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La curiosa historia del Velcro® o cierre mágico

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La curiosa historia del Velcro® o cierre mágico

La historia del descubrimiento del «cierre mágico» nace a partir de un paseo por el campo protagonizado por George de Mestral.

Este ingeniero suizo disfrutaba saliendo a cazar. Una mañana de 1941, cuando volvía del campo acompañado por su perro, observó qué difícil resultaba desenganchar las flores del cardo alpino de sus pantalones y del pelo de su perro. Sorprendido por la tenacidad de aquellas flores, las separó con cuidado de la ropa para observarlas en el microscopio. Fue entonces cuando descubrió el motivo por el cual se pegaban con tanta insistencia: las flores estaban rodeadas de una multitud de ganchillos que actuaban a modo de resistentes garfios y de esta forma, se adherían al pelo de los animales y a los tejidos.

George de Mestral como buen inventor, supo ver más allá y relacionar la experiencia de aquel paseo por el campo con la idea de lo que, con el tiempo y muchos esfuerzos, pasaría a ser un revolucionario sistema de cierre que no se bloqueaba y que superaba, por su sencillez y su resistencia, cualquier otro sistema precedente.

Nacida de la combinación de las sílabas iniciales de las palabras francesas Velours (bucle) y Crochet (gancho), la marca VELCRO® desde 1959, ha dado nombre a una amplísima generación de productos que han hecho más sencillas las operaciones de cierre y fijación.

Inicialmente lo concibió con algodón, pero el material tenía una muy corta vida útil, por lo que definió que lo mejor era el nylon. En 1951 presentó la solicitud de patente en Suiza y le fue otorgada cuatro años después. En el intertanto fue haciendo lo propio en varios países de Europa y Norteamérica y abrió las respectivas tiendas, comenzando a conocerse como el “cierre sin cierre”. Le costó trabajo introducirlo en la industria textil, ya que parecía hecho de sobras baratas. La industria aeroespacial, específicamente la NASA, comenzó a aplicarlodurante los 60s para facilitar el acto de ponerse y sacarse los trajes. A partir de entonces se le tomó respeto y fue tomado por los esquiadores, que tenían problemas similares a los astronautas con sus vestimentas. De la misma manera, durante sus misiones espaciales los tripulantes comenzaron a utilizar el producto para fijar artefactos ante la ausencia de gravedad. Aquí ya todos comenzaron a verle mil aplicaciones domésticas, masificando su uso y generando la creencia errónea de que fueron los ingenieros de la NASA quienes inventaron el Velcro.

Y lo que definitivamente masificó el producto fue que en 1978 caducó la patente de De Mestral, lo que permitió múltiples imitaciones de bajo costo originadas en países asiáticos.

 

 

 

 

Fuente: Culturizando

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