Eddie A Ramirez: Diáspora venezolana: ¿todos ganan o algunos pierden?

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Eddie A Ramirez: Diáspora venezolana: ¿todos ganan o algunos pierden?

No hay ninguna duda de que los países que recibe a la diáspora venezolana se benefician y existe data precisa al respecto

Diáspora es el desplazamiento de varios miles de seres humanos que, por diversas razones, dejan su lugar tradicional de residencia para dirigirse a otro país. Unas veces se produce en poco tiempo, otras en el transcurso de años. En algunos casos es por decisiones individuales ante un entorno hostil, sea porque hay una guerra o un gobierno dictatorial, o por la ausencia de oportunidades para lograr una mejor calidad de vida.

En otros, los desplazamientos se realizan por la fuerza. En el caso de Venezuela, distinguidos investigadores como Claudio Bifano, Iván De la Vega, Ruth Castillo Ochoa han escrito artículos sobre la emigración de talentos y José Manuel Martínez publicó el libro Diáspora de talentos venezolanos (2021).

Tomás Páez constituyó el Observatorio de la Diáspora Venezolana (ODV) y en su reciente libro ¿Qué hacemos con la diáspora? postula que no se debe hablar de crisis migratoria, sino de circulación de capital humano, recalcado los aspectos positivos. El ODV dispone de información actualizada y diversa de la migración y sus organizaciones. Su libro es de obligada lectura. El autor de este artículo es solo un escribidor de cuartillas que se aventura a emitir algunas opiniones y a formular varias preguntas.

¿Se benefician los países de acogida?

No hay ninguna duda de que los países que reciben inmigrantes se benefician y existe data precisa al respecto. Sin embargo, cuando la ola migratoria es grande ocasiona problemas a corto plazo, sobre todo en países menos desarrollados. En el caso de Venezuela, era imprescindible promover la inmigración. Alemanes e italianos vinieron desde principios del siglo XX e incluso antes. A partir de la década de los años 30 se incrementó el flujo de inmigrantes, principalmente de España, Italia y Portugal, también los provenientes del antiguo imperio otomano, a quienes coloquialmente llamamos turcos, es decir judíos, libaneses y sirios, así como de latinoamericanos y centroeuropeos.

A partir de principios del siglo XXI se revirtió el flujo migratorio. Por lo general, el emigrante regresa a su lugar de partida cuando se deterioran las condiciones del país que lo acogió. No solo regresaron a sus países de origen quienes vinieron, sino también sus hijos y nietos, así como millones cuyos ancestros eran nativos.

¿Se beneficia el país del que se emigra?

Si en el párrafo anterior afirmamos que los países que reciben emigrantes se benefician, pareciera obvio que se perjudican los que pierden fuerza laboral, sea calificada o no. En nuestro caso, han emigrado veinte mil médicos, miles de ingenieros y de otras profesiones. Además, varios miles de jóvenes que, aunque no sean profesionales, constituyen un recurso humano vital para nuestro crecimiento y desarrollo.

Cierto que algunos profesionales que hoy están en el exterior podrían ser puente para el intercambio de conocimientos, aprovechando los medios de comunicación que permiten la enseñanza a distancia. Sin embargo, cabe preguntar si eso es suficiente. También puede especularse que muchos que se están especializando en los países de acogida regresarán a Venezuela. Al respecto pensamos que eso es ser muy optimista. Han echado raíces, sus hijos y nietos se han casado y disfrutan de estabilidad. ¿Qué podría motivarlos a regresar, como no sea por corto tiempo a una consultoría o asesoramiento esporádico? El proyecto Talven, iniciativa del doctor Francisco Kerdel Vegas (f), aportó ideas para intentar que no perdamos esos talentos. Sin duda, los regímenes de Hugo Chávez y de Maduro nos hicieron perder un enorme y valioso capital humano.

¿Se beneficia o pierde el que emigra?
Este es un punto más complejo. Quizá quienes no tienen una formación profesional se benefician, sobre todo si emigran a un país desarrollado que les ofrece mejores condiciones de vida. En el caso de los profesionales, algunos han podido revalidar, dependiendo de los requisitos de cada colegio profesional del país donde residen. Otros realizan cursos cortos de una profesión diferente. Por ejemplo, distinguidos oftalmólogos ejercen de optometristas, y odontólogos de higienistas dentales. Sin embargo, la mayoría tiene que dedicarse a otra actividad. Quizá un alto porcentaje está satisfecho por tener buena calidad de vida y por visualizar un mejor futuro para hijos y nietos. Este punto amerita ser investigado.

Si una mayoría no regresa, ¿cómo vamos a enfrentar el futuro?
Hay que ser realistas. Es necesario contar con los recursos humanos que están en Venezuela. Por ejemplo, en PDVSA hay muchos jóvenes con formación aceptable, que solo requieren una buena orientación y, en algunos casos, adiestramiento intensivo. Cuando tengamos un nuevo gobierno, que esperamos sea pronto con Edmundo González como presidente y María Corina de vicepresidenta, habrá que desarrollar un plan acelerado de formación de recursos humanos. En este punto es importante contar con los no tan jóvenes que hoy están en el exterior.

No puede minimizarse que tenemos un gran reto. La pérdida de un número tan grande de compatriotas no será fácil de reponer.

 

 

 

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