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Ismael Mundaray: “Los que estamos afuera llevamos a Venezuela en el corazón”

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Ismael Mundaray: “Los que estamos afuera llevamos a Venezuela en el corazón”

Los años 80 fueron sin duda de una particular riqueza y diversidad en las artes plásticas venezolanas. Conocido entonces como “Pitillo”, Ismael Mundary (Caripito, estado Monagas, 1953), fue uno de los artistas destacados en esa década, con una pintura que invocaba la magia de los objetos en el espacio.

 

 

 

 

Treinta años después, su prestigio creativo se afianza en la capital francesa, donde la nostalgia por la Venezuela que conoció, y este doloroso presente, lo ha llevado a asumir una posición abiertamente crítica como venezolano, y en su pintura a una exaltación del país en sus símbolos, como su Virgen de Coromoto, que lo convirtió en el primer venezolano en entrar al Museo del Louvre, o la belleza y diversidad de nuestro paisaje que ahora aborda en una nueva serie pictórica, Amazonia.

 

 

 

 



-¿Cómo fue el proceso en su pintura desde los objetos en el espacio hasta este nuevo abordaje del paisaje?


-Antes de hablar de ese paso, debo mencionar mi trabajo sobre el Orinoco, cosmogonía, simbología y sentimientos de los pueblos indígenas. Haber nacido en Caripito fue una bendición de Dios. Una región cercana al Orinoco. Eso me permitió guardar en mi memoria todas esas vivencias con mi abuela y mi madre, entre caños y ríos de los campos de Monagas. Aquellas investigaciones previas de nuestras huellas y costumbres cotidianas, resultaron después exposiciones emblemáticas: Shabonos (1992), inspirada en la construcciones de viviendas indígenas utilizando el triángulo, el círculo y el cuadrado, Maloca-Yopo (1993) y Wabanoco (1995-1996).

 

 

 

 

Todo eso dará base, explica, al proyecto de investigación Del Orinoco al Sena, que emprendió a su arribo a la capital francesa :

 

-Los objetos empezaron cuando me residencié en París y surgió una travesía imaginaria sobre la capacidad que tienen de interpelar al ser humano dentro de su entorno en la vida contemporánea. Objetivo bien preciso de nuestra existencia, la presencia y ausencia. Cómo colocar un objeto en un espacio a la vez lleno de cielo y vacío de todo. La soledad habita en cada uno de nosotros, y en el modo de vida que fluye de ella. Un espacio inusual vacío y lleno al mismo tiempo. El compartir existencial de lo que pasa con uno mismo.

 

 

 

 


«Cada ciudadano debe ser consciente de que debemos preservar nuestro sistema de vida».

 

 

 

-Uno está sobre todo solo -continúa-, y la creación necesita de esa soledad. Pero en su soledad, el artista también crea presencia. Así, el sillón, por ejemplo, es la parte masculina de la obra, el hombre invisible que se sienta a contemplar el modelo y a pintarlo. Sin embargo, podría sentarse también a esperar a la mujer amada que se fue. Luego, un cromatismo de baja temperatura visual, los objetos se difuminan en el espacio y el tratamiento de la luz produce atmósferas fluidas y gasíferas que dominan una buena parte del soporte pictórico. Y, sin renunciar a la figuración, los espacios entran a jugar con un expresionismo abstracto, de donde surge la idea de eliminar el objeto y entrar en el paisaje.

 

 

 

Surge así, dice, una nueva serie que lo lleva al espacio del paisaje recreado a partir de la memoria y la nostalgia.

 

 

 

«La creación de un espacio profundo en la pintura, un espacio simbólico, abierto e íntimamente perturbador, con la conciencia de ser una propuesta estética que se acerca al observador para despertar emociones ocultas. Para mí es la búsqueda de una representación cromática diferente, y llamo a la serie Espacio libre de todo objeto. El paisaje inventado. En ella, el objeto se hace ausente, solo los árboles se apoderan del espacio, la naturaleza se impone y se hace presente. La lluvia, por ejemplo, puede ser percibida como real e imaginaria a la vez.

 

 

 


Mundaray vive en Francia desde hace tres décadas.

 

 

 

“Del Orinoco al Sena”


“Me vine hace ya casi treinta años, porque sentí la necesidad de establecerme en Europa y tener la oportunidad de confrontar la obra en salones y ferias internacionales como FIAC París, Basilea, Colonia, Arco Madrid… Luego, individuales en Roma, Seúl, París, Dresde, Zurich. Aparte de la importancia de compartir con nuestros maestros venezolanos, Carlos Cruz-Diez y Jesús Rafael Soto, y los críticos Jean Louis Poitevin e Itzhak Goldberg, con quienes compartí largas conversaciones apasionantes sobre el mundo del arte.

 

 

 

 

«Desde ese momento –indica- comienza la travesía Del Orinoco al Sena, etapas de creación que se convirtieron en una travesía imaginaria: ‘Travesía’, como el origen de todo; ‘Horizonte’, ‘Claro de luna’, ‘La vitrina’, ‘El día y la noche’, ‘Huella de existencia’. ‘Poesía de la soledad’, hasta ‘Espacio libre de todo objeto’ y ‘Paisaje inventado’. En todas esas etapas me propuse sembrar la vida funcionando como un artista nómada entre París y Caracas”.

 

 

 

 

-Actualmente trabaja en torno a la Amazonia, tan amenazada con la explotación del Arco Minero, en busca de oro y minerales en nuestro territorio.

 

 

 


-Sí. Fue gratificante para mí haber hecho la travesía y haber logrado lo que me había planteado, entrar en el mercado del arte con la Galería Thorigny en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo FIAC, en el Grand Palais de París. Pero después de haber dejado el Orinoco en el camino, era un reto para mí emprender nuevos horizontes y nuevos proyectos expositivos. Entonces inicié el proyecto sobre el Amazonas venezolano, retomando un poco el proyecto Orinoco, pero con una visión más orientada hacia el paisaje y los diferentes espacios que nos pertenecen, por su belleza y por ser símbolos de nuestra Venezuela en su destrucción con el Arco Minero, y las consecuencias que está teniendo para nuestros indígenas y su biodiversidad. Por el momento me estoy limitando, por la belleza que esa Amazonia representa para mí, a la serie En el río, los tepuyes, las declinaciones del Sari Sari Ñama, el Roraima, la Gran Sabana, los tejidos y construcciones en los techos de las diferentes viviendas de las comunidades indígenas y, por supuesto, la selva, con sus ríos en marea baja y crecidos.

 

 

 


Pese a estar acostumbrado a la soledad de la creación, al pintor le da pánico ver mermadas sus libertades.

 

 

 

 

Arte y compromiso


Según Mundaray, el artista debe ser un vigilante y resistente del espacio donde se mueve, que es la fuente de inspiración en general. “El artista funciona como vive en su tiempo, sin importar qué actividad realiza o desarrolla en su tiempo creativo”, sostiene-

 

 

 

-Nosotros los artistas siempre hemos tenido una gran responsabilidad en este mundo que se mueve tan rápido, en el que además tenemos que intentar estar al día con la obra. Primero, cuando vemos cosas y acciones del ser humano contra su propio modo de vida, destruyendo su medio ambiente y su entorno, hoy y siempre el artista es un vocero en la denuncia de las atrocidades de los depredadores del mundo a todo nivel.

 

 

 

 

-No soy un militante ecologista ni ambientalista, pero creo que no es necesario que lo sea, ya que de manera natural, cada ciudadano debe ser consciente de que debemos preservar nuestro sistema de vida, y como tal el planeta. Yo no necesito ser de extrema izquierda o de extrema derecha para ser un humanista. Vemos cómo hay artistas que utilizan la belleza del desastre para hacer de esas imágenes en el tiempo una huella, la denuncia del momento que queda retratada. No me niego a nada de eso, pero debemos tener un objetivo común principal: ser vigilantes con nuestro saber creativo para protegernos de tales aberraciones de destrucción del mundo. En el fondo, ¿qué es lo que persigue un artista? En mi caso, un resultado plástico que me permita hacer visible lo invisible.

 

 

 

 

A pesar de sus tres década fuera de Venezuela, Mundaray asegura que el país le palpita en el corazón. «Me llena de tristeza cada vez que leo las informaciones y noticias sobre los problemas de nuestra gente, de familiares y amigos en situaciones desastrosas. Unos, porque perdieron el empleo. otros porque el dinero no les alcanza con el sueldo que ganan, y además la pérdida de todos sus ahorros de años de trabajo por las devaluaciones constantes. Y ahora esta situación de la pandemia, de la que quieren aprovecharse para mantener en toque de queda al pueblo. Pero, ¿cómo se puede quedar en casa el venezolano, cuando no tiene comida, agua, gasolina, electricidad, medicamentos, ni ninguna asistencia básica? Entonces, uno trata de hacer todo lo posible por ayudarlos con las remesas, pero no es suficiente.

 

 

 

 

Para el artista, la solución está en apoyar la legitimidad. «Hay que seguir apoyando a nuestro presidente interino, Juan Guaidó, electo por la Asamblea Nacional legítima, elegida por el pueblo. El es el único que ha logrado lo que muchos en 20 años no lograron: unir a más de 60 países en un solo bloque para acabar con la dictadura de una mafia que ha devastado al país, que lo ha destruido. Todo el aparato productivo está parado, no hay producción nacional, las empresas básicas paralizadas, las universidades sin estudiantes, los profesores emigrando porque están mal pagados. En fin, es una aberración lo que está pasando en Venezuela y el país con las manos atadas con la pandemia. Es grande el dolor que tenemos los venezolanos que estamos fuera del país sabiendo que nuestros compatriotas están en una situación de desgracia nacional. Si no tenemos un cambio, Venezuela no saldrá de esta situación. Por eso, le hago un llamado a la oposición comprometida con el país para que dejen los intereses personales y piensen en la República. La unidad es determinante para producir un cambio político en el corto plazo».

 

 

 

 

Y se manifiesta sobre la posibilidad que de un proceso electoral ponga fin a los problemas del país, «pero con observación internacional, libre, con un CNE legítimo, elegido por la Asamblea Nacional, elecciones libres y verificadas. No quisiera que alguien de afuera tenga que solucionar el problema, pero como no estoy en Venezuela, respetaría la decisión de todos aquellos que están en Venezuela y que la están pasando muy mal, sólo le pido al pueblo de Venezuela que no se rinda, que todos aquellos que estamos fuera estamos con nuestro corazón en Venezuela por siempre».

 

 

 

 

-Ya que habla del coronavirus, ¿cómo ha vivido esta situación desde la capital francesa?


-Gracias a Dios lo he pasado trabajando. Tenía material suficiente para resistir, y no tener que parar el trabajo encerrado por tres meses. Luego, un amigo coleccionista, voluntariamente, me dejaba un mercado en la puerta de mi casa, así que no he tenido que moverme. Sólo por la ventana tomaba el sol dos horas durante el día, y surgieron ideas positivas con el proyecto Amazonia, que se sigue desarrollando por etapas, como lo había planificado.

 

 

 

 

«De manera –prosigue- que no me ha pegado tanto la encerrona, ya que yo como artista siempre estoy confinado trabajando, pero con sólo pensar que no puedes salir y que tu libertad está mermada, es de pánico. Es una etapa de adaptación, y con la máscara siempre en los espacios públicos y encerrados. Sólo me la quito cuando voy al parque a caminar, temprano en la mañana, para mantener la forma y resistir lo que no sabemos que vendrá en una posible etapa prevista por los expertos».

 

 

 

 

Fuente: El Universal 

Por: María Laura Espinoza

En Twitter: @i_am_LauEz14

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