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Los malabares para llevar el pan a la casa

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Los malabares para llevar el pan a la casa

Buscar pan es una odisea y cuando se consigue a altos precios algunos tienen que desistir y sacarlo de su dieta diaria

 

 

 

Uno tiene que gastar lo que tiene y lo que no tiene para poder llevar el pan a nuestros hijos”, expresa Erick Calzadilla, en una cola en Santo Tomé de Castillito en la espera de un par de canillas.

 

 

 

La cacería para comprar pan en Ciudad Guayana se intensifica. Este fin de semana en las panaderías, el producto al cual deben su nombre escaseó. No signifique que los guayacitanos no hayan comido el carbohidrato: varios compraron en casas convertidas en comercios clandestinos y en puestos ambulantes.

 

 

 

En la Panadería Miss Guayana, una de las más antiguas de Ciudad Guayana, en la Urbanización Mendoza, no hubo pan. Cuando aparece la harina, el pan francés sale de la lista de producción, porque hornear canillas resulta más rentable para el negocio. Han perdido clientes, los anaqueles están vacíos, tampoco tienen comentarios sobre esta realidad.

 

 

 

Cuando Frangelis Diluca entra en el local, sale decepcionada. Otra vez debe buscar alguna panadería que lo ofrezca y como última opción acude a vendedores clandestinos.

 

 

 

“No entiendo cómo una panadería que tiene como mil años aquí en Ciudad Guayana no tiene pan y personas en la calle sí tienen harina, y hacen pan por su cuenta, y aparte abusan con el precio”, comenta Diluca, que dedicó la mañana entera a cazar el rubro, con otros alimentos a buenos precios.

 

 

 

Hubo advertencias a principios de año, así que la carencia no es del todo una sorpresa. La escasez de pan y derivados de la harina, junto a los altos precios, fueron pronosticados por el presidente de la Federación de Trabajadores de la Harina (Fetraharina) Juan Crespo, quien por otro lado también destacó la realidad del reducido inventario en las panaderías.

 

 

 

La condición precaria de estos locales, según lo expresó Crespo en febrero, significa una trasgresión al derecho que tienen todos los venezolanos a una buena alimentación. Evidencia de esto, en las caras de los ciudadanos, cazadores de pan, como Diluca, se presencia el cansancio, pero muchos no se resignan a la desaparición de dicho alimento en su dieta.

 

 

 

La posición de Federación Venezolana de Industriales de la Panificación y Afines (Fevipan) no ha sido distinta a la de Fetraharina y señala la regulación de precios como raíz del problema.

 

 

No alcanza

 

 

Diluca sube a su auto, con la intención de buscar otra panadería, y continúa su queja: “En las panaderías casi no se encuentra pan, la mayoría de las veces siempre compro en la calle”.

 

 

 

Pero la hazaña resulta un zarpazo para su bolsillo, precisamente porque una bolsa con tres canillas en un puesto informal puede costar hasta 1.000 bolívares… un día de trabajo.

 

 

 

No entiendo cómo una panadería que tiene como mil años aquí en Ciudad Guayana no tiene pan y personas en la calle sí tienen harina, y hacen pan por su cuenta, y aparte abusan con el precio”.

 

 

 

Con el ajuste salarial más reciente, de 30% y el bono de alimentación, el ingreso mensual se ubicó en unos 30 mil bolívares, y diarios son Bs 752,56 de ganancia para el ciudadano, cifra que se vuelve aire ante el excesivo costo de la canasta alimentaria en Ciudad Guayana.

 

 

 

Esta realidad económica es el martirio diario de Erick Calzadilla, ciudadano y padre que hace cola por pan en el Santo Tomé de Castillito. Él gasta todo lo que tiene cuando logra conseguir pan o algún otro rubro de extrema necesidad en su hogar.

 

 

 

“Cuando tengo tiempo libre acudo a las panaderías y siempre es una cola, muchas veces no he podido comprar”. Lo más caro que ha conseguido una canilla es en 400 bolívares y compra pan para su hogar por lo menos cuatro veces a la semana.

 

 

 

El salario mínimo, remarca, “no alcanza para nada”, el pan es otro factor de gasto necesario que entra en sus preocupaciones por los precios que parecen aumentar casi semanalmente.

 

 

 

Cola del día: pan 

 

 

Los problemas no son solo de este año. En 2014, Fetraharina declaró la situación en los molinos como crítica ante la baja producción y el bajo funcionamiento de la industria, por la escasa entrega de divisas para la compra de materia prima.

 

 

En el mismo año, 9 mil panaderías del país adoptaron la misma postura por déficit de trigo. Hoy son los ciudadanos los que pagan la negligencia.

 

 

El sábado, en Santo Tomé de Unare no hubo harina PAN, o leche, o algún rubro de alta demanda en la ciudadanía, por lo tanto no hay cola en la entrada del establecimiento. Pero dentro, decenas de ciudadanos forman una fila en la espera de pan, ante la carencia general que hay en el resto de las panaderías. Dos canillas por persona, no más. Cada una aproximadamente a 400 bolívares, dependiendo del peso.

 

 

El 25 de febrero, Crespo anunció que la trasnacional Cargill paralizó otro de sus molinos por falta de insumos. Con esta paralización se suman 6 de los 12 molinos sin funcionamiento que hay en el país para la producción.

 

 

Cuatro meses y medio después, Dennis Pinto, quien espera con su número en la mano en el Santo Tomé de Castillito, ruega que el pan no se haya acabado cuando llegue su turno. Alega que dejó de comer pan, y rara vez hace una cola por el rubro porque tiene tres hijos y “el billete no alcanza para comprarlo”… si es que consigue.

 

Pan antes

 

 

Correo del Caroní

Raúl Vejar

 

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