El respaldo latinoamericano

El respaldo latinoamericano

 

 

Una de las mayores utilidades del periplo que acaba de hacer el presidente Guaidó en el extranjero se encuentra en el respaldo de los gobiernos democráticos de América Latina. No se trata ahora del apoyo de los países que integran el Grupo de Lima y de los vínculos reforzados con el vicepresidente de Estados Unidos en reuniones de trabajo sobre la crisis venezolana, sino de los lazos que ató cuando fue personalmente a entrevistarse con los mandatarios que lo invitaron a las sedes de sus gobiernos para ratificar su soporte.

 

 

 

Chávez, a través del manejo de incalculables cantidades de dinero y mediante una manipulación de naturaleza ideológica, había asentado su influencia en el sur del continente hasta el punto de convertirse en un imprescindible personaje familiar. Estrella de los saraos hemisféricos, compañero inefable de unos jefes de Estado que se desvivían en atenderlo y en sacarle plata, voz principal en concentraciones multitudinarias, promotor de proyectos gigantescos que cambiarían el mapa de la región y acercarían a unos pueblos disgregados hasta entonces, había logrado una presencia sin la cual no se podían decidir los grandes temas de la integración y del progreso de los pueblos. Ni siquiera el presidente Pérez, también con botija llena y encendido verbo, había logrado colocarse en la vanguardia de la región. Chávez le llevaba una morena a todos los mandatarios anteriores, y se podía suponer, considerados sus arrestos y sus agallas, que difícilmente otro líder lo superaría en el futuro.

 

 

 

En cuestión de una semana el presidente Guaidó demostró la debilidad de lo que parecía la fortaleza del comandante eterno y la reemplazó por la suya propia. No solo fue recibido con honores de jefe de Estado en la sede de los gobiernos latinoamericanos que visitó, sino que, por si fuera poco en la situación política que se experimenta frente al usurpador, logró las solidaridades específicas que la causa democrática necesitaba. El apoyo general del Grupo de Lima se tradujo, gracias a su periplo del sur, en manifestaciones nacionales de respaldo indiscutible. Lo expuesto en sentido panorámico antes en Bogotá, se hizo singular después con él en el centro de unas reuniones celebradas en la más alta escala y expuestas a una publicidad de amplia proyección. Cuando no solo se debe apreciar la cantidad de los pilares del nuevo edificio de la democracia venezolana, causa entusiasmo fundado el comprobar ahora la evidencia de su calidad.

 

 

Ha hecho un trabajo invalorable, en consecuencia, que no solo lo transforma en un personaje de importancia continental, sino que también remite al trabajo previo de nuestros políticos en el exilio, que le abonaron con creces la parcela y lo soltaron en la cima de la escena confiados en su capacidad. El prólogo del viaje del presidente Guaidó a la América del Sur estuvo precedido por los oficios diplomáticos y por los esfuerzos sostenidos de los líderes aventados al ostracismo que hicieron posible la exitosa gira. De allí que no estemos ante un golpe de suerte, ni ante un favor de los astros, sino frente a una actividad tesonera que dará frutos dentro de poco, frente a un  líder excepcional que cuenta con un gran equipo.

 

 

Editorial de El Nacional

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