Un 79 por ciento de los franceses esperan que François Hollande cambie de gobierno tras la segunda vuelta de las elecciones municipales, el domingo, cuyo resultado definitivo se anuncia catastrófico para el presidente, para su Gobierno y para el Partido Socialista.
Varios ministros influyentes, como Michel Sapin (Trabajo) y Laurent Fabius (Asuntos exteriores), han expresado públicamente su deseo de formar un nuevo Gobierno con menos ministros, para evitar los enfrentamientos y confusión que amenazan, desde hace meses, a varias «fortalezas» ministeriales, como la de Economía y Finanzas.
El semanario Nouvel Observateur, independiente de izquierda reformista, hace semanas que aconseja a Hollande un cambio de gobierno rápido y enérgico, para intentar salir del hoyo de los malos sondeos y unas elecciones municipales que han caído como un estacazo cívico contra el presidente y su partido.
El matutino Liberation, muy hostil a la UMP de Nicolas Sarkozy, también anuncia desde hace días el carácter inevitable de una crisis de gobierno que permita al presidente intentar dar un impulso a sus empantanadas reformas.
Desde hace semanas, las emisiones políticas de LCI (tv de información permanente) y RTL (primera radio de Francia) comentan muy extensamente la necesidad, urgencia y posibles contornos de una crisis gubernamental anunciada.
En varios ministerios reina un ambiente de «fin de reino». Y no es un secreto que numerosos colaboradores de ministros han comenzado a buscar trabajo.
Los fieles a Christiane Taubira, ministra de la Justicia, temen que ella sea la primera víctima de la crisis gubernamental anunciada, convicta y confesa de haber mentido sistemáticamente en el escándalo de las escuchas judiciales de los teléfonos de Nicolas Sarkozy.
Manuel Valls, ministro del Interior, también mintió por omisión en el mismo escándalo. Pero él se cotiza como posible primer ministro, ahora o más tarde. En caso de crisis gubernamental, Valls seguiría siendo un futuro ministro importante.
En el ministerio de Economía cohabitan un ministro de Estado y tres ministros de segundo rango. Se anuncia una fusión. En Educación, muchos colaboradores de Vincent Peillon no ocultan su más viva inquietud.
La suerte de Jean-Marc Ayrault, primer ministro, parece particularmente incierta. Hay quienes consideran inevitable la entrada de Ségolène Royal en el nuevo Gobierno del padre de sus cuatro hijos, François Hollande?
¿Qué hará Hollande? ¿Cuándo pudiera consumarse el cambio de gobierno que esperan el 79 por ciento de los franceses, según un sondeo de Le Figaro? Nadie lo sabe a ciencia cierta. El presidente deshoja en solitario sus margaritas políticas y sentimentales.
ABC