El plan de seguridad militarista denominado Patria Segura genera más incertidumbre que tranquilidad. ¿Estarán realmente los militares en las calles para combatir la delincuencia? Es la interrogante más común entre los venezolanos. Y es que en su inicio se desplegó un contingente de tres mil efectivos militares del Ejército y la Guardia Nacional en la Gran Caracas y a partir del lunes estarán militarizadas las calles en los estados Zulia, Lara y Carabobo.
Roberto Briceño León, sociólogo y director del Observatorio Venezolano de la Violencia, responde de manera categórica a esta interrogante. “Más allá de controlar el delito se busca el control político de la sociedad. El propósito de este plan es frenar las protestas y controlar a la oposición. Lo que se busca es mantener intimidada a la población para adelantarse a una posible explosión social ante el desabastecimiento, la inflación, la inseguridad”.
Con este, son 20 los operativos de seguridad implementados durante la era chavista y, según Briceño León, este plan lanzado por Nicolás Maduro busca privilegiar el factor represivo sobre el preventivo, siendo absolutamente contrario a los 19 planes desarrollados en el pasado por Hugo Chávez, aunque siempre existió un grado de militarización en la seguridad.
Un civil más militarista
¿Termina siendo más militarista Maduro que Chávez? La respuesta es peligrosamente afirmativa. “La percepción en la población es que Maduro no tiene fuerza ni don de mando y por eso necesita demostrar fuerza con una respuesta más militarista que el propio Chávez”.
Roberto Briceño León subraya que el solo nombramiento de Miguel Rodríguez Torres como ministro de Interior y Justicia, quien es general de División del Ejército y fue director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebín), ya significaba un mensaje de un militarismo mayor al experimentado con un militar en la Presidencia.
Recuerda que en los preceptos del Plan Caracas Segura, último operativo desarrollado por Chávez, se aclaraba que no se tomarían “medidas represivas como las que tomaba la derecha”, pero a juicio del director del Observatorio Venezolano de la Violencia, “este plan se enmarca dentro de la más clásica y tradicional represión de la derecha”.
Entre las razones que lo llevan a afirmar tal aseveración destacan: Primero, un ejercicio ostentoso de la fuerza; segundo, el alto riesgo de que se presenten abusos de todo tipo, así como practicas racistas y clasistas; tercer, más allá de controlar el delito observa la búsqueda de control político de la sociedad; y cuarto, advierte que los militares no cuentan con los mecanismo de uso profesional de la fuerza en cuanto a orden público. “Mientas la policía está orientada a proteger al ciudadano y evitar la guerra, la Fuerza Armada está preparada para la guerra”.
Así lo ven
VenEconomy se atreve incluso a sugerir que dicha medida provenga de una directriz de los hermanos Castro, en un artículo publicado ayer en su versión en inglés titulado “¿Quién sugirió sacar los soldados a las calles de Venezuela?”.
El tema que es analizado en el ámbito mundial también llegó al diario El País, de España, donde afirman en un artículo titulado La estrategia de Maduro, que esta medida para combatir la inseguridad “se parece mucho a lo que hacían los viejos gobiernos de la denostada cuarta República”.
Reseña además El País que el incremento salarial y el aumento de beneficios a los militares “debió sonar como música para los oídos de la cúpula castrense, que por mucho tiempo fue columna vertebral de la ecuación de Gobierno del teniente coronel Hugo Chávez, pero que paradójicamente parece haberse vuelto indispensable para la continuidad en el poder de un civil, Nicolás Maduro, quien afronta una virtual situación de resistencia civil de una mitad del electorado que no le votó en las elecciones del 14 de abril y que está convencida de que ocurrió un fraude en contra de Henrique Capriles Radonski”.
Contradice la Corte
Los mandatos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2003, cuando sentenció sobre las violaciones de los derechos humanos ocurridas durante la tragedia de Vargas de 1999 que “los estados deben limitar al máximo el uso de las Fuerzas Armadas para el control de disturbios internos, puesto que el entrenamiento que reciben está dirigido a derrotar al enemigo, y no a la protección y control de civiles, entrenamiento que es propio de los entes policiales”.
“La percepción en la población es que Maduro no tiene fuerza ni don de mando y por eso necesita demostrar fuerza con una respuesta más militarista que el propio Chávez”.
Roberto Briceño León
Sociólogo.
Fuente: La Verdad