El crédito y las relaciones comerciales siguen rotas. Ford no ha podido cancelar la deuda con sus proveedores internacionales al no contar con las divisas que solo el Ejecutivo puede aprobar como consecuencia del control cambiario instaurado desde 2003. Sin cronograma de producción el cierre de la planta en Venezuela parecía inminente. Pero aún sobrevive gracias a las inversiones que, de forma particular, realizan propietarios de concesionarios para la importación de materia prima que garantizan el ensamblaje a menos 20% de su capacidad total hasta octubre.
Tras el rechazo de la propuesta de venta en dólares de algunos modelos la proyección de manufactura se planteaba hasta agosto. Fuentes de la empresa indicaron que en los almacenes hay material que ha llegado paulatinamente para armar 500 unidades en septiembre y 200 en octubre, que en su conjunto representan el 17,5% de los cuatro mil vehículos que en condiciones normales se pueden ensamblar en la compañía.
Pero ante esta crisis que condena a la industria automotriz con 70 años de historia en el país, desde el Ejecutivo solo se ha planteado la importación de automóviles. Gilberto Troya, secretario general del sindicato de Ford, cuestionó esta práctica. “Esos dólares invertidos le dan trabajo a extranjeros y nuestros puestos siguen en riesgo por falta de material CKD”. Pidió que se prohíba la compra en el exterior de carros por particulares y recordó que al iniciar esta práctica en 2014, 60 mil personas adquirieron sus unidades, lo que es igual a 303% por encima del ensamblaje de la industria nacional que ese año registró 19 mil 759.
Pero no todo es negativo. Pese a la crítica situación, el sindicato logró acordar beneficios para los trabajadores. La semana pasada se les canceló un bono no salarial de 21 mil bolívares, en septiembre recibirán un incremento salarial de 21% sobre los 580 bolívares que cobraban diariamente, y en octubre otro 13,5%. También se les aumentó de tres mil a once mil bolívares el bono mensual de alimentación.
El Carabobeño