En Ecatepec, ante unos 300.000 católicos, el Sumo Pontífice llamó a no caer en las tentaciones que degradan al hombre: «la riqueza, la vanidad y el orgullo»
El papa Francisco pidió por un México sin emigrantes ni traficantes de muerte
En el primer domingo de Cuaresma, el papa Francisco brindó una misa en el peligroso suburbio de Ecatepec, de la Ciudad de México. Allí, el Sumo Pontífice clamó por que los mexicanos hagan de su país una tierra de oportunidades donde «no haya necesidad de emigrar para soñar» y donde no hay riesgo de caer en manos de los «traficantes de la muerte».
Invitó a «hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar, donde no hay necesidad de ser explotado para trabajar».
Durante su homilía, llamó a los fieles a no caer en las tentaciones que degradan al hombre: «la riqueza, la vanidad y el orgullo».
Sobre la riqueza, criticó el adueñarse de «bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí».»Es tener el pan a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida», puntualizó Francisco ante la atenta mirada de cerca de 300.000 personas, en el área campestre del centro de estudios de Ecatepec.
El papa latinoamericano también criticó «la búsqueda de prestigio con base en la descalificación continua y constante de los que no son como uno». «La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la fama de los demás, haciendo leña del árbol caído», lamentó.
El papa Francisco se dirige ante más de 300.000 personas en Ecatepec
Reuters
Con relación al «orgullo», indicó: «El ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la vida común de los mortales».
Francisco denunció, además, cómo el comportamiento del hombre crea «una sociedad de pocos y para pocos».
El Sumo Pontífice comenzó su sermón recordando que ha comenzado el tiempo de Cuaresma, que precede la Pascua, y que «es un tiempo especial para recordar el regalo de nuestro bautismo, cuando fuimos hechos hijos de Dios».
«La Iglesia nos invita a reavivar el don que se nos ha obsequiado para no dejarlo dormido como algo del pasado o en algún ‘cajón de los recuerdos'».
«La Cuaresma es tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y proyecto de Dios», agregó.
Fuente: Infobae