«Vamos a hablar claro: una mujer puede gastarme bromas sobre cómo visto o sobre mi costumbre de intentar meter el estómago cuando se acerca a mí. De acuerdo, no me importa. Yo soy uno de esos chicos que tiene sentido del humor para hacer –y recibir- bromas. Sin embargo, debo reconocer que hay algunas cosas de las que yo no quiero que se burle ninguna mujer. Ni yo, ni ningún otro hombre… Por ejemplo, no podemos soportar los comentarios sobre el pelo, la estatura, el salario y sobre todo el tamaño de nuestras dotaciones íntimas. Hacer un comentario sobre una de estas cosas es tan cruel como arrancarnos el corazón y dejarlo expuesto a la vista del público», comenta un chico anónimo.
«¿Queréis saber por qué somos tan sensibles a estos temas? En primer lugar, porque todos ellos son cuantificables y permiten compararnos con otros hombres. En segundo lugar, porque no tenemos ninguna varita mágica para cambiar la realidad. Y por último, porque estas carencias concuerdan con la creencia masculina de que, como ocurre en el sexo y el poder, cuanto menos tienes, pues peor eres…», continúa.
«Es obvio que tener mucho dinero es mejor que tener poco pero además, los hombres creemos que nuestra cuenta corriente refleja nuestra valía personal. Así que hacer bromas sobre nuestro salario es otra manera de cuestionar nuestra virilidad», sigue.
«Si hay algo que a los hombres nos pone sensibleros es el estado del pelo que hay (o queda) en nuestra cabeza. A todos los chicos que conozco les preocupa que un buen día empiecen a perder sus rizos, porque los hombres creemos que si nuestro pelo desaparece, también lo hará nuestra capacidad para atraer a las mujeres», continúa.
«Los hombres tampoco podemos hacer nada para cambiar nuestra estatura. Mi padre y mis hermanos miden 1,80. Yo mido diez centímetros menos. Hace unos días a mi amiga. María se le ocurrió bromear con este comentario: “Tus hermanos han sacado la estatura de tu padre. ¿Qué es lo que te ha correspondido a ti?” “El buen carácter”, contesté, dice Mario, 27 años.
«A pesar de que a lo largo de la historia ha habido numerosos hombres bajitos con mucho poder, como Napoleón y… Napoleón. Los estudios demuestran que a los hombres altos se les toma más en serio que a los que miden igual que yo. Además, existe una creencia muy arraigada según la cual la altura masculina guarda una proporción directa con el tamaño de otras partes de su cuerpo. (Por supuesto, todos sabemos que solamente se trata del tamaño de los pies. ¿Pues qué habíais pensado?)», continúa nuestro chico.
«Esto me lleva a la peor situación de todas: los comentarios jocosos sobre nuestra virilidad. A las mujeres os resulta muy fácil burlaros del miembro masculino porque vosotras no tenéis uno y no sabéis lo que se siente. Pero, para que lo sepáis, en nuestra lista de prioridades, nuestro miembro sólo está por detrás de la respiración. Igual que muchos hombres, le tengo mucho cariño a mi pene. Lo cierto es que cuando una mujer hace una broma sobre el pene de un hombre significa que lo está comparando con el de otros varones, seguramente con el de tu ex. Nuestra salud mental no puede resistir este tipo de cosas. Y las facturas del psicólogo».
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