Fernando Mires: El amor es un túnel

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Fernando Mires: El amor es un túnel

Dedicado a los científicos John Clarque, Michel Devoret y John Martinez, premios nóbeles de fisica, el año 2025

Hasta el más tonto de ustedes sabe que a la mecánica cuántica debemos el estudio del comportamiento de las partículas más diminutas del universo, la de la materialidad y la de los fotones, o sea la de materia que es luz y de la luz que es materia, lo que en términos filosóficos puede ser traducido como la transmisión del conocimiento del ser al no ser y derivar de ahí que somos y no somos al mismo tiempo, en esa lucha permanente que existe entre el ser y la nada, o en términos más poéticos, entre el dormir y el alba, o entre tus ojos que brillan y los ojos que se cierran, o entre tu amor y tu indiferencia.

Esa realidad intrafísica, filosófica y poética, no la vemos, pero la sentimos y, a veces, cuando llega el momento, la deseamos del mismo modo como las partículas elementales transmiten sus propiedades a las menos elementales, atravesando muros, fenómeno parecido al de una rosa deseando la luz del sol en primavera para terminar atrapándola con sus pétalos hambrientos.

Los científicos John Clarque, Michel Devoret y John Martinez, descubrieron algo que presentíamos: que protones, neutrones, fotones, no son algo parecido a las hormigas, tampoco son migajas en ese pan que llamamos realidad, ni siquiera partes constitutivas del universo. Son también una micro y una macrorealidad al mismo tiempo.

Vale decir, esa mano que te acaricia no es una suma y síntesis de partículas, es una partícula formada por partículas como todos somos partículas y tu mismo eres una partícula en esa partícula llamada tierra que habita en otra partícula llamada universo que para los teólogos no es más que una partícula de Dios quien a la vez es una partícula de sí mismo, tanta en su grandeza.

Todo esto significa que no somos partículas elementales amontonadas como en un saco de papas. Por el contrario: cada partícula elemental transfiere sus propiedades a otra la que conserva esas propiedades elementales a fin de dar forma a una individualidad elemental la que solo puede existir en comunicación con otras individualidades a las que transmitimos nuestras propiedades y ellas nos transmiten sus propiedades para seguir siendo todos en el mundo de lo que es.

Tu yo él ella nosotros vosotras y ellos somos también partículas elementales que contienen partículas elementales en un universo que no es más que una partícula elemental en el océano sin aguas del ser total, al fin y al cabo, solo una partícula mas.

Algunos físicos afirman que la propiedad de ser y no ser, la de ser luz y la de ser materia a la vez (la vida y la muerte unidas jamás serán vencidas) desaparecen en las unidades invisibles ante nuestros ojos.

Pues bien, aunque no entiendo un palote de física cuántica me permito contradecir: el que no las veamos con o sin microscopios no significa que desaparecen. Somos seres en movimiento, vivimos en el tiempo y transcendemos al tiempo en todas sus partículas, las visibles, las invisibles y las imaginarias.

Yo te amo tu me amas son palabras que pronunciamos y cada palabra está dividida en millones de fonemas, equivalentes a los fotones de la física cuántica. Somos seres interferidos en el marco de una realidad que nadie conoce. La realidad, sí, la realidad es lo que no vemos ni entendemos pero no por eso deja deja de ser realidad como son también realidad los disparates que aquí escribo.

“Lo primero fue la palabra” dijo Juan, el evangelista. Gracias a las palabras descubrimos a sus fonemas y a sus fotones.

En esos besos que me diste ayer pueden estar transmitidas todas las propiedades cuánticas de la vida: esas son las que unen a los mortales cuando ven el rostro invisible de la mortalidad en cada uno. Los científicos citados llaman a esas propiedades – pueden ser pensamientos, colores, canciones – túneles. A veces los científicos sin darse cuenta son más poetas que los poetas, sobre todo cuando la realidad desconocida cava sus túneles para que las conozcamos cada día un poco más, en un proceso sin comienzo y sin final.

La vida es una partícula elemental que cava túneles en el espacio infinito, un espacio que sin esos túneles, no existiría jamás. El amor no es como un túnel. Es un túnel.

 

Fernando Mires

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