert Einsten a asentir que “sólo la moralidad en la acción, puede imprimirle belleza y dignidad a la vida del Hombre”. Aunque en política, la dignidad se enaltece en valores que se engradecen en la capacidad que posee el político para crecer sobre las dificultades que lo encaran. Indistintamente de la situación que atraviesa.

En la perspectiva de la política

En el ejercicio de la política, la dignidad depende del respeto asumido del entorno. Asimismo, del valor a demostrar en el ínterin de las crisis. O, de cómo honrar al adversario o a los compromisos establecidos, tanto como ante lasresponsabilidades contraídas.

La dignidad no se demuestra con la violencia instrumentada mediante argumentos forjados en un mal tránsito de la vida. Tampoco, blandiendo armas capaces de aniquilar o de anular al contrario. Se demuestra, consolida y justifica en la medida del valor empuñado en la sencillez contenida en la sinceridad de la actitud, pensamiento y expresión.

Cuando se habla y actúa desde la dignidad, no caben concesiones que sacrifiquen la verdad. De ahí que cuando en una batalla se enarbola la bandera de la dignidad, luego de blandirla o agitarla como símbolo de gloria, es porque durante la epopeya vivida el heroísmo de quienes luchan se ha cimentado en el ímpetu necesario para rebatir las mentiras del enemigo.

A manera de epílogo

Es hasta el último momento, en que el valor sirve de escalera para que por ella se eleven las virtudes propias de la grandeza humana. Muchas veces, tan valientes actitudes nadie las advierte. Aunque sus efectos configuran resultados posteriores toda vez que se convierten en victorias de batallas.

Es así como ocurre en el curso de seguidas épicas, (que siguen ocurriendo) capaces de atestiguar del honor y del valor alcanzado de cara a la historia política. Sobre todo, cuando las circunstancias liberan sus propias energías. Es lo que sucede en el fragor del ejercicio de la política. Particularmente, cuando el mismo se convierte en abierta disputa política. Ahí, las realidades descubren su desnudez. Sus lechos revelan secretos de gruesas complicaciones. Quedando así liberado de prejuicios el camino de la batalla cuyo recorrido queda definido para hacer del conocimiento político lo que guarda todo episodio que pueda verse como toda una valiente epopeya de “dignidad”.

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