En la actualidad estamos tan familiarizados con la cirugía plástica, que sólo la relacionamos con la aspiración a la perfección física y creemos que es un adelanto quirúrgico propio de nuestros días. ¿Pero desde hace cuánto existe realmente esta disciplina de la medicina?
Más de un siglo de avances
Al contrario de lo que se podría pensar, el gran impulso para la cirugía plástica no provino de la demanda de personas deseosas de mejorar sus atributos. Esta disciplina empezó a ser estudiada con detenimiento desde al menos hace un siglo, debido a las terribles mutilaciones con las que volvían a casa los soldados supervivientes de la Primera Guerra Mundial.
Con su millonaria cifra de heridos (se estima que hubo al menos dos millones de soldados con lesiones de batalla), la Gran Guerra catapultó las necesidades de cirugía para arreglar todo tipo de graves heridas. Especialmente las faciales; desde narices destrozadas a labios alterados, mandíbulas descoyuntadas o cráneos hundidos.
Fue el otorrinolaringólogo neozelandés Harold Gillies (1882-1960) el que por primera vez se fijó en la importancia de restaurar el rostro de los soldados desfigurados. El cirujano lo tomaba como un intento por reparar los traumas psicológicos que la guerra les había dejado.
Gillies implementó un método de trasplante de piel, por medio del cual, utilizando epidermis proveniente de los muslos o del tronco, era posible reconstruir parcialmente los rostros mutilados. De este modo, el cirujano fue capaz de restaurar narices, orejas y labios.
Un riesgo considerable
Aunque las cirugías plásticas practicadas por el doctor Gillies les ofrecían a los pacientes la posibilidad de volver a tener un rostro parcialmente recuperado, este proceso no era del todo seguro.
Muchos de los soldados a los que Gillies trató sufrieron infecciones que terminaron por acabar con sus vidas. Esto debido principalmente a que para la época los antibióticos aún no habían sido desarrollados.
Las cirugías en la era antigua
Ya con anterioridad al siglo XX se conocen ejemplos de intervenciones estéticas, las cuales tuvieron lugar en la Antigüedad. Un ejemplo conocido es la reparación de una hendidura en el labio superior (el conocido como labio leporino) por parte del famoso médico romano Galeno.
La aparición de la sífilis en Europa (enfermedad proveniente del Nuevo Mundo) provocó que un porcentaje significativo de la población se quedara sin nariz.
Para revertir este estigma, que acarreaba el desprestigio social, se creó el método del colgajo de piel, que consistía en coser el tronco de la nariz a una parte del brazo. Posteriormente se diseccionaba un tramo de la piel del brazo, y se fijaba al rostro. De este modo la piel colgante podía cubrir la parte que se había perdido de la nariz.
Como se ve, los verdaderos orígenes de la cirugía plástica se remontan al menos a un siglo atrás.
Culturizando