Aunque la seguridad en el Hospital Vargas aún es escasa -unos tres funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana están a las afueras de la emergencia y la milicia ayer interrogaba a uno que otro paciente que ingresaba- los médicos tuvieron que reactivar la atención por una nueva amenaza, en este caso por parte de la directiva del recinto, de denunciarlos en Fiscalía si no se reintegraban a su trabajo.
Las consultas, operaciones y emergencia estaban restringidas como forma de protesta por los hechos violentos ocurridos en el centro asistencial durante el fin de semana, cuando colectivos armados amenazaron a médicos para exigir la atención de varios heridos.
«¿Y si nosotros los demandamos a ellos porque aquí no hay insumos?», era la respuesta de algunos médicos ante la presión de trabajar, aunque no cuentan ni con el material ni la seguridad suficiente.
Olga Machado, secretaria de asuntos laborales de la Federación Médica Venezolana (FMV) lamenta que hechos de inseguridad y agresiones a los médicos se han convertido en parte de la cultura de los hospitales. «Antes era una problemática aislada, ahora pasa casi a diario y por eso no la reportan».
La FMV recibía denuncias de los colegios del gremio salud y una vez reunidas las pasaba a Fiscalía. Pero desde hace unos tres años dejaron de recibir las notificaciones.
Quien preside el Colegio Médico Metropolitano, Fernando Bianco, coincide en que las denuncias de amenazas son poco formalizadas; si acaso, llega el reporte a la dirección de los hospitales. Sin embargo, su organización recibe unas cinco denuncias semanales que varían entre maltrato de pacientes a médicos y viceversa, o conflictos internos.
Los galenos de la vieja escuela coinciden en que durante la última década se desató el irrespeto hacia su labor.
«Es parte del discurso agresivo del Gobierno. La gente llega y repite frases contra los médicos», señala Roger Escalona, quien dirige el posgrado de cirugía en Los Magallanes de Catia y presta servicio allí desde hace más de 30 años.
Machado, de la FMV, concuerda con que las agresiones tienen picos que coinciden con alocuciones del Gobierno en referencia a los médicos. Desde 2006 han ido en alza.
Un médico del Domingo Luciani recuerda que antes la custodia de los hospitales estaba a cargo de Policía Metropolitana, la la antigua PTJ y efectivos de Tránsito Terrestre. «Ellos se ocupaban de los heridos que ingresaban por armas de fuego o accidentes de tránsito, hacían el papeleo e investigaba de dónde venía, qué había ocurrido. Había todo un sistema de vigilancia que para el momento funcionaba, ahora no sé si funcionaría porque hay un irrespeto total hacia toda autoridad. Los individuos no respetan uniforme, ni policía, ni al médico», señala Escalona.
En 2009 fue desintegrada la PM y en 2011 se despliega el Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise) en los principales hospitales de la ciudad, debido a sucesos violentos ocurridos en las emergencias.
Sin embargo, la queja de los galenos por la deficiencia de la milicia ha sido recurrente. «El Dibise aquí es un geriátrico, tienen en promedio 60 años. Parecen más pacientes que funcionarios», apunta el médico residente del Vargas que fue amenazado con un arma por colectivos durante el fin de semana.
En la Maternidad Concepción Palacios dos pacientes mataron a una enfermera a golpes, en el Vargas sujetos armados ingresaron a robar los tickets alimentación del personal. «Es la pérdida de la civilización, otro síntoma del deterioro de la seguridad pública. Roban cines, autobuses, hoteles; los hospitales son un elemento más», explica sobre el fenómeno el sociólogo Carlos Raúl Hernández
Fuente EU