Rubén Amaro era una figura del beisbol internacional cuando llegó a Venezuela en 1977, para tomar las riendas de las Águilas del Zulia como gerente deportivo. Aquella contratación, llevada a cabo por Luis Rodolfo Machado, inició el camino del ex campocorto a la inmortalidad y le convirtió en leyenda de la organización occidental.
Amaro jugó en las Grandes Ligas con los Filis de Filadelfia, Cardenales de San Luis, Yanquis de Nueva York y Ángeles de California. Durante 11 temporadas, entre 1958 y 1961, mostró su habilidad defensiva, que le llevó a ganar un Guante de Oro.
Únicamente nueve mexicanos llegaron antes que él a las Mayores.
Hijo de un notable pelotero cubano, apenas comenzó su carrera en los diamantes cuando decidió colgar los spikes.
Amaro ayudó a construir unas Águilas competitivas, primero como ejecutivo y luego como estratega. Se estrenó con un subcampeonato, al perder la final del torneo 1977-1978 contra los Leones del Caraca, entonces al mando de Felipe Alou, y emprendió una serie de firmas que darían gran competitividad a los occidentales en los años 90.
Dos coronas conquistaron los aguiluchos en esa década inolvidable para la divisa. La primera, en el campeonato 1983-84, llegó con el azteca como piloto, e incluyó la primera Serie del Caribe ganada por los zulianos.
Amaro echó raíces en Maracaibo. Casó con doña Lilia Machado, para enraizarse a la novena. Luis Amaro Machado, hijo de ambos, tomó la conducción del conjunto en la justa 2015-2016, como gerente deportivo, y fue artífice del título logrado en la 2016-2017.
Fue manager de las Águilas durante 11 torneos, pero se alejó de la toma de decisiones, especialmente en los tiempos recientes, debido a la enfermedad que le costó la vida.
Paz a su alma.
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