Después de una década de infructuosos esfuerzos por dar con los 43 estudiantes de magisterio de Ayotzinapa desaparecidos en el sur de México en 2014, miles de personas acompañaron a sus familias por el centro de Ciudad de México para exigir verdad y justicia no solo para sus hijos sino para los más de 115.000 desaparecidos en el país.
“No están solos, no están solos”, gritaban el jueves por la noche los manifestantes a los padres y madres de los estudiantes, a quienes arrojaron pétalos de flores bajo una incesante lluvia y con la sede presidencial a sus espaldas. Al pecho, las fotos de sus hijos.
“Diez años que no han sido nada fácil, que han sido de mentiras por parte de gobiernos, pero aquí seguimos, no podemos detenernos, nos falta un hijo al cual estamos buscando”, dijo Hilda Legideño, madre de uno de los desaparecidos.
El décimo aniversario del ataque a los alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa llegó a cuatro días del fin de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, un mandatario en el que las familias confiaron, pero que los deja sumidos en la frustración, como quedó en claro cuando algunos manifestantes arrojaron pirotecnia hacia el muro de protección de Palacio Nacional.
López Obrador pasará a la historia “como cómplice de aquellas personas que desaparecieron a nuestros y hijos”, señaló Legideño.
Como un presidente que traicionó no sólo a las familias sino “a un pueblo sediento de justicia y de saber la verdad”, dijo otro de los padres, Mario González.
Al caer la noche y a pesar de que las autoridades habían bloqueado parcialmente el acceso a la plaza central de la capital con bloques de concreto, los manifestantes llegaron hasta las afueras de Palacio Nacional entre gritos de “Ayotzi somos todos” o “Fue el Estado”. A su paso dejaron pintas en las que exigen justicia, así como algunos destrozos.