«No, aquí no compramos cabello». Esa es la respuesta que recibe cualquier persona que intenta vender en las peluquerías de la ciudad el cabello. Los salones de belleza, de un centro comercial ubicado en la avenida El Milagro, se niegan a comprar colas de cabello, ya que consideran que no es rentable.
El rumor se extiende. Supuestamente, el primer escenario utilizado por esta mafia organizada para vender el cabello fueron las estéticas del casco central, pero ahora se dice que visitan los centros comerciales.
Jesús Rodríguez, estilista marabino, comentó que a principios de semana en dos oportunidades entraron mujeres a la estética en la que trabaja, a ofrecer colas de cabello para extensiones. «En la mañana entró una ofreciendo una larga cola de cabello, supuestamente era de su hija porque quería comprarle un celular. En la tarde se repitió la situación, entró una mujer ofreciendo lo mismo».
Mientras esperaba que llegara una cliente para ser atendida, aseguró que no compraría cabello. «Tengo que procesarla para el uso, prefiero comprarle el producto a mi distribuidor. Las personas que se dedican a la venta ilícita de cabello se sientan en la Feria de la Comida, las hemos visto».
Temor
Las marabinas aseguran que cada día es mayor el temor que sienten al salir de sus casas, es por eso que la mayoría mantiene sus largas cabelleras recogidas tipo cebollita para evitar ser atacadas. Las autoridades policiales no han recibido la primera denuncia por la situación delictiva. Las peluquerías rechazan la venta de cabello. ¿Qué están haciendo las «pirañas» con el cabello que roban?.
Rodríguez informó que las clientes pueden llegar a pagar hasta cinco mil 500 bolívares para colocarse extensiones naturales. «Si los estilistas compramos el cabello robado que nos ofrecen tendría que ser mil 500 mínimo, para poder montarlo en cinco mil 500. Los tratamientos que necesita el cabello para que queden bien las extensiones son muy costosos. Ese negocio de robar y vender pelo no es rentable en Venezuela».
Luisana Colina, estudiante, de 18 años, comentó su preocupación por la situación delictiva mientras caminaba por el centro comercial; «ni en los centros comerciales estamos seguros. Si las personas que se roban el pelo vienen a venderlo, pueden atacar a las mujeres que estamos distraídas comprando».
Temerosas
Rosini García (26). Vendedora. «La situación empeora cada día. Todos los días se escucha un comentario nuevo, solo podemos estar con el pelo suelto es lugares seguros».
María Torres (20). Estudiante. «Cuando tengo que utilizar transporte público me coloco un gorro para ocultar el largo de mi cabello y evitar ser agredida por las ‘pirañas'» .
Fuente: La verdad