La saliva es el vehículo conductor de la enfermedad del beso o mononucleosis. “Se trata de una infección viral producida por el virus de Epstein Barr que es un herpesvirus que causa fiebre, dolor de garganta e inflamación de los ganglios linfáticos, especialmente, en el cuello”, explica para A Tu Salud María Eugenia Landaeta, infectóloga. Los jóvenes entre 15 y 35 años son más propensos a padecerla, sin embargo, se puede desarrollar a cualquier edad.
Besos, vasos o botellas compartidas, cubiertos que pasan de boca en boca y toda aquella actividad en donde haya intercambio de saliva, funciona como mecanismo de contagio. “Los más vulnerables son las personas que viven en sitios cerrados con otras infectadas, quienes tienen problemas de inmunidad y aquellas que sufren fuerte estrés o cansancio”, explica.
Los síntomas de la mononucleosis aparecen entre 4 y 7 semanas después de la explosión del virus. Comienzan con un malestar general al que, con los días, se unen síntomas como: fiebre, dolor de garganta, inflamación de los ganglios linfáticos, fatiga, pérdida de apetito, dolor muscular y alteraciones leves del hígado y bazo. “Otros signos menos frecuentes son: dolor torácico, tos, dolor de cabeza, erupción en la piel, ictericia y dificultad para respirar”, aclara.
Diagnóstico y tratamiento de la mononucleosis
La hemotología completa es esencial para poder apreciar la disminución de los glóbulos blancos y la presencia de linfocitos reactivos o atípicos. Además, se debe practicar una prueba específica llamada Monotest. “El tratamiento es sólo sintomático, a base de antipiréticos, antiinflamatorios y analgésicos. Es importante el reposo y el consumo de abundantes líquidos. No se utilizan antibióticos, a menos de que ocurran complicaciones bacterianas”, señala.
Únicamente se recurrirían a los esteroides en caso de problemas graves como dificultad respiratoria, anemia hemolítica y trombocitopenia. Se recomienda no hacer ningún esfuerzo físico para prevenir la ruptura del bazo. En caso de no tratarse adecuadamente se corre el riesgo de infecciones cardíacas, dificultades respiratorias, complicaciones en el cerebro, entre otras. Por eso, es vital, buscar ayuda médica.
Lea también: Cuando el sistema inmunológico se convierte en el enemigo
Prevención
Si bien no existe ninguna vacuna para prevenirla, la persona infectada sí puede evitar ser una fuente de contagio para otros. Debe tratar de no besar ni compartir sus utensilios de uso personal hasta que se haya recuperado. “Aquel que ha padecido la mononucleosis infecciosa no debe donar sangre hasta pasados al menos seis meses desde el inicio de la enfermedad”, aclara. Cuidarse y buscar la atención adecuada a tiempo, es una forma de prevención.
atusalud
Por Confirmado: María González