Estando en tiempos de tanta incertidumbre, de hostilidades políticas que colocan la verdad en favor o en contra, de cambios significativos en el panorama mundial y, sobre todo, en esa nueva definición de la verdad que algunos llaman la post- verdad no seria mala idea apelar a ella para encontrar una zona de entendimiento humano. Como alguien afirmὀ recientemente, nada mejor que la razón y la verdad para evitar los extremos y los fanatismos y, ¿Quien mejor que los que están en la “fabrica de saberes”, para acercarnos a ellas y reivindicarlas?
Desde epocas inmemoriales la búsqueda de la verdad, y el uso de la razón para hallarla marcan la historia del hombre en este mundo. Filosofos y filósofos lo debatieron hasta llegar a encontrar pistas de lo que realmente ocurre, la ciencia llegὀ a sus mas extremos limites con el uso del razonamiento y la experimentación que la corroboraba. No es pues nuevo que los seres humanos crearon su “fabrica de saberes”, desde el principio en los claustros que dieron lugar a los antiguos centros de creación y acumulación del pensamiento, en la Universidades. Hoy esa búsqueda estἁ mas diseminada en institutos y empresas pero la gran mayoría del saber estἁ en las grandes Universidades, en la “gran fabrica del saber”.
LA FABRICA DE SABERES.
Resulta ser que, por ese fenómeno de progreso humano que llamamos especialización allí se fue concentrando la enseñanza, la investigación y la difusión del conocimiento en provecho de la sociedad. No fue casualidad que estas tres tareas se articularan porque la una exigía de la otra. Enseñar sin investigar atrasa el conocimiento, investigar sin enseñar mitiga sus efectos y su radio de acción y enseñar e investigar sin causar impactos significativos en la sociedad deja el conocimiento en una “caja vacia”.
EL SABER ENSEÑAR
Probablemente el saber se inicia por allí, por la curiosidad de querer entender, en particular por aquellos que envidiaron el saber del Filosofo y de opinión en opinión quisieron llegar a la verdad, hasta que a él ocurrieron en su búsqueda y tocὀ a la sabiduría la modesta tarea de enseñar, de hacer del saber comunidad de mayorías. Alumnos y profesores conformaron, no sabemos si asi en ese orden del conocimiento, esa primera categoría del saber. La Universidad fue, al parecer, Docencia en primer lugar calificando ese quehacer como el mas humilde y fácil de todos pues, puede hacerse tomando el conocimiento aprendido y repetirlo o, también para superarlo, averiguando, averiguando lo que pasa en mundo y entrar en esa mas difícil labor de: Investigar.
EL SABER INVESTIGAR.
De todos los saberes, podríamos decir que es el mas admirable de todos porque las exigencias son mayores. Tiempo, paciencia y recursos no llegan juntos, pero repetimos lo admirable no radica allí, lo hace la perseverancia y el método en conseguir la verdad, eso que podríamos llamar la practica y las exigencias del saber. Una combinación de factores nada fácil de articular, porque de todos los saberes, este de la Investigacion tiene virtudes y frustraciones. No es lo mismo que el alumno interrogue al maestro en búsqueda de una verdad, que la prodigiosa campaña del Investigador en indagar y escudriñar la vida real para alcanzarla. Con todo, sin embargo, gracias a él, Investigador, la humanidad estἁ donde estἁ y no habría progresado hasta limites insospechados. Si no que den fé de ello la Fisica, la Quimica, la Medicina, la Historia, la Sociologia y la Economia y la rama inmensa de las ciencias que conforman esa “fabrica de saberes” que hoy conviven en una Universidad.
EL SABER DIVULGAR
Luego: ¿De que valdría toda esa acumulación de saberes, enseñar e investigar, si la sociedad no obtiene frutos de ellos? Enserrarse, ayer en el Claustro, hoy en el mismo o en el Laboratorio no rinde, primero, el fruto del reconocimiento, quizás de todos los valores del saber el mas preciado y, segundo, cuando esa valor se eleva a todos los mundos de donde se vive. Sin esa, diríase, comprobación social el saber se queda en su fabrica. Muere allí penosamente, desconocido.
La “fabrica de saberes”, la Universidad ha de tener, entonces, los medios y las herramientas para que ese saber no quede allí, encerrado. Del enseñar repetitivo ha de promover el enseñar que supera la lectura del libro anterior, del Investigador del Laboratorio ha de estimular el que produzca beneficios a la sociedad y, para lograr ese gran objetivo ha de diseñar toda una estructura de divulgacion que premie al Docente y al que su vida dedica a Investigar.
Pareciera, pues, que esa gran “fabrica de saberes”, que es la Universidad, si ha de ser reconocida y valorada tiene que poner en la vertiente de sus grandes anhelos hacer confluir la “fabrica de saberes” con ese mundo en el que vive. De no hacerlo puede, como muchos han reclamado, dejar de ser historia del saber y la verdad.
Ciudad Universitaria. 7 de julio de 2025
Maxim Ross