Democracia y Asamblea Nacional Constituyente (1)  

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Democracia y Asamblea Nacional Constituyente (1)  

“El lema «democracia» dominó las mentes en los siglos XIX y XX, casi universalmente. Pero precisamente por esta razón, la palabra, como cualquier lema, perdió su significado preciso. Porque, para obedecer a la moda política, la gente creía que debía usarla para todos los fines posibles y en todas las ocasiones, esta noción, de la que se ha abusado más que cualquier otra noción política, adquiere los más diversos significados.” Hans Kelsen, prólogo sobre la Democracia.

Un alumno aventajado me interrogaba sobre la distancia palpable que se evidenciaba al comparar la realidad con el paradigma teórico y funcional del Estado constitucional, social, democrático, de derecho y de justicia previsto en el artículo segundo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Intentando mantenerme en el plano de la neutralidad académica, le propuse examinar el texto de la norma al tiempo que, más allá de opiniones, estableciera racional y funcionalmente el margen de su cumplimiento. Quise forzar un poco la barra para que él buscara la episteme desconfiando de su doxa.

El resultado era esperable, sin embargo, y fue así como la conclusión inequívoca afirmó que los módulos sistémicos del Estado constitucional o ya no proporcionaban las prestaciones que lo harían posible o su precario funcionamiento lo comprometía definitivamente.

Empero, nos llamó la atención más aún la situación de jaque en que el gobierno asumía la presión de las unidades navales norteamericanas y su visible más que amenaza en apariencia hacia el narcotráfico y, en el fondo, hacia los personajes del oficialismo.
La decisión del temerario presidente Trump de autorizar, públicamente, acciones de la Agencia Central de Inteligencia en Venezuela dejaba ver claramente que el objetivo en la deliberada confusión de los discursos del hegemón norteamericano, a ratos hacia lo que él llama el Cártel de los Soles y en otras ocasiones, genéricamente, el narcotráfico, permitía esperar cualquier cosa de su parte.

Los más altos dignatarios venezolanos están, pues, señalados y eventualmente designados como objetivos de esas acciones del veleidoso Trump, mientras la fingida normalidad sigue simulando que nada pasa y que todo está bien.

Hay, no obstante, motivos para preguntarse si a este imbroglio se le consigue salida. Lo cívico y lo razonable se enfrentan con los auténticos y genuinos propósitos que obran detrás de las palabras. Una negociación no es lo que se advierte, porque lo que pretende el acoso ante nuestro país envuelve no solo a los concernidos, el alto gobierno, sino que la naturaleza del asunto lo ha tornado entre las partes inconciliable y antagonizante. La política como tragedia, diría el argentino Rinesi.

Entretanto, pasan las semanas y el embrollo no suelta un hilo donde halar y desenmarañar. El país está en ascuas, conscientes algunos de la gravedad del asunto y la mayoría, coaptada por la rutina de la supervivencia, con un dólar embravecido y ocupando perniciosa su alza continua todos los espacios de la comercialización de bienes y servicios, y una clase política impotente ante la crisis económica, educativa, sanitaria e institucional, con la mente solo puesta en la tensión y el forcejeo con los norteamericanos.

¿Quién sabe lo que viene al espíritu del catire ni tampoco lo que piensa el de acá, pero una salida civilizada y democrática existe para evitar los males que pueden venir? ¿Salta a la vista que lo que se pretende en realidad con este extremo apremio naval militar es el desplazamiento del liderazgo formal y del gobierno?

Nadie parece saber cuál será la secuencia que el melodrama que vivimos puede traernos y el corolario final de esta olla de presión, pero cabe pensar en un colofón que bien pudiera inspirar un patriótico desenlace.

Si el fatum lo permite, ananké o Moira para los griegos, la semana próxima abordaremos ese capítulo, Dios mediante.

 
nchittylaroche@hotmail.com  
@nchittylaroche 

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