El 23 de febrero es la fecha que conmemora la decisión unánime de los ministros de medio ambiente de 140 países para preparar un tratado global y legalmente obligatorio para hacer frente al comercio y el impacto del mercurio. Y es que el uso indiscriminado de este metal para actividades mineras informales e ilegales amenaza las vidas de las poblaciones expuestas en todo el mundo, sobre todo de quienes trabajan en las minas de oro y a sus familias.
En el 2007, El Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente (PNUMA) debatió la necesidad de encarar una acción internacional sobre el control del mercurio para disminuir las emisiones antropogénicas a la atmósfera, adecuar el manejo de los desechos, reducir la demanda y oferta mundiales, atender la restauración de los sitios contaminados, prohibir el tránsito de este metal a países en desarrollo y ofrecer soluciones para la disposición final.
Por estas razones, el Convenio de Minamata sobre el Mercurio – iniciativa del PNUMA – busca que dicho instrumento mundial legalmente vinculante prevenga emisiones y vertidos de mercurio que ponen en riesgo la salud humana y el ambiente en todo el mundo.
La contaminación por mercurio es una amenaza mundial, tal y como lo reconocen las conclusiones de la Evaluación Global de Mercurio del Pnuma de 2003. Aun así estamos lejos de conseguir un compromiso internacional que afronte este tipo de contaminación mediante medidas obligatorias que detengan toda la minería, uso y comercio de este metal pesado y destine los excedentes a un almacenamiento seguro y permanente.