La obsesión por la imagen y la silueta se ha convertido en una apuesta riesgosa para muchas personas, en especial para adolescentes y mujeres jóvenes. Trastornos como la anorexia y la bulimia (ver artículos en esta sección) son cada vez más frecuentes, en buena parte por las dietas que algunas personas emprenden sin supervisión médica y sin respaldo científico alguno.
Cada tanto aparecen y se ponen de moda las mal conocidas “dietas milagrosas” que les ofrecen a los ingenuos una pérdida de peso en tiempo récord, casi siempre en menoscabo de la salud. Limitar arbitrariamente los alimentos que consumimos o saltarnos comidas puede ocasionar que el organismo no reciba los nutrientes que necesita. Asimismo sucede con mucha frecuencia que al bajar de peso de manera drástica, enseguida después se produce un “rebote” y el cuerpo aumenta más kilos de los que rebajó.
Todo régimen dietético debe emprenderse bajo la orientación de un nutricionista, quien diseñará una dieta con las cantidades adecuadas para la persona de acuerdo con la talla y la edad y, sobre todo, después de un chequeo médico general.
Nunca te dejes embaucar por esas dietas “mágicas” que aseguran una pérdida de peso en un lapso mínimo y sin mayores esfuerzos. La mayoría de las veces se trata de trampas “cazabobos” que sólo buscan sacar dinero por medio de la venta de libros, videos, recetarios, aparatos y hasta compromisos de diversa índole.
Si deseas perder peso, la visita al médico antes de someterte a un proceso de adelgazamiento es vital por una importantísima razón: él sabrá determinar con buen criterio si de verdad posees un sobrepeso que amerite un régimen especial. Muchas veces la persona se enfrasca en la falsa creencia de que está gorda y realmente tiene un peso idóneo. A menudo lo único que necesita es un poco de ejercicio y nada más. De hecho está más que comprobado que una dieta sin ejercicio nunca da resultados óptimos.
Todas esas dietas agresivas y drásticas –más de 60 en la actualidad– tienen su punto débil, es decir un desbalance nutricional que puede ocasionarle daños al organismo. Entre los tipos de dietas tenemos:
Hipocalóricas: se caracterizan por disminuir el consumo energético, lo ideal es que lo que se consume sea variado para evitar carencias. La realización de una dieta hipocalórica muy restrictiva y no adaptada a nuestro estilo de vida puede acarrear problemas de carencia de nutrientes esenciales.
Disociativas: se basan en la teoría de que los alimentos no engordan por sí solos sino según la forma como se combinen.
Excluyentes: se fundamentan en la eliminación total de alguno o varios nutrientes, definidos éstos como todas aquellas sustancias que el organismo necesita pero no puede sintetizar por sí mismo y que, por lo tanto, debe obtener a través de la alimentación. La exclusión de nutrientes, claro está, puede conducir a problemas de salud a veces irreversibles.
Al seguir una dieta que involucre una reducción energética drástica se pueden producir trastornos metabólicos, alteraciones gastrointestinales, cardiovasculares y dermatológicas, o trastornos neuropsíquicos que van desde la ansiedad y la depresión hasta el insomnio y la irritabilidad.
Ya lo sabes: emprender una dieta sin supervisión médica puede acarrearle serios trastornos a tu organismo. Consulta a tu médico primero.
Fuente: Nestle.com
