Gustavo Roosen: Argentina: madurez política

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Gustavo Roosen: Argentina: madurez política

Las recientes elecciones legislativas celebradas en Argentina dejan muchos temas para reflexionar. Victoria inesperada, a la vista de muchos, ha sido ya objeto de las más variadas y disímiles interpretaciones por parte de los políticos, de los analistas, de la gente común. Se destaca la actitud del votante, su voluntad de dejar atrás el populismo, su ejercicio de ciudadanía responsable, su conciencia de las dificultades unida a la decisión de darle al gobierno una nueva oportunidad y de dársela a sí mismos.

La mayoría coincide en la apreciación de que primó en el ciudadano una mirada prospectiva. El resultado electoral fue interpretado como un respaldo al programa de austeridad y liberalización económica impulsado por Milei. Según el Washington Post, la votación funcionó como un referéndum sobre su gestión y sobre su “experimento de austeridad radical”. Para Claudio Katz, la explicación central está en el miedo al colapso económico. Entre el ajuste de Milei y el desmoronamiento, los votantes optaron por el ajuste, afirma Katz. “El cambio venció al miedo”, completa Gerardo Lissardy en BBC News Mundo.

Visto con mayor sentido de trascendencia, se trata de un ejercicio de sindéresis política. El votante argentino decidió mantener el crédito abierto al cambio de enfoque de la economía propuesto por su presidente. Frente a la experiencia negativa del pasado, la población optó por las posibilidades del futuro. Muchos de quienes dieron originalmente el voto a Milei atraídos por su discurso rupturista, ahora lo han hecho con más conciencia de las dificultades y de los esfuerzos que la sociedad acuerda aportar para cambiar el rumbo de manera estable y sostenible. Pese a la dureza del ajuste y a las expectativas existentes, una importante mayoría de votantes no dudó en mantener su respaldo al programa propuesto.

Lejos están de haberse salvado con el rescate financiero logrado. La economía y las finanzas argentinas dependen ahora de la claridad de los objetivos y, muy especialmente, de la voluntad de los ciudadanos, de su decisión de ser parte en el empeño de recuperación. El gobierno sabe que le corresponde abrir espacios a la participación y recuperar las posibilidades de consenso. “Tendremos el Congreso más reformista de la historia” ha dicho Milei reiterando su propósito inicial, pero admitiendo también que «se ha terminado una forma de hacer política y comienza otra». El ciudadano observa, juzga y espera que los propósitos se cumplan, que se sepa responder a la confianza dada, con menos exhibicionismo y más efectividad.

Anima pensar que se trata, en efecto, de una manifestación de madurez. Argentina está definiendo una nueva relación del ciudadano con la política al asumir una postura basada en un responsable ejercicio de ciudadanía, en un debate realista de los datos y de los hechos, en la toma de decisiones mejor informadas, en el respeto por las instituciones democráticas. La madurez política que alienta y sostiene la democracia se opone a las tendencias del populismo con sus consignas simplistas. La inclinación hacia la madurez política exige un largo proceso de educación, de formación de conciencia ciudadana y de creación de confianza. Esta confianza no es gratuita: se gana con resultados que son, a su vez, producto de victorias sostenibles.

 

Gustavo Roosen
nesoor10@gmail.com

 

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