Muere Hulk Hogan a los 71 años

Muere Hulk Hogan a los 71 años

Hulk Hogan, el luchador más importante del ‘wrestling’, ha muerto a los 71 años. Al parecer sufrió un «paro cardíaco». Su nombre real era Terrence Gene Bollea. Nació el 11 de agosto de 1953 en Augusta, Georgia, y se crió en Tampa, Florida. Saltó a la fama en los 80 bajo el nombre de ‘Hulkmania’. Sin embargo, la última apoteosis furiosa y brutal de Hulk Hogan no fue para sí mismo, sino para Donald Trump.

 

En una de las escenas más memorables del último congreso del Partido Republicano, el mítico luchador de melena planchada y mostacho rubio platino irrumpió en el escenario y lo convirtió en un cuadrilátero político al más puro estilo de la lucha libre.

 

Subió con chaqueta formal, pero no tardó en rasgarla con ambas manos, arrancarse la camiseta y dejar al descubierto una musculosa roja con el nombre de Trump estampado en el pecho. La multitud estalló: gritos, aplausos, pancartas al aire.

 

Fue puro espectáculo. Al nivel de la final de WrestleMania de 1990, cuando el Último Guerrero, campeón intercontinental, venció a Hogan, campeón mundial, en un combate histórico donde se unificaron ambos títulos de la WWF. Hogan, derrotado. Para los chavales entregados en su adolescencia al trance de aquel gran teatro de la lucha libre, aquello fue impensable. Pero pronto Hogan se recuperó, y un año después ya era de nuevo campeón tras vapulear al terrible Sargento Slaughter.

 

 

Intervenciones quirúrgicas

 

En esta ocasión, sin embargo, Hogan no volverá. Tuvo varias operaciones recientemente, estaba delicado. Murió en su casa de Clearwater Beach, Florida, donde fue encontrado con el corazón parado. Tenía 71 años. Se había casado por última vez en 2023 con una instructora de yoga de 46 años.

 

Su padre era capataz de obra; su madre, profesora de baile. De joven destacó en el béisbol hasta que una lesión en el codo truncó su carrera deportiva. En lugar de practicar otros deportes, se aficionó a la lucha libre, que veía por televisión, fascinado por su teatralidad y por una violencia impostada.

 

Durante los años setenta trabajó como estibador, levantaba pesas y tocaba el bajo en una banda local llamada Ruckus. Su presencia escénica llamó la atención de algunos luchadores retirados, que lo convencieron para entrenarse. Su primer intento fue accidentado: terminó con una pierna rota.

 

Años después, ya tan musculado como acabó sus días, empezó a pelear junto a Ed Leslie como parte del dúo The Boulder Brothers. Adoptó el apodo de Hulk por su parecido con el personaje de cómic, y en la WWE fue rebautizado como Hogan, un apellido irlandés que encajaba con la lógica étnica del espectáculo.

 

 

Patriotismo visceral

 

Hulk Hogan aspiraba a encarnar el americanismo más genuino, el patriotismo más visceral, que exhibía rasgando sus camisetas y gritando su lema: «Entrena, reza, toma tus vitaminas, sé fiel a ti mismo, fiel a tu país. ¡Sé un verdadero americano!»

 

Con su característico pañuelo rojo, gafas de sol y voz digna de una tragedia griega, volvió a primera fila el año pasado para pedir a todos los que simpatizaran con él que votaran a Trump. Se despidió como llegó: golpeándose el pecho, señalando al público y dejando claro que, para él, Trump y los suyos forman «el mejor equipo de lucha libre política que haya visto en su vida».

 

Fue un momento de euforia nacionalista, testosterona vintage y coreografía mediática que cosechó un gran éxito. Hogan no habló como político. Habló como símbolo, como guerrero leal, como el rostro de un movimiento que se alimenta tanto del espectáculo como del mensaje. Y, por unos minutos, el ring suyo fue para Trump.

 

 

ABC

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