Además de ser rico en vitamina C, sus propiedades antioxidantes permiten mejorar la salud de la piel, el cabello y las uñas y ayudar a mejorar y prevenir distintas afecciones
Por su sabor especial y su alto contenido de vitamina C, el limón siempre fue valorado por los seguidores de la alimentación naturista. Pero esas no son sus únicas propiedades.
“No todo el mundo sabe de su enorme poder antienvejecimiento. Sucede que contiene sustancias antioxidantes capaces de prevenir la actividad negativa de los radicales libres y que contribuyen a mejorar el aspecto y la salud de nuestra piel, el cabello, y las uñas. También es muy recomendable para las personas que padecen diabetes, asma, estrés o para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia”, explica la nutricionista española Gloria Tamayo al diario La Vanguardia.
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Además, aclara que “contiene minerales como el potasio, hierro, calcio y cobre, aunque en forma moderada, y es rico en fibra y agua”. Otro beneficio: contiene muy pocas calorías.
Más beneficios
¿Quién no se ha preparado nunca una taza con agua tibia, limón y miel para alivar un catarro? Es que por sus efectos refrescantes y antisépticos, alivia ciertas afecciones de las vías respiratorias e inflamaciones de la garganta, como la afonía y amigdalitis.
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Además, ejerce una acción beneficiosa sobre el sistema cardiovascular, en casos de arteriosclerosis e hipertensión arterial, debido a que los ácidos cítricos ayudan a oxidar y eliminar las grasas que obstaculizan el trabajo del corazón y son un gran disolvente de las sustancias tóxicas del plasma sanguíneo.
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También beneficia a los enfermos del hígado y de la vesícula biliar ya que estimula las secreciones biliares y ayuda a metabolizar las grasas.
¿Cómo consumirlo?
Para aprovechar todas sus propiedades, lo mejor es comerlo crudo y diluido con otros ingredientes, que disminuyan su sabor ácido. La opción más típica, y apta para todas las estaciones del año, es la limonada. Realizada con limones exprimidos, agua y un edulcorante, preferentemente stevia.
También puede utilizarse como aderezo o aromatizante de pescados, salsas o ensaladas.
Los postres son otra alternativa. Aunque, en este caso, resulta fundamental adaptar las recetas clásicas y reemplazar el azúcar refinada por una variante más sana y nutritiva, como el azúcar integral, o edulcorante.
Fuente: La Vanguardia