Las primeras biblias de bolsillo

Las primeras biblias de bolsillo

En el siglo XIII se produjeron miles de Biblias de bolsillo en los territorios de Francia, Inglaterra, España e Italia. En una época donde la religión marcaba todos los aspectos de la vida, muchos de los pocos fieles que sabían leer sentían la necesidad de llevar consigo la palabra de Dios, y los artesanos llegaron para socorrerlos con lo que supuso un gran avance tecnológico.

 

¿Cómo embutir una obra tan extensa en un volumen pequeño y transportable? La clave era crear páginas muy finas a partir de la piel de animales, pero los expertos modernos no se han puesto de acuerdo en la forma con que se elaboraban estos delgados pergaminos, llamados “uterine vellum” y similares al papel actual. Algunos han especulado que se usaba la piel de fetos de corderos;otros piensan que no se podían mantener rebaños del tamaño suficiente para proveer al floreciente mercado de Biblias de bolsillo, y han sugerido una alternativa: se utilizaban conejos y ardillas.

 

Ahora, una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences ha venido a desvelar el secreto de aquellos viejos artesanos del libro medieval. El trabajo, realizado por un equipo internacional de arqueólogos, lingüistas, historiadores, genetistas y otros especialistas, ha requerido el análisis de las proteínas presentes en fragmentos de estos valiosos manuscritos. Hasta el momento, eso implicaba técnicas destructivas, pero el nuevo método es inocuo y no invasivo.

 

 

Los investigadores han extraído las proteínas animales de la membrana deluterine vellum usando la carga electrostática generada al frotar sobre este un fragmento de cloruro de polivinilo en forma de goma de borrar. Ese frotamiento “atrae” a la goma las proteínas y otras moléculas del manuscrito sin romper las páginas. Después, ese pedazo de goma se analiza con un espectrómetro de masas. Así se han podido estudiar 72 Biblias de bolsillo creadas en Francia, Inglaterra e Italia en el siglo XIII y 293 fragmentos de pergaminos de ese periodo.

 

 

Los científicos no hallaron en las muestras pruebas del uso de fetos ni de especies animales inesperadas, y averiguaron que se empleaban las pieles de distintos mamíferos –corderos, terneros, cabritos…– en un mismo manuscrito. El siguiente paso es descubrir cómo se conseguía refinar las pieles de tal manera que alcanzaran la delgadez que permitía la creación de las “mini Biblias”.

 

 

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