A diez días de las elecciones, este proceso ha sido particular y ha mostrado una desconexión de los políticos con las necesidades ciudadanas.
La reciente campaña electoral en Ecuador ha sido un reflejo de las tensiones y desafíos que enfrenta el país. Con un porcentaje de votantes indecisos bastante alto, se evidencia una desconexión alarmante entre las propuestas políticas y las necesidades reales de la población. Además, la espectacularización de la política ha desplazado el contenido sustantivo, convirtiendo las elecciones en un espectáculo más que en un proceso democrático serio.
Uno de los aspectos más preocupantes de la última campaña ha sido la notable desconexión entre lo que los políticos proponen y lo que realmente preocupa a los ciudadanos. Según estudios recientes, muchos votantes sienten que sus necesidades no están siendo atendidas, lo que se traduce en un alto porcentaje de indecisos. Esta situación puede ser atribuida a una falta de diálogo efectivo entre los políticos y la ciudadanía, así como a una incapacidad para abordar temas cruciales como la seguridad, el empleo y la salud pública.
Los candidatos parecen más enfocados en atraer atención mediática que en presentar soluciones viables a problemas apremiantes. Esto no solo genera frustración entre los votantes, sino que también puede llevar a un aumento del abstencionismo en las próximas elecciones. La falta de propuestas concretas y realistas puede resultar en una mayor apatía hacia el proceso electoral.
Los votantes merecen información clara y precisa sobre las propuestas y planes de acción de los candidatos, pero en su lugar se ven bombardeados por un flujo constante de imágenes e información superficial. Esta “politización del espectáculo” puede llevar a decisiones basadas más en emociones que en un análisis crítico.
Otra lección importante es el resurgimiento de mañas politiqueras, donde los ataques personales e insultos han reemplazado el debate constructivo. Este tipo de comportamiento no solo degrada el nivel del discurso político, sino que también contribuye a polarizar aún más a la sociedad ecuatoriana.
La falta de respeto entre candidatos puede alienar a los votantes y hacer que muchos se sientan desilusionados con el sistema político. Los ataques personales generan un ambiente tóxico donde la discusión sobre políticas se pierde entre gritos y descalificaciones. Esto no solo afecta la percepción pública de los candidatos, sino que también contribuye a una cultura política donde el conflicto es preferido sobre la colaboración.
La circulación de información falsa ha sido otra lección crítica durante esta campaña electoral. Las redes sociales han jugado un papel fundamental en la difusión de noticias erróneas, lo que ha dificultado que los votantes tomen decisiones informadas. La falta de control sobre lo que se dice en estas plataformas ha permitido que rumores y mentiras se propaguen sin restricciones.
La desinformación no solo confunde al electorado, sino que también puede tener consecuencias graves para la democracia. Cuando los ciudadanos no pueden distinguir entre hechos y falsedades, se erosiona la confianza en las instituciones políticas y se debilita el tejido social.
Las lecciones dejadas por la última campaña electoral son claras: es fundamental restablecer una conexión genuina entre políticos y ciudadanos. A medida que nos acercamos a las elecciones presidenciales del domingo 9 de febrero de 2025, es crucial que los candidatos comprendan la importancia de presentar propuestas realistas y sustantivas. La espectacularización, la politiquería y la desinformación no deben ser aceptadas como parte del proceso electoral.
Este contenido ha sido publicado originalmente por EL COMERCIO.Las elecciones en Ecuador serán el 9 de febrero de 2025. • EL COMERCIO