Froilán Barrios: La Vinotinto bien vale una misa

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Froilán Barrios: La Vinotinto bien vale una misa

Foto: @Selevinotinto

Dedicarle unas palabras a nuestra selección de fútbol es honrar nuestra idiosincrasia deportiva y reconocer a la Vinotinto como parte de nuestra alma nacional, ante la tribulación general y el orgullo herido generado por la eliminación al próximo Mundial de Fútbol masculino que se celebrará en 2026 en Estados Unidos, México y Canadá.

El impacto del desafortunado evento lo resumo en la frase tomada de las tradiciones históricas francesas, al contener en su prosa los valores del sacrificio asumido por una fanaticada incondicional, el compromiso con los colores nacionales, hasta alcanzar el deseado objetivo de clasificar a la fiesta mundial del deporte más extendido en el planeta. La historia futura dirá si concretará el mismo destino de la frase originaria, que en su tiempo se convirtió en un símbolo de la reconciliación nacional y de la importancia de la paz y la estabilidad política de un país.

Entretanto, debemos destacar el espacio que ha conquistado la Vinotinto en los amores deportivos del gentilicio venezolano, entregado por tradición al boxeo, el basquetbol y sobre todo al beisbol, hasta el punto de que el sueño de generaciones de jóvenes ha sido jugar en las Grandes Ligas, trazando una épica liderada por brillantes deportistas durante décadas desde mediados del siglo pasado hasta el presente.

En el caso del fútbol nacional no había sido así, formaba parte de una lista de deportes practicado por minorías, como es el tenis, el golf, el karate, la vela, entre otros, que han tenido representantes venezolanos de talla mundial, sin despertar la pasión colectiva de los citados en el párrafo anterior.

Particularmente, en referencia al fútbol nacional, este era practicado por la migración europea que vino a Venezuela luego de la II Guerra Mundial, sobre todo en la capital y en algunos estados como Miranda, Portuguesa, Táchira y Mérida. En el resto del país tenía una presencia marginal.

Como testigo televidente de las eliminatorias mundiales futboleras desde 1970 hasta el presente 2025, me atrevo a señalar 2 etapas de la selección nacional: la primera, un tanto reconocida como la prehistoria, corresponde a la Vinotinto del siglo XX, y una segunda etapa, que es la de la Vinotinto del siglo XXI surgida de la mano del profesor Richard Páez, quien le diera las primeras pinceladas al juego de la selección. Se le dio incluso identidad al desconocido color de la camiseta.

De esta manera, no intento justificar los magros resultados de nuestra tradición futbolera, sino simplemente reconocer nuestro nivel y limitaciones en esta disciplina. Mientras los clubes de la Conmebol -Suramérica- son centenarios, los nuestros aparecen y desaparecen con escasa continuidad, tan solo uno o dos alcanzan las 5 décadas con muchas penurias en su recorrido.

Veamos otro caso: el fútbol norteamericano, conocido como soccer. Con una gran inversión desde la década de los setenta, que hasta incluyó la contratación del Rey Pelé, crearon una liga que desapareció y luego fundaron la MLS en 1993; pero a pesar de todos los esfuerzos esta práctica ha permanecido a la sombra de los deportes reyes en Estados Unidos como lo son la MLB, la NBA y la NFL. Desde 2023 ha cobrado un mayor protagonismo con la contratación del campeón mundial Lionel Messi por el Inter de Miami.

No es consuelo, pero no tengo ninguna duda de que si estas selecciones de fútbol de la Concacaf (México, Estados Unidos, Canadá) les hubiera correspondido eliminarse en la Conmebol, les hubiera sido mucho más complicado clasificar como lo han hecho en diferentes mundiales.

En definitiva, no tenemos otro camino que comprender nuestra historia y emprender nuestra gesta. Como decimos en nuestra jerga: “recoger el gallo muerto”, levantarse, mirar con orgullo hacia delante, con el semillero de jóvenes generaciones que ya observamos militan en clubes del mundo entero y en clubes nacionales, contando con un director técnico y su equipo asesor, que dé con la tecla de labrar un estilo capaz de sorprender a propios y extraños, capaces de acercarnos a la victoria final.

Así que, fanáticos de la Vinotinto, no es un réquiem; por el contrario, es el reinicio de la ruta que llevará a nuestra selección a ganar un cupo para la Copa América 2027 y el Mundial 2030, como es el sueño de todo un país que anhela asistir a la fecha centenaria de la cita mundialista.

Estas notas pretenden ser un reconocimiento a los jugadores de la Vinotinto del siglo XX y a quienes han trajinado durante el presente siglo XXI las filas de nuestra selección.

 

Froilán Barrios

Vinotinto-Argentina-

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