“Entre las varias actividades de amor sólo hay una que pueda yo pretender contagiar a los demás: el afán de compresión.” José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, 1914
Dedicaré esta reflexión a la fiesta de la natividad que se acerca y, como todos los años, nos disponemos los cristianos católicos, pero también los cristianos evangélicos a celebrarla. Es una tradición que se vigorizó desde el siglo V d.c., promovida especialmente por el papa León I quién la hizo baza de su teología, al tiempo que insistía en lo que la cristología denomina la unión hipostática, la «Si todo el mundo te miente siempre», dijo, «la consecuencia no es que creas las mentiras, sino que ya nadie cree nada… Y un pueblo que ya no puede creer en nada no puede decidir. Se ve privado no solo de su capacidad de actuar, sino también de su capacidad de pensar y juzgar. Y con un pueblo así, puedes hacer lo que quieras». compleja doble naturaleza de Cristo, divino y humano.
Luego Santo Tomás de Aquino escribió en la misma dirección y aún Juan Calvino teorizó sobre Jesús, exento del pecado original, al nacer. En todo caso, aún los críticos sobre el supuesto origen pagano de la fiesta han paulatinamente aceptado la significación del evento para los seguidores de Yehoshoua, nombre en hebreo que recibió Jesús de Nazareth, de varios atribuidos en otras lenguas para el hijo de María.
Lo que sin embargo llama mi atención, esta vez, es la honda humildad que en los relatos de Mateo y Lucas sobre el evento en sí mismo se evidencia y que cabe destacar, por diversas razones, algunas de las cuales, mencionaré de seguidas.
La estética del asunto salta a la vista y en todos los sentidos. La belleza del escenario deslumbra, sobre todo, por su profunda sencillez que, sin embargo, destaca su armonía y genuina autenticidad. No nace un Dios para y por el poder de los hombres, nace un hombre por y para redimir a los hombres por el poder de Dios.
En efecto, pudo Jesus nacer en un palacio, en cama de suave seda, fina brazada, de madre y padre poderosos, pero, escogió al contrario la modestia de la cuna de paja, una madre pura y un padre trabajador, protector, suficientemente común para parecerse y representarnos en su bondad y, la compañía de la más representativa naturaleza, el cielo estrellado y los animales que traían en sus cuerpos calor al pesebre.
Solo en ese teatro podía irrumpir ese ser extraordinario que opuso a todas las tentaciones y a todas las flaquezas, al miedo, al dolor, al escarnio y a la muerte, un espíritu recio para encarar valiente la maldad y, al lobo que yace en el homo complexus que nos describe Edgar Morin, con un mensajeenvuelto en alegorías y parábolas para ser entendido por aquellos susceptibles y a ratos sorprendidos de escuchar al amor y la comprensión, sin petulancia, sin engreimiento, sin soberbia que, asiduamente como un demonio suele ser el ánimo que caracteriza a los que creen e incluso se imponen a cualquier costo a los demás congéneres.
Ese Dios hombre, enseñará que lo bueno no esta en lo material de la riqueza, ni en las ínfulas, ni en el dominio sino en la caridad, la fraternidad, la solidaridad y sustancialmente, en el trato digno que merece cada cual y su prójimo, pero, en especial, los más necesitados, los más débiles, los que sufren; Jesús lo hacía patente, en sus institutos de pensamiento, pasión y acción con lo que nos instruye y adecenta, el que se sacrificaría por voluntad propia; el amor, la comprensión, el perdón y la esperanza y allí obra ese otro legado y guía para trascender a la postre con él y vivir más allá de la muerte.
Además de la belleza del nacimiento del niño Dios con todos esos trazos de la mejor pintura de la verdad existencial, es menester entonces valorar para qué nació ese Dios y hombre y su significación como modelo de vida. Nació para redimirnos como el cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
El amor será su imagen de marca. Tanto que hablamos de ese sentimiento y que poco lo practicamos y lo conocemos y lo exploramos y lo comprendemos. ¿Qué era ese amor que nos muestra Jesús? El amor desinteresado para con los convives, sin presumir de ello, el amor como filosofía ypráctica, el amor que se asume como un ejercicio de responsabilidad para con todo el mundo. El cristiano que ama se hace responsable, en la medida de sus fuerzas de toda la humanidad
La comprensión estuvo siempre en la conducta de ese ser sobrenatural, capaz de resucitar a Lázaro como Dios que era y, acaso expulsar a los mercaderes del templo, como hombre que también era, para, no obstante, escuchar y ubicarse en tantos episodios que lo ponían a prueba, ante lairrefragable veracidad de lo grandioso y lo miserable de nuestra ontología y hacerlo sin retroceder y evitando juzgar.
Perdonar es otra tarea difícil que nos dejo como empresa de vida a seguir como él mismo, corajudamente y en las mas variadas circunstancias vivió. La alteridad como norma de existencia, además de comprender, perdonar se constituye, en un reto de calidad moral y espiritual que solo los fuertes, los nobles, los que se le asemejan, suelen permitirse.
Perdonar incluso a tus enemigos, a los que te injurian y hacen daño es, como dicen coloquialmente los muchachos, “mucho con demasiado” pero allí la apuesta del que elevo la barra más alta que todos los demás, tratados como Dioses, de cualquier religión.
Y finalmente nos brindo con esperanza por la fe y la devoción que, nos permite asumir el presente y el porvenir por difícil que sea y se vislumbre, con resiliencia y compromiso con la verdad que se desprende de nuestra consciencia, espiritualidad y confianza trascendente.










