El ballet de Romeo y Julieta de la Royal Opera House de Londres llegará a las grandes pantallas el próximo 14 de febrero, coincidiendo con el Día de San Valentín, en una retransmisión por satélite que se podrá ver en más de 2.000 salas de todo el mundo.
La producción se grabó la semana pasada durante una función con varias cámaras de cine distribuidas entre los espectadores de la platea del gran teatro de Covent Garden, que capturaron la mezcla de interpretación y técnica que exige la trágica historia de los jóvenes amantes de Verona de la obra maestra de William Shakespeare.
«Tal vez el reto para mí, como Julieta, es mostrar la ingenuidad de un modo en que realmente crezca y se convierta en mujer. Espero poder mostrar esa evolución», reveló en una entrevista con Efe la bailarina que encarna a Julieta, la inglesa Anna-Rose O’Sullivan.
«Tienes que mantenerte en el personaje todo el tiempo y llevarte al público contigo, que realmente sientan cada angustia y toda la rabia, el conflicto entre las familias», apunta.
Hace ya una década que O’Sullivan conoce a Marcelino Sambé, quien ahora es su amante prohibido sobre el escenario. Ambos crecieron en la compañía Royal Ballet mientras interpretaban diferentes roles del conflicto entre los Capuleto y Montesco. Justo al entrar en la compañía, Sambé ya tuvo que aprender a empuñar una espada para la escena grupal de la batalla entre familias.
«Tenemos clases de verdad de lucha de espadas. Normalmente por la noche, tarde, después de todos los ensayos», cuenta a Efe el bailarín portugués.
«Tienes que aprender la técnica porque es bastante peligroso. Tienes que ir con cuidado con los otros y su cuerpo. Están bastante afiladas», advierte, impresionado por cómo los duelos de espadas se pueden convertir en una bonita danza.
Estrenado en 1965, este ballet creado por el aclamado coreógrafo Kenneth MacMillan se convirtió en un pilar del repertorio del ballet moderno con música de Serguéi Prokófiev, donde la orquesta se encarga de crear épica en el conocido número de «Danza de los Caballeros».
«Kenneth MacMillan realmente fusiona la modernidad y lo contemporáneo con la danza clásica. Luego, también pone las emociones del día a día, a las que todo el mundo se puede identificar», comenta Sambé.
«Por eso puedes ver a mucha gente llorando al final del espectáculo», agrega el bailarín, en referencia a los sentimientos de enamoramiento, «que te rompan el corazón» o las situaciones «realmente insoportables» que viven los jóvenes de las familias rivales.
Fuente: 2001