El día más largo de 2024 está a la vuelta de la esquina pero aún hay que recorrer un trecho de máxima tensión porque se teme que el gobierno de Nicolás Maduro no ha destapado todas sus jugadas rumbo al 28J.
Se ufana el gobierno de recordar que esta será la elección número 31 desde que comenzó el llamado “proceso bolivariano” a partir de los comicios presidenciales del 6 de diciembre de 1998. Tantas citas electorales constituyen argumento irrefutable —dicen los voceros oficiales más conspicuos— de la vocación democrática de quienes están en el poder desde hace un cuarto de siglo.
Es una afirmación que se niega a sí misma porque, de ser cierta, no sería tan viva y palpable la inquietud y la incertidumbre que rodean el proceso electoral desde su inicio el pasado 5 de marzo. ¿Finalmente se llegará al 28J?, es una pregunta que se hacen muchos potenciales electores.
Maduro y su gente han aplicado un variado repertorio de medidas, la mayoría desprovista de cualquier legalidad, con tal de disuadir la participación electoral, a sabiendas de que a menos votos, más cerca estarían de una hipotética victoria. Es lo que explica el “apartheid” organizado para impedir la inscripción de millones de electores en el exterior, o cientos de miles en el país que no pudieron actualizar su lugar de votación o tantos más a los que mudaron de centro de votación sin su consentimiento. Maniobras urdidas desde el poder que ponen en evidencia su debilidad electoral.
La caja de herramientas del gobierno, en la que hay también obstáculos para cerrar vías de circulación y recursos policiales para apresar activistas y dirigentes, ha sido insuficiente, sin embargo, para desalentar la intención de votar o para mermar la adhesión a la candidatura de Edmundo González Urrutia. Eso que es muy positivo para la opción unitaria y, a la vez, muy peligroso porque anuncia una derrota oficial clamorosa.
¿Procederán a través de su tribunal al uso contra la opción unitaria eliminando a última hora la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática? Es la carta asomada, según analistas y, cuya respuesta, se despejará o no en estas horas que restan para el 28J. Durante el proceso iniciado en marzo, la oposición ha sabido responder oportuna y contundentemente cada paso transgresor del gobierno, convencida como está de interpretar el amplio sentimiento de cambio de los electores.
Llegar al día más largo es una carrera de obstáculos. No podía esperarse otra cosa de una autocracia alérgica a las leyes y vacunada contra la alternancia en el poder. Una carrera de obstáculos salvados uno tras otro que ha fortalecido la esperanza del cambio, reafirmado el liderazgo electo en la primaria del 22 de octubre e impulsado una candidatura unitaria, serena y coherente para conducir los destinos del país.
Cada victoria cosechada en estos meses es el mejor ejercicio ciudadano y político para afrontar la cita con las urnas el 28 de julio, para votar y defender el voto emitido con responsabilidad, que también preparará para la fase siguiente de la transición del poder y la reconstrucción democrática.
Editorial de El Nacional
