Cada vez que un líder opositor dice que el régimen “está más débil que nunca”, que “está caído”, cuando la realidad parece demostrar todo lo contrario, me pregunto: ¿sobre cuáles hechos sustentan esa afirmación? ¿O es que hay realidades que solo ellos conocen, que les permiten hacer esas aseveraciones? O más bien será que piensan que al resto de los mortales solo nos queda creer para no perder de alguna manera la esperanza de que todavía las cosas pueden cambiar, basándose en una confianza depositada en las dos fechas clave de la oposición, el 22 de octubre de 2023 y el 28 de julio de 2024.
Pero la inevitable siguiente pregunta sería: ¿y hasta cuándo puede durar eso? Pero hasta esa confianza no es ilimitada, por más alta que esta haya demostrado ser hasta ahora. De allí que se necesita estar abonándola con pequeñas victorias, hasta conseguir la victoria final. Pero si estas pequeñas victorias son difíciles también, se requiere de algo más para mantener las pelotas de la confianza de la gente en el aire, tal como lo haría un malabarista.
La “pequeña victoria” del escape de los rehenes de la embajada argentina –que bien puede considerarse como gran victoria desde la perspectiva de los Derechos Humanos y la lucha valiente de los venezolanos- fue de mucha ayuda a la oposición para levantarle el ánimo y la moral a los ciudadanos, de que todavía se pueden realizar acciones frente al régimen, para mantener la confianza de que si se puede llegar “hasta el final”.
Sin embargo, en la medida en que las “pequeñas victorias” se distancian entre sí, se erosiona naturalmente la confianza, requiriéndose de una estrategia que vaya más allá que decir todos los días que el régimen “está débil” y se “caerá mañana”, solo porque la oposición lo afirma (a menos, claro está, que se demuestre con hechos).
El régimen no está quieto, esperando que lo desplacen, se reafirma y se atornilla cada día con cada decisión que toma. Mi estimado amigo, el Dr. José María Rodríguez, autor de la Tesis del 1% (ver La tesis del 1% y Constituyente, en https://ticsddhh.blogspot.com/2025/05/la-tesis-del-1-y-constituyente.html) indica, no sin razón, que con las próximas elecciones locales, se reafirma su tesis de la incorporación a ese 1% de auténticos líderes opositores locales, que aun no estando a favor del régimen y sabiendo que van a perder, prefieren hacerle el juego participando en esas elecciones, en una suerte de estrategia propia de supervivencia hasta que las cosas cambien.
Este fenómeno no es algo que pueda considerarse puntual, es absolutamente estructural. Y va en la dirección de que es una respuesta natural de la política ante la percepción de ausencia de algo que realmente sea una línea cierta de oposición clara y con resultados frente al país.
Tal vez suenen duras estas palabras, e incluso injustas. Pero no estamos frente a cualquier oponente, y considero que todos los venezolanos somos dolientes de esta situación, por lo que tenga o no razón en mis afirmaciones, desde esta pequeña tribuna me siento en la obligación de hacerlas, a fin de llevarlas a la discusión de quien sea que maneje el barco opositor, que a este punto comienzo a dudar que sea el que todos creemos y a que intereses responda.
Existe un principio perteneciente a la Ciencia del Comportamiento Aplicada que indica que la realidad y la percepción de la realidad son dos cosas completamente diferentes (ver La percepción sigue siendo realidad, en https://ticsddhh.blogspot.com/2024/11/la-percepcion-sigue-siendo-realidad.html). Y reafirmo aquí que eso es especialmente cierto cuando se trata de política, área que es completamente de la esfera del comportamiento humano.
¿Por qué saco a colación este principio ahora? Porque puede ser visto desde la perspectiva del ejercicio de la política, a fin de que estemos preparados para identificar cuando las personas están convencidas de “realidades”, cuando en verdad lo que están convencidas es de las “percepciones” que tienen de esas realidades, algunas veces distorsionadas por la información que recibimos del régimen y de la oposición. Y eso nos está haciendo muchísimo daño, en especial cuando estamos enfrentando a un oponente que maneja las percepciones de la realidad a su antojo.
Pero si efectivamente el régimen se está cayendo como grita todos los días la oposición, es claro para todos que esa oposición no está haciendo absolutamente nada para demostrar que es una realidad (si en verdad lo es), porque en Venezuela la percepción es completamente la contraria.
En términos de la Ciencia del Comportamiento, hay un principio fundamental: La gente estará más feliz y más cómoda cuando cree que tiene algún control sobre un proceso en el que está directamente involucrada, particularmente si es uno desagradable. Si estamos al frente de una lucha desigual y sin cuartel frente a alguien que saben que nos está haciendo daño, siempre preferirán estar en control de alguna parte de ese proceso que no estarlo.
Esperar pasivamente a que el líder resuelva y “libere al país” es definitivamente mucho más angustiante y contraproducente, en especial si este se equivoca, porque la percepción de su culpa será mucho más abrumadora que la que tendría si todos estamos participando de alguna forma y en alguna parte concreta de ese proceso. De allí que la estrategia opositora debe establecer fórmulas de participación ciudadana para esa lucha, que por obvias razones ya no podrán ser electorales.
¿Cómo haría la oposición para enfrentar la percepción de la realidad que el régimen expone? Solo hay dos maneras: o demostrando que la percepción de la realidad que indica el régimen es falsa (demostrando que efectivamente está cayendo), o imponiendo su propia percepción de la realidad, fundamentada con demostraciones palpables de avances en la lucha, cosa que lamentablemente no existe más allá de los hitos conocidos, siendo el último ya hace casi un año.
El reto no es fácil, pero tampoco imposible. Tal vez si la oposición se abre a la creatividad del resto de los venezolanos, puedan encontrarse fórmulas que hagan cambiar la percepción de la realidad del país a una más optimista, y más acorde con lo que todos deseamos. Por lo pronto, ojalá que este planteamiento solo sea parte de una percepción equivocada de este escribidor acerca la oposición, y la realidad sea otra. No creo que esperemos mucho para conocer cuál es en verdad la realidad…
Luis Manuel Aguana
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