Era la tercera ronda de Wimbledon 2011 ante Gilles Muller. Rafael Nadal derrotaba al luxemburgués en tres sets cometiendo tan sólo tres errores no forzados, una cifra récord en un partido de Grand Slam. Ese registro no se volverá a repetir porque el tenis actual, en el que la táctica ha dejado paso a las jugadas de dos tiros, obliga al balear a cambiar su guión tenístico.
Así lo explicó a la conclusión de su primera victoria en el US Open 2015 ante Borna Coric la madrugada del martes, con un tanteo final de 6-3, 6-2, 4-6 y 6-4, en 2 horas y 47 minutos. «Jugando mal o jugando bien, tengo que jugar agresivo», aseguró. Lejos quedan las lamentaciones de hace unos meses tanto del tenista como de su tío Toni a la nueva corriente de su deporte donde las nuevas tecnologías aplicadas a las raquetas habían convertido el juego en un continuado bombardeo.
«En el golf, cuando los palos desprendían más potencia, impulsando la bola más lejos, alargaron los campos. En tenis no puedes alargar la pista, pero hay otra solución mucho más simple: si la raqueta fuera más pequeña, probablemente la cosa cambiaría», reflexionaba el mentor del campeón de 14 grandes el pasado mes de enero.
Y es que en el Open de Australia, su sobrino confesaba que «los jugadores salen, pegan un saque a 300 y la primera pelota que viene también a 300, y la segunda… Y si la fallo, pues me voy al siguiente punto. Parece que es la lógica, lo que viene, que las nuevas generaciones son este tipo de jugador”. Nadal no busca excusas. Sabe que tenía dos opciones: renovarse o morir. Y se ha decantado por la primera. Lo dijo en Nueva York: «Uno no puede ir en contra de lo que marca el deporte. Hay que ir con el deporte, es el camino a seguir».
Después de los primeros amagos en Montreal y Cincinnati, el balear ha dado un paso al frente en la pista en general y en el resto en particular. Comete más errores no forzados que antes, acabó el partido con 31, tres más que su rival, pero tiene la sensación real de que es más dominador que dominado. Coric corrió 74 metros más que él.
“Jugando mal o jugando bien, tengo que jugar agresivo. Sólo me fui atrás en el momento en el que me sentía que estaba con el golpe de calor. No tenía energía en el tercer set, pero luego en el cuarto volví a restar delante”, reflexionaba. Es la segunda vez esta temporada que Rafa sufre una deshidratación. En Australia le pasó lo mismo con Tim Smyczek y casi le cuesta el partido. Antes lo había experimentado, como consecuencia del sudor, en Cincinnati 2007 con Mónaco y Miami 2011 ante Djokovic. Consume agua del Mar Cantábrico tratada en los descansos para combatir el problema.
Fuente: Marca