El tono del presidente Barack Obama de esta noche, en su discurso sobre el estado de la Unión, será bien diferente del que exhibió hace justo un año, cuando solemnemente inauguró su segundo mandato. Frente a la ambiciosa agenda que entonces aseguró que iba a llevar a cabo —leyes para un mayor control en la venta de armas y para la legalización de once millones de inmigrantes sin papeles, principalmente— Obama se presenta ahora ante el Congreso tras un 2013 que ha pasado en blanco, sin que ninguna de sus principales iniciativas salieran adelante. El presidente estadounidense optará hoy por una agenda más modesta, centrada en medidas que pueda aprobar directamente, sin la concurrencia de un Congreso dividido que ya está preparándose para las legislativas de noviembre.
El análisis de los principales medios de Estados Unidos es unánime. «El año pasado comenzó con las ambiciones del fresco comienzo de su segunda inauguración, pero terminó en una larga estela de errores, situaciones internacionales embarazosas y oportunidades legislativas perdidas que minaron la credibilidad de Obama», valora el periódico «The Washington Post». Según «The New York Times», «tras cinco años en el cargo, Obama ha llegado a sentir agudamente los límites de su poder y los horizontes que se están cerrando frente a él».
Pobre legado
Con la sensación de que su legado como presidente de la primera potencial mundial ya no podrá incluir ninguna otra gran ley que defina su paso por la Casa Blanca –la reforma migratoria puede aprobarse este año, pero a partir de una iniciativa que están concretando los republicanos–, Barack Obama pasa a centrarse en aspectos más limitados que él pueda sacar adelante mediante sus poderes presidenciales, sin el concurso del Congreso.
«Tenemos que mostrar al pueblo americano que podemos lograr hacer algo», aseguró Dan Pfeiffer, un estrecho asesor de Obama, que el fin de semana ofreció entrevistas en varias cadenas de televisión de cara al discurso sobre el Estado de la Unión. El presidente, por tanto, ofrecerá una agenda doméstica unilateral, que la Casa Blanca define como «un año de acción».
Al margen de la reforma migratoria, para la que puede haber un consenso básico en el Congreso, el presidente estadounidense confía en que este año pueda subirse el salario mínimo a los trabajadores y se mejoren otras condiciones del mercado laboral. Prevé también la eliminación permanente de los impuestos sobre los beneficios en las inversiones de pequeños negocios, y la renovación de diversos incentivos fiscales para empresas que van a expirar.
Fuente ABC