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Omar Estacio: 2026

El bien y el mal, la conducta debida e indebida, a lo que estamos obligados ante ese tribunal de nosotros mismos, están separados por esa línea tenue y zigzagueante, que no siempre vemos con la misma claridad ni con igual convencimiento

Quisiera escribir de forma muy sencilla, la necesidad de vivir en paz con los demás y en guerra sólo con mis miserias internas. Decirlo con voz nítida, sonora, pero pausada ahora que sobre todos nosotros se abalanza el verbo lacerante que es prefacio de violencias menos reversibles.

Aprovechar las buenas intenciones de cada cual, hoy, a escasos días del fin de año, para desear y poner en práctica, la necesaria Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a todos los hombres, no importa su buena o pésima voluntad.

Quisiera en estas fechas de tradicional tregua, atinar con la idea en carne viva y la palabra desnuda. Si ésta última estuviese siempre al servicio de la serenidad, de la concordia, del afecto al prójimo, los seres humanos, en especial los gobernantes, no encontraría tanta facilidad cómplice para sus desmanes, tantos celestinos para sus hueras elucubraciones, tantos justificadores para sus ejecutorias tan sombrías. Porque el verbo puede ser vehículo de amor como es nuestro deber utilizarlo particularmente en meses como el presente, pero también arma arrojadiza y cortante.

El bien y el mal, la conducta debida e indebida, a lo que estamos obligados ante ese tribunal de nosotros mismos, están separados por esa línea tenue y zigzagueante, que no siempre vemos con la misma claridad ni con igual convencimiento. En especial cuando delimita nuestros propios intereses y por consiguiente, hacemos lo que podemos, para darle la espalda.

Muchas veces, la palabra fracasa en su misión de deslindar esas dos nociones vecinas, porque no queremos usarla, porque las circunstancias no ayudan o todavía peor, porque nos proponemos ponerla al servicio de lo que es contrario a la esencia de aquello que nos hace supuestamente humanos.

La próxima semana, será el último día de este 2025. Para el reino riguroso de la palabra, allí estarán los mensajes de convivencia propios de estos días. Los escucharemos en todas las lenguas y desde los credos que consideramos más distantes. Para la circunstancia cotidiana convertida día a día en campo infecundo para las mejores intenciones, queremos que se prolonguen jornadas como las de la presente, en la que el hombre aunque sea por unos cuantos segundos busca ponerse en armonía consigo mismo o por lo menos lo intenta con el corazón abierto.

El articulista no quiere pecar de aguafiestas. Pero ¿Por qué desperdiciar conmemoraciones como ésta, que están supuestas a la comunión espiritual? ¿Qué tipo de hambre nos acosa en medio de tanto exceso, tanta ingesta, pero sobre todo tanto on the rocks, campaneado con la prisa?

Hemos confundido el vacío del alma, con el vacío espiritual. Jesús vino a acabar con esa paganía en el mundo. Pero ésta última está ahí y una de sus manifestaciones es que en los encuentros de fin de año se ha subvertido su significación, con el éxtasis borrachín, los cohetones, con la música estridente y con el correspondiente subproducto de lesionados en los hospitales.

Sé bien que mi deber es brindar a quien lea estas modestas reflexiones, un atisbo de ilusión. Sólo conoce amor, quien ama la esperanza. La noche del año nuevo mientras se desea a los demás la dicha por cumplida, será buen momento para reflexionar y rogar al Cielo. Sobre todo para recomenzar en ese preciso instante, y no cejar en el empeño.

Que estos días ayuden a mostrar a los hombres y mujeres el camino que conduce a la deseada paz y a esa serenidad que queremos ver posada sobre el corazón de cada uno.

Porque de la paz interior, nace la paz del mundo que es la misma del prójimo sin posible discriminación.

La palabra hermosa, sementera inabarcable que estimula y mueve voluntades, no es perecedera como la carne. Hoy, es tiempo de hacerla al viento para que se convierta en oxígeno que abarrote nuestros pulmones, acompañe con música el latido de nuestros corazones y sea a lo largo del año próximo, fecunda como un pentecostés.

 

@omarestacio

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