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Antonio de la Cruz: La estrategia que necesita la democracia en Venezuela

Posted on: enero 15th, 2025 by Super Confirmado No Comments

 

“Nunca te rindas, nunca, nunca, nunca, nunca -en nada, grande o pequeño, grande o mezquino-, nunca te rindas, excepto ante las convicciones del honor y el sentido común. Nunca cedas ante la fuerza; nunca cedas ante el aparentemente abrumador poderío del enemigo».

Winston Churchill

La crisis en Venezuela ha alcanzado un punto crítico. Nicolás Maduro, cada vez más aislado y dependiente de un entorno de represión y corrupción después del 10E, enfrenta unas fuerzas democráticas fortalecidas y una comunidad internacional que busca una transición pacífica. Sin embargo, detrás de los titulares y las condenas, lo que realmente definirá el futuro del país es la estrategia: ¿quién será capaz de moverse con mayor astucia en este entorno de alta incertidumbre?

Maduro ha apostado todo a un modelo que mezcla coerción, dependencia de una economía ilícita y un control absoluto sobre las fuerzas armadas. Este equilibrio, aunque estable a corto plazo, es frágil. Las fracturas internas entre sus aliados, el desgaste de la población y la presión internacional están creando un entorno cada vez más volátil. Si algo ha demostrado la historia reciente es que una dictadura puede resistir durante años, pero cuando el equilibrio se rompe, el cambio es rápido y decisivo.

Frente a esta realidad, cualquier actor que aspire a influir en el desenlace de la crisis debe actuar con un pensamiento estratégico claro. No se trata solo de aumentar la presión sobre el régimen ni de esperar pasivamente a que colapse. Se trata de coordinar acciones -desde la Corte Penal Internacional hasta la suspensión de las licencias petroleras- que provoquen las fracturas internas necesarias para debilitar a Maduro, mientras se prepara el terreno para una transición ordenada que evite el caos.

La clave está en reconocer que Maduro no es el único actor relevante en esta crisis. Las fuerzas armadas, lideradas por Vladimir Padrino López, y figuras como Diosdado Cabello son fundamentales en el sostenimiento del régimen. Al mismo tiempo, la oposición, encabezada por María Corina Machado y el presidente electo Edmundo González Urrutia, tiene una oportunidad real de liderar el cambio, pero solo si logra mantenerse cohesionada y evita las fracturas internas que históricamente han propiciado la permanencia del régimen autoritario.

Desde el exterior, Estados Unidos y sus aliados internacionales también tienen un papel crucial. La estrategia no puede limitarse solo a sanciones económicas y condenas diplomáticas. Es necesario un enfoque coordinado y dual que combine presión e incentivos. Las sanciones deben dirigirse a los familiares y colaboradores de figuras clave del régimen, pero también deben existir garantías de seguridad para aquellos que estén dispuestos a negociar una salida. Al mismo tiempo, la comunidad internacional debe fortalecer al presidente electo con apoyo técnico y financiero, permitiéndole establecer la alternativa al régimen. Asimismo, se hace necesario implementar el principio de la Responsabilidad de Proteger y la Carta Democrática de la OEA como mecanismos para hacer frente a las persistentes y graves violaciones de derechos humanos y el golpe de Estado, los cuales han socavado la voluntad popular y los fundamentos democráticos del país bolivariano. Esta estrategia dual busca restaurar la integridad del proceso democrático y salvaguardar los derechos fundamentales de los ciudadanos venezolanos.

Sin embargo, no basta con centrarse en el presente. Un verdadero pensamiento estratégico implica anticipar el futuro. El fin de la organización criminal instalada en Miraflores no garantiza una transición exitosa. Si algo nos enseñaron las experiencias de Oriente Medio y África del Norte durante la Primavera Árabe es que cuando un régimen colapsa sin un plan claro de transición, el resultado suele ser el caos. Venezuela no puede darse ese lujo. Es vital que el nuevo gobierno presidido por Edmundo González Urrutia y la comunidad internacional acuerden desde ahora un plan de contingencia para manejar el día después. La estabilización política, la recuperación económica y la reconstrucción de las instituciones serán tareas titánicas que solo podrán llevarse a cabo con el apoyo coordinado de todos los actores involucrados.

El camino hacia la democracia en Venezuela será largo y arduo -hay que desmontar un Estado mafioso-, mas no imposible. La oportunidad está ahí y el desenlace dependerá de quien logre concretar mejor sus estrategias en este complejo tablero. Maduro está empleando su última carta. Las fuerzas democráticas tienen la oportunidad de abrir una nueva etapa en la historia del país, pero solo si el pueblo sigue unido y aprovecha el momento con inteligencia y audacia, como en la fábula de Tío Conejo (el pueblo) y Tío Tigre (el régimen).

La comunidad internacional debe comprender que la crisis en Venezuela trasciende sus fronteras. El desenlace de esta situación tendrá repercusiones profundas, que afectarán la estabilidad de toda la región y sentarán un precedente crucial sobre la resiliencia de la democracia bajo circunstancias adversas. Permitir que el régimen de Maduro continúe sin consecuencias podría desencadenar una serie de efectos negativos en otros países latinoamericanos. Para evitar este escenario, es imperativo que la comunidad global supere la retórica vacía y adopte medidas concretas. Se requiere un compromiso genuino con los principios y las libertades fundamentales, similar al observado durante la Guerra Fría contra el comunismo, para abordar eficazmente esta crisis y salvaguardar los valores democráticos en la región.

La encrucijada en la que se encuentra Venezuela exige algo más que voluntad: exige visión. No es momento de reacciones impulsivas, sino de decisiones calculadas y bien pensadas. El desenlace de esta crisis será un reflejo de la calidad de las estrategias que se adopten hoy. Si el objetivo es devolverle a los venezolanos su derecho a vivir en democracia, entonces la estrategia debe ser tan sólida como lo es la determinación del pueblo venezolano de recuperar su libertad.

 

Antonio de la Cruz

Las opiniones emitidas por los articulistas  son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

Antonio de la Cruz: La Navidad, el renacer de Venezuela

Posted on: diciembre 26th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

 

“Si la virgen fuera Andina
Y San José de los llanos
El niño Jesús sería
Un niño Venezolano”

Serenata Guayanesa

En las luces que adornan nuestras calles y el eco de gaitas en cada rincón de Venezuela se respira algo más que una tradición: la esperanza. La Navidad, cargada de espiritualidad, alegría y unión familiar, no solo es un evento festivo, sino un recordatorio profundo de que la luz siempre prevalece sobre la oscuridad. Este mensaje resuena con fuerza en nuestro país, especialmente este 2024, un año que marca un punto de inflexión hacia un cambio positivo e irreversible.

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La Navidad: reflexión y compromiso

En el corazón de la Navidad está el nacimiento de Jesús, un evento que trasciende siglos y geografías, uniendo lo divino con lo humano. El nacimiento de Jesús no fue un acto grandioso en términos mundanos, sino una experiencia humilde y desafiante. En un pesebre, en condiciones adversas, se manifestó el amor de Dios hecho carne, un amor que invita a todos a abrir sus corazones y dejarse transformar. Este mismo espíritu nos llama como nación a abrazar la esperanza y el reencuentro, valores esenciales en esta época.

Sin embargo, no podemos ignorar las dificultades que hemos enfrentado en los últimos años: familias separadas por el exilio, la represión o el miedo. Pero también hemos demostrado nuestra resiliencia. Este año, los venezolanos hemos comenzado a caminar hacia la reconstrucción de nuestra patria, un sendero que requiere el esfuerzo y compromiso de cada uno de nosotros.

El papel fundamental de la familia castrense-policial

La Navidad también es un momento para la reflexión personal y colectiva. Por eso, dirijo un mensaje a los venezolanos que quieren un cambio político. Hoy, más que nunca, necesitamos que cada uno cumpla con su deber, mas no con la coalición que busca perpetuar la corrupción y la injusticia, sino con el pueblo que clama por libertad y dignidad.

“Militar y policía venezolano: tus brazos no fueron hechos para ejecutar la maldad, sino para proteger y abrazar a tu gente”. Estamos a un paso de completar este camino hacia un futuro de paz y prosperidad. Tu papel es crucial. Escucha la voz de tu corazón y de tu familia, que te recuerda que estás llamado a ser un ejemplo de valentía y rectitud.

Una unidad nacional impulsada por la esperanza

La Navidad nos muestra que la luz puede brillar incluso en los momentos más oscuros. Hoy, como país, debemos unirnos en esa luz, guiados por los valores de amor, respeto y justicia. El cambio que comenzamos  a construir con la elección primaria el año pasado  no estará completo sin la participación de los que se encuentran tanto en el exterior como en el país. La unión de los venezolanos, incluidos nuestros militares y policías, es indispensable para construir una nación libre y digna.

Jesús, con su nacimiento humilde y su sacrificio final, nos dejó un mensaje que trasciende la historia: el verdadero poder radica en el amor y la entrega. En esta Navidad, recordemos que cada uno de nosotros tiene un papel en este renacer de Venezuela.

Un llamado final a la esperanza y la acción

Hoy, al estar reunidos en familia, permitámonos reflexionar sobre cómo podemos abrir más espacio en nuestros corazones para la esperanza y el cambio. Como aquella niña que quiso ser el posadero en el pesebre, no cerremos la puerta a la oportunidad de un futuro mejor. La energía del cambio ya está en marcha, pero depende de cada uno de nosotros impulsarla hacia el reencuentro nacional.

Que esta Navidad sea un renacer para Venezuela, una ocasión para abrazar el cambio con amor, unidad y determinación. Que Dios bendiga a cada familia y que la luz de Jesús guíe nuestros pasos hacia una nación de paz, libertad y esperanza renovada.

 

Antonio de la Cruz

 

Antonio de la Cruz: Putin y Maduro: más débiles de lo que aparentan

Posted on: diciembre 18th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

“Toda guerra se basa en el engaño. Cuando estés preparado para atacar, ha de parecer que no estás en posibilidad de hacerlo; cuando te halles reuniendo tus fuerzas, ha de parecer que estás inactivo; cuando estés cerca, hazle creer al enemigo que estás lejos; cuando estés lejos, hazle creer que estás cerca”.

Sun Tzu

En los últimos años, la percepción de Rusia como una potencia temible ha dominado los titulares. Sin embargo, el colapso del régimen de Bashar al-Assad en Siria y el estancamiento de la invasión a Ucrania sugieren que esta imagen de fortaleza es, en gran medida, una ilusión. Vladimir Putin y Nicolás Maduro enfrentan profundas debilidades económicas, militares y políticas que socavan su capacidad para proyectar poder tanto en el escenario global como en sus respectivos países.

Fortaleza disfrazada de debilidad

Las potencias mundiales, como jugadores de ajedrez, toman decisiones basadas en la percepción de las capacidades de sus oponentes. Putin ha buscado proyectar una imagen de fuerza para disuadir desafíos a su influencia. Pero, ¿qué ocurre cuando esa fuerza es solo una fachada?

Un ejemplo ilustrativo es el de un jugador de póker que aparenta tener una mano poderosa para intimidar a sus rivales, aunque sus cartas sean mediocres. De manera similar, Putin ha mantenido una reputación de potencia militar y económica, incluso mientras enfrenta problemas internos severos.

Señales de un régimen debilitado

 

Fracaso en Siria y Ucrania

Rusia ha sido el principal patrocinador de Siria durante cinco décadas, invirtiendo recursos enormes para sostener a los Al-Assad en el poder. Sin embargo, el colapso del régimen muestra la incapacidad de Moscú para proteger a sus aliados estratégicos. En Ucrania, la guerra se ha convertido en un costoso estancamiento, con pérdidas masivas de tropas y equipo militar.

Problemas internos
La economía rusa, cada vez más orientada a sostener su maquinaria de guerra, enfrenta graves presiones. La inflación alcanza el 9%, y los gastos militares consumen 40% del presupuesto federal. Incluso Gazprom, el gigante energético ruso, registró pérdidas en 2023 por primera vez en dos décadas.

Dependencia de aliados poco fiables
Putin ha recurrido a Kim Jong-un, tercer líder supremo de Corea del Norte, para apoyo militar, una medida que refleja desesperación. Al mismo tiempo, sus relaciones con aliados tradicionales, como Armenia, se han deteriorado debido a su incapacidad para respaldarlos frente a amenazas externas.

El efecto dominó en regímenes autoritarios

La debilidad de Rusia tiene consecuencias que trascienden sus fronteras, impactando a regímenes autoritarios que dependen de su respaldo. Venezuela, bajo la tiranía de Nicolás Maduro, es un ejemplo claro. Con la pérdida de capacidad de Rusia para influir globalmente, Maduro enfrenta mayores desafíos para mantener su narrativa de fortaleza y controlar el poder interno.

En este contexto, el régimen de Maduro ha recurrido a estrategias desesperadas para desviar la atención y consolidar su control. Un ejemplo reciente es el supuesto «ataque» o conspiración en el Internado Judicial Rodeo I, donde están encarcelados varios militares emblemáticos considerados símbolos de resistencia. Este falso positivo busca culpar a la oposición, incluyendo a líderes democráticos como Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, mientras crea una excusa para justificar represión interna.

El falso positivo como herramienta de control

El supuesto operativo «antiterrorista» en el Rodeo I sería una maniobra del régimen para proyectar control frente a la opinión pública, mientras enfrenta un deterioro de su apoyo externo y crecientes presiones internas. Con esta estrategia, Maduro podría declarar un estado de emergencia, justificar medidas represivas y, potencialmente, atacar a los rehenes protegidos en la Embajada de Argentina.

Por qué Putin insiste en aparentar fuerza

En el juego de las percepciones, la imagen importa tanto como la realidad. Admitir una derrota en Ucrania o mostrar debilidad interna significaría para Putin no solo perder su posición global, sino también su control doméstico. Por eso, Rusia sigue apostando fuerte en el tablero internacional, aunque el costo sea insostenible.

No obstante, las amenazas rusas, como el uso de armas nucleares, no son una demostración de fortaleza, sino un reconocimiento implícito de su fragilidad. Si Rusia estuviera ganando, no necesitaría recurrir a tales medidas.

Cómo debe responder Occidente

El Occidente también juega en este tablero global y enfrenta decisiones clave: ¿mantener la presión o buscar un acuerdo rápido? La respuesta está en entender que la debilidad de Rusia y de sus aliados puede ser explotada para lograr desenlaces favorables sin caer en concesiones innecesarias. Esto implica:

Incrementar la presión económica: Las sanciones han debilitado significativamente la capacidad de Rusia para financiar su guerra. Intensificarlas podría acelerar su deterioro interno.
Apoyar a Ucrania con firmeza: El apoyo militar y financiero continuo es esencial para evitar que Rusia obtenga cualquier tipo de ventaja territorial o política.
Evitar concesiones precipitadas: Permitir a Rusia «salvar la cara» podría interpretarse como una señal de debilidad para otros adversarios potenciales, como China.
En el caso de Venezuela, evitar la concreción del falso positivo requiere:

Denunciar las irregularidades en el Rodeo I: Visibilizar el uso de estas estrategias como herramientas de represión.
Movilizar a la comunidad internacional: Alertar sobre posibles violaciones de derechos humanos y buscar apoyo diplomático.
Evitar provocaciones: Responder con cautela para no brindar al régimen excusas para intensificar la represión.
El futuro del equilibrio global

El equilibrio global no se define solo por las acciones de un actor, sino por las estrategias colectivas y las percepciones que estas generan. Putin puede seguir apostando a la imagen de potencia global, pero las cartas sobre la mesa sugieren que su poder está mermando rápidamente. Occidente debe capitalizar esta vulnerabilidad para reconfigurar el balance de fuerzas, manteniendo una postura firme y coordinada.

El mensaje es claro: Rusia no es tan fuerte como parece, y entender esto es clave para responder con estrategias que aseguren un futuro más estable y seguro. Al mismo tiempo, la tiranía de Maduro también enfrenta un «efecto dominó» derivado de esta debilidad. Su aparente fortaleza oculta un punto de quiebre y maniobras desesperadas como el falso positivo podrían ser su última carta para aferrarse al poder.

La comunidad internacional y las fuerzas democráticas deben actuar con rapidez y determinación para evitar que este escenario se convierta en tragedia. El futuro de la democracia y la estabilidad regional está en juego.

 

Antonio de la Cruz

 

Antonio de la Cruz: Lecciones de Siria y el camino hacia el cambio

Posted on: diciembre 11th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

Venezuela y Siria comparten más de lo que parece a simple vista. Ambos países han estado gobernados por regímenes autoritarios que, aunque han permanecido en el poder por años, han perdido el apoyo de su gente. Los dos tienen aliados internacionales importantes como Rusia, Irán y Hezbolá, pero estos aliados ahora están distraídos con sus propios problemas. En Siria, este aislamiento ayudó a que el régimen de Bashar al-Assad cayera debido a la presión interna. Venezuela podría estar siguiendo el mismo camino.

Sin embargo, hay una diferencia clave: mientras en Siria el cambio fue impulsado por una insurgencia armada, en Venezuela se está construyendo desde las urnas. La mayoría de los venezolanos, 70% según los resultados de la última elección, ya ha expresado su rechazo al régimen de Nicolás Maduro. Esto marca un punto de no retorno.

La lucha por el poder en Venezuela

Dentro del régimen venezolano hay una clara pugna entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, dos figuras que intentan mantener su control. Maduro está tratando de aferrarse al poder, pero Cabello ha ganado influencia y podría sustituirlo si encuentra la oportunidad. Es una lucha de poder que solo puede resolverse con el apoyo de las Fuerzas Armadas, el árbitro silencioso en este conflicto.

Por su parte, los militares han mantenido un bajo perfi y evitan tomar decisiones claras. Están evaluando sus opciones, esperando el momento adecuado para alinear su apoyo con quien les garantice más estabilidad. Hasta ahora, no parece que quieran comprometerse del todo ni con Maduro ni con Cabello.

El papel de los aliados internacionales

Rusia e Irán han sido importantes para mantener a Maduro en el poder. Sin embargo, ahora están enfocados en conflictos más urgentes, como la guerra en Ucrania y la inestabilidad en Oriente Medio. Esto significa que Venezuela ha dejado de ser una prioridad para ellos, lo que ha debilitado el régimen de Maduro.

Por otro lado, Estados Unidos y otros países están mostrando interés en apoyar un cambio democrático en Venezuela. Esto podría inclinar la balanza hacia una transición pacífica, siempre que se logre involucrar a los actores clave dentro del país.

¿Qué podría pasar ahora?

Maduro se mantiene en el poder:

Aunque esta opción es posible a corto plazo, es insostenible. Maduro ha perdido apoyo tanto dentro como fuera del país.

Cabello toma el control:

Si logra consolidar su influencia sobre las Fuerzas Armadas, Cabello podría asumir el poder. Sin embargo, su liderazgo enfrentaría desafíos significativos, tanto nacional como internacionalmente.

Transición democrática:
Este es el escenario más prometedor y depende de la coordinación entre las Fuerzas Armadas, los sectores de oposición y la comunidad internacional. Es un proceso complejo, pero ofrece la mejor oportunidad para la estabilidad y el progreso democrático.

Un cambio inevitable

Lo que estamos viendo en Venezuela es un proceso de transformación que, aunque lento, está avanzando hacia un cambio. El caso de Siria nos enseña que incluso los regímenes más fuertes pueden caer cuando pierden el apoyo de sus aliados y enfrentan a una población decidida. En Venezuela, la mayoría de los ciudadanos ya han pedido un cambio y el aislamiento de Maduro por parte de sus aliados internacionales solo acelera este proceso.

El futuro de Venezuela no está completamente claro, pero hay algo que sí podemos decir con certeza: el deseo de libertad y democracia de su gente es imparable. El cambio es inevitable y ahora más que nunca es importante construir una transición que permita a Venezuela salir de la crisis y empezar a caminar hacia un futuro mejor.

Conclusión

Venezuela se encuentra en un momento político decisivo. Aunque el camino hacia el cambio está lleno de desafíos, las señales son claras: el régimen actual está perdiendo el apoyo interno y externo que lo ha sostenido durante años. La experiencia de Siria muestra que incluso los regímenes más autoritarios pueden colapsar cuando pierden la confianza de su gente y la credibilidad de sus aliados.

El deseo de cambio en Venezuela es abrumador. La clave para garantizar una transición pacífica y democrática incluye a todos los actores clave: las Fuerzas Armadas, el bloque de la oposición y la comunidad internacional. Este no es solo un momento de crisis, sino también una oportunidad para que Venezuela tome un nuevo rumbo hacia la libertad, la democracia y la reconstrucción.

El futuro es incierto, pero una cosa está clara: el pueblo venezolano ha hablado y su voluntad de cambio no puede ser ignorada. Ahora es el momento de actuar con firmeza y visión para garantizar un desenlace que beneficie a toda la nación.

 

Antonio de la Cruz

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

El reconocimiento de Edmundo González y la estrategia internacional

Posted on: noviembre 22nd, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

La encrucijada política que atraviesa Venezuela es un reflejo de un ajedrez geopolítico donde cada movimiento tiene implicaciones nacionales e internacionales. Desde el reciente reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo por parte de Estados Unidos, Italia y la Unión Europea hasta las respuestas estratégicas de Nicolás Maduro, el escenario se configura como una batalla de narrativas y percepción pública.

Un reconocimiento con límites estratégicos

 

El reconocimiento de González Urrutia como presidente electo es un movimiento calculado por parte de la administración Biden y el gobierno de Italia. Al evitar su reconocimiento inmediatamente, se busca presionar a Maduro sin arriesgar la cohesión de la coalición internacional, una lección aprendida del episodio del gobierno interino en 2019. Este enfoque moderado –4 meses después de la elección del 28 de julio– amplía el rango de lo políticamente aceptable, empujando el rango de discurso público tolerable sin una confrontación directa que pudiera aislar a aliados clave, como Lula da Silva o Gustavo Petro.

Desde esta perspectiva, la estrategia de Estados Unidos busca reconfigurar el equilibrio de poder. Al mismo tiempo, esta decisión marca una acción inicial para fortalecer las alianzas necesarias en un posible cambio de régimen. Sin embargo, la moderación no está exenta de riesgos, ya que puede percibirse como tibia por sectores más radicales que buscan una intervención más decidida.

El dilema de Maduro: represión versus concesión

Maduro enfrenta un tablero cada vez más restringido. Sus concesiones, como la liberación de presos políticos, responden a una estrategia de ganar tiempo mientras intenta anclar una narrativa de legitimidad. Sin embargo, cada concesión debilita su posición interna y externa. El análisis de decisiones interdependientes lo ubica en un dilema: reprimir puede mantenerlo en el corto plazo, pero lo aísla; negociar puede ser su salida, pero implica el riesgo de acelerar su caída.

Esta estrategia no cooperativa es explotada por el régimen para dividir a los actores internacionales, apoyándose en posturas ambiguas de gobiernos como los de México y Brasil. No obstante, el costo de mantener este equilibrio precario crece con cada día que pasa, aumentando la presión interna y externa.

El papel de la oposición: cohesión y liderazgo moral

El liderazgo de figuras como María Corina Machado y la permanencia de González Urrutia en el centro de la narrativa opositora son piezas fundamentales en este ajedrez. La oposición debe seguir consolidadndo su cohesión interna mientras articula una estrategia que movilice a la ciudadanía y fracture las bases del régimen. Esto incluye ofrecer garantías creíbles a actores clave dentro del oficialismo, una táctica que podría inclinar el equilibrio hacia una transición negociada.

La movilización social en Venezuela ya muestra signos de cambio significativo. Las recientes elecciones universitarias, donde el madurismo fue prácticamente borrado, son una muestra de un cambio cultural profundo que debe ser capitalizado.

La comunidad internacional: acciones críticas

El papel de actores internacionales es fundamental. Estados Unidos y la Unión Europea deben intensificar la presión sobre Maduro sin fragmentar la coalición internacional. Mientras tanto, el posible regreso de una administración más dura con las dictaduras en Washington, con figuras como Trump y Marco Rubio, plantea un escenario en el que la polarización internacional podría complicar la dinámica.

En América Latina, Lula y Petro, a pesar de su ambivalencia, podrían desempeñar roles importantes como mediadores. Aquí, la diplomacia debe jugar su mejor carta: ofrecer incentivos para una salida negociada mientras aísla diplomáticamente al régimen de Maduro.

El 10 de enero: más que una fecha, un punto de inflexión

El 10 de enero de 2025 no es solo una fecha simbólica para la toma de posesión de González Urrutia. Es un equilibrio en construcción, un momento que podría redefinir el futuro político del país. Sin embargo, alcanzar ese punto no será suficiente. El bloque opositor y la comunidad internacional deben mantener una presión sostenida, con una visión estratégica que trascienda ese día y consolide un proceso de transición democrática.

Conclusión

La lucha por el cambio en Venezuela es un escenario complejo en el que la interacción estratégica entre actores internos y externos definirá el desenlace. Desde el régimen de Maduro, atrapado en una estrategia de suma cero, hasta la oposición, que enfrenta el reto de seguir unificando su narrativa, cada movimiento cuenta.

La pregunta clave sigue siendo si la comunidad internacional y los actores internos podrán construir un equilibrio que favorezca una transición duradera sin desestabilizar la región. El futuro de Venezuela está en juego, y las decisiones de hoy definirán si el país logra un cambio real o si pierde otra oportunidad histórica para la democracia.

 

 
 Antonio de la Cruz

Las opiniones emitidas por el artículista son de su entera responsabilidad. Y mo comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

 

Los presos políticos: una herramienta de poder y narrativa

Posted on: noviembre 20th, 2024 by Super Confirmado No Comments

 

“En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
le doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable. (…)

Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino,
ni cuántos castigos lleve a mi espalda:
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma”.

Invictus, William Ernest Henley

En Venezuela, los presos políticos no son solo víctimas de un terrorismo de Estado; son piezas clave de un juego estratégico cuidadosamente diseñado por el régimen de Nicolás Maduro. Desde el incremento masivo de detenciones arbitrarias hasta la liberación calculada de algunos pocos, la dinámica no es espontánea ni improvisada. Es un tablero donde el régimen utiliza el sufrimiento humano como un comodín para distraer, negociar y perpetuar su poder.

Sin embargo, esta confrontación, por más brutal y cínica que parezca, no es unidireccional. El bloque opositor y la comunidad internacional desempeñan un papel crucial, aunque a menudo subestimado, en la construcción de una contranarrativa y en la acción coordinada. Al incorporar herramientas de análisis estratégico, es posible comprender mejor esta dinámica y explorar cómo las fuerzas democráticas pueden emplear estos enfoques para inclinar la balanza a favor de la justicia y el Estado de derecho.

 

Tablero estratégico de Maduro

La administración de Maduro opera una represión reiterada con dos objetivos centrales: mantener el control político y minimizar los costos externos (sanciones, aislamiento internacional, protestas internas). Cada acción, desde la detención de ciudadanos inocentes hasta la liberación de algunos rehenes (presos políticos), responde a sus planes.

El régimen, al liberar a unos pocos detenidos después de las muertes de Jesús Manuel Martínez Medina (testigo de mesa), conocido como «Manolín» y el activista  Edwin Santos no busca justicia ni reconciliación. La liberación es una táctica de distracción. Maduro y Cía. piensan que este gesto disminuirá la presión pública y atenuará las críticas internacionales. No se trata de un cambio de narrativa, sino de una manipulación deliberada de las percepciones y expectativas de quienes los desafían.

Sin embargo, este cálculo no elimina las contradicciones de quienes controlan el poder. Mientras liberan a 10% de los rehenes, mantienen a más de 1.600 inocentes detenidos de forma arbitraria. Este movimiento ilustra una puerta giratoria, en el que las liberaciones son una pantalla simbólica que oculta la perpetuación de la represión. El régimen de Maduro no negocia desde la debilidad, sino desde un control cuidadosamente calibrado de las narrativas nacionales e internacionales.

La respuesta opositora y el conflicto narrativo

La oposición, tanto en Venezuela como en el exterior, enfrenta un dilema estratégico. Si bien ha logrado visibilizar el abuso sistemático de los derechos humanos, su capacidad de alterar el equilibrio de poder es limitada por factores como la asimetría del poder y la falta de recursos sostenidos para presionar al régimen.

Desde la perspectiva de los significados, Maduro presenta las liberaciones de presos como «gestos de humanidad» que buscan sostener una narrativa aparente de justicia. Para el bloque opositor, estos hechos son un símbolo del sufrimiento humano, terrorismo de Estado y evidencian una profunda degradación institucional. La verdadera disputa radica en quién logra controlar la percepción pública.

El modelo del cuadrado de oposiciones nos permite desglosar estas tensiones:

Libertad vs Control: Mientras los presos políticos buscan su liberación, el régimen utiliza su cautiverio como una herramienta de amenaza y negociación.
Justicia vs Represión: La oposición exige justicia, pero enfrenta una represión sistemática que convierte la esperanza en un recurso político escaso.
Las fuerzas democráticas deben entender que la narrativa no es secundaria; es el campo de batalla.

El caso de Manolín y Santos, que murieron por negligencia médica bajo custodia y por la violencia del régimen, respectivamente, tienen un poder simbólico que trasciende las cifras. Representan no sólo la tragedia de la gran mayoría de venezolanos, sino la opresión estructural de un sistema que judicializa a los disidentes.

Estrategias para cambiar el juego

Para alterar el equilibrio actual, la oposición y la comunidad internacional deben adoptar un enfoque más sofisticado y coordinado, como:

1. Aumentar los costos del régimen:

Las sanciones internacionales deben ampliarse, siendo específicas y dirigidas hacia individuos clave del sistema represivo. Esto aumenta los costos del régimen al mismo tiempo que refuerza la narrativa de que la comunidad internacional no es cómplice.
2. Ampliar la narrativa de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad:

Cada caso individual, como el de Manolín, debe ser convertido en un símbolo de la lucha por la libertad. Estos casos tienen el potencial de movilizar no solo a los venezolanos, sino también a la diáspora y la opinión pública internacional.
3. Crear expectativas estratégicas:

Las fuerzas democráticas pueden influir en las decisiones del régimen al generar expectativas creíbles de que las represalias y la justicia internacional serán inevitables si no se producen cambios significativos.
4. Construir coaliciones activas:

El presidente electo y las fuerzas democráticas deben trabajar con organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, tanques de pensamiento, grupos internacionales y gobiernos aliados para aumentar la presión coordinada. Una narrativa común puede amplificar el impacto de las denuncias y evitar que el régimen divida las voces críticas.
Conclusión: la puerta giratoria de la tiranía

El régimen de Nicolás Maduro utiliza a los presos políticos como piezas en un tablero de poder, pero en esta lucha no es invulnerable. Cada movimiento de la tiranía revela sus prioridades y temores, proporcionando oportunidades para desafiarlos en sus propios términos.

La clave está en cambiar las reglas de la confrontación. La comunidad internacional tiene la capacidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos, pero requiere unidad de propósito y acción, y una estrategia basada en principios y lecciones aprendidas versus intereses y dilación.

Esto implica no solo denunciar, sino también actuar con precisión estratégica y controlar la narrativa. Solo así se podrá transformar el sufrimiento de todo el pueblo -no solo los presos políticos- en una fuerza que exponga las debilidades de quienes usurpan el poder y acerque a Venezuela a un futuro de justicia y libertad.

 

Antonio de la Cruz

 

Antonio de la Cruz: Trump 2.0 vs Maduro: negociar o perder

Posted on: noviembre 14th, 2024 by Super Confirmado No Comments

En el dinámico escenario geopolítico entre Estados Unidos y Venezuela, la victoria de Donald Trump podría significar un cambio radical en la política exterior estadounidense hacia el régimen de Nicolás Maduro. Con el reconocimiento internacional de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela y la tensión que ha surgido en la interacción con figuras influyentes como Elon Musk, la relación entre Trump y Maduro puede analizarse desde la modelación de conflictos, basados en las estrategias y los posibles resultados.

La teoría de la decisión interactiva, usada para estudiar decisiones estratégicas en escenarios de conflicto o cooperación, proporciona un marco claro para entender las opciones del nuevo inquilino de la Casa Blanca y el ocupante de Miraflores. En esta partida de ajedrez diplomático, cada movimiento responde no solo a sus propios intereses, sino a las acciones y reacciones de aliados, enemigos y de la comunidad internacional. De acuerdo con esta óptica, se identifican varios puntos fundamentales que podrían definir el futuro de Venezuela y de las relaciones entre ambas naciones.

La mascarada de formas: poder vs resistencia

Trump encarna el rol del “héroe pragmático”, comprometido con proteger la seguridad nacional de Estados Unidos y reforzar su imagen de líder fuerte y decidido. Su reelección -cuatro años después- está cargada de simbolismo para su base de votantes, quienes ven en él una figura que, sin miedo al conflicto, se enfrenta a cualquier régimen que amenace la paz estadounidense. Su promesa de mantener a Estados Unidos seguro y a la región en calma exige confrontar al régimen de Maduro, quien, por su parte, también ha construido una narrativa que exalta la resistencia.

Maduro, en respuesta, intenta apropiarse de la retórica de Trump con el lema “Hacer Grande a Venezuela”, buscando proyectar una imagen de apertura y conciliación con el nuevo gobierno estadounidense. Sin embargo, sus alianzas estratégicas con el régimen de los ayatolás y su retórica antiimperialista sugieren que, en realidad, persiste una postura de resistencia. Maduro quiere presentarse como un líder dispuesto a la cooperación, pero su discurso es tan pragmático como lo es el de Trump: en el fondo, su prioridad es la preservación de su régimen frente al poder absoluto el poder absoluto que los republicanos obtuvieron el 5 de noviembre.

Reconocimiento de Edmundo González Urrutia: una estrategia de suma cero

La victoria de González Urrutia en las elecciones venezolanas del 28 de julio marcó un hito en la política venezolana, al abrir un nuevo frente de legitimidad de origen contra el régimen de Maduro. Esto puede entenderse como un escenario de suma cero, donde cualquier ganancia en legitimidad para González Urrutia representa una pérdida directa para Maduro. Trump, al reconocer al diplomático como presidente electo, incrementa las probabilidades de socavar la estabilidad de la dictadura. Desde la perspectiva de Maduro, su respuesta óptima sería fortalecer sus alianzas internacionales, especialmente con actores que puedan contrarrestar la influencia del magnate en la región. Sin embargo, si Estados Unidos logra consolidar un consenso global, multilateral, en torno a la presidencia de González Urrutia, Maduro podría verse forzado a aceptar una negociación para una transición democrática.

Alianza Maduro-Irán: suma negativa

La estrecha relación entre Maduro con el régimen de los ayatolás se convierte en un factor de riesgo, tanto para Estados Unidos como para la estabilidad regional. Este es un escenario de suma negativa, donde el conflicto podría tener un costo alto para la dictadura bolivariana. Trump podría reimponer la política de máxima presión y coordinar una estrategia regional para aislar aún más al régimen venezolano, mientras que el jefe del PSUV podría usar su relación con Irán como herramienta de negociación. Sin embargo, una escalada en esta tensión solo aumentaría los costos de Maduro en el poder y profundizaría el aislamiento de Venezuela, alejando cualquier posibilidad de una salida democrática y estable para el país.

Conflicto personal con Elon Musk: señalización y disuasión

En un giro inesperado, la disputa entre Maduro y Elon Musk escaló a tal punto de que puede influir en las decisiones diplomáticas de la nueva administracion estadounidense, convirtiéndose en una trama de señalización, donde cada declaración pública envía un mensaje a los otros actores.

En la figura de Elon Musk, Trump tiene un asesor influyente con poder sobre la narrativa pública y el apoyo a sus decisiones estratégicas, lo cual fortalece la confrontación y ofrece al próximo presidente de Estados Unidos una ventaja para mantener presión sobre Maduro, intensificando su narrativa de amenaza y deslegitimación.

La amistad de Trump con Putin: negociación cooperativa

La relación entre Donald Trump y Vladimir Putin podría abrir una oportunidad inesperada para una solución negociada en Ucrania y Venezuela. Si ambos líderes logran alinear sus intereses, podría producirse un acuerdo que incluya: territorios ucranianos ocupados por fuerzas rusas y la salida de Maduro de Miraflores, especialmente en un contexto donde Estados Unidos enfrenta una crisis migratoria exacerbada. Esta relación se presenta como una partida de negociación cooperativa, en el que Trump y Putin podrían llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso que facilite una transición en Venezuela. Esto pondría a Maduro en una posición de vulnerabilidad, limitando sus opciones y forzándolo a aceptar términos que probablemente no serían los más favorables para él.

Conclusión: la estrategia de Maduro en el escenario geopolítico

Desde la perspectiva de la modelización de conflictos, la reelección de Trump en el escenario geopolítico sitúa a Maduro en una posición de desventaja estratégica.

Factores como el reconocimiento de González Urrutia, la alianza con Irán, el enfrentamiento con Elon Musk y la relación entre Trump y Putin sugieren un cambio en la balanza de poder que amenaza al régimen de Maduro. Para el heredero de Chávez, la única respuesta sostenible a largo plazo sería negociar, reconociendo que la democracia representa la voluntad del pueblo y debe ser respetada, evitando así un conflicto directo que podría acarrear mayores pérdidas si se juramenta ante su Asamblea Nacional el 10 de enero de 2025.

Si Maduro sigue enfrentando cada desafío con una estrategia de confrontación, el equilibrio de poder en el escenario de la política internacional lo podría dejar sin aliados esenciales y con un margen de maniobra muy reducido. En este contexto, y según los principios del análisis estratégico, su táctica óptima sería intentar un acuerdo con las fuerzas democráticas que garantice su salida de la forma menos costosa posible, preservando su futuro político o, al menos, evitando un desenlace fatal. En el gran tablero geopolítico, Trump 2.0 plantea a Maduro una última apuesta: negociar o perderlo todo

 Antonio de la Cruz

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Elección estadounidense: autenticidad y juegos de poder

Posted on: noviembre 1st, 2024 by Super Confirmado No Comments

“El marco de la polarización, populismo y posverdad permite que los nuevos autócratas puedan fingir que encarnan la verdadera voluntad del pueblo, reprimida por las élites corruptas y escondida por unos medios también corruptos”.

Moisés Naím

En el panorama político actual de Estados Unidos se libra una batalla de significados más profunda de lo que podría parecer a simple vista. No es solo una lucha entre demócratas y republicanos; es una guerra simbólica que, en el fondo, representa una pugna sobre qué significa ser estadounidense y qué valores deben definir la identidad nacional. Esta confrontación, que se intensifica con cada ciclo electoral, puede analizarse a través de la narrativa que revela un conflicto casi moral entre dos visiones radicalmente opuestas del país y su futuro.

Una narrativa de héroes y villanos

El relato político en Estados Unidos se estructura sobre un sistema de roles en el que los personajes y sus actuaciones refuerzan la idea de una lucha heroica. En esta narrativa, Donald Trump y el Partido Republicano asumen el papel de héroes defensores de los valores patrióticos y la estabilidad económica, mientras que Kamala Harris, Joe Biden y el Partido Demócrata simbolizan las fuerzas opositoras que, supuestamente, buscan destruir la “verdadera” identidad estadounidense.

En este escenario, los republicanos y sus líderes asumen la misión de restaurar el orden y la prosperidad, una “América auténtica”, y librarla del caos y la inseguridad atribuidos a los demócratas. Así, la narrativa se estructura como una épica de “nosotros contra ellos”, en la que los republicanos defienden a los ciudadanos, presentados como los destinatarios traicionados, contra políticas que perciben como antiamericanas y dañinas. Este conflicto de héroes y villanos es crucial para sostener la lealtad de las bases y para simplificar la narrativa en un relato de buenos contra malos, eliminando cualquier posibilidad de grises o matices.

Patriotismo contra antiamericanismo: una lucha por la identidad

El cuadrado lógico-semántico nos ayuda a desentrañar la estructura ideológica que subyace en esta narrativa polarizada. Los valores opuestos que sustentan el discurso político actual giran en torno a nociones de “patriotismo” y “antiamericanismo”. Para los republicanos, el patriotismo se manifiesta en políticas de seguridad fronteriza, estabilidad económica y respeto por las tradiciones estadounidenses. En contraposición, las políticas de los demócratas son descritas como una amenaza a estos valores, un “antiamericanismo” que va desde abrir las fronteras hasta “atacar” la libertad económica.

Este eje de patriotismo vs antiamericanismo estructura un conflicto moral y de identidad, en el cual cada partido reclama el rol de defensor de la nación, relegando al oponente al rol de destructor. Este marco no permite el diálogo; en su lugar, impone una división tajante, en la que ser patriota equivale a rechazar al oponente y sus valores.

Prosperidad y caos: las promesas y miedos de la política

Otro par de valores contrapuestos en el cuadrado lógico-semántico es el de prosperidad y caos. En la narrativa republicana, la prosperidad está asociada a la administración Trump, caracterizada por una economía fuerte y un país seguro. En contraste, el caos se asocia a los demócratas, cuyas políticas, según esta narrativa, han provocado descontrol en la inmigración, una inflación devastadora y una creciente inseguridad.

La configuración de estos valores en oposición permite que la narrativa republicana simplifique el debate, presentando sus propuestas como un regreso a la prosperidad y seguridad de antaño, mientras que cualquier alternativa demócrata se convierte en sinónimo de desorden y riesgo para el país. El valor de la prosperidad se convierte así en un símbolo de “restauración,” un “recuperar América” (Make America Great Again), frente al caos que representa el presente y la posibilidad de un futuro incierto bajo políticas demócratas y la cultura “woke”.

Una polarización inquebrantable: la estructura de un conflicto irresoluble

La narrativa política estadounidense no solo se basa en diferencias de políticas, sino en una confrontación estructural de valores y significados que hace que el conflicto parezca irresoluble. La política se ha convertido en una guerra de símbolos, donde el patriotismo se define en oposición al antiamericanismo. Esto dificulta la posibilidad de consenso y refuerza una retórica de enemigos, “nosotros contra ellos”, en la cual cada lado se ve obligado a mantener una postura inamovible.

Conclusión: ¿es posible romper la dinámica del conflicto?

Si algo nos enseñan las estructuras de roles narrativos es que esta confrontación política en Estados Unidos no es solo coyuntural, sino estructural. La narrativa de héroes y villanos, la oposición entre patriotismo y antiamericanismo, y la dualidad prosperidad/caos, constituyen la esencia de una confrontación en la que cada partido ha definido su rol y el de su oponente de una manera casi mítica.

Para cambiar esta dinámica, la política estadounidense necesitaría un cambio profundo en sus narrativas y en su estructura de personajes: ver al oponente no como el villano, sino como un actor que también persigue el bienestar del país, aunque desde una perspectiva distinta. Este cambio es posible, pero requeriría una reconfiguración de significados que hoy parece difícil de alcanzar.

Estados Unidos enfrenta no solo una crisis política, sino una crisis de significado y valores. El desafío es lograr una narrativa política que no esté construida únicamente en la polarización, la posverdad y el populismo sino que permita un espacio para la cooperación y el consenso. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos serán los verdaderos perdedores en este juego de valores, atrapados en una lucha en la que el consenso y la paz política se sacrifican en favor de una victoria simbólica, pero vacía, para ambos bandos.

 

Antonio de la Cruz

Una oportunidad para el cambio

Posted on: octubre 9th, 2024 by Super Confirmado No Comments

«Tienes que ser rápido de pies y adaptable, de lo contrario la estrategia es inútil».

Charles de Gaulle

En un contexto de crisis prolongada, Venezuela parece estar atrapada en una lucha de supervivencia política que solo ha incrementado el sufrimiento de su pueblo y su aislamiento del mundo. Mientras Nicolás Maduro se aferra al poder, apoyado simbólicamente por alianzas externas con países como Rusia, Cuba e Irán, los venezolanos están cada vez más desconectados de su liderazgo. La reciente elección presidencial que dio el triunfo a Edmundo González Urrutia, apoyado en el liderazgo de María Corina Machado, representa una luz de esperanza, pero el camino hacia un cambio real y sostenible es desafiante y requiere un enfoque de toma de decisiones y planificación basado en datos y análisis rigurosos de corto, mediano y largo plazo.

La administración de Maduro ha optado por una estrategia de suma cero, en la que su permanencia en el poder se asegura solo a costa de las libertades y oportunidades de su propio pueblo. Al alinearse con regímenes autoritarios, el que fue candidato a la reelección por el PSUV no solo profundiza su aislamiento del hemisferio occidental, sino que también refuerza una narrativa de confrontación con actores internacionales como Israel al manifestar apoyo incondicional a Irán. Pero esta apuesta tiene un precio: al depender cada vez más de actores externos, su posición se vuelve más vulnerable, y su coalición interna podría colapsar si no se atienden los intereses de aquellos que aún sostienen el régimen.

Es aquí donde los modelos de Bruce Bueno de Mesquita resultan reveladores. La dinámica de las coaliciones en Venezuela se basa en la lealtad condicionada a beneficios económicos y políticos. La verdadera pregunta es: ¿qué pasará cuando los actores clave dentro del régimen dejen de ver beneficios en la continuidad de Maduro? La reciente emergencia de líderes como Machado y González Urrutia, que cuentan con un claro mandato popular, ofrece una vía de transición. Sin embargo, para que esto se concrete, las fuerzas democráticas deben ser capaces de coordinar con figuras clave, especialmente los militares, quienes desempeñan un rol fundamental en la estabilidad del gobierno. Este es el momento en el que incentivos económicos y garantías de seguridad para aquellos que decidan apoyar la transición resulta decisivo.

Por otro lado, el marco de una Gobernanza Estratégica Anticipativa es crucial para entender cómo podría consolidarse el cambio en Venezuela. Para que el país logre un futuro más próspero y estable, el nuevo liderazgo democrático debe anticipar los obstáculos que surgirán. La restauración del Estado de derecho es prioritaria, pero debe ir acompañada de una visión económica clara y pragmática. Venezuela cuenta con recursos naturales abundantes, pero solo una economía con reglas claras y una institucionalidad renovada puede aprovecharlos. Los inversionistas internacionales, figuras como Elon Musk, podría ver en Venezuela una oportunidad única si el entorno de inversión se torna favorable.

Además, es urgente que Venezuela recupere su capacidad productiva, especialmente en el sector agrícola y la industria privada. La reactivación de estos sectores no solo es clave para generar empleo y mitigar la pobreza extrema, sino que también representa la base sobre la cual se construirá un nuevo tejido social. El momento de actuar es ahora, y Estados Unidos, la Unión Europea y los países democráticos deben librar un papel decisivo, no solo en términos de apoyo diplomático, sino también en la provisión de incentivos económicos y garantías de seguridad para aquellos actores que decidan apoyar la transición.

En este sentido, sanciones contra los aliados externos de Maduro, como Rusia e Irán, seguirán siendo una herramienta importante, pero la diplomacia multilateral también debe enfocarse en crear caminos de salida para aquellos dentro del régimen que estén dispuestos a transitar hacia un futuro democrático. Venezuela no puede seguir siendo un peón en un tablero geopolítico de intereses externos.

En definitiva, el régimen de Maduro se mantiene en pie, pero sus días están contados. El cambio en Venezuela es posible, pero dependerá de la habilidad del nuevo liderazgo democrático para anticipar los desafíos y construir alianzas estratégicas internas y externas que aseguren una transición pacífica y sostenible. Estados Unidos y la comunidad internacional deben estar preparados para respaldar este proceso con una visión de largo plazo, priorizando la estabilidad política y el bienestar del pueblo venezolano sobre cualquier otra consideración.

El conflicto entre las fuerzas democráticas y la dictadura refleja la complejidad de una guerra asimétrica. Las primeras, a pesar de sus esfuerzos, enfrentan una situación estratégica delicada, donde la lucha no violenta está limitada por las realidades de una geopolítica compleja. Las decisiones que tome la administración Biden-Harris en su relación con Edmundo González y María Corina Machado y su manejo del golpe de Estado a la soberanía popular serán cruciales para mantener la estabilidad en la región.

La ventana de oportunidad está abierta. Es el momento de que Venezuela, con el apoyo de la comunidad internacional, inicie el camino hacia una nueva era, donde los recursos del país sirvan a su gente y donde el poder responda a las verdaderas necesidades del pueblo.

 

Antonio de la Cruz

Venezuela en un equilibrio inestable

Posted on: octubre 2nd, 2024 by Super Confirmado No Comments

«Existe una interesante interacción entre el poder que corrompe y la corrupción que empodera. La causalidad no va en una sola dirección». Bruce Bueno de Mesquita

En Venezuela, los actores clave —el régimen de Nicolás Maduro, las fuerzas democráticas lideradas por María Corina Machado, multinacionales como Chevron y potencias internacionales como Estados Unidos, Rusia y China— participan en una compleja lucha de poder que sigue sin una resolución clara. A través de la lente de la teoría de juegos de guerra y el enfoque predictivo de Bruce Bueno de Mesquita, podemos observar un escenario donde el riesgo de la continuidad del régimen de Maduro se mantiene. Pero ¿qué implica esto para Venezuela y los actores involucrados?

La disyuntiva de las fuerzas democráticas: ¿acción o espera?

Las fuerzas democráticas venezolanas enfrentan un dilema estratégico de gran envergadura: ¿actuar antes de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, cuando el régimen podría sofocar cualquier levantamiento, o esperar a un posible colapso económico o mayor apoyo internacional? Esta incertidumbre es parte de una confrontación secuencial en la que cada decisión tiene implicaciones significativas para el resultado final. La indecisión no es producto de la ineficacia o la indiferencia, sino de la realidad de que cualquier movimiento descoordinado podría intensificar la represión selectiva por parte del régimen.

En este sentido, el modelo de Bruce Bueno de Mesquita sugiere que las fuerzas democráticas no tienen los recursos suficientes para derrocar a la dictadura por su cuenta mediante la lucha no violenta. El régimen de Maduro sigue manteniendo cierta ventaja significativa: control del aparato de seguridad e inteligencia, represión eficaz y el respaldo (aunque simbólico) de potencias internacionales como Rusia y China. Para la oposición, esta situación implica que actuar sin coordinarse con los demás actores, tanto externos como internos, podría llevar al fracaso. Sin embargo, esperar demasiado también podría resultar en la pérdida de cualquier oportunidad de cambio. Esta estrategia de «espera calculada» los mantendría en un estado de incertidumbre.

Chevron: el juego económico por la supervivencia

En el corazón de la situación venezolana se encuentra Chevron, un actor que ha desempeñado un papel fundamental en la vigencia del gobierno de Maduro, pero cuyas motivaciones están lejos de ser políticas. A través de su cabildeo en Washington  y acuerdos económicos con el régimen, Chevron ha garantizado su permanencia en Venezuela, pese a las sanciones de la administración estadounidense y la crítica internacional. La teoría de juegos revela que el gigante petrolero estadounidense está jugando a largo plazo, buscando preservar su capacidad de cobrar deudas y asegurar su presencia en el mercado petrolero global.

Sin embargo, su estrategia también tiene un costo: Chevron es percibida como una empresa que contribuye indirectamente a financiar la represión en Venezuela. Al continuar pagando regalías e impuestos al régimen a través de las empresas mixtas, se ha convertido en un engranaje clave de la maquinaria que mantiene a Maduro en el poder. En términos del modelo de Mesquita, la petrolera estadounidense está maximizando sus beneficios a corto plazo, pero a largo plazo podría verse perjudicada si se da un cambio de gobierno en Venezuela que decide revisar estos acuerdos firmados bajo la Ley Antibloqueo de la ilegítima Asamblea Constituyente de 2017.

El dilema de Chevron refleja un clásico «juego de supervivencia económica», en el que su estabilidad financiera a corto plazo se enfrenta a la posibilidad de consecuencias políticas negativas a largo plazo. No obstante, en este escenario, apuesta a mantener el status quo, actuando con opacidad.

Estados Unidos: intervención reactiva en la lucha global

Aunque Venezuela no es una prioridad inmediata para Estados Unidos, el país sigue siendo una ficha en el tablero geopolítico global. La administración Biden-Harris, al igual que sus predecesoras, ha optado por una postura reactiva. Solo cuando las tensiones internas alcanzan un nivel crítico, o cuando la influencia de potencias rivales como Rusia y China en la región se vuelve desafiante, la Casa Blanca responde. Esta dinámica se alinea con el análisis estratégico militar: Estados Unidos no actúa de manera proactiva, sino que responde a crisis que ponen en riesgo su hegemonía en áreas clave como la tecnología, la economía, las alianzas internacionales y la seguridad nacional.

Rusia y China, por otro lado, han utilizado su apoyo a Maduro como una herramienta para desafiar la influencia de Washington en el hemisferio occidental. Aunque Venezuela no es una prioridad de alto valor estratégico para Moscú y Pekín, su involucramiento es simbólico: incomodar a Estados Unidos en su propio «patio trasero». Sin embargo, esta lucha de poder global, en la que Venezuela es un campo de batalla indirecto, no ha resultado en una intervención decisiva por parte de ninguna de las potencias, lo que ha favorecido la permanencia del régimen de Maduro.

El dilema de los venezolanos: una lucha sin ganadores

Mientras los actores internacionales maniobran en sus propias luchas de influencia, los venezolanos siguen atrapados en una crisis económica, política y social que parece no tener fin. Los dólares que ingresan por las operaciones opacas de Chevron y otras empresas petroleras extranjeras no benefician al pueblo, sino que son canalizados hacia la permanencia del régimen y el enriquecimiento de la élite política. La pregunta central que surge es: ¿cuánto tiempo más podrá mantenerse este equilibrio inestable?

El modelo de Bruce de Mesquita predice que, a menos que ocurra un colapso económico sistémico o una intervención internacional decisiva que afecte los pilares que sostienen al régimen —como las violaciones de derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad, el narcotráfico, el terrorismo, y el lavado de dinero y activos en el ámbito judicial-penal—, Maduro tiene grandes posibilidades de mantenerse en el poder, incluso tras el golpe a la soberanía popular. Este es un desenlace bastante probable no porque el régimen sea invulnerable, sino porque los actores que pueden forzar la transición ordenada, democrática pacifica, —las fuerzas democráticas, Estados Unidos, la Unión Europea, los gobiernos democráticos, Chevron— carecen de la determinación o la motivación suficiente para impulsarla antes del 10 de enero de 2025.

¿Qué nos espera?

Venezuela sigue siendo un campo de batalla en el que la lucha de poder entre actores internos y externos se desarrolla sin que se vislumbre un cambio significativo. Las fuerzas democráticas, frustrada por el gran esfuerzo para alcanzar un cambio político por la vía electoral, y sin el oportuno respaldo decidido de la comunidad internacional, parece estar atrapada en una dinámica de espera. Chevron y otras multinacionales del petróleo prefieren el status quo que les permite seguir operando sin mayores interrupciones, incluso si esto significa mantener indirectamente al régimen de Maduro en el poder. Estados Unidos, por su parte, seguirá respondiendo de manera reactiva a la situación, sin una intervención decisiva a menos que el conflicto alcance proporciones que afecten directamente sus intereses.

En resumen, el modelo de Mesquita sugiere que el futuro inmediato de Venezuela estará marcado por un equilibrio inestable del régimen, a menos que ocurra una escalada drástica en la crisis interna o la intervención decisiva de potencias externas. Para los venezolanos, esta lucha sigue siendo cruelmente asimétrica, con actores clave como parte de la cúpula militar y multinacionales que buscan maximizar sus propios intereses, mientras la nación sufre las consecuencias.

Sin embargo, como toda lucha de poder, esta también tiene sus sorpresas. Y en política, un solo movimiento inesperado puede cambiar las reglas del juego por completo. Lo que podría llevar a Maduro a perder el apoyo de una parte crucial de su selectorado esencial —el grupo que sostiene su poder—, precipitando su caída y facilitando el avance hacia una transición democrática en el país.

 

 Antonio de la Cruz

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