Gustavo Roosen: Santidad y valores

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Gustavo Roosen: Santidad y valores

La canonización de José Gregorio Hernández y de la madre Carmen Rendiles ha tenido la virtud de ofrecer a los venezolanos un motivo de satisfacción compartida. Ha sido no solo la oportunidad para exaltar el valor de unas vidas marcadas por la virtud, sino para reconocer en ellos valores que nos identifican y que importa tanto traerlos permanentemente a la reflexión y a la conciencia ciudadana.

Hemos visto a José Gregorio fundamentalmente como el “médico de los pobres”. Su biografía nos muestra algo más: su actitud positiva ante la vida, su dedicación a los estudios dentro y fuera del país, su condición de investigador, su generosidad, su solidaridad, su valoración de lo social, su constancia, su apego a la ética, la confluencia en él de la modernidad y del afán científico con una profunda religiosidad.

Los investigadores Roberto Briceño-León y Alberto Camardiel explican que el lugar privilegiado que ocupa José Gregorio Hernández es el resultado de la fusión en su persona de la modernidad científica con la religiosidad trascendental, de la empatía activa con la solidaridad. Esa misma confluencia, afirman, es la que le otorga gran fuerza de atracción a José Gregorio Hernández, pues permite en el intercambio la expresión de empatía, solidaridad y compasión que condensa su imagen como médico de los pobres, como auxilio de los desamparados, que retoma una enseñanza básica del evangelio de la caridad y la convierte en su praxis cotidiana. Ya los obispos venezolanos habían señalado, en el documento del Concilio Plenario de Venezuela del año 2006, que “la religiosidad popular no se trata sólo de expresiones religiosas, son también de valores, criterios, conductas y actitudes que nacen del dogma católico y constituyen la sabiduría de nuestro pueblo”.

Mucho antes de ser elevado a los altares, el fervor popular en Venezuela y en otros países de América Latina habían consagrado ya a José Gregorio como un santo popular. Como afirman Briceño-León y Camardiel, ese reconocimiento y la veneración por el nuevo santo católico superaba al de otras figuras de culto popular en la sociedad venezolana. En su investigación para conocer la creencia en la santidad de José Gregorio Hernández comparada con otras figuras de culto popular, concluyen que más de 70% de los entrevistados y en todos los grupos sociales y etarios coincidían en el conocimiento y veneración de José Gregorio Hernández. Esta extendida aceptación, dicen, “se debe a que su imagen de médico y santo que socorre los enfermos representa la fusión de cientificidad, religiosidad y solidaridad social propia de la modernidad mestiza”. Antes de haber sido elevado formalmente a los altares, su imagen estaba ya en las estampas o las esculturas, en los objetos religiosos del hogar, en la artesanía, en la imagenería popular, en la atención y la devoción de los venezolanos.

Menos conocida, pero igualmente valiosa y ejemplar, es la vida de la madre Carmen Rendiles, la santa “valiente” de Venezuela, fundadora de la Congregación de Siervas de Jesús de Venezuela. Sus hermanas religiosas dan testimonio de su cercanía, su alegría, su sencillez, su generosidad, su enfoque al servicio del prójimo, su independencia, su ejercicio de la autoridad y espíritu de liderazgo positivo. También de su valor, dadas las dificultades de salud que hubo de sobrellevar desde su nacimiento. Con especial énfasis se refieren a su labor educativa como fundadora de los colegios Betania, Santa Ana, Belén y Nuestra Señora del Rosario.

Unidos en el acto de canonización, el papa León XIV subrayó la autenticidad como la cualidad humana que los identifica. No son, dijo, «héroes ni paladines de un ideal cualquiera, sino hombres y mujeres auténticos. Convertidos en un símbolo en Venezuela, han servido para renovar el orgullo nacional y la esperanza, pero también para recordar los valores de una sociedad, muy especialmente los de la amistad, la generosidad, la familia, el sentido del deber.

 

Gustavo Roosen

nesoor10@gmail.com

 

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