Todo el país entiende que las próximas elecciones son una gran oportunidad para que los sectores democráticos, por primera vez y después de muchos años, le proporcionen una derrota incuestionable al oficialismo. Son demasiados los sectores políticos, incluidos los hombres y mujeres honestos del chavismo, que necesitan ver otro sector de la sociedad haciéndole el contrabalance a uno de los peores y más corruptos gobiernos que ha tenido la nación en su historia republicana.
No hay manera de que Venezuela supere la crisis económica, social y política mientras se mantenga en el poder la minoría anárquica, excluyente, antidemocrática y sin escrúpulos. Llegaron por la vía de los votos y por esa vía hay que sacarlos, de manera absolutamente democrática. No simplemente por su mal gobernar, por sus ideas inviables o su proyecto social, que han sido un error en la historia, sino además porque nuestras arcas no estarán seguras mientras la avaricia de unos pocos sigan metiéndole mano a la riqueza del país.
Gracias a instancias internacionales y a los medios de comunicación nos enteramos todos los días de adónde han ido a parar miles de millones de dólares que le pertenecen a todos los venezolanos y no a un grupo de irresponsables.
La inseguridad ha llegado a niveles intolerables, la pobreza crece, nuestra infraestructura vial cada día está más deteriorada, los niveles de atención en salud van en retroceso, mientras que cientos de miles de venezolanos, que nunca deberían haber dejado su patria, se llevan su juventud y talentos a otras tierras.
Ante este cuadro, que empuja a la población a buscar una alternativa política distinta a la que les robó sus sueños de cambio, solo queda la oposición venezolana que nunca antes tuvo tan magna responsabilidad frente al país. Tiene todas las condiciones para vencer al chavismo en las próximas elecciones parlamentarias.
Eso sí, debe cumplir una condición fundamental, la Unidad de todos los sectores. Para ello la MUD, como expresión opositora más amplia, tiene que usar todas las estrategias que sean necesarias para garantizar que estos sectores no se dispersen por la falta de un trabajo político amplio y lo más democrático posible. Lo que significa que todas las fuerzas políticas, sectores e individualidades sean evaluados y tomados en cuenta.
Estos no son tiempos para cogollos, ni exclusión, ni vedetismos políticos. Mal quedan quienes llaman a la Unidad y exigen puestos seguros en la contienda, quienes aspiran a seguir en las lides electorales mientras le cercenan el espacio a nuevos liderazgos. No hay razón alguna que justifique, por ejemplo, un candidato cuyo liderazgo no pertenezca a la región por la que se postule.
Estos son tiempos para una visión de futuro y no para la mezquindad personal ni partidista. Si la fuerza unitaria no arrasa en los próximos comicios, quienes dirigen la oposición en estos temas serán tan cómplices como los que han destruido esta patria de Bolívar en este principio de milenio.
Editorial de El Nacional